Hay dos fenómenos poderosos
que se están dando en la Tierra:
el aumento del calentamiento global
y el surgimiento de mujeres y niñas.
A menudo se pasa por alto
el vínculo entre ellos,
pero la equidad de género
es una respuesta clave
a nuestro desafío planetario.
Lo explicaré.
Durante los últimos años,
he estado trabajando en el denominado
Proyecto Drawdown.
Nuestro equipo ha recurrido
a la sabiduría de la humanidad
en busca de soluciones para reducir
las emisiones atmosféricas
que atrapan el calor y que cambian
el clima.
No son soluciones del tipo “algún día,
tal vez si tenemos suerte”,
ya están a la mano las 80 mejores
prácticas y tecnologías:
energía limpia y renovable,
incluyendo la solar y la eólica;
edificios ecológicos, tanto nuevos
como reacondicionados;
transporte eficiente
desde Brasil hasta China;
ecosistemas prósperos
mediante la protección y la restauración;
reducción de desechos
y recuperación de su valor;
cultivo de alimentos de maneras adecuadas
que regeneran el suelo;
cambio de dietas a menos carne,
y más plantas;
y equidad para mujeres y niñas.
El género y el clima
están indisolublemente vinculados.
La reducción de las emisiones
depende de ambos factores.
Primero un poco de contexto.
Nos encontramos en una situación
de urgencia, gravedad y alcance
nunca antes vistos por la humanidad.
Hasta ahora, nuestra respuesta
no es adecuada.
Pero ya lo saben.
Tienen la corazonada,
lo sienten en el cuerpo.
Somos parte
de los sistemas vivos del planeta,
unidos con casi 7700 millones
de seres humanos
y 1,8 millones de especies conocidas.
Podemos sentir las conexiones
entre nosotros.
Podemos sentir el quebrantamiento
y la ventana de cierre para curarlo.
Esta tierra, nuestro hogar,
nos dice que debe surgir
una mejor forma de ser, y rápidamente.
En mi experiencia,
tener los ojos bien abiertos
es tener el corazón partido
todos los días.
Es un dolor del que rara vez hablo, aunque
mi trabajo requiere el poder de la voz.
Me recuerdo a mí misma que el corazón
simplemente puede partirse
o puede abrirse.
Un corazón partido y abierto está
despierto y vivo, e invita a la acción.
Es regenerativo, como la naturaleza,
recupera el terreno arruinado,
y crece de nuevo.
La vida se mueve inexorablemente
hacia más vida,
hacia la curación, hacia la integridad.
Esa es una verdad ecológica fundamental.
Y nosotros, todos nosotros,
somos una fuerza vital.
En vista de ello, el vínculo principal
entre las mujeres, las niñas
y un mundo que se calienta
no es la vida, sino la muerte.
Crece la conciencia de que
los impactos climáticos
afectan más a las mujeres y las niñas,
dadas las vulnerabilidades existentes.
Hay un mayor riesgo de desplazamiento,
mayores probabilidades de sufrir heridas
o muerte durante un desastre natural.
Una sequía prolongada
puede precipitar el matrimonio precoz
conforme las familias
se enfrentan a la escasez.
Las inundaciones pueden obligar
a la prostitución como último recurso,
ya que las mujeres
luchan por llegar a fin de mes.
La lista sigue y se amplía.
Estas dinámicas son más severas
en condiciones de pobreza,
desde Nueva Orleans hasta Nairobi.
Demasiado a menudo
la historia termina aquí,
pero no hoy.
Otra verdad empoderadora
pide salir a la luz.
Si ganamos terreno
en la equidad de género,
también ganaremos terreno
para abordar el calentamiento global.
Esta conexión sale a la luz
en tres áreas clave:
tres áreas en las que podemos garantizar
los derechos de las mujeres y las niñas,
reforzar la resiliencia
y evitar las emisiones al mismo tiempo.
Las mujeres son las principales
agricultoras del mundo.
Producen entre el 60 y el 80 % de los
alimentos en países de bajos ingresos,
a menudo lo hacen
en menos de dos hectáreas.
Eso significa ser “pequeña agricultora“.
En comparación con los hombres,
las pequeñas agricultoras
tienen menos acceso a los recursos,
incluidos los derechos sobre la tierra,
el crédito y el capital,
capacitación, instrumentos y tecnología.
Cultivan con tanta capacidad
y eficiencia como los hombres,
pero esta disparidad bien documentada
en recursos y derechos
significa que las mujeres
producen menos alimentos
en la misma cantidad de tierra.
Al cerrar esas brechas
los rendimientos agrícolas aumentan
entre un 20 y un 30 %.
Eso significa entre un 20% y un 30%
más comida del mismo huerto
o del mismo campo.
Las consecuencias para el hambre,
para la salud,
para los ingresos familiares, son obvias.
Sigamos el hilo conductor hacia el clima.
Nosotros, los humanos, necesitamos tierra
para cultivar alimentos.
Lamentablemente, a menudo
se limpian los bosques para abastecerla,
lo que provoca emisiones
derivadas de la deforestación.
Pero si las granjas existentes
producen suficientes alimentos
es menos probable
que se pierdan los bosques.
Así que hay un efecto de onda.
Apoyar a las pequeñas agricultoras,
lograr mayores rendimientos,
evita la deforestación y mantiene
el poder vital de los bosques.
El proyecto Drawdown estima que
abordar la desigualdad en la agricultura
podría evitar 2000 millones de toneladas
de emisiones entre ahora y el 2050.
Eso está a la par con el impacto
que puede tener el reciclaje doméstico
a nivel mundial.
Abordar esta desigualdad también
puede ayudar a las mujeres
frente a los desafíos
del cultivo de alimentos
conforme cambia el clima.
