En la universidad
fui especialista en gobierno,
lo que significa que escribía
muchos artículos.
Cuando un estudiante normal
escribe un artículo,
puede que difunda el trabajo
un poco de este modo.
Ya saben...
(Risas)
uno empieza quizá un poco lento,
pero a la semana ya tiene bastante hecho
y con dedicarse arduamente
los días siguientes,
todo queda resuelto, todo civilizado.
(Risas)
Desearía hacerlo de ese modo.
Ese sería el plan.
Me gustaría tener todo listo,
pero luego, en la realidad,
el artículo avanza
y uno como que está así.
(Risas)
Eso pasa con cada artículo.
Pero luego llega la tesis de 90 páginas,
un artículo en el que se supone
uno pasó un año.
Sabía que para un trabajo así, mi flujo
de trabajo normal no era opción.
Era un proyecto demasiado grande.
Por eso planeé las cosas,
y decidí hacer algo como esto.
Planifiqué el año.
Empezaría de a poco,
en los meses del medio aceleraría,
y luego, el empujón final
como una pequeña escalera.
¿Cuán difícil sería subir las escaleras?
No gran cosa, ¿no?
Pero luego sucedió algo muy gracioso.
¿Los primeros meses?
Como vinieron, se fueron,
y prácticamente no hice nada.
Hice un nuevo plan ajustado.
(Risas)
Y luego...
(Risas)
Pasaron los meses del medio,
y en verdad no escribí nada,
así que estábamos aquí.
Luego dos meses se hicieron un mes,
que fueron dos semanas.
Y un día desperté
y faltaban tres días para la entrega,
y todavía no había escrito nada,
de modo que hice
lo único que podía hacer:
Escribí 90 páginas en 72 horas,
no en una sino en dos noches enteras,
se supone que los humanos
no pasamos dos noches en vela
corriendo por el campus,
cayendo en cámara lenta,
lográndolo justo para la entrega.
Pensé que eso era el fin de todo.
Pero una semana después
recibí una llamada,
de la universidad.
Dijeron: "¿Es Ud. Tim Urban?"
Dije: "Sí".
Dijeron: "Tenemos que hablar
sobre su tesis".
Dije: "Bien".
Y ellos:
"Es la mejor que hemos visto".
(Risas)
(Aplausos)
Eso no sucedió.
(Risas)
Fue una tesis muy, muy mala.
(Risas)
Solo quería disfrutar ese momento
en el que todos pensaran:
"¡Este tipo es increíble!"
(Risas)
No, no, fue muy, muy mala.
Como sea, hoy escribo blogs.
Escribo el blog Wait But Why.
Y hace un par de años decidí
escribir sobre la dilación.
Mi comportamiento siempre dejó perplejos
a los no procrastinadores cercanos
y quería explicarles
a los no procrastinadores del mundo
qué pasa por la cabeza
de un procrastinador,
y por qué somos como somos.
Yo tenía la hipótesis
de que el cerebro de los procrastinadores
era en realidad diferente
al del resto de la gente.
Para probarlo, encontré un laboratorio
de resonancia magnética
que me permitió escanear mi cerebro
y el de un no procrastinador,
para poder compararlos.
Y los traje aquí para mostrarles hoy.
Quiero que observen con atención
si pueden encontrar diferencias.
Sé que si no son expertos en el cerebro,
no es tan obvio, pero solo observen, ¿sí?
Este es el cerebro
de un no procrastinador.
(Risas)
Ahora...
este es mi cerebro.
(Risas)
Hay una diferencia.
Ambos cerebros tienen alguien
que toma decisiones racionales,
pero el cerebro del procrastinador
también tiene un Mono de
la Gratificación Instantánea.
¿Qué significa esto
para el procrastinador?
Significa que todo está bien
hasta que sucede esto.
[Momento ideal para hacer la tarea.]
[¡No!]
El Motor de Decisiones Racionales
tomará la decisión racional
de hacer algo productivo,
pero al mono no le gusta ese plan,
por eso toma el timón
y dice: "En realidad, leamos
toda la página de Wikipedia
del escándalo de Nancy Kerrigan
y Tonya Harding
porque acabo de recordar
que sucedió eso.
(Risas)
Entonces...
(Risas)
Luego iremos al refrigerador,
para ver si hay algo nuevo allí
en los últimos 10 minutos.
Luego, entraremos en
una espiral de YouTube
que empieza con videos de
Richard Feynman hablando de imanes
y termina mucho, mucho después
mirando entrevistas
de la mamá de Justin Bieber.
