Hubo varios grupos de oposición en contra del programa de privatización del gobierno, incluyendo a los burócratas de la industralización basada en importaciones, administradores de las empresas públicas y los sindicatos. Hablaremos de los tres, pero invertiremos mas el tiempo en los sindicatos, ya que la privatización realmente cambió la relación entre el estado y los trabajadores. La Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal o SEMIP fue el ministerio a cargo del bloque mas grande de compañías industriales públicas. También era el mayor opositor de la industrialización. El ministerio no atacó directamente a la privatización, porque nadie quería quedar en los récords como opositores de los planes del presidente. Lo que los burócratas hicieron, fue tratar de estar de acuerdo pero al mismo tiempo bloquear la implementación. Como Judith Teichman dice 'decían que hacían las cosas mas lentas para asegurarse de que las empresas públicas se modernizaran correctamente, para mejorar su productividad y su situación financiera y para volverlas rentables, para poder venderlas a un buen precio'. O sea el gobierno estaba enfatizando problemas de presupuesto a corto plazo a cambio de eficiencia de largo plazo. Los burócratas sostenían que estaban totalmente de acuerdo en vender las empresas, siempre y cuando se vendieran al precio apropiado. La administración de las empresas públicas apelaron contra la privatización de una manera mas abierta, especialmente en los casos de la minería y el acero. Ellos trataron de obstruir a las reformas al no proveer la información necesaria para que las empresas se vendieran, o a veces dando información falsa. De hecho ésta estrategia funcionó en algunas ocasiones en 1994, cuando el gobierno tenía que retractarse de la promesa de vender algunas empresas en particular. Ya he mencionado antes que el tipo de relación que los sindicatos tenían con el estado, funcionaba mucho mejor cuando el gobierno estaba cargado de dinero y cuando la economía crecía. Cuando el dinero estaba ajustado, el sistema empezó a dividirse en diferentes frentes. Primero había mucha mas división dentro del movimiento sindical, que hizo que el control por medio de una sola organización fuera virtualmente imposible. Los trabajadores en general estaban en desacuerdo con la reforma del gobierno, pero estaban divididos en si deberían de hacer huelga o no. En CTM tenía todas las de perder, si se ponían del lado del gobierno no iban a tener credibilidad con los trabajadores del sindicato, pero si se ponían del lado de los trabajadores y no cambiaban de programa económico, entonces perderían credibilidad también. Al final, el CTM se fue del lado del gobierno incluso después de que era obvio que iban a tener que despedir a muchos empleados. En unos de nuestros videos previos sobre los sindicatos de los trabajadores en México, platicamos de un fenómeno llamado 'Charros' y en éste contexto un 'Charro' quiere decir líderes sindicales corruptos asignados por el gobierno. Fuera de PEMEX la mayoría de los líderes charros estaban con el gobierno que les hacía perder credibilidad con sus trabajadores. El resultado fue normalmente fueron levantamientos en contra de los líderes sindicales y a veces en contra del estado también. Por ejemplo, cuando la fundadora de Monterrey se iba a cerrar y llevaría a que 46,000 se quedaran sin empleo, los trabajadores invadieron las oficinas federales y participaron con su familia en 5 demostraciones de entre 40,000 a 50,000 personas. Ambos presidentes, De la Madrid y Salinas tomaron una postura muy firme en contra de la oposición sindical. Desde 1995 el gobierno unilateralmente empezó a decidir la política sindical, ya no había ni siquiera un façade de trabajar con los líderes sindicales. ¿Qué tipo de tácticas usaron para tratar con la oposición sindical? Primero, ambos gobiernos usaron el comité de arbitraje y conciliación para ocuparse de las huelgas. El gobierno sostenía que necesitaba la eliminación, atenuación o adaptación de las leyes laborales colectivas con el objetivo de incrementar la inversión y la competencia internacional. Así que el comité pudo declarar que las huelgas eran ilegales en algunos casos, y si eran ilegales esto permitía despedir a los trabajadores a discreción o pedir la intervención de la policía o las fuerzas armadas, si los trabajadores continuaban con la huelga. El comité también podía dar el presunto consentimiento de que las huelgas fueran 'inexistentes' lo que quiere decir que los trabajadores tenían que volver a trabajar dentro de 48 horas; o también las podían declarar legales, lo cual pasaba con menos frecuencia. El gobierno usaba estas tácticas frecuentemente antes de privatizar una empresa o a veces para incrementar la productividad entre las empresas del gobierno. En general el gobierno trabajaría en convencer a los líderes sindicales de que éstas reformas eran necesarias e inevitables, y si no podían convencerlos entonces los amenazaban con la bancarrota de la empresa o la clausura total. Hablemos del ejemplo de Pemex durante éstos años, que es una de las mejores ilustraciones de la relación entre el PRI y los sindicatos de los trabajadores. Los líderes de los sindicatos en PEMEX tenían mucho poder. Dados los tipos de derechos que tenían, podían subir hasta las oficinas de los administradores y demandar cosas. Un oficial sostuvo que 'hemos creado un monstruo del que hemos perdido todo el control'. Para disminuir el poder de estos líderes, el PRI primero empezó a eliminar algunos de sus privilegios, incluyendo la habilidad de subcontratar trabajos a sus propias empresas sin poner los proyectos en subasta. En 1989 Carlos Salinas fue de tras del líder mas alto de el sindicato de los trabajadores en PEMEX, un hombre llamado Joaquín Hernandez Galicia alias 'La Quina'. El gobierno no nada mas estaba preocupado por la oposición del sindicato contra sus contratos, pero también por la adversidad contra la privatización. La Quina manejaba al sindicato como su propio imperio, el tenía un grupo paramilitar de 3,000 y usaba violencia cuando los líderes fallaban en el cumplimiento de los bienes materiales prometidos a los trabajadores. Salinas le habló a la militar, un movimiento probablemente inteligente dado el grupo paramilitar que se encontraba ahí, y mando a La Quina y a 48 de sus hombres mas altos a la cárcel. El gobierno reemplazó a La Quina con uno de sus enemigos eternos, alguien que también era corrupto pero por otro lado estaba dispuesto a hacerle caso al gobierno. Así que desde 1989-1992 el número de trabajadores de PEMEX bajó de 212,000 a 150,000 una situación por la que el nuevo líder no protestó. Sin embargo cuando sus trabajadores si protestaron, el gobierno lo uso como un escape y forzó su resignación. Así que en resumen, éste era un periodo cuando la relación entre el gobierno y los sindicatos de los trabajadores no era muy buena. Antes, los líderes de los sindicatos habían trabajado en sintonía con el gobierno, pero la austeridad económica y la privatización significaba que las cosas tenían que cambiar. Al gobierno ya no le importaba lo que los sindicatos tenían que decir sobre su programa económico y en el caso de Salinas, frecuentemente se usaba la amenaza de la privatización para mantener a los trabajadores en línea. Toda la información presentada en este video viene del excelente libro por Judith Teichman llamado 'Privatización y Cambio Político en México' publicado en 1996.