Quiero contarles una historia.
Cuando tenía 24 años, me encontré
viviendo en una pequeña ciudad costera
llamada Naples, en Florida.
Buscaba algo nuevo.
Tenía 24 años.
Ahora tengo 29.
Y en esa pequeña ciudad costera
yo era el único residente sordo.
De hecho, la persona sorda más cercana
se encontraba a algunas horas en auto.
Y todos los amigos y conocidos que
había hecho podían oír.
Pero no me importaba, quería algo nuevo.
Por suerte para mí, en Naples, Florida
viven algunos jugadores del equipo
olímpico de voleibol de EE.UU.
donde residen y entrenan durante el año.
Así que tuve la gran oportunidad
de jugar con ellos siempre que podía.
E íbamos a la cancha todo el tiempo,
ya fuera en el interior o en la playa;
era genial.
Por suerte para ellos, yo era
muy bueno en voleibol.
Así que, una noche,
después de un gran partido,
junto con un amigo ponemos
unas sillas cerca del agua
para ver el atardecer y charlar.
Y él me mira y me hace una pregunta
que me sorprendió completamente.
Para ser sincero, en mis 24 años de vida
nadie me lo había preguntado.
Y su pregunta fue sencilla:
"¿Has deseado alguna vez poder oír?".
Lo miré por un segundo y pensé:
"¿A qué viene esto?"
Y me tomé un momento
y me di cuenta de que,
mientras estábamos sentados ahí,
yo podía ver las olas que llegaban
y chocaban contra la playa.
Él lo podía escuchar.
Obviamente, yo no podía.
Todo mi mundo es completamente silencioso.
A nuestra izquierda,
la gente estaba en la cancha
y jugaban al voleibol,
alentándose entre sí.
A nuestra derecha, una madre
jugaba y se reía con su bebé.
Y, detrás nuestro,
los autos y los todoterrenos habían
estado pasando durante todo el día
sin que yo lo notara.
Así que le respondí rápido:
"No, por supuesto que no.
Nunca deseé poder oír.
Nunca lo deseé porque amo
la persona que soy".
Y Uds. se deben estar preguntando cómo es
que me puedo amar siendo un hombre sordo.
Bien, primero, nací sordo.
Mi sordera configuró mi infancia,
y eso es todo lo que conozco.
Así que mi perspectiva de la vida
y mi experiencia del mundo
son muy diferentes.
Mi perspectiva y mi vida
fueron afectados por experiencias
que muchos de Uds. nunca tuvieron
como personas oyentes.
Mi cultura, algo que yo
represento y valoro,
siempre ha sido sorda.
Mi perspectiva de la vida
es completamente diferente.
Las experiencias que tuve,
algo que aprecio mucho,
me enseñaron a amarme
como un hombre sordo.
Para ilustrar este punto,
si tuviera que ir a una entrevista de
trabajo con un panel de colegas oyentes,
y si abordara esa reunión
deseando que pudiera oír,
deseando que pudiera hablar como ellos,
y concentrándome en esa desigualdad,
¿piensan que me iría bien?
Obviamente no, ¿cierto?
Porque en mi mente me estaría
concentrando en lo negativo,
creando así un resultado negativo,
y estoy seguro de que
no conseguiría ese trabajo.
Pero, en vez de eso, uso mi diferencia
como una ventaja y un factor positivo,
porque sé que como hombre sordo
tengo mucho que ofrecer a su compañía.
Mis experiencias al crecer son
muy diferentes de las suyas.
Y saber eso me permite abordar
la entrevista en forma positiva.
Puedo ir a esa reunión
y decirles con confianza
cómo se beneficiarán
al contratar a un hombre sordo
por muchas razones.
Y puedo recibir ese trabajo porque
todo reside en el modo de pensar.
Así que lo que digo es que
primero y sobre todo se amen a sí mismos.
Así que, como ya mencioné, la primera
razón por la que me amo es mi crianza.
Muchos de Uds. quizá no saben que vengo
de una familia bastante grande.
Tengo dos hermanos también sordos,
junto con mis padres,
mis abuelos,
y, sí, incluso también mis bisabuelos.
Soy la cuarta generación
en una hermosa familia
con más de 25 sordos.
Nací de padres sordos que entendían
la experiencia de ser sordo,
ellos sabían exactamente cómo criarme.
Sabían cómo brindarme
las mejores oportunidades
y apoyarme.
Desde el primer día de mi existencia,
mis padres me dieron la lengua,
el acceso a la educación,
y amor.
A medida que crecía,
mi vida era perfecta.
Imaginen, como muchos de Uds.
nacidos de padres oyentes,
nunca noté las barreras que
simplemente no estaban ahí.