(Risas)
"Todo eso va a llevar mucho tiempo,
por eso no tendremos espacio
para agendar tareas hoy.
¡Lo siento!"
(Suspira)
Pero ¿qué está sucediendo?
Parece que el Mono de la Gratificación
Instantánea no es algo
que uno quisiera al timón.
Vive totalmente en el momento actual.
No tiene memoria del pasado,
no conoce el futuro,
y solo le importan dos cosas:
lo fácil y lo divertido.
En el mundo animal eso funciona bien.
Si uno es un perro
y pasa toda la vida sin hacer nada
más que cosas fáciles y divertidas,
¡tiene un éxito enorme!
(Risas)
Y para el mono,
los humanos somos
solo otra especie animal.
Uno tiene que dormir y alimentarse bien
y propagarse a la próxima generación,
que en épocas tribales
puede haber funcionado bien.
Pero, si no lo han notado,
no estamos en épocas tribales.
Estamos en una civilización avanzada,
y el mono no sabe qué es eso.
Razón para tener
otro componente en el cerebro,
el Motor de Decisiones Racionales,
que nos permite hacer cosas
que otros animales no pueden.
Podemos avizorar el futuro.
Podemos ver el panorama completo.
Hacer planes a largo plazo.
Y el motor quiere tener
todo eso en cuenta.
Y quiere que hagamos
lo que tenga sentido hacer
en este preciso momento.
Pero a veces tiene sentido
hacer cosas fáciles y divertidas,
como cuando cenamos o vamos a dormir,
o disfrutamos un merecido tiempo libre.
Por eso hay un solapamiento.
A veces están de acuerdo.
Pero otras veces, tiene mucho más sentido
hacer cosas más difíciles
o menos placenteras,
por el bien del panorama general.
Y es ahí donde entramos en conflicto.
Para el procrastinador
ese conflicto suele acabar
de cierta manera siempre,
haciéndole perder mucho tiempo
en esta zona naranja,
un espacio fácil y divertido totalmente
alejado del círculo del sentido.
Lo llamo el Patio Oscuro.
(Risas)
El Patio Oscuro es un lugar
que todos los procrastinadores
conocemos muy bien.
Allí ocurren las actividades de ocio
a veces en momentos en los que
no se supone que deberían ocurrir.
La diversión que uno tiene
en el Patio Oscuro
no es en realidad diversión,
porque es totalmente inmerecida,
y el aire está cargado de culpa,
temor, ansiedad, odio por uno mismo;
los sentimientos de
todo buen procrastinador.
Y la pregunta es, en esta situación,
con el mono al timón,
¿cómo sale el procrastinador
hacia esta zona azul,
un lugar menos placentero, pero en el que
ocurren las cosas realmente importantes?
Bueno, resulta que el procrastinador
tiene un ángel de la guarda,
que siempre lo cuida y vela por él
en los momentos más oscuros,
el llamado Monstruo del Pánico.
(Risas)
El Monstruo del Pánico está
inactivo la mayor parte del tiempo,
pero de repente se despierta cuando
una entrega se aproxima demasiado
o si hay peligro de vergüenza pública,
un desastre en la carrera o alguna
otra consecuencia aterradora.
Y, lo más importante, es a lo único
a lo que le teme el mono.
Se ha vuelto muy relevante
en mi vida últimamente,
porque la gente de TED
me llamó hace unos seis meses
para invitarme a dar una Charla TED.
(Risas)
Y, claro, dije que sí.
Siempre fue mi sueño haber dado
una Charla TED en el pasado.
(Risas)
(Aplausos)
Pero en medio de toda esta euforia,
el Motor de Decisiones Racionales
parecía tener otra cosa en mente.
Me decía: "¿Tenemos claro
qué acabamos de aceptar?
¿Entendemos lo que va a ocurrir
uno de estos días en el futuro?
Tenemos que sentarnos a trabajar
en esto ahora mismo".
Y el mono decía: "Totalmente de acuerdo,
pero abramos Google Earth,
y hagamos zoom hasta la superficie
de India, como a 60 m del suelo
y luego scroll dos horas y media
hasta llegar a la cima del país,
para tener una mejor idea de India".
(Risas)
Eso fue lo que hicimos ese día.
(Risas)
Conforme seis meses se hicieron cuatro,
y luego dos y luego uno,
la gente de TED decidió
anunciar los oradores.
Y yo abrí el sitio de TED
y encontré mi rostro
que me miraba fijo.
¿Y adivinen quién despertó?
