Soy abogado de derechos humanos.
Hace 30 años que lo soy
y esto es lo que sé.
Había una vez un hombre solo
en una habitación.
Se llamaba Alton.
De repente, siete hombres,
siete desconocidos,
irrumpieron en su habitación
y lo arrastraron fuera.
Lo sujetaron en una posición
horizontal de crucifijo.
Uno en cada brazo,
dos en cada pierna,
y el séptimo le sujetó el cuello
con extremada fuerza
entre sus antebrazos.
Y Alton estaba respirando con dificultad
diciendo, "No puedo respirar",
así como George Floyd había dicho,
"No puedo respirar".
Pero no paraban.
Y pronto, Alton murió.
Cuando me pidieron que representara
a su madre, hermano y hermana
en la investigación de su muerte,
me preguntaron, "¿Cómo pudo pasar?".
No tenía una respuesta.
Porque Alton tenía lesiones
por todo el cuerpo.
Tenía moretones en el cuello y el pecho.
Tenía lesiones en sus brazos y piernas.
Tenía sangre en los ojos, orejas y nariz.
Pero afirmaron que no sabían nada.
Afirmaron que no podían
explicar cómo murió.
Para Alton había dos problemas.
Primero, el pasillo donde murió
era el pasillo de una cárcel.
Y segundo, era negro.
Así que hoy quiero hablarles
sobre la pregunta de la madre de Alton.
¿Cómo pueden pasar este tipo
de cosas en nuestro país?
¿Cómo pueden pasar este tipo de cosas
en países de todo el mundo?
¿Cómo pueden seguir pasando todavía
y cómo podemos pararlo?
Por tres décadas,
he representado familias
de personas de color
que han sido asesinadas estando
bajo custodia estatal en el Reino Unido.
Y he hecho trabajos de derechos humanos
en cuatro continentes.
Y he aprendido lo siguiente:
que si queremos hacer algo
contra el racismo,
primero tenemos que saber qué es.
Así que hablemos sobre eso
que llamamos raza.
¿Qué es exactamente?
¿Una realidad de nuestras vidas?
¿Una de las fuerzas
más poderosas del mundo?
¿Algo de lo que no queremos hablar?
Es todas esas cosas,
pero es algo más.
Es un mito.
No existen las razas.
Las investigaciones científicas muestran
que la raza es una ilusión.
Por ejemplo,
una persona de ascendencia europea
puede ser más parecida genéticamente
a una persona asiática
que a otra de ascendencia europea.
Así que, si la raza
no es una realidad biológica,
¿qué es realmente?
Es una construcción social.
Lo que significa que se ha inventado.
Pero ¿por quién y por qué?
Como especie, compartimos el 99,9 %
de ADN con todos los demás.
Pero las características
externas visibles,
como el tipo de pelo y de color de piel,
se emplean como forma de promulgar
una mentira genética racista
sobre la supuesta
diferencia genética racial.
El racismo ha sido endémico por siglos.
A los nazis, por supuesto, les interesaba
promocionar esta mentira racista.
Aunque también en EE. UU. se hicieron
experimentos y leyes eugenésicas.
Y en Australia,
se confiscaron de sus padres
a niños de doble patrimonio aborigen
para crear a una Australia blanca.
Este tipo de pensamiento está aumentando
de nuevo con los grupos de derecha
anhelando patrias racialmente puras.
¿Cómo funciona?
El racismo no crea desigualdades sociales.
Hay desigualdades sociales
que se justifican por el racismo.
Empecé a entenderlo cuando representé
a activistas contra el apartheid.
Estos me enseñaron como
el apartheid era un sistema
de explotación social y discriminación
justificado por la raza.
Por la supuesta superioridad
de las personas blancas
y la supuesta inferioridad
de las personas negras.
El régimen de apartheid decía
que era la naturaleza
y que por ende era inevitable
y que no había nada que hacer.
La mentira de la Madre Naturaleza
aprueba la discriminación e injusticia.
Me lo he encontrado también en casos
en los que las personas sufren
el legado de la colonización y el imperio.
He visto efectos parecidos
entre personas de mismo color en África.
Y cómo a personas de ciertas castas
se les miraba despectivamente en India.
Puede que las víctimas sean diferentes,
pero el mecanismo,
la etiqueta y las mentiras,
son exactamente las mismas.
Y entonces puede ver por qué las personas
están ansiosas por abrazar la raza.
Porque da el privilegio,
personas como nosotros,
un pase libre para salir de la cárcel.
