Yo soy granjero urbano.
Cultivo alimentos en
la ciudad de Montreal,
en azoteas de edificios,
aunque sea difícil de creer.
Es algo de lo que me siento
muy orgulloso.
Es algo que me hace sonreír
cada mañana.
Y hace tiempo, hablando con
mi tía en El Líbano,
de donde soy yo,
crecí en El Líbano,
en un pueblecito que
es autosuficiente.
Es un pueblo que cultiva
sus propios alimentos,
lo cual es difícil de
encontrar hoy en día.
Así que si un carnicero
no cortaba ternera ese día,
comíamos verdura.
Y allí estaba yo,
hablando con mi tía,
y estaba muy emocionado,
y le contaba
lo genial que es mi trabajo
y cómo construimos invernaderos,
y alimentamos a la gente
en el corazón de la ciudad.
Me mira y me dice:
"Cariño, llevamos haciéndolo
toda la vida.
No es nada nuevo".
Y me hizo pensar,
es completamente cierto.
Ningún aspecto de la agricultura
urbana es realmente revolucionario.
Simplemente es una recreación
de algo muy antiguo.
Entonces, ¿por qué estoy aquí hoy
hablando sobre agricultura urbana?
¿Por qué es un tema importante?
Pues porque no comemos
lo que come mi tía.
No comemos lo que se solía comer
cuando crecí en El Líbano.
Lo que comemos hoy en día, al vivir
en ciudades, viene de lugares muy lejanos.
Nuestra comida viaja una media de más
de 2400 km para llegar a nuestro plato.
Y la comida viaja como un niño
de 2 años en un avión.
La comida viaja terriblemente mal.
De hecho, la comida
se envasa, se reenvasa,
se refrigera, se vende
y se revende muchísimas veces.
Y para cuando llega al consumidor
ha perdido sus nutrientes,
su sabor, textura y olor.
Y realmente, el número
verdaderamente interesante es,
hablando de reducir desechos,
es que cuando un granjero
de una granja industrial
mira una tomatera,
la mitad de esos tomates nunca llegará
al consumidor por todo esto.
Y las variedades cultivadas,
y las que son elegidas,
en los términos de la agricultura industrial,
son variedades cultivadas
y variedades elegidas por su resistencia
y transportabilidad, no por su sabor.
Hubo un tiempo en el que
se podía elegir
entre 500 tipos de tomates diferentes
para cultivar en un invernadero,
y lo que comemos ahora es
una colección de tan solo 12,
apenas 12 variedades cultivadas
de tomates, que son resistentes,
que se producen muy bien,
que son duros como piedras,
pero que no tienen necesariamente
el mismo sabor.
Y cuando nos paramos a mirar
la agricultura industrial,
el proceso es de todo menos óptimo.
Las granjas industriales actuales
son consumidoras masivas de tierra,
agua, energía, recursos,
y lo que más me ha sorprendido
durante mi investigación
sobre hidroponia,
es que son muy evasivas.
Pasé bastante tiempo simplemente
intentando encontrar granjas.
Y la verdad es que no lo conseguí,
así que concluí
que las granjas son
cajas negras enormes.
No solo no podemos encontrarlas,
sino que además es muy difícil
entrar en una de ellas.
El proceso secreto del cultivo
de alimentos es elusivo.
Hace 5 años me dije:
"¿y si pudieras cambiar la
forma de cultivar alimentos?
¿Y si pudieras cultivar comida
de manera más responsable?
¿Y si pudieras crear un enlace
directo con el consumidor,
ir directamente al consumidor?
¿Evitar toda esa red, olvidarte
de la red de distribución,
olvidarte de los mayoristas,
minoristas y camioneros,
e ir directamente al consumidor?"
Y empezó un poco como un sueño.
Tengo muchos sueños
y muy pocos se transforman
en proyectos reales,
pero este sueño
se me quedó grabado.
Y junto a un grupo
de ingenieros y arquitectos,
a los que considero superhéroes,
hace 5 años empezamos a trabajar.
Y empezamos trabajando en una
nueva forma de agricultura
a la que llamamos
"Agricultura 2.0".
Así que empezamos preguntándonos:
"si queremos cultivar alimentos,
¿cómo podemos hacerlo
de manera más responsable?"
