Greg Gage: Si te pidiera pensar
en un feroz asesino animal,
a lo mejor pensarías en un león.
Y a pesar de toda la habilidad
predadora que posee un león,
solo tiene una taza de éxito de 20 %
de atrapar su alimento.
Uno de los cazadores más exitosos
en todo el reino animal te sorprenderá:
la libélula.
Las libélulas son moscas asesinas,
y cuando ven una mosca más pequeña,
tienen una probabilidad del
97 % de atraparla para comer.
Y esto es a medio vuelo.
Pero ¿cómo puede ser tan preciso
un insecto tan pequeño?
En este episodio, veremos que el cerebro
de la libélula está muy especializado,
y eso la hace un asesino letal.
[Neurociencia casera]
¿Qué hace de la libélula
uno de los depredadores más exitosos
del reino animal?
Uno: los ojos.
Tiene la visión de casi 360 grados.
Dos: las alas.
Mediante el control
individual de sus alas,
la libélula puede moverse con precisión
en cualquier dirección.
Pero el verdadero secreto
del éxito de la libélula
es cómo su cerebro coordina
esta información compleja
entre los ojos y las alas
y convierte la caza en un simple reflejo.
Para estudiar esto, Jaimie
ha pasado mucho tiempo
socializando con libélulas.
¿Qué necesitas
para hacer tus experimentos?
Jaimie Spahr: Primero, libélulas.
Oliver: Uso una jaula de malla
para capturar las libélulas.
JS: Cuanto más trabajé con ellas,
más me aterrorizaron.
La verdad es que son aterradoras,
especialmente bajo un microscopio.
Tienen las mandíbulas muy afiladas,
y son bastante agresivas.
Supongo que eso les ayuda
a ser muy buenos depredadores.
GG: Para saber lo que ocurre
en el cerebro de la libélula
cuando ve la presa,
escuchamos a escondidas una conversación
entre los ojos y las alas.
Para hacerlo, necesitamos anestesiar
a la libélula sobre hielo
y proteger sus alas
para poder liberarla después.
El cerebro de la libélula se compone
de células especializadas
llamadas neuronas.
Y esas neuronas son las que permiten
a la libélula ver y moverse tan rápido.
Las neuronas individuales
forman circuitos interconectados
a través de largos y delgados filamentos
llamados axones.
Las neuronas se comunican
por estos axones, mediante electricidad.
Metemos pequeños alambres,
o electrodos, en la libélula,
por las vías axonales.
Y esto es muy interesante:
En la libélula, hay solo
16 neuronas, ocho por ojo,
que le dicen a las alas
exactamente dónde está el blanco.
Pusimos los electrodos
para poder grabar de las neuronas
que conectan los ojos con las alas.
Cada vez que se envía un mensaje
del ojo al ala,
el electrodo intercepta esa conversación
en forma de corriente eléctrica
y la amplifica.
Ahora podemos escucharla y verla
en la forma de pico,
que también se llama una potencia activa.
Escuchémosla.
En este momento tenemos
a la libélula boca abajo,
entonces está mirando hacia el suelo.
Tomamos una presa
o lo que a veces llamamos un blanco.
En este caso, el blanco
es una mosca falsa.
La movemos hasta estar
a la vista de la libélula.
(Zumbido)
¡Oh!
¡Mira eso!
Mira eso. Pero solo ocurre
con una dirección.
¡Sí!
No se ve ningún pico
cuando voy para adelante,
pero están allí cuando voy para atrás.
En nuestros experimentos,
pudimos ver que las neuronas
de la libélula dispararon
cuando movimos el punto
en una dirección, pero no en la otra.
¿Por qué pasó así?
¿Recuerdas cuando dije que la libélula
tiene la visión de casi 360 grados?
Hay una sección del ojo llamada la fóvea
y esta es la parte con
la mayor agudeza visual.
Piénsalo como su punto de mira.
¿Recuerdas cuando dije que la libélula
tiene el control individual de sus alas?
Cuando una libélula ve a su presa,
apunta su punto de mira hacia ella
y a través de sus axones,
envía mensajes solo a las neuronas
que controlan las partes
de las alas que se necesitan
para guiar a la libélula al blanco.
Entonces si la presa está
a la izquierda de la libélula,
solo se disparan las neuronas que
tiran de las alas a la izquierda.
Y si la presa se mueve
a la derecha de la libélula,
esas mismas neuronas
ya no se necesitan y se quedan inactivas.
La libélula corre hacia la presa
a un ángulo fijo
que se comunica por este punto a las alas,
y luego -¡boom!- la cena.
Todo esto ocurre en un instante,
y sin esfuerzo por parte de la libélula.
Es casi como un reflejo.
Este proceso increíblemente eficaz
se llama fijación.
Pero hay algo más en este proceso.
Vimos cómo las neuronas
respondieron a los movimientos,
pero ¿cómo sabe la libélula
que algo sí es presa?
Aquí el tamaño importa.
Mostrémosle a la libélula
una serie de puntos.
¡Sí!
JS: Sí, prefiere ese.
GG: De todos los tamaños,
encontramos que la libélula
respondió a los objetos pequeños
más que a los grandes.
Es decir, que la libélula está programada
para perseguir moscas más pequeñas
versus algo mucho más grande,
como un pájaro.
Y tan pronto como identifique
algo como la presa,
a esa pobrecita mosca,
solo le quedan segundos de vida.
Hoy vimos cómo funciona
el cerebro de la libélula
y que eso la convierte en
un depredador muy eficaz.
Agradezcamos que no vivimos
hace 300 millones de años,
cuando las libélulas eran
del tamaño de los gatos.