Hay una fuerza vital en el cultivo.
Por último, a 130 millones de niñas
se les sigue negando su derecho básico
a asistir a la escuela.
Las brechas son mayores
en las aulas de secundaria.
Demasiadas chicas están perdiendo
una base vital para la vida.
La educación significa una mejor salud
para las mujeres y sus hijos,
una mayor seguridad financiera,
un mayor campo de acción en el hogar
y en la sociedad,
una mayor capacidad para navegar
por un mundo con un clima que cambia.
La educación puede significar opciones,
adaptabilidad, fuerza.
También puede significar
menores emisiones.
Por diversas razones,
cuando tenemos más años de educación,
normalmente elegimos casarnos más tarde
y tener menos hijos,
por lo que nuestras familias
terminan siendo más pequeñas.
Lo que sucede a nivel individual
se suma en todo el mundo y con el tiempo.
Uno por uno,
el derecho a ir a la escuela
repercute en cuántos seres humanos
viven en este planeta
y en sus sistemas vivos.
No es por eso que las chicas
deberían recibir educación.
Es un resultado significativo.
La educación es una cara de la moneda.
La otra es la planificación de la familia:
acceso a servicios de salud reproductiva,
voluntarios, de alta calidad.
Tener hijos por elección
y no por casualidad
es una cuestión de autonomía y dignidad.
Sin embargo, en EE.UU., el 45 %
de los embarazos no son intencionados.
Doscientos catorce millones
de mujeres de países de bajos ingresos
dicen que quieren decidir
si quedan embarazadas y cuándo,
pero no usan anticonceptivos.
Escuchar las necesidades de la mujer,
atender esas necesidades,
promover la equidad y el bienestar,
esos deben ser los objetivos
de la planificación de la familia, punto.
Frenar el crecimiento de nuestra
población humana es un efecto secundario,
aunque potente.
Podría reducir drásticamente
la demanda de alimentos,
transporte, electricidad,
edificios, bienes y todo lo demás,
reduciendo así las emisiones.
Zanjemos las brechas
en el acceso a la educación
y la planificación familiar
y, para mediados de siglo,
podremos encontrar mil millones
de personas menos en la Tierra
que si no hacemos nada más.
Según el proyecto Drawdown,
mil millones de personas menos
podrían significar que evitamos
casi 120 000 millones
de toneladas de emisiones.
En ese nivel de impacto,
la equidad de género
es una solución importante
para restablecer un clima adecuado
para la vida.
En ese nivel de impacto,
la equidad de género
está a la par con las turbinas eólicas,
los paneles solares y los bosques.
Hay una fuerza vital en el aprendizaje
y una fuerza vital en la elección.
Ahora, seré clara.
Esto no significa que
las mujeres y las niñas
sean responsables de arreglar todo,
aunque probablemente lo haremos.
(Risas)
(Risas)
(Aplausos)
La equidad de las mujeres
en la agricultura,
la educación
y la planificación familiar...
son soluciones dentro de un sistema
de soluciones de reducción.
Juntos constituyen
un plan de posibilidades.
Y permítanme ser aún más clara sobre esto.
La población no se puede ver aisladamente
de la producción o el consumo.
Algunos segmentos de la familia humana
causan un daño exponencialmente mayor,
mientras que otros sufren
una injusticia demasiado grande.
Los más ricos somos los más responsables,
tenemos más por hacer.
La relación entre el género y el clima
va más allá de los impactos negativos
y más allá de las soluciones poderosas.
Las mujeres somos voces vitales
y agentes para el cambio en este planeta.
Y sin embargo, demasiado a menudo
estamos ausentes
o incluso somos excluídas
de la mesa proverbial.
Con demasiada frecuencia somos ignoradas
o silenciadas al hablar.
Con demasiada frecuencia
se nos pasa por alto
cuando se establecen planes
o se hacen inversiones.
Según un análisis,
solo el 0,2 % de los fondos filantrópicos
van específicamente hacia las mujeres
y el medioambiente...
casi USD 110 millones a nivel mundial,
la suma gastada por un hombre
en una sola pintura Basquiat
el año pasado.
Estas dinámicas no solo son injustas,
sino que
nos están preparando para el fracaso.
Para remodelar de forma rápida
y radical la sociedad,
necesitamos todas las soluciones
y todos los solucionadores.
Cada mente, cada pedacito de corazón,
cada grupo de manos.
A menudo anhelamos
un simple llamado a la acción.
Pero este desafío exige
más que una hoja informativa
y más que una lista de verificación.
Necesitamos funcionar
más como un ecosistema,
encontrando fuerza en nuestra diversidad.
Sabes cuáles son tus superpoderes.
Eres educador, granjero, sanador,
creador, activista,
guardián de la sabiduría.
¿Cómo aunaremos fuerzas para
que las soluciones avancen?
Hay un papel que quiero pedir
que todos desempeñen:
el papel de mensajero.
Este es un momento de gran despertar.
Tenemos que romper el silencio
en torno a la condición del planeta.
Ir más allá de los debates fabricados
sobre la ciencia del clima
compartir soluciones,
decir la verdad a corazón abierto.
Enseñar.
Pero para hacer frente
al cambio climático,
debemos hacer realidad
la equidad de género.
Y ante un desafío aparentemente imposible,
las mujeres y las niñas son una
fuente feroz de posibilidades.
Es algo magnífico estar vivo
en un momento que tanto importa.
Esta tierra,
nuestro hogar,
nos llama a ser audaces,
recordándonos que estamos
todos juntos en esto.
Mujeres, hombres, personas de todas las
identidades de género, todos los seres,
somos una fuerza vital.
Una Tierra.
Una oportunidad.
Aprovechémoslo.
Gracias.
(Aplausos)