Cada año, se trafican más de 18000 adultos
y niños a los Estados Unidos,
y Los Ángeles es uno
de los principales destinos.
Los sobrevivientes
requieren de mucho valor
para hablar y contar sus historias.
Primero, porque temen
que los traficantes los encuentren,
pero, en segundo lugar,
porque les traen recuerdos muy duros.
Es por eso que me siento privilegiada
de poder escuchar sus historias
Y de saber que, al contarlas,
confían en mi para ayudarlos a cargarla.
(Música)
Las voces de los sobrevivientes
Mi nombre es Lorena.
Soy de Filipinas.
Me llamo Othaya Kante Saldado.
Soy de Sri Lanka.
Mi nombre es Thige
Soy de Asmara, Eritrea.
Me llamo Flor
y soy de Puebla, México.
Mi nombre es Jason De Guzman
y soy de Filipinas.
Me llamo Pichai.
Me llamo Suchai.
Los traficantes atraen a las personas
con promesas falsas de una mejor vida.
Me prometieron un trabajo, comida y casa
y que no tendría que preocuparme de nada.
Ella me dijo: "Puedes venir conmigo
y trabajar en el restaurante que tengo."
"Te pagaré mucho dinero"
Creí que era una gran oportunidad
de venir y trabajar en los Estados Unidos.
Todos en Filipinas...
cuando escuchan Estados Unidos,
Quieren ir. Quieren venir aquí.
(Música)
Se rompen las promesas.
No podía hablar con nadie.
Tenía prohibido salir de la tienda.
Dormíamos en el suelo.
Me siento paralizada
porque no sé qué hacer
Y no sé cómo hacerlo.
Tenía que trabajar 17 horas al día.
Siete días a la semana.
No podía hablar con mis compañeros.
A veces sentía que quería quitarme la vida
porque era muy doloroso.
En verdad...
Realmente, era doloroso...
Era muy...
Dolía mucho ver como...
Como me trataban.
¿Qué te mantuvo en pie?
No lo sé.
¿Alguna vez pensaste en escapar?
¿A dónde iría? No tengo a nadie.
No tengo dinero, aunque ella prometió
pagarme $150 dólares por mes.
Pero no recibí ese dinero.