Hoy se habla de persuasión moral.
¿Qué es moral e inmoral
al tratar de cambiar el comportamiento de las personas
por medio de la tecnología y el diseño?
No sé qué esperan ustedes,
pero cuando estaba pensando en eso,
enseguida me di cuenta
de que no soy capaz de darles respuestas.
No sé decirles qué es moral o inmoral
porque vivimos en una sociedad pluralista.
Mis valores pueden ser radicalmente diferentes
de los suyos.
Esto significa que lo que yo considero moral o inmoral,
no necesariamente corresponde a lo que ustedes consideran moral o inmoral.
Pero también me di cuenta de que hay algo que les puedo dar.
Y es lo que este hombre detrás de mí le dio al mundo:
Sócrates.
Las preguntas.
Lo que puedo hacer y lo que me gustaría hacer con ustedes
es darles, al igual que la pregunta inicial,
una serie de preguntas
para que descubran por su propia cuenta,
capa por capa,
como pelando una cebolla,
hasta llegar al centro de lo que creen
que es la persuasión moral o inmoral.
Y me gustaría hacerlo con un par de ejemplos
de tecnologías donde se han usado elementos de juego
para lograr que la gente haga cosas.
Es muy sencillo; una pregunta muy obvia
que quisiera hacerles:
¿Cuáles son sus intenciones si están diseñando algo?
Y, por supuesto, las intenciones no son lo único,
así que aquí hay otro ejemplo de una de estas aplicaciones.
Actualmente hay un par de estos ecopaneles de mando,
tableros integrados en los autos
que tratan de motivarnos a conducir ahorrando combustible.
Este es el Nissan MyLeaf
que permite comparar su comportamiento al volante
con el de otras personas,
así que pueden competir para ver quién conduce
de forma más eficiente.
Y resulta que esas cosas son muy efectivas,
tanto que animan a la gente
a adoptar conductas de riesgo al volante,
como no detenerse en un semáforo en rojo.
Porque de ese modo hay que parar y reiniciar el motor
y eso hace consumir más combustible, ¿no es cierto?
A pesar de ser una aplicación muy bien intencionada,
obviamente tenía efectos secundarios.
Aquí hay otro ejemplo de uno de estos efectos secundarios.
“Commendable” (loable):
un sitio web que permite a los padres dar medallas a sus hijos
cuando hacen algo que quieren que hagan,
como amarrarse los zapatos.
Y eso aparentemente suena muy bien,
muy inofensivo, bien intencionado.
Pero resulta que si miramos la investigación sobre la mentalidad de la gente,
esta preocupación por los resultados,
por el reconocimiento público,
por este tipo de símbolos públicos de reconocimiento
no es necesariamente de gran ayuda
para nuestro bienestar psicológico a largo plazo.
Es mejor preocuparse por aprender algo.
Es mejor preocuparse por uno mismo
que en cómo nos vemos frente a los demás.
Ese tipo de herramienta motivacional
usada por sí sola
tiene un efecto secundario a largo plazo.
Cada vez que usamos una tecnología
que se sirve del reconocimiento público o la posición social,
en realidad la estamos apoyando positivamente
como una cosa normal de la cual hay que preocuparse,
cuando probablemente tiene un efecto negativo
en nuestro bienestar psicológico cultural a largo plazo.
Esta es una segunda pregunta obvia:
¿Cuáles son los efectos de lo que están haciendo?
Los efectos que se obtienen con el dispositivo,
como menos combustible,
así como los efectos de la herramienta usada
para empujar a la gente a hacer algo...
reconocimiento público.
¿Eso es todo?: ¿intención, efecto?
Bueno, existen tecnologías
que obviamente combinan ambos.
Los efectos a corto y largo plazo
y una intención positiva como Freedom de Fred Stutzman,
una aplicación que tiene como finalidad
–ya que vivimos bombardeados de llamadas
y solicitudes de otros–
desconectar la conexión a Internet
de su computadora por un tiempo predeterminado
para poder trabajar en paz.
Y creo que muchos estaremos de acuerdo
en que es algo bien planeado
y que tiene consecuencias positivas.
En palabras de Michel Foucault:
“Es una tecnología del yo”.
