Han pasado veinte años
desde que saqué la última foto desde aquí.
Me pasé
unos tres o cuatro años fotografiando
estas increíbles vistas
de la bahía una y otra vez.
Saco esto.
Meto la película.
Me dejó con la boca abierta.
Pensarías que el Puente Golden Gate
siempre está igual.
Nunca está igual.
Volver a ver mis trabajos anteriores
es como viajar en el tiempo.
Revive memorias que,
de otro modo, quedarían olvidadas.
Conocí a Richard
en una cena de Acción de Gracias.
Pero congeniamos
cuando escribí una historia sobre él
para la revista Mother Jones
sobre el campo de bombardeo
en el que trabajaba.
He escrito mucho sobre nuestra vida
en la carretera.
No estoy segura de si debería leerlo.
¡Y acción!
Llevo ya 12 años de aventura
con Richard.
Vamos a sitios increíbles.
Lo que más impresiona
es el paisaje posapocalipticio de Bravo 20.
La quietud de un lugar
destruido obsesiva y metódicamente.
Su amor por el desierto viene de lejos.
Es un paisaje
que muchos consideran estéril.
Es todo lo contrario.
Aquí, la tierra está viva,
es a la vez vieja y nueva.
Hay salinas tan blancas como la nieve
y piquetes* verdes y plateados, dunas blancas
y formaciones rocosas tan inverosímiles
como cualquier escultura moderna.
Tenía una pasión inmensa
por todo lo que hacía
y también un gran sentido del humor.
♪ Mu, mu ♪
♪ Estás tan solita ♪
♪ Sin un ternero al que cuidar ♪
Es la primera vez que huyen de mí. (ríe)
Pienso que era de lo más encantador.
Eric, ya bajo.
Vamos a colgar algo.
Vale.
Al principio, Myriam me acompañaba.
Si no, habría estado solo
recorriendo el país para sacar fotos.
Me acompañó al cementerio de animales,
al campo de bombardeo,
al campo de pruebas nucleares.
Hace un frío que pela.
Estos son muchos de los lugares
donde me implicaba
tanto en política como en fotografía.
Al principio, me pedía mi opinión
sobre las fotografías
y yo le decía: "Bueno, es bonita".
A lo que me respondía:
"'Bonita' es una palabra vacía".
Y yo le decía: "Vaya...".
Soy consciente de que el público
no puede pensar lo mismo que yo.
Y no pasa nada.
Esa no es la intención.
Pero sí quería
que todo lo que he creado aquí
tuviese una base conceptual.
No puede evitarlo.
Incluso cuando está ante algo precioso,
siempre le encuentra
algún significado escondido.
Siempre habíamos ido
al mismo lugar en Hawái,
pero empezó a fotofrafiar
el agua tras el 11S.
Miró y vio esos cuerpos.
Al ver esas pequeñas figuras
en ese océano tan basto y maravilloso
te das cuenta de lo vulnerable que somos.
Cuando se saca una fotografía
el significado cambia con el tiempo.
Pasa a menudo.
Hay muchas fotos
que me gustan al princpio,
pero sé que cambiaré de parecer.
Las saco, hago pruebas.
Imprimo copias pequeñas.
Y luego otras más grandes.
Después, las dejo guardadas
a veces por uno o dos años.
Y así las veo con otros ojos,
como si fuera por primera vez.
(Música tranquila)
En el almacén,
que Richard usa como estudio
y, hasta hace poco,
era nuestra casa
hay un pasillo largo y oscuro,
cargado de estanterías
llenas de negativos y contactos.
Hay unos cientos de miles.
La mayoría no saldrán de ahí nunca,
pero cabe la posibilidad
de que brillen algún día.
Para mí son como testigos en letargo.
Cada uno es un recuerdo
de un instante y lugar.
Para mí, el saber que Richard nunca
se deshará de ellas
añade misterio al proceso de fotografía.
En esas estanterías,
hay unas 30 000 cajas de negativos
que no se han revelado nunca.
En este lado, están las cajas de contactos.
Hay muchas gemas aquí.
He encontrado estas fotos preciosas
que nunca que revelado.
Aquí tenemos a mi querida esposa,
Myriam, en el desierto.
Cuando las saqué,
no podía revelarlas
porque tenía miedo de que tuviesen algún rasguño
o de que el color no fuese el ideal.
Así que las dejé guardadas,
no las tiré.
Hoy en día, con la tecnología
es posible escanearlas y arreglar los errores.
Fíjate en esta noche estrellada.
Es la primera vez que la imprimo.
Creo que siente que se acaba el tiempo
y solo quiere hacer más.
Se ha vuelto más experimental.
No cierra las puertas a otras posibilidades.
No está sujeto a los cánones
de