Hace algunos años,
empecé a darme cuenta de algo
en mi propia conducta
que me incomodaba un poco.
Lo que ocurría desde que me levantaba
hasta el final del día,
era que mi vida
era una sucesión de pantallas.
Empezaba el día
con la cosa que me despertaba
por las mañanas, mi móvil,
y me sentaba en la cama viendo
vídeos de cocina en Instagram
y saltando de una aplicación a otra.
Pero entonces llegaba el momento
de salir de la cama y desayunar,
y aquello en lo que me concentraba,
además de la tortilla en la sartén,
era el iPad que estaba
justo al lado del horno.
Y entonces era hora de trabajar un poco,
así que iba a una pantalla diferente
que estaba unida a otra pantalla.
Y mientras tanto,
este pequeño demonio en mi muñeca
vibraba, pitaba, sonaba y me distraía
mientras intentaba
hacer cosas importantes.
Pero había uno particularmente criminal
de entre todos estos aparatos,
con el que perdía más tiempo
que con cualquier otro.
Era este infame aparato: mi móvil.
Podía pasarme horas con él todos los días.
Así que básicamente
decidí a todos los efectos,
librarme de él durante un mes.
Como experimento, pensé:
"Voy a usarlo solo 30 minutos cada día
como máximo".
Así que ese era el tiempo
que tenía para los mapas,
el tiempo disponible
para llamar a mi madre,
el tiempo que tenía
para todo aquello que quisiera hacer:
escuchar música, podcasts,
y observé qué pasaba en esos momentos.
Me llevó una semana
adaptarme a un nuevo
nivel de estimulación más bajo,
pero cuando lo logré,
me di cuenta de que empezaron
a ocurrir tres cosas muy curiosas.
Para empezar, mi capacidad
de atención se incrementó.
Era como si me pudiera
concentrar en las cosas,
no sin esfuerzo,
pero con mucha más facilidad
que antes de empezar el experimento.
Además, mientras seguía con mi vida
y especialmente cuando
mi mente divagaba un poco,
se me ocurrían más ideas,
y además de eso,
ideaba más planes y pensamientos
sobre el futuro.
Deshacerme de un pequeño aparato
tuvo estas tres consecuencias.
¿Por qué?
Darme cuenta de esto hace unos años
me llevó a este largo viaje
de averiguar qué se necesita para
concentrarse en un mundo de distracciones.
Leí de cabo a rabo cientos
de estudios en mi oficina.
No sé si han visto alguna vez
uno de esos programas de crímenes
donde resuelven un asesinato.
Suelen tener una pizarra blanca
y una cuerda con papeles unidos
unidos a notas adhesivas,
a recortes de periódico,
pues así era como se veía mi oficina.
Me reuní con expertos de todo el mundo
que estudian la concentración
y experimenté más conmigo mismo,
hasta el punto de tener más de 25 000
palabras en apuntes de investigación
sobre por qué ocurre esto.
¿Cómo influye la tecnología en nuestra
atención y capacidad de concentración?
Me gustaría empezar
con nuestra capacidad de concentración.
Así es como prestamos atención
al mundo que nos rodea
y cuánto control tenemos
sobre nuestra concentración.
Las investigaciones sobre este tema
son fascinantes.
Resulta que cuando trabajamos
frente a un ordenador,
sobre todo, con el móvil cerca,
nos centramos en algo
durante solo 40 segundos
antes de cambiar a otra cosa,
y cuando tenemos abiertos programas
como Slack mientras trabajamos
esto se reduce a 35 segundos.
Pero el motivo no es
el que uno puede creer,
tras analizar los estudios.
Creemos que el problema
es que nuestros cerebros se distraen.
Pero tras analizar los estudios,
lo he considerado solo un síntoma
de un problema más grave,
que profundiza todavía más,
y es la raíz de esta distracción.
No es que nos distraigamos,
es la sobreestimulación del cerebro.
Es que ansiamos distraernos
desde el principio.
Nuestros cerebros aman esos bocaditos
de información, redes sociales y correos
y todo eso que hacemos a lo largo del día.
Existe incluso un mecanismo en la mente
llamado "sesgo de novedad",
por el que la mente nos recompensa
con un chute de dopamina,
uno de los poderosos químicos del placer,
el mismo que obtenemos al pedir
y comer una pizza mediana de Domino's,
ya saben, el mismo que sentimos
cuando hacemos el amor.
Conseguimos ese mismo estímulo
cuando entramos a Facebook.
Sentimos esa dopamina
recorriendo nuestra mente.
Y no solo ansiamos distracción,
sino que la mente nos recompensa
por buscar y encontrar
distracción desde el principio.
Este es el estado de nuestras mentes hoy.
Vivimos en estado de hiperestimulación
y vamos saltando
de un objeto de atención a otro
que resultan muy estimulantes
para nuestra mente.
Y pensé: "Bueno, si el móvil afecta
tanto a mi capacidad de concentración,
¿qué pasará si de nuevo rebajo más
el nivel de estimulación?".
Ya conocen esa sensación
que experimentamos
cuando pasamos de estar en un estado
de estimulación elevada
a uno de baja estimulación,
tiene un nombre.
Se llama "aburrimiento".
(Risas)
Ya saben, la inquietud que sentimos
cuando tenemos una semana superocupada
y luego nos tumbamos en el sofá
la mañana del domingo, pensando:
"Bueno, bien, ¿y ahora qué?".
Publiqué un anuncio para los lectores
de mi web y les pregunté:
"¿Qué es lo más aburrido
que se les ocurre que podrían hacer?
Voy a aburrirme una hora
al día durante un mes.
Hice algunas cosas por las que sigo
enfadado con mis lectores hoy en día.
El primer día, leí los términos
y condiciones de iTunes durante una hora.
(Risas)
De hecho, son más cortos
y comprensibles de lo que parece.
El cuarto día estuve en espera telefónica
con equipajes perdidos de Air Canada.
Es muy fácil.
Aquí está el truco:
si quieren aburrirse,
no llamen al departamento de reservas,
llamen al de equipajes perdidos,
porque esperarán durante horas,
eso si consiguen comunicarse con ellos.
Decimonoveno día:
conté todos los ceros que pude
de las 10 000 primeras cifras de pi.
Uff.
El vigesimocuarto día, miré un reloj
tic, tac,
durante una hora.
Y otras 27 actividades este mes.
Madre mía.
Todavía me acuerdo.
Pero curiosamente,
noté exactamente los mismos efectos
que durante el experimento del móvil.
Necesité una semana para que
mi mente se ajustase a la baja
a un nuevo nivel de menor estimulación,
y esto curiosamente
demuestra según los estudios
que nuestra mente necesita unos ocho días
para calmarse del todo y descansar,
como cuando estamos
de vacaciones, por ejemplo.
Nuestras vacaciones deberían ser
más largas de lo que son hoy día.
Pero también noté que aumentaba
mi capacidad de concentración.
Era capaz de concentrarme
incluso con más facilidad
porque no es que me rodearan
menos distracciones,
sino que mi mente estaba
mucho menos estimulada
y no buscaba distraerse
desde un principio.
Pero lo divertido fueron esas ideas
y planes que no se me habían ocurrido
hasta entonces,
y el motivo por el que pasó
es que mi mente tuvo la oportunidad
de vagar más a menudo.
Hay una gran cita que me encanta
con la que quizá estén familiarizados
de J. R. R. Tolkien,
en la que afirma que:
"No todos los que vagan están perdidos",
y exactamente lo mismo resulta
aplicable a nuestra concentración,
a nuestra atención.
Si piensan en el momento en que
se les ocurren las ideas más brillantes,
raramente estaban concentrados en algo.
Quizá esta mañana estaban en la ducha
o quizá alguna mañana en el pasado
y su mente tuvo la oportunidad de conectar
diversas constelaciones de ideas
que revoloteaban por su mente
para crear una idea que de otro modo
no se habría materializado
si hubieran estado
concentrados en otra cosa,
en su móvil, por ejemplo.
Es una manera,
especialmente cuando lo hacemos aposta,
cuando dejamos que nuestra mente divague:
lo llamo "concentración difusa".
Y los estudios demuestran
que permite que nuestra mente
genere ideas y se le ocurran planes
gracias a hacia dónde
divaga nuestra mente.
Es fascinante.
Resulta que cuando simplemente
relajamos nuestra atención,
esta va a tres sitios principales:
pensamos sobre el pasado,
sobre el presente
y sobre el futuro.
Pero pensamos sobre el pasado
menos de lo que creemos,
solo un 12 % del tiempo
y con frecuencia recordando ideas
de esos episodios de mente divagante.
Pero en el presente, un lugar
mucho más productivo para divagar,
solemos divagar un 28 % del tiempo.
Como ya sabrán, esto es algo tan simple
como estar escribiendo un correo
y no encontrar la manera de expresar algo
porque es muy delicado, quizá político,
y van a otra habitación,
ya sea de su casa o de la oficina,
y dan con la solución
porque su mente ha tenido
la oportunidad de abordar
y tratar el problema
desde diferentes perspectivas.
Pero aquí está la clave:
nuestras mentes divagan
para pensar en el futuro
más que en el pasado y el presente juntos.
Cuando nuestra mente divaga, pensamos
en el futuro un 48 % del tiempo.
Por este motivo, cuando nos duchamos
planeamos nuestro día entero
incluso cuando ni siquiera ha empezado.
Esto se conoce como
el sesgo prospectivo de nuestra mente
y ocurre cuando la mente divaga.
Si son buenos en cálculo,
o en matemáticas, debería decir,
ya no estoy en Canadá,
esas cifras no suman 100.
Y eso es porque el resto del tiempo
su mente está aburrida, en blanco,
o no contiene una idea
anclada en el tiempo.
Pero lo que sea que haga
que sus mentes divaguen
algo que sea simple,
algo que no requiera su plena atención.
En mi caso es algo
que no es necesariamente
típico de mi edad, género u origen,
pero me encanta tejer.
Tejer es una de mis aficiones favoritas,
tejo en aviones, trenes
y habitaciones de hotel.
Estuve tejiendo en la habitación
de mi hotel antes de este evento
porque me ayuda a relajarme,
a calmar los nervios.
Se me ocurren muchas ideas mientras tejo
y por eso tengo un bloc de notas cerca.
Lo que les funcione a Uds.,
ya sea tomar una ducha extralarga,
darse un baño,
cambiar la ducha por un baño,
para que no solo pongan en remojo
su cuerpo, sino también sus ideas.
Puede ser muy simple:
como si andan en el trabajo
de una sala a otra de la oficina,
un cambio muy simple,
pero si no usan el móvil mientras andan
su mente irá hacia esa reunión
a la que van a asistir,
hacia esa llamada que acaban de hacer,
hacia las ideas que circulan
y así les hará ser mucho más creativos.
Puede ser algo tan simple
como esperar en la cola
y simplemente, no sé, esperar el turno.
Puede ser recibir un mensaje.
Ya saben, lo que sea
que permita a su mente,
me encanta esta imagen,
(Risas)
lo que les guste hacer.
Un truco de experto:
pidan a su masajista que les deje
tener un bloc de notas en la sesión
porque las ideas siempre vienen
y siempre estamos incubando cosas,
así que captúrenlas
para poder hacer algo con ellas más tarde.
Tras haber analizado en profundidad
todos estos estudios,
creo que debemos hacer
dos cambios fundamentales
en relación con cómo pensamos
sobre nuestra atención.
Pensamos que necesitamos
incorporar más cosas,
ya saben, toda esta idea
sobre las "multitareas".
Yo soy anti multitarea.
Soy una de las personas
más perezosas que conocerán,
y creo que eso es lo que me proporciona
tantas ideas para hablar y escribir.
No necesitamos meter más.
Ya hacemos lo suficiente, demasiado,
hacemos tanto que
nuestra mente ya no divaga.
Es una pena.
Es entonces cuando se nos ocurren
las mejores ideas y planes.
Necesitamos más espacio.
Si observan lo que permite
que el tráfico fluya por la autopista,
lo que permite avanzar hacia adelante
no es la velocidad de los autos,
como podrían pensar,
sino cuánto espacio queda entre los autos
lo que permite que el tráfico avance.
Nuestro trabajo y nuestra vida
funcionan igual.
El segundo cambio:
nos gusta pensar que la distracción
es enemiga de la concentración.
No es cierto.
Es un síntoma de por qué
nos resulta difícil concentrarnos,
que es el hecho de que
nuestra mente está sobreestimulada.
Tengo un reto para Uds.
Es un reto de dos semanas,
un reto para mantener
la mente un poco menos estimulada
y simplemente notar:
¿qué ocurre con su atención?
¿Cuántas ideas se les ocurren?
¿Cómo cambia su atención?
¿Cuántos planes hacen?
Durante dos semanas,
estimulen menos su mente.
Hay muchas aplicaciones fantásticas
en los móviles y dispositivos
que nos permiten eliminar mucho tiempo
que malgastamos con estos dispositivos.
Usen esas opciones
no solo para ser más conscientes
de cómo emplean su tiempo,
sino de cómo pueden utilizarlo menos
para tener más ideas.
Realicen un ritual
de desconexión cada tarde.
Uno de mis rituales favoritos
es desconectarme completamente de Internet
de las 8 p. m. a las 8 a. m.
Mi prometida y yo tenemos un ritual
de desconexión semanal,
un día de reposo tecnológico los domingos
para poder desconectar del mundo digital
y volver a conectar con el mundo físico,
el real, el verdadero.
Redescubran el aburrimiento,
no es necesario que sea una hora.
Por favor, no llamen a Air Canada,
es un verdadero infierno.
Pero redescubran el aburrimiento
aunque solo sea unos minutos.
Túmbense en el sofá,
¿hacia dónde divaga su mente?
Dispersen su atención.
Encontrarán cosas notablemente fructíferas
en esa zona de atención.
Si hay algo que he
descubierto que es cierto
tras haber explorado en profundidad
el mundo de cómo nos concentramos,
es que el estado de nuestra atención
determina el estado de nuestras vidas.
Si nos distraemos a cada momento,
esos momentos de distracción
y sobreestimulación
se suman y acumulan
para crear una vida que parece
más distraída y abrumadora,
como si no tuviéramos una dirección clara.
Pero cuando estamos menos estimulados,
cuando calmamos más a la mente,
nos beneficiamos de mayor productividad,
atención, ideas y creatividad,
Pero también vivimos
una vida mejor gracias a eso.
Muchas gracias.
(Aplausos)