Estás viajando a otra dimensión.
Una dimensión no sólo visual y sonora, sino mental.
Un viaje a una tierra asombrosa
cuyos límites son los de la imaginación.
Tu siguiente parada: la dimensión desconocida.
¿Sr. Chambers? ¿Sr. Chambers?
Hora del almuerzo.
Si es tan amable diga cuáles son sus preferencias, por favor.
¿Sr. Chambers?
Hora del almuerzo.
Si es tan amable diga cuáles son sus preferencias.
Por favor, deposite los cigarrillos en un receptáculo apropiado.
Es una medida de seguridad.
.¿Por qué no vas a ver si llueve en la luna?
Si es tan amable, repita su petición
Aw, ya está, dejame en paz.
¿No le interesa comer a esta hora?
No, no me interesa comer a esta hora.
Muy bien.
Muy bien... muy, muy bien.
Por favor, cuide el agua.
¿Qué hora es?
No hay tiempo en el espacio.
Es decir
no hay una cronología que pueda calibrarse.
Dije qué hora es, ¿qué hora es en la Tierra?
¿Podés decirme eso
sin un ejercicio de geometría euclidiana?
Ahora, nada más decime qué hora es en la Tierra.
En la Tierra serían las doce del mediodía.
Las doce del mediodía, las doce del mediodía.
Esta es la manera en que las pesadillas comienzan...
o, tal vez, terminan.
De manera muy simple, directa, sencilla.
Increíbles, y a su vez tan reales y terribles
que incluso cuando están sucediendo
convivimos con ellas y las digerimos
y las asimilamos.
Y si son las doce del mediodía
es eso lo que te preocupa.
No pensás en las doce del mediodía
de mañana o pasado mañana.
Pero eso es lo que deberíamos haber estado pensando:
mañana y pasado mañana.
Estábamos preocupados por las manecillas de un reloj
cuando deberíamos haber puesto nuestra atención en un calendario.