Sabíamos que había muchos retos en el
proceso de producción de alimentos,
y sabíamos que teníamos que cambiar
la forma actual de cultivar.
Así que definimos la agricultura
responsable de 4 formas distintas.
Antes de nada, no usar nuevas tierras.
Creo que el anterior orador
hizo un gran trabajo al explicar
los retos actuales al pasar de ser
7000 millones de personas
a 9000 millones y con menos terreno.
Así que la buena noticia es que
parece ser que las azoteas
son fantásticas para cultivar alimentos.
Alguien podría ver una azotea y pensar que
se trata de la ropa interior de un edificio.
Es un espacio ignorado,
una isla de calor,
necesita mantenimiento,
hay que limpiarlas de vez en cuando.
Pero a nadie le gustan las azoteas,
son como la ropa interior.
(Risas)
Pero resulta que la ropa interior
es un espacio increíblemente fértil.
En este edificio en concreto
que ven detrás de mí,
recibimos más de medio millón de
dólares en energía gratis cada año.
Simplemente del sol.
Sin mencionar que recibimos
la mitad de la energía calorífica
del edificio de debajo.
Algo genial de estar en la ciudad
es que los niveles de dióxido
de carbono son más altos,
algo más que las plantas necesitan.
Así que la agricultura responsable
empieza sin usar tierra
y empleando el agua, un recurso escaso,
de forma más responsable.
Así que recoger el agua de lluvia
y, lo que es más importante,
redistribuir agua rica en nutrientes,
y de nuevo, creo que el anterior
ponente explicó
la importancia y la relación
entre las algas azules
y el agua rica en fósforo
que se filtra en lagos y ríos.
Entonces, mediante un sistema
de circuito cerrado,
no solo cultivamos de manera
más responsable,
sino que además ahorramos
mucho dinero.
Agricultura responsable significa
no usar pesticidas,
herbicidas y fungicidas sintéticos.
Y se puede hacer
porque lo hemos hecho durante muchos
años, antes de la revolución ecológica.
Funciona muy bien.
Y se trata, sencillamente, de usar
biocontroles, insectos.
Así que tenemos insectos buenos
en el invernadero, como mariquitas,
que atacan a los insectos malos,
como los áfidos o las moscas blancas.
Y de vez en cuando los vemos
practicando sexo.
(Risas)
Por alguna razón, les encantan
las condiciones del invernadero.
(Risas)
Y, finalmente, la agricultura responsable
significa cultivar alimentos buenos.
Seleccionar variedades cultivadas
y especies por su sabor,
por sus nutrientes,
por su olor y textura.
Tomates reliquia, albahaca morada,
pepinos blancos,
especias persas silvestres.
Las posibilidades son infinitas.
Lo que se puede cultivar
en un invernadero,
los alimentos que les podemos
proporcionar, son increíbles,
pero lo que encontramos
en los supermercados
es solo el subconjunto
que se transporta muy bien.
Después de definir la agricultura
responsable, en septiembre de 2010,
empezamos a trabajar.
Les enseñaré unas cuantas
diapositivas
que mostrarán el proceso
de construcción.
Lo que no se ve aquí son los 4 años
de desarrollo tecnológico
que precedieron a la construcción.
Tuvimos que desarrollar nuestros
propios sistemas de circulación de agua
pendientes de patente.
Sistemas de cultivo de policultivos
que nos permitiesen cultivar
multicultivos en el mismo invernadero,
consiguiendo las mismas cosechas
que en un monocultivo.
Desarrollamos técnicas
de irrigación
y software de gestión de microclima.
Nuestros invernaderos se gestionan
mediante una herramienta de software.
Pero les mostraré rápidamente
una construcción típica.
Tomamos una azotea existente,
mantenemos la membrana existente,
erigimos una estructura
de acero galvanizado,
aluminio y vidrio, y este
proceso es bastante rápido.
Créase o no, levantamos esta
estructura en menos de 3 semanas.
Como pueden ver, usamos algunas grúas
para llevar el material a la azotea,
y en este caso se trataba
de un edificio de 2 pisos.
Y esta foto...
muestra un poco el interior
del invernadero
antes de plantar,
y se pueden ver nuestras
cortinas de energía,
otra característica que ayuda
a ahorrar energía.
