Estamos en junio, tras una fuerte lluvia, y el cielo se llena de criaturas que normalmente no esperaríamos encontrar ahí. A primera vista esto puede parecer un poco perturbador. Pero para los afortunados machos y hembras de Solenopsis invicta, también conocidos como hormigas rojas de fuego, es un día de romance. Este es el vuelo nupcial, donde miles de hormigas macho y hembra fértiles, llamadas voladoras o aladas, vuelan por primera y última vez. Pero incluso para los machos que logran evitar a los depredadores alados, este apareamiento frenético será letal. Y para las hembras fertilizadas, su trabajo tan solo dará comienzo. Habiendo asegurado un suministro de esperma de por vida de su difunta pareja, nuestra nueva reina ahora debe comenzar una nueva colonia por sí misma. Descenderá bajo tierra buscando el lugar adecuado para construir su nido. Lo idóneo será que encuentre un suelo fácil de escavar, como tierras de cultivo, ya alteradas por la actividad humana. Una vez que encuentra el sitio perfecto, se arranca las alas, y crea las dos protuberancias que establecen su estatus real. Después, comienza a excavar un túnel descendente que termina en una cámara. Aquí, la reina comienza a poner sus huevos, unos diez al día; las primeras larvas nacen a la semana. En las tres semanas siguientes, la nueva reina dependerá de un lote diferente de huevos sin fertilizar para alimentarse a sí misma y a su descendencia, y en el proceso perderá la mitad de su peso corporal. Afortunadamente, a los 20 días, estas larvas crecerán y darán lugar a la primera generación de trabajadoras, listas para buscar comida y mantener a su reducida reina. Sus hijas tendrán que trabajar rápido; devolverle la salud a su madre es urgente. En el área circundante, docenas de reinas vecinas construyen sus propios ejércitos de hormigas. Estas colonias han coexistido pacíficamente hasta ahora, pero una vez aparezcan las obreras, comenzará el fenómeno conocido como incursión por la progenie. Las obreras de los nidos situados a varios metros comienzan a secuestrar a la progenie de nuestra reina. Nuestra colonia toma represalias, pero nuevas olas de saqueadoras procedentes de incluso mayor distancia aplastan a las obreras. En cuestión de horas, los atacantes han llevado a todo el suministro de crías al nido de mayor tamaño más cercano, y las hijas de la reina que han sobrevivido la abandonan. Buscando su última oportunidad de sobrevivir, la reina sigue el rastro de las saqueadoras hasta el nido ganador. Ahuyenta a otras reinas perdedoras y a las obreras defensoras del hormiguero, y lucha hasta llegar a lo alto de la pila de crías. Las hijas ayudan a su madre a ganar donde otras reinas fracasan, vencen a la monarca actual y usurpan la pila de la progenie. Con el tiempo, el resto de contrincantes fracasará hasta que solo quede una reina y una pila de crías. Ahora, presidiendo a cientos de obreras en el gran nido vecino, nuestra reina victoriosa dirige a su colonia hacia su objetivo principal: la reproducción. Durante varios años, la colonia solo producirá obreras estériles. Pero, una vez que la población supere las 23 000 hormigas, cambiará su curso. A partir de ahora, cada primavera, la colonia producirá machos y hembras fértiles alados. La colonia produce estas grandes hormigas a principios del verano y vuelve a producir obreras en otoño. Tras fuertes lluvias, las aladas vuelan hacia el cielo y esparcen los genes de su reina hasta unos 200 metros a favor del viento. Para contribuir a este frenesí de apareamientos anual, la colonia debe seguir prosperando como un único súper organismo masivo. Cada día, las hormigas más jóvenes alimentan a la reina y atienden a la progenie, mientras las obreras más mayores buscan comida y defienden el nido. Cuando los intrusos ataquen, estas ancianas guerreras los ahuyentarán utilizando venenos. Después de cada lluvia, la colonia se reúne, y usa la tierra mojada para expandir su nido. Y si una inundación desastrosa alcanza su hogar, las hermanas se unen entre sí para formar una gran balsa viva que lleve a su reina a salvo. Pero, por muy fuerte que sea, la vida de una colonia debe terminar. Tras unos 8 años, nuestra reina se queda sin esperma y no puede sustituir a las obreras que mueren. La población del hormiguero disminuye y, con el tiempo, es derrotada por una colonia vecina. El reinado de nuestra reina ha acabado, pero su legado genético sigue vivo.