Es una tecnología que permite al individuo
determinar su propia vida,
darle forma.
Pero el problema es,
como señala Foucault,
que toda la tecnología del yo
tiene una tecnología de dominación como contrapartida.
Como puede verse hoy en día en las democracias liberales modernas,
la sociedad y el Estado,
no solo nos permite determinar y dar forma a nuestro yo,
también es exigente con nosotros.
Exige que mejoremos,
que aprendamos a controlarnos,
que nos manejemos constantemente
porque es la única forma
en que una sociedad liberal funciona.
Estas tecnologías quieren que nos quedemos en el juego
que la sociedad ha creado para nosotros.
Quieren que nos adaptemos mejor,
que mejoremos para adaptarnos.
Ahora, no estoy diciendo que sea necesariamente algo malo.
Simplemente creo que este ejemplo
nos conduce a una comprensión general,
es decir, no importa qué tecnología o diseño miremos,
incluso algo que consideremos bien diseñado y positivo en sus efectos
–como Freedom de Stutzman–
lleva consigo ciertos valores.
Y podemos cuestionar estos valores.
Podemos preguntarnos: ¿es bueno
que todos mejoremos continuamente
para adaptarnos mejor a esa sociedad?
O para darles otro ejemplo,
¿qué pasa con la tecnología persuasiva
que convence a las mujeres musulmanas para usar el velo?
¿Es una tecnología buena o mala
en sus intenciones o en sus efectos?
Bueno, eso depende básicamente
del tipo de valores que cada uno tiene
para hacer este tipo de juicios.
Entonces, una tercera pregunta es:
¿Qué valores usan para juzgar?
Y hablando de valores,
he notado que en los debates en Internet sobre la persuasión moral,
y cuando hablo con la gente,
a menudo noto un prejuicio extraño.
Y por ese prejuicio es que nos preguntamos:
¿esto o aquello “todavía” es ético?,
¿“todavía” es aceptable?
Preguntamos cosas como:
¿Este formulario de donación para Oxfam
–donde la donación mensual regular está predeterminada
y la gente, tal vez sin pretenderlo,
se ve alentada o empujada
a hacer donaciones regulares en lugar de donaciones ocasionales–
todavía es aceptable?
¿Todavía es ético?
Estamos pescando en aguas poco profundas.
De hecho, la pregunta,
“¿todavía es ético?”
es solo una forma de ver la ética.
Porque si se fijan en los comienzos de la ética
en la cultura occidental,
notarán una idea muy diferente
de lo que podría ser la ética.
Para Aristóteles, la ética no se ocupaba de la cuestión
de si algo aún era bueno o malo.
Se refería a la cuestión de cómo vivir bien la vida.
Y lo puso en la palabra “areté”,
que del latín, traducimos como “virtud”.
Pero en realidad significa “excelencia”.
Significa vivir de acuerdo a nuestro propio potencial
como seres humanos.
Y es una idea que creo
que Paul Richard Buchanan expresó perfectamente en un ensayo reciente
donde dijo: “Los productos son vivas discusiones
sobre cómo deberíamos vivir nuestras vidas”.
Nuestros diseños no son morales o inmorales
en función de si usan medios morales o inmorales para persuadirnos.
Tienen un componente moral
solo en el tipo de visión y aspiración de la buena vida
que nos presentan.
Y si se fijan en el ambiente diseñado a nuestro alrededor
desde esa perspectiva,
preguntándose: “¿Cuál es la visión de la buena vida
que nuestros productos y diseños nos presentan?”,
a menudo nos estremecemos
a causa de lo poco que esperamos de los demás,
de lo poco que, al parecer esperamos
de nuestra vida y cómo es la buena vida.
Esta es la cuarta pregunta que quisiera dejarles:
¿Qué visión de la buena vida
transmiten sus diseños?
Y hablando de diseño,
noten que ya he ampliado la discusión.
Porque ya no hablamos solo de tecnología persuasiva,
sino de cualquier diseño que ponemos en el mundo.
No sé si conocen
al gran investigador de la comunicación Paul Watzlawick,
que en los años 60 argumentó
que es imposible no comunicarse.