La simple verdad es
que la raza es un sistema.
Es como el oxígeno, como una atmósfera.
Fluye por todas partes
en nuestra sociedad.
Infecta a todos los que toca.
Protege el poder y el privilegio.
¿De quién?
Bueno, mire a su alrededor.
¿Cómo es para las personas de color,
personas como yo,
el intentar hablar con personas blancas
sobre el racismo?
A muchas, muchas personas blancas
les resulta muy difícil.
Algunas personas blancas dicen
que no saben nada de ello.
Otros dicen que puede que nuestra sociedad
quizás nunca haya sufrido racismo.
Así que si eres una persona blanca
que se está preguntando por todo esto,
hay un experimento mental
que puedes hacer.
Porque aquí está la verdad.
Ya lo sabes.
Ya lo sabías.
Así que pregúntate a ti mismo:
¿Querrías, realmente querrías
que tu hijo o hija,
tu hermano o hermana,
se casará con un musulmán
practicante de Oriente Medio?
¿O alguien que acabe de llegar
del sur de Asia, que es hindú?
¿O una persona que solicita asilo
del África subsahariana?
¿O alguien que haya cruzado recientemente
la frontera de EE. UU. y México?
No tendrás una objeción total,
pero si una preocupación.
Una duda que te persigue.
No es por el color de su piel.
Solo porque sabes
que en países como los nuestros,
como están ahora las cosas,
sus perspectivas de vida
pueden afectarse con la unión.
Y te das cuenta de que lo sabes,
sabes que serán juzgados por los demás.
Y de cientos de formas,
esas críticas les afectarán sus vidas
y las de sus hijos.
En ese momento,
conectas con una poderosa verdad.
Sabes que el racismo sistemático es real.
Entonces, ¿por qué no quieres
hablar de razas?
Porque es realmente incómodo.
Pero es solo una parte de la respuesta.
La mayor verdad es mucho más dolorosa.
Tu irritación no es solo
una actitud defensiva.
Es un mecanismo de defensa.
Defiende al sistema de privilegios
y la división desigual de riqueza y poder.
La fragilidad da un pase
a la desigualdad racial.
¿Quiénes son los ganadores
y los perdedores?
Bien, mira los datos.
En ingresos.
En desigualdades sanitarias.
En la exclusión escolar.
En las perspectivas de carreras.
En las detenciones y registros.
Mira cómo las personas de color
han muerto desproporcionadamente de COVID.
Y si los mitos raciales invisibilizan
y la respuesta de fragilidad se silencia,
¿qué opciones te quedan?
La elección entre ser o no ser racista.
¿O hay otra forma?
Porque casi todos en esta charla TED
dirán que no son racistas.
Pero tenemos que enfrentarlo,
estar en contra de algo no es suficiente.
La tercera opción es ser
antirracista de forma activa.
Si estás de acuerdo con que
las vidas negras importan,
pregúntate,
"¿Cómo importan en mi vida?".
"¿Qué he hecho para demostrar
que las vidas negras me importan?".
Adoptando una posición antirracista
visible, consciente, activa,
lo que era invisible se hace visible.
Lo que estaba silenciado,
se grita alto y claro.
Pero sigue siendo insuficiente.
Tras semanas de amarga
lucha en la investigación indagatoria,
un jurado compuesto solo por blancos
volvió a la sala del caso de Alton.
Hubo un momento de completo silencio
cuando el presidente del jurado se levantó
y declaró el veredicto.
Fue un homicidio ilegal.
Y en ese momento,
el infierno se desató en la sala.
Había un ruido ensordecedor.
Las personas gritaban.
La hermana de Alton se levantó
al pasillo de mi izquierda
y señaló a los funcionarios de la cárcel
y les gritó,
"¡Mataron a mi hermano!
¡Mataron a mi hermano!".
Y la familia quería desesperadamente
que los funcionarios de la cárcel
responsables de la muerte de Alton
fueran procesados.
Todos lo queríamos desesperadamente.
Pero no procesaron a ninguno de ellos.
Y enjuiciamos al fiscal jefe,
el director de la fiscalía.
Y el juez más importante del lugar,
el presidente del Tribunal Supremo,
estuvo de acuerdo con que
la decisión de no procesarlos
era incorrecta e ilegal.
Cada día durante el caso de Alton,
su hermano se sentaría
en las escaleras de la sala del tribunal
y me diría,
"Prepárelos bien hoy, Sr D".