(Risas)
El Monstruo del Pánico
empezó a perder la paciencia,
y unos segundos más tarde,
todo el sistema está en caos.
(Risas)
Y al mono, recuerden que le aterra
el Monstruo del Pánico:
¡Bum, huyó al árbol!
Y, finalmente,
el Motor de Decisiones Racionales
tomó el timón,
y pude empezar a trabajar en la charla.
El Monstruo del Pánico explica
todo el tiempo los comportamientos
locos de dilación
como cómo alguien como yo
pudo pasar dos semanas
sin poder escribir la oración
inicial de un artículo,
y luego encontrar milagrosamente
una ética de trabajo increíble
para estar en vela toda la noche
y escribir ocho páginas.
Toda esta situación,
con los tres personajes,
es el sistema de dilación.
No es bonito, pero al final, funciona.
Decidí escribir esto en el blog
hace un par de años.
Al hacerlo, me sorprendió la respuesta.
Recibí literalmente miles de emails,
de todo tipo de gente, de todo el mundo,
que hacía todo tipo de cosas.
Había enfermeros, banqueros,
pintores, ingenieros,
y muchos estudiantes de doctorado.
(Risas)
Todos escribían diciendo lo mismo:
"Tengo este problema también".
Pero lo que me impactó fue el contraste
entre la liviandad del post,
y lo fuertes que eran los emails.
Estas personas escribían
con una frustración intensa
sobre los efectos
de la dilación en sus vidas.
sobre los efectos del mono en sus vidas.
Y pensando en esto me dije:
Si el sistema de dilación
funciona, ¿qué está pasando?
¿Por qué toda estas personas
están en ese lugar oscuro?
Y resulta que hay dos tipos de dilación.
Todos los ejemplos de los que hablé,
todos tienen plazos.
Y cuando hay plazos,
los efectos de la dilación
están contenidos en el corto plazo
porque interviene el Monstruo del Pánico.
Pero hay un segundo tipo de dilación
que ocurre cuando no hay plazos.
Si uno quiere hacer carrera
por su cuenta,
en las artes, en algún emprendimiento,
no hay plazos en esas cosas al principio,
porque no ocurre nada,
no hasta que uno sale
y hace el trabajo arduo,
adquiere ímpetu, y hace
que las cosas se muevan.
También hay cosas importantes
fuera de la carrera
que no tienen plazos,
como ver a la familia o hacer ejercicio
y cuidar de la propia salud,
trabajar las relaciones
o terminar con una relación
que no está funcionando.
Pero si el único mecanismo de dilación
para hacer estas cosas difíciles
es el Monstruo del Pánico,
es un problema,
porque en todas estas situaciones
donde no hay plazos,
no aparece el Monstruo del Pánico.
No tiene motivos para despertar algo,
por eso no se contienen
los efectos de la dilación;
se postergan indefinidamente.
Y es esta dilación de largo plazo
la que es menos visible
y de la que se habla menos
que de la graciosa, de corto plazo,
que tiene plazos.
Por lo general se la padece
en silencio y a solas.
Y puede ser la fuente
de enormes lamentos e infelicidad
a largo plazo.
Y pienso que es la razón por la
que escribían todas esas personas,
y por la que están en ese lugar.
No es que estén apremiados
por algún proyecto.
Es que la dilación de largo plazo
les hace sentir que son espectadores,
a veces, de sus propias vidas.
La frustración no viene de no poder
alcanzar sus propios sueños;
sino del hecho de no poder
siquiera empezar a perseguirlos.
Por eso al leer estos emails
tuve una pequeña revelación,
y es que pienso que no existen
los no procrastinadores.
Pienso que todos somos procrastinadores.
Puede que Uds. no sean un desastre,
como algunos de nosotros,
(Risas)
y puede que algunos de Uds.
se lleven bien con los plazos,
pero recuerden: el truco
más disimulado del mono
es cuando no hay plazos.
Ahora quiero mostrarles una última cosa.
Lo llamo Calendario de Vida.
Hay una caja por cada semana
de una vida de 90 años.
No son tantas cajas,
sobre todo dado que ya hemos
usado muchas cajas.
Creo que tenemos que mirar con
mucha atención ese calendario.
Tenemos que pensar
qué estamos postergando,
porque todos postergamos algo en la vida.
Tenemos que ser conscientes del
Mono de la Gratificación Instantánea.
Es una tarea para todos nosotros.
Y como no hay muchas cajas por delante,
es una tarea que debería comenzar hoy.
Bueno, quizá no "hoy", pero...
(Risas)
Ya saben...
Pronto.
Gracias.
(Aplausos)