Empecemos en silencio. El silencio es una de las condiciones más valiosas para los humanos porque nos permite sentir la profundidad de nuestra presencia. Esta es una de las razones por las que la aparición de los autos eléctricos ha generado mucho entusiasmo entre la gente. Por primera vez podemos asociar el concepto de auto con la experiencia del silencio. Los autos por fin pueden ser silenciosos: paz en las calles, una revolución silenciosa en las ciudades. (Zumbido) Pero el silencio también puede ser un problema. De hecho, la ausencia de sonido en relación con los autos puede ser bastante peligrosa. Piensen en las personas ciegas que no pueden ver un auto que se aproxima. Y ahora, si es eléctrico, ni siquiera lo pueden oír. O piensen en cada uno de nosotros al caminar por la ciudad, absortos en nuestros pensamientos y desconectados de lo que nos rodea. En estas situaciones, el sonido puede convertirse en un compañero valioso. El sonido es uno de los regalos más maravillosos de nuestro universo. El sonido es emoción, y el sonido es sublime, y en lo que respecta a los autos, el sonido también es información. Para poder proteger a los peatones y dar una información acústica a los conductores los gobiernos de todo el mundo han introducido varias regulaciones que ordenan la presencia de sonido para los vehículos eléctricos. En particular, requieren unos niveles mínimos de sonido en bandas de frecuencia específicas hasta la velocidad de 30 km por hora. Más allá de esta velocidad, el ruido natural del auto se considera suficiente. Estas regulaciones han generado reacciones diferentes entre los que están a favor del sonido y los que temen la presencia de un exceso de sonido en la ciudad. Sin embargo, yo no lo veo como el ruido del auto. Más bien lo veo como la voz del auto. Y este es uno de mis mayores desafíos y privilegios al mismo tiempo. Diseño la voz de los autos eléctricos. Todos sabemos cómo suena un motor a combustión y sabemos también cómo suena un motor eléctrico. Piensen en el tranvía eléctrico. Tan pronto como se mueve, crea este sonido ascendente de alta frecuencia que llamamos sonido "sibilante". Sin embargo, si solo amplificáramos este sonido todavía no cumpliríamos con los requisitos legales. Por eso necesitamos componer un sonido nuevo. Entonces ¿cómo lo conseguimos? En muchas ciudades, el tráfico ya es de por sí muy caótico y no necesitamos más caos. Pero las calles del siglo XXI son un gran caso de estudio rebosante de transitoriedad, objetivos contrapuestos y desorden. Y este escenario ofrece una gran oportunidad para desarrollar soluciones nuevas sobre cómo reducir este caos. He concebido una perspectiva nueva que intenta reducir el caos introduciendo armonía. Ya que mucha gente no sabe cómo podría sonar un auto eléctrico tengo que definir, en primer lugar, un nuevo mundo sonoro, algo que no pertenezca a nuestra experiencia previa pero que cree una referencia para el futuro. Junto a un pequeño equipo creamos muchas texturas sonoras que puedan transmitir emociones. Al igual que un pintor con los colores somos capaces de conectar sentimientos y frecuencias para que cada vez que nos acerquemos a un auto podamos sentir una emoción que, además de cumplir con los requisitos legales, hable también sobre el carácter y la identidad del auto. A este paradigma lo llamo "genética de sonido". Con la genética de sonido, defino, primero, un espacio de sonido estético, y al mismo tiempo, busco métodos nuevos e innovadores para generar paisajes sonoros que no conocemos, paisajes sonoros que nos permiten visualizar palabras abstractas, hacerlas más tangibles y audibles. La genética de sonido se basa en tres pasos. El primero es la definición de un organismo sonoro, el segundo es una descripción de las variaciones sonoras y el tercero es la composición de genes de sonido. La descripción de un organismo sonoro se basa en un grupo de propiedades que cada sonido que compongo debería tener. [El sonido es moverse.] Yo le transfiero a una pequeña entidad de sonido, como el sonido de un auto, el poder del movimiento de la música, de modo que el sonido se mueva. [El sonido es actuar.] Y al igual que un bailarín en el escenario, el sonido proyectará trayectorias de sonido en el aire. [El sonido es memoria.] Y no solo se trata del sonido de un auto. Es la memoria de mi padre regresando a casa. [El sonido es hipnotizante.] Y el sonido tiene el poder de crear una sensación inesperada de asombro, que hipnotiza. Y, finalmente, [El sonido es sobrehumano.] el sonido va más allá de la condición humana, porque nos permite trascender. Como segundo paso, definimos las variaciones sonoras. [Prisma de identidad.] Al igual que los humanos, donde cuerpos diferentes generan voces diferentes, las formas distintas de los autos tienen un comportamiento acústico diferente que depende de la geometría y los materiales. Así que primero debemos saber cómo este auto propaga el sonido hacia afuera por medio de mediciones acústicas. Y así como una única voz puede producir tonos y timbres diferentes, al mismo tiempo, producimos diferentes variaciones sonoras dentro de un espacio de ocho expresiones que he definido. Y algunas de ellas son muy importantes para mí, como el concepto de "visionario", de "elegancia", de "dinámico", de "universal". Y una vez que hemos definido estos dos aspectos, tenemos lo que yo llamo el prisma de identidad, que es algo como la tarjeta de identidad sonora de un auto. Y, como tercer paso, entramos en el mundo del diseño de sonido, donde se componen los genes de sonido y se concibe un arquetipo nuevo. Ahora déjeme mostrarle otro ejemplo de cómo transformo un campo sonoro en una melodía. Imaginen que soy un violinista en el escenario. Si empezara a tocar el violín generaría un campo sonoro que se propagaría en esta sala y, en algún momento, el campo sonoro golpearía las paredes laterales y se esparciría por todas partes. Así es cómo se veía. Hace tiempo capté varias maneras en que el sonido golpea las paredes laterales. Y el año pasado la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera me pidió que compusiera unos tonos de llamada que iban a tocar. Así que para uno de ellos tuve la idea de empezar por este campo sonoro. Tomé una sección, superpuse la sección sobre la distribución de los músicos en el escenario y luego seguí el florecimiento del campo sonoro por medio de tres parámetros: tiempo, intensidad y frecuencia. Luego escribí todos los gradientes para cada instrumento y como pueden ver, por ejemplo, la obra empezará con la sección de cuerdas tocando muy suavemente, tendrá un crescendo al agregarse los instrumentos de metal y de madera y luego la melodía terminará con un arpa y un piano tocando en el registro más alto. Escuchemos cómo sonaba. (Música etérea) (La música termina) Y este es el sonido de mi reloj despertador por la mañana. (Risas) Y ahora regresemos a los autos eléctricos. Escuchemos el primer ejemplo que les mostré. (Zumbido) Y ahora quiero mostrarles cómo podría sonar un sonido potencial, basado en la genética de sonido para autos eléctricos. (Música etérea) (El tono aumenta con la aceleración) Los autos son una metáfora de tiempo, distancia y viaje, de partir y regresar, de anticipación y aventura, pero, al mismo tiempo, de inteligencia y complejidad, de intuición y logro humano. Y el sonido debe glorificar todo eso. Veo a los autos como criaturas vivas y como instalaciones de arte performance altamente complejas. Los sonidos que concebimos a través de la genética de sonido no solo nos permiten celebrar esta complejidad sino también hacer que el mundo sea un espacio más elegante y seguro. Gracias. (Aplausos)