Pero cuando se dio cuenta
de que no procesarían a nadie
por la muerte de su hermano,
lo destrozó.
Y murió unos años después
en un hospital psiquiátrico.
Así que, ¿cómo los conecta
la muerte de Alton
con el racismo y el privilegio
en nuestra sociedad?
¿Qué quiero de Uds.?
Lo que quiero de mí mismo
es que me dejen sin trabajo.
Miren, las familias vienen
a verme, dolidas y de luto,
y veo la esperanza en sus ojos.
Y tengo que decirles
que la posibilidad
de que alguien sea procesado
en relación con el asesinato
de sus seres queridos
es remota.
Vi sus rostros dolidos
al principio de mi carrera.
Y los sigo viendo
ya casi al fin de mi carrera.
En las más intensas todo era sangre.
Y de alguna manera pienso
que tengo sangre en las manos,
aunque sé realmente que ese no es el caso.
Pero no puedo traer de vuelta
a Alton o a Gareth o a Zahid
o a cualquiera de los otros,
que es lo que quieren
todos sus familiares dolidos.
Así que les pido que miren
a través de las mentiras.
Y que vean a través de una
de las mentiras más desalentadoras.
Que lo que hacemos no puede
ni va a marcar una diferencia.
Se que se lo dijeron a Rosa Parks
y a Martin Luther King
y a Nelson Mandela.
Pero ellos simplemente
lo siguieron haciendo.
E intenté pensar en ellos
al interrogar a los
funcionarios de la cárcel.
Y le diría a cada uno,
"Mira a la Sra. Manning,
la madre de Alton,
y explíquele por qué su hijo está muerto".
Y ninguno de ellos podría mirarla.
Querían que fuera invisible.
Tristemente, al darse cuenta de que nadie
sería procesado por la muerte de su hijo,
se hundió en una profunda depresión
y murió.
Pero nunca olvidaré como,
en todo el caos,
cuando se anunció el veredicto,
me giré y le dije,
"Sra. Manning, lo siento mucho
por su familia".
Y ella me miró y me dijo,
"Sr. Dias, Ud. es de la familia".
Y señaló a los funcionarios
de la cárcel y al jurado y dijo,
"Y ellos son de la familia.
Pero las familias discuten y se pelean,
pero tenemos que solucionarlo.
Y tenemos que encontrar un camino".
Así que, ¿cómo y cuándo lo solucionamos?
Dr. King nos enseñó
que siempre es el momento correcto
para hacer lo correcto.
Estas muertes polémicas
en custodia del estado
han sido en cárceles y en comisarías.
Y, finalmente, se han convertido
en centro de atención
con la horrible muerte de George Floyd.
No podemos decir que no lo sabíamos.
La crisis del COVID
y la muerte de George Floyd
ha conmocionado nuestra autocomplacencia.
Han hecho inestable al mundo,
porque lo que se ha visto
no puede dejar de verse.
Este es un momento histórico de cambio.
Ahora es el momento de actuar
en nuestras esferas de influencia,
y todos las tenemos.
Tenemos al poder del voto,
poder de nuestro dinero,
donde gastamos nuestro dinero
y en lo que nos lo gastamos.
Tenemos el poder para enfrentarnos
al racismo dónde y cuándo lo encontremos.
Quienes están hoy escuchando,
que se han beneficiado de ese privilegio,
tienen la oportunidad de cambiarlo
y de pedir que la sociedad cambie.
Últimamente lo que pasa
está en nuestras manos.
Y es lo que sé.
Cuando alguien en custodia del estado
dice, "No puedo respirar",
está en peligro mortal.
Pero cuando la sociedad no reta
al oxígeno del racismo
que todo el mundo respira cada día,
la esperanza para la justicia racial
e igualdad en esa sociedad
está también en peligro mortal.
No puede haber más Altons,
ni Gareths ni Zahids,
ni Olasenis ni Jimmys ni Seans
ni Sherrys ni Breonnas
ni Christophers ni Georges.
Pero esto no va solo sobre muertes,
también sobre la vida.
Y sobre nuestra humanidad
floreciendo junta.
Y necesitamos de todos para lograrlo.
El racismo quiere permanecer invisible.
Exponlo.
El racismo quiere tu silencio.
Haz ruido.
El racismo quiere tu apatía.
Haz un compromiso para utilizar tu voz
y tu privilegio y tu poder
para pelear siempre
por la justicia racial,
y para unirte en el crescendo de voces
que buscan un cambio.
Y para ser parte de la esperanza.
¿Te unirás a nosotros?