Las desplegamos durante la noche
y envuelve el invernadero,
las plantas.
Y la temperatura por encima
de la cortina de energía
podría ser de -10ºC, mientras
que por debajo de la cortina de energía
sería de 22-23ºC.
Después del proceso de construcción,
el 28 de febrero de 2011,
plantamos las primeras semillas
de las primeras plantas
en el primer invernadero comercial
en una azotea del mundo.
(Aplausos)
Y es algo de lo que estamos
muy orgullosos.
Recuerdo que el equipo lo celebró
por todo lo alto aquel día,
y abrimos muchas botellas
de champán,
y no eran locales.
(Risas)
Eran de las buenas.
(Risas)
Y tan solo 2 meses después
de aquel primer día
mi sobrina, Maya, de 8 meses,
comió su primera comida sólida,
y fue uno de nuestros tomates,
un tomate cherry cultivado en Montreal,
y le encantan nuestros tomates,
y esto es lo que más alegría
me produce,
ver que los niños comen verduras
como si fueran caramelos.
Y hoy, casi un año después,
alimentamos a 2000 personas
con verduras que se cosechan
en el día,
que nunca han visto el
interior de un frigorífico.
Verduras cosechadas en el corazón
de la ciudad, en una azotea,
usando la mitad de la energía
para calentar el edificio,
y una fracción de agua y nutrientes.
Y debido a la relación directa
con nuestros consumidores,
distribuimos nuestros alimentos
en puntos de entrega,
que son universidades,
cafeterías de toda la isla.
Pero el proceso es tan eficiente
que solo necesitamos USD 15
de combustible al día
para alimentar a 2000 personas.
(Aplausos)
Y lo que para nosotros ha sido
una gran sorpresa,
es ver cómo esta pequeña granja de
Montreal ha conectado con la comunidad.
Al principio, cuando empezó la
construcción, la gente se paraba
y nos preguntaba si podían visitarlo.
Tuvimos peticiones de
universidades, colegios,
sinagogas, iglesias, todos
querían visitar la granja.
Y fue genial ver...
hasta la fecha, han venido más de
10 000 visitantes al invernadero.
10 000 personas que ahora comprenden
de dónde viene la comida.
10 000 personas que han conocido
a un granjero.
Niños que han visto cómo
crece una tomatera,
cómo debería saber un pepino,
y es algo que nos ha
sorprendido mucho,
pero ha sido muy...
Estoy muy contento de verlo.
Otro momento genial para mí fue
ir a uno de nuestros puntos de recogida,
entre las 15 hs y las 18 hs,
y ver a 30 o 40 clientes dándose prisa
por recoger sus cestas de verduras,
pero parándose a intercambiar recetas,
números de teléfono,
verduras y conectar.
Así que les dejaré con
unas cuantas imágenes.
Creo que a todos nos gustan
las imágenes.
Créase o no, la primera es,
en realidad, una foto del terreno
que había hace 40 años donde
hemos construido nuestro invernadero.
Hace 40 años, antes de la construcción
del edificio industrial,
aquí había una granja y un granjero
trabajaba ahí, alimentando a la gente.
Durante 37 años, ese lugar fue
reemplazado por un edificio industrial,
que contribuyó a crear islas de calor
y desplazó al granjero.
La buena noticia es que
este lugar vuelve a ser
un terreno fértil.
Da empleo a mucha gente
y alimenta a mucha más,
y ayuda a hacer que nuestro mundo
sea un lugar mejor.
Imaginen ciudades
que alimentasen
a sus propios habitantes.
Imaginen comunidades conectadas
gracias a las granjas.
Imaginen que conocen a su
granjero y a su comida.
Cuando celebramos nuestro
primer aniversario en Lufa,
(Risa)
lo que decidimos celebrar
no fue el comienzo
de la construcción,
tampoco el final
de la construcción,
fue el día que plantamos
las primeras semillas.
Porque recuerdo muy bien ese día,
nuestros niveles de dióxido
de carbono empezaron a bajar,
y nuestros niveles de humedad
empezaron a subir,
en cuanto las plantas llegaron
al invernadero.
Aquel fue el primer latido,
la primera señal de vida.
Ahora imaginen ciudades
llenas de vida.
(en francés) Gracias.
(Aplausos)