¿Cuál sería un buen final en la vida?
Estoy hablando exactamente del final,
de morir.
Todos pensamos acerca de cómo vivir bien.
Quiero hablar de mejorar nuestras oportunidades de morir bien.
No soy pediatra.
Diseño programas de lectura para preescolares.
Hace unos años, tuve unos amigos que murieron como ellos querían.
Jim y Shirley Modini pasaron sus 68 años de matrimonio de manera autosuficiente,
en un rancho de 1.700 acres,
en las montañas del condado de Sonoma.
Tenían el ganado suficiente para poder comer.
Así pues, la mayoría de su rancho sería un refugio para osos,
leones y muchos otros animales que vivían allí.
Ése era su sueño.
Una vez nos hicimos amigos,
fui su administradora y consultora médica.
Pero lo más importante es que fui la persona encargada de administrar las últimas experiencias de sus vidas.
Y aprendimos unas cuantas cosas, acerca de como podían terminar.
En sus últimos años, Jim y Shirley se enfrentaron a cánceres,
fracturas, infecciones, enfermedades neurológicas. Es cierto.
Al final, nuestras funciones corporales e independencia llegan a cero.
Lo que encontramos es que con un plan y la gente correcta,
la calidad de vida se mantiene alta.
El principio del final es el detonante de que seamos conscientes del acontecimiento de la mortalidad.
Y durante este tiempo, Jim y Shirley muestran como su naturaleza prevalecerá en el rancho cuando mueran.
Ésto les dio la tranquilidad que esperaban.
Puede ser tu diagnóstico o tu intuición,
pero en un momento dado dirás: "Me va a llegar el día".
Jim y Shirley pasaron este tiempo informando a sus amigos que su final estaba cerca,
y que ellos lo habían asimilado bien.
Morir de cáncer y morir de una enfermedad neurológica es distinto.
En ambos casos, los últimos días son un consuelo.
Jim murió primero, él estaba consciente hasta el final,
pero en su último día no podía hablar.
A través de sus ojos pudimos ver que quería que le dijeramos: