Mira el agua de este vaso. Refrescante, hidratante e inestimable para tu supervivencia. Aunque antes de tomar un sorbo, ¿cómo sabes que el agua de dentro está libre de enfermedades y contaminantes? Una de cada diez personas en el mundo no puede estar segura de que su agua sea limpia y segura para beber. ¿A qué se debe esto? El saneamiento inadecuado, la pobre protección de las fuentes de agua potable, y una higiene inadecuada, a menudo producen aguas residuales y agua contaminada con heces. Ese es el caldo de cultivo ideal para bacterias peligrosas, virus, y parásitos. Y los efectos de estos patógenos son asombrosos. La diarrea causada por agua contaminada es una de las principales causas de muerte en niños menores de 5 años en el mundo. Según un informe de la ONU del 2010, las enfermedades causadas por microbios del agua matan más gente por año que la guerra. Sin embargo, un tratamiento adecuado puede abordar estas amenazas. Generalmente son procesos de tres partes: sedimentación, filtración, y desinfección. Una vez que se ha recolectado el agua en una planta de tratamiento, está lista para la limpieza. El primer paso, la sedimentación, solo es cuestión de tiempo. El agua decanta, haciendo que las partículas más pesadas vayan al fondo. Pero a menudo, las partículas son muy pequeñas para ser eliminadas solo por sedimentación y deben ser filtradas. La gravedad empuja el agua hacia abajo a través de capas de arena que atrapan las partículas restantes en sus poros, preparando al agua para su tratamiento final, una dosis de desinfectante. Químicos, en forma de cloro y ozono, se mezclan para matar a cualquier patógeno y para desinfectar tuberías y sistemas de almacenamiento. El cloro es altamente efectivo para destruir los organismos del agua, pero su uso sigue siendo regulado por el gobierno porque tiene subproductos químicos potencialmente nocivos. Y si se produce un desequilibrio de cloro en el proceso de desinfección, puede desencadenar otras reacciones químicas. Por ejemplo, ciertos niveles de subproductos de cloro, como los trihalometanos, podrían dispararse corroyendo la tubería, y liberando hierro, cobre y plomo en el agua potable. La contaminación del agua de estas y otras fuentes incluyendo lixiviación, derrame de químicos, y vertidos, producen efectos a largo plazo para la salud, como cáncer, enfermedades cardiovasculares y neurológicas, y aborto espontáneo. Lamentablemente, el análisis de los riesgos exactos del agua contaminada por químicos es difícil. Así que aunque está claro que los desinfectantes nos protegen al eliminar patógenos causantes de enfermedades, los expertos deben determinar el alcance completo de cómo los químicos presentes en el agua potable afectan la salud humana. Entonces, ¿cómo sabes si el agua a la que tienes acceso, sea de un grifo o de otra procedencia, es potable? En primer lugar, demasiada turbiedad, trazas de compuestos orgánicos, o metales pesados de alta densidad como arsénico, cromo o plomo, indican que el agua no es apta para el consumo. Muchos contaminantes, como el plomo o el arsénico, no serán obvios sin análisis, pero algunas pistas, como la turbiedad, una coloración café o amarillenta, un olor fétido, o un exceso de olor a cloro pueden indicar la necesidad de investigar más. Los equipos de análisis de agua pueden ir un paso más allá y confirmar la presencia de muchos contaminantes y químicos. Con muchos tipos de contaminación, hay formas de tratar el agua donde se usa en vez de hacerlo cerca de su fuente. El tratamiento en el punto de uso se conoce desde hace miles de años. Los antiguos egipcios hervían muchos contaminantes orgánicos con el sol. Y en la antigua Grecia, Hipócrates diseñó una bolsa que atrapaba los sedimentos que daban mal sabor al agua. Hoy, los procesos de punto de uso implican ionización para reducir el contenido mineral. También usan filtración por adsorción, donde un material poroso llamado carbón activado cuela el agua para eliminar contaminantes y subproductos químicos. Aunque no siempre es eficaz como solución de largo plazo, el tratamiento de punto de uso es portátil, fácil de instalar y adaptable. Y en las regiones donde no hay grandes sistemas disponibles, o donde el agua ha sido contaminada a lo largo de su trayecto, estos sistemas pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte. El agua limpia es un producto precioso y a menudo escaso. Hay 800 millones de personas que aun no tienen acceso a ella. La buena noticia es que el desarrollo continuo en el tratamiento del agua, tanto a gran como a pequeña escala, puede disminuir muchas condiciones inseguras. Implementar sistemas adecuados donde son necesarios y prestar mucha atención a los ya existentes satisfará una de las necesidades humanas más básicas.