La lucha de clases, o la lucha
en y contra el capitalismo,
es una idea fundamental de
la teoría y práctica anarquistas.
Sin embargo, múltiples y duraderos mitos
y malinterpretaciones siguen nublando
el entendimiento popular
de la relación social que se encuentra
en la raíz de este conflicto…
es decir, la clase misma.
Asi que… ¿qué es, exactamente?
¿Y qué tienen los/as anarquistas en su contra?
Hoy la mayoría de las personas
asocian la clase de alguien
con cuánto dinero gana.
Y aunque es cierto que el tamaño de
la cuenta bancaria de alguien
es un buen indicador de su posición de clase,
esta definición simplificada tiende a
oscurecer el modo
en el que funcionan las clases,
tanto a nivel individual como social,
y encubre su naturaleza antagónica
Un modo más correcto
de definir la clase sería
decir que es una relación social jerárquica
caracterizada por la explotación,
y anclada
a través de un sistema estatal
e interconectado de leyes,
que rigen la posesión de la propiedad.
O para decirlo de forma más simple...
la clase es un modo de organizar
a las personas
de acuerdo a quién posee qué.
Por supuesto, la jerarquía
y la explotación han existido
mucho antes que el capitalismo.
Desde los reyes-sacerdotes
de las primeras ciudades-estado
de Mesopotamia
al Imperio Romano
y su desintegración gradual
en el feudalismo medieval,
las civilizaciones humanas han sido gobernadas
por una pequeña élite
que ha concentrado la riqueza
y prestigio para sí misma.
El ascenso del capitalismo desplazó
a los antiguos
sistemas feudales de control económico y social,
tales como el Derecho Divino
de los reyes en Europa.
y el Mandato del Cielo en la China imperial,
reemplazando estas supersticiones anticuadas
por nuevos mitos sociales, más sofisticados,
basados en la santidad de la propiedad privada
y el dominio incuestionable del libre mercado.
A mediados del siglo XIX,
el famoso filósofo socialista, Karl Marx
realizó una profunda investigación
sobre cómo funcionaba el capitalismo
y los procesos históricos mediante
los que se ha desarrollado.
Anarquistas destacados/as de la época,
como Mijaíl Bakunin,
discreparon fuertemente con Marx y sus seguidores
sobre cuestiones de estrategia revolucionaria,
en particular sobre el rol del estado.
Pero, en general,
coincidían en su descripción del capitalismo
como un sistema caracterizado por el surgimiento
y desarrollo de dos clases
mutuamente opuestas.
Que son: la clase trabajadora
- también conocida como proletariado,
y la clase capitalista
- también conocida como burguesía.
La clase capitalista se define por
su posesión y control del capital,
mientras la clase trabajadora se define
por el hecho de que no posee capital
y por tanto es forzada a
relaciones de explotación
con los/as capitalistas para poder sobrevivir.
Los/as capitalistas pueden
subdividirse en tres categorías
basadas en el tipo de capital que poseen
y en cómo generan ganancias.
La primera son los/as capitalistas industriales,
que poseen y controlan
los medios de producción
- un término sofisticado
que describe las herramientas
y materiales necesarios
para producir mercancías.
En las primeras etapas del capitalismo
esto se refería
a dueños/as de las fábricas y las minas,
pero también pueden ser los dueños/as
y accionistas de una gran variedad de negocios
- desde restaurantes de comida rápida
a compañías desarrolladoras de software.
En otras palabras,
un/a capitalista industrial es tu jefe/a.
Son quienes obtienen ganancias
explotando a sus trabajadores.
En segundo lugar están los/as terratenientes
- capitalistas que poseen tierras e inmuebles,
y que se lucran explotando a sus arrendatarios/as,
o, como es cada vez más común estos días
a través de la gentrificación
y otras formas de inversión
y especulación inmobiliaria.
Y, finalmente,
los/as capitalistas financieros
- que obtienen ganancias
prestando dinero con interés.
Pueden ser desde casas de empeño,
y pequeñas oficinas de crédito.
hasta bancos multinacionales
que prestan dinero a otros capitalistas
e incluso a gobiernos.
El giro hacia el capitalismo neoliberal
que empezó en los años 70,
vio expandir enormemente
la influencia de los/as
capitalistas financieros sobre la economía.
Esta expansión les permitió aumentar
su explotación directa
de la clase trabajadora
Introduciendo nuevas formas de deuda
como las tarjetas de crédito,
los créditos educativos
y las hipotecas de alto riesgo.
Con el tiempo, el carácter
de la explotación de clase
se ha transformado a medida
que ha evolucionado el capitalismo.
Pese a esto, muchos anti-capitalistas aún se aferran
a narrativas de una era anterior.
Incluso hoy, el estereotipo de un típico miembro
de la clase trabajadora,
tiende a ser un corpulento
trabajador blanco de una fábrica
del tiempo de la IWW
- Cuando la gran mayoría del proletariado mundial
son mujeres, y la abrumadora mayoría
no son de descendencia europea.
Aunque el capitalismo ha cambiado,
los elementos esenciales
de la relación de clases
permanecen invariables.
Es ampliamente conocido que
la clase trabajadora y las capitalistas
tienen intereses mutuamente opuestos.
Cuanto menos nos pagan los/as jefes/as,
y cuanto más nos cobran por el alquiler,
consiguen un mayor beneficio,
y nos hacemos más pobres.
Lo que se comprende peor, sin embargo,
es que las leyes capitalistas
de competencia universal
y crecimiento constante, crean y modelan
divisiones internas en el seno de cada clase.
Los capitalistas de un mismo sector compiten
constantemente con sus rivales
por la cuota de mercado,
lo que significa que deben mantener
cierta tasa de beneficio,
o su negocio peligrará.
Y los/as capitalistas de un sector
tienen intereses
totalmente opuestos
a los de otros sectores.
Un alto precio del petróleo, por ejemplo,
lleva a altas tasas de beneficio
a corporaciones como BP
y EXXonMobil…
pero pueden perjudicar a capitalistas
de la manufactura
o del transporte.
Mientras en la clase trabajadora
compartimos un interés
por acabar con el capitalismo,
también nos cegamos por
nuestros propios intereses a corto plazo.
No solo competimos
unos/as contra otros/as por las migajas
que nos dejan los capitalistas para sobrevivir…
si no también, muchos
de los trabajos impactan negativamente
en las vidas de otros/as trabajadores/as.
Y a mayor escala,
cuanto menores son los sueldos
de los trabajadores en el Sur Global,
más baratos están los productos
en los supermercados.
Además, nuestra clase
está dividida en jerarquías
basadas en sistemas opresivos como raza
y género. Las mujeres,
por ejemplo, a menudo
estamos doblemente explotadas
y se espera que realicemos
trabajo reproductivo no pagado,
como cocinar, limpiar y criar a los niños,
mientras que a la vez nos pagan menos
que a nuestros homólogos masculinos.
El papel del estado es dirigir la economía
de forma que equilibre los intereses
De las partes enfrentadas
de la clase capitalista,
mientras las protegen de la amenaza
de una revolución de la clase trabajadora.
Lo consiguen a menudo
resaltando las divisiones
de la clase trabajadora
basadas en el nacionalismo,
el sectarismo religioso,
el supremacismo blanco
y el patriarcado.
Sólo destruyendo estos sistemas de división
y opresores podrá nuestra clase unirse
para llevar a cabo la guerra social y
comenzar a liberarnos de nuestras cadenas
de este sistema de explotación parasitario.
Sólo dejaremos de ser esclavos cuando
juntos/as, tomemos todo.