¿Han visto alguna vez una pintura medieval del niño Jesús sentado o en el regazo de su madre? y ¿se han preguntado porqué ella es tan grande? Pinturas como “La Virgen entronizada con ángeles” de Cimabue o “La Maestà” de Duccio también aparecen desproporcionadas Si María se pusiese de pie, parecería que los ángeles de la pintura son tan altos como los huesos de la tibia de ella. y su torso desproporcionadamente pequeño en comparación con sus piernas. Quizás pienses que el artista simplemente no era lo suficiente hábil para pintar de forma realista o que carecía de la habilidad matemática de la perspectiva. Pero esta no es la historia completa. Para entender la razón, necesitamos retroceder a finales del siglo V. cuando los godos atacaban la ciudad de Roma. Roma fue construida en mármol y debía durar para siempre. Representó por muchos años, el pináculo de la civilización humana, por lo tanto su destrucción dejó un enorme vacío. Teólogos, quienes predicaban respecto al mundo más allá de lo físico, comenzaron a atraer a la audiencia mientras Roma se desmoronaba. y el cristianismo comenzó a llenar el vacío dejado por el imperio. Como un reemplazo a la belleza física de Roma, El cristianismo ofrecía una belleza metafórica de la virtud y un paraíso eterno que no podría ser destruido como Roma. Después de la caída de Roma, los primeros teólogos de la temprana Edad Media se apartaban de la belleza física. rechazándola en favor de la belleza interior. Sostenían que mientras el mundo físico era temporal, la virtud y religión eran permanentes. Los objetos bellos podrían llevar a una adoración equivocada del objeto en lugar de una adoración de bondad. Se dice que el predicador de principios del siglo VI, San Benedicto, por pensar en una bella mujer, se lanzó hacia un terreno de espinas, y a través de su sufrimiento, recobró su enfoque en la belleza espiritual. Temía que su deseo por la bella mujer lo distrajese de su deseo de amar a Dios. Como la civilización europea hizo una transición desde los imperios hacia la religión, los monasterios se volvieron los proveedores del conocimiento, lo cual significaba que los libros clásicos que alababan los placeres físicos no se copiaran o protegieran. Sin protección, se volvieron víctimas de la descomposición natural, fuego, inundación, o plagas. Y sin la ayuda de los monjes para transcribir nuevas copias, estos textos con las filosofías que contenían desaparecieron de Europa occidental y fueron reemplazados por las obras de personas como San Benedicto, las cuales recuperaron estos retratos de Jesús y María. Debido a que el cristianismo había evitado tan fervientemente la belleza física, estos artistas medievales decididamente evadieron estéticamente las formas atractivas. Al comienzo, las decoraciones de las iglesias o palacios estaban limitadas a interesantes figuras geométricas, las cuales podían ser agradables sin inspirar pensamientos pecaminosos o placer físico. A medida que el periodo medieval avanzaba, fueron tolerados los retratos de Jesús y de María, sin embargo, el artista hizo un esfuerzo por cubrir a María y darle piernas desproporcionadamente grandes, con aquellos enormes huesos de la tibia. Permanecía el temor de que una bella ilustración de María pudiese inspirar al espectador a amar la pintura o la forma física de María, más que a la virtud que ella intentaba representar. Así que, aunque pueda resultar divertido pensar que nosotros podemos pintar más realísticamente que Cimabue o Duccio, debemos recordar que ellos tenían diferentes objetivos cuando se ponían con el pincel.