Incluso si optamos por permanecer en silencio,
elegimos guardar silencio. Estamos comunicando algo al optar por el silencio.
Y de la misma forma que no podemos no comunicar,
no podemos dejar de persuadir.
Cualquier cosa que hagamos o dejemos de hacer,
cualquier cosa que pongamos en el mundo
como un diseño
tiene un componente persuasivo
que trata de influenciar a las personas.
Pone una cierta visión de la buena vida
frente a nosotros.
Y eso es lo que dice Peter-Paul Verbeek,
el filósofo holandés de la tecnología.
Ya sea voluntario o no, nosotros, como diseñadores,
materializamos la moralidad.
Hacemos que ciertas cosas sean más difíciles o más fáciles de hacer.
Organizamos la existencia de las personas.
Ponemos delante de la gente una cierta visión
de lo que es bueno o malo, o normal o habitual
con todo lo que ponemos en el mundo.
Incluso algo tan inocuo como un juego de sillas escolares
es una tecnología persuasiva.
Porque presenta y materializa
una cierta visión de la buena vida...
buena vida en la que enseñar, aprender y escuchar
significa que hay alguien que enseña y otros que escuchan,
en la que se aprende estando sentados,
en la que se aprende por sí mismo,
en la que no está previsto cambiar estas reglas
porque las sillas están fijadas al suelo.
E incluso algo tan inocuo como una silla de diseño único
–como esta de Arne Jacobsen–
es una tecnología persuasiva.
Porque, reitero, comunica una idea de la buena vida.
Una buena vida...
una vida que ustedes como diseñadores autorizan
diciendo: “En la buena vida,
los bienes que se producen son sostenibles o insostenibles como esta silla.
A los trabajadores se les trata bien o mal
como a los que construyeron esa silla”.
La buena vida donde el diseño es importante
porque obviamente alguien se tomó el tiempo y gastó dinero
en ese tipo de silla tan bien diseñada,
donde la tradición es importante
porque es un clásico tradicional
y a alguien le importa
y donde existe algo como el consumo ostentoso,
donde está bien y es normal
gastar una enorme cantidad de dinero en una silla
solo para mostrar a los demás cuál es su condición social.
Así que estas son las capas, los tipos de preguntas
que quería transmitirles hoy.
Las preguntas: ¿Qué intenciones
tienen cuando diseñan algo?
¿Qué efectos, intencionales y no intencionales, obtienen?
¿Cuáles son los valores que usan
para juzgarlos?
¿Cuáles son las virtudes y aspiraciones
que en realidad están expresando con eso?
Y ¿cómo se aplica,
no solo en la tecnología persuasiva,
sino a todo lo que diseñan?
¿Nos detenemos ahí?
No lo creo.
Creo que todas esas cosas derivan, en última instancia,
de la base de todo esto
que no es más que la vida misma.
¿Por qué cuando la pregunta sobre lo que es la buena vida
impregna todo lo que diseñamos,
deberíamos parar de diseñar y dejar de preguntarnos,
cómo se aplica a nuestra propia vida?
“¿Por qué esta lámpara o esta casa puede ser un objeto de arte
pero mi vida no?”,
como dice Michel Foucault.
Quiero darles un ejemplo práctico de Buster Benson.
Este es Buster ensamblando un aparato de musculación
en la oficina de su nueva empresa Habit Labs,
donde están tratando de hacer otras aplicaciones
como “Health Month” para la gente.
¿Por qué crea una cosa así?
Bueno, aquí hay un conjunto de axiomas
que Habit Labs, la empresa de Buster, presentó
sobre cómo querían trabajar juntos en equipo
cuando estaban construyendo estas aplicaciones
–un conjunto de principios morales establecidos por ellos mismos
para trabajar juntos–
y uno de ellos era:
“Nos preocupamos por nuestra propia salud
y dirigimos nuestros ejercicios físicos”.
Porque en última instancia, ¿cómo pueden preguntarse
y encontrar una respuesta
sobre la visión de la buena vida
que quieren transmitir y crear con sus diseños
sin preguntarse
qué visión de la buena vida
les gustaría vivir?
Y con eso, les doy las gracias.
(Aplausos)