Estoy seguro que muchos de Uds.
sintieron que su vida era normal,
del mismo modo que yo.
Al venir de una familia sorda, mi mundo,
en todas sus formas, era una utopía.
Cuando llegó el momento de que
mis padres me anotaran en la escuela,
ya sabían que yo iría
a la escuela para sordos.
Aprendería en un entorno
diseñado para mí.
En esa época, todos mis compañeros,
todos mis maestros,
e incluso el director era sordo.
Así que yo todavía estaba
en mi mundo perfecto.
Estaba en un ambiente donde
podría crecer y desarrollarme.
Y no tuve problemas; era perfecto para mí.
Y mucha gente no lo cree, pero es verdad.
Para mí, la comunidad sorda, nuestro
mundo, era el mundo perfecto.
Y recuerdo que en el verano antes de 5º
ya estaba por volver a la escuela
y pedí a mi mamá que me
enviara a la escuela pública.
Ella pensó que estaba loco.
Me dijo: "¡¿Qué?! ¡No!
En la escuela pública
todos los chicos oyen.
La escuela para sordos
es la solución perfecta".
Y le dije: "No, quiero aprender
lo que aprenden esos estudiantes.
Quiero ver como son sus aulas,
cómo son los maestros
de las escuelas públicas".
Así que, ante mi insistencia, me anotó.
Y después de dos semanas de frustraciones,
volví a casa pidiendo volver
a la escuela para sordos.
Ella me escuchó de un modo muy
comprensivo y me dijo: "No, lo siento".
Me sentí desconcertado.
Me dijo que yo necesitaba
aguantar un año
porque tenía que aprender cómo
interactuar con mis compañeros oyentes,
y que si tenía un poco de paciencia,
aprendería mucho sobre
el mundo a mi alrededor.
Porque la realidad es que
este es un mundo oyente.
Yo era el único niño sordo
en toda la escuela.
Claro que siempre había
tenido amigos oyentes,
pero ellos usaban la lengua de señas.
Así que ese año aprendí mucho.
No pude participar en ninguna
de las organizaciones escolares.
Mis amigos nunca aprendieron
suficiente lengua de señas.
Y cada vez que intenté hacer algún
deporte, me enviaron al banco.
El entrenador de básquetbol me dijo que
un chico sordo nunca podría
ayudar a ganar.
Y yo era atlético.
Así que, después de un año,
volví a la escuela para sordos
dónde me di cuenta que ese era mi hogar.
Esa es mi comunidad.
Y mi comunidad es dónde
yo me puedo desarrollar.
Me involucré de nuevo en la clase,
me uní a varias organizaciones escolares,
y volví al equipo de básquetbol, en el que
ayudé a ganar muchos partidos.
Así que puedo afirmar sin duda alguna
que la comunidad sorda es mi hogar.
Al terminar la secundaria,
fui aceptado en la única universidad
para sordos del mundo:
la universidad Gallaudet
en Washington D.C.
Allí obtuve mi título en matemáticas
con la intención de ser un mejor maestro
de los que tuve mientras crecía.
Como muchos de Uds., tuve muchos maestros
de matemáticas que eran desastrosos.
(Risas)
Quería ser un buen maestro de matemáticas.
Pero también quería ser
un buen ejemplo para esos alumnos.
Y cuando se acercó el momento de la
graduación, estuve nervioso, por supuesto.
Me empecé a preguntar si había tomado
la decisión correcta.
Y decidí salirme...
salir de mi zona de confort, y viajar
alrededor del mundo.
Desde entonces he estado
en más de 43 países.
Y lo más gracioso es que cuando viajo
constantemente encuentro
personas oyentes que me dicen:
"Nyle, eres muy valiente.
¿Cómo puedes viajar así?
¿No es difícil ser
un hombre sordo y viajar?
Parece algo imposible".
Y déjenme que les diga, pienso
que viajar siendo una persona sorda,
es más fácil que lo que es viajar
para una persona que oye.
Porque la lengua de señas es
algo que me da acceso
a un mundo más grande.
Les contaré una de
mis historias favoritas.
Hace algunos años estaba en el sur
de Sicilia, en un mercadillo
y al entrar en una carnicería,
había un turista estadounidense
tratando de preguntarle al carnicero
de dónde provenía la carne
que estaba cortando.
Así que el siciliano, que no habla inglés,
está gesticulando...
Y Uds. saben que los italianos gesticulan.
Trataba de explicarle
de dónde provenía la carne,
y para el turista esto era
muy difícil de entender.
Así que, veo esta cómica
conversación fallida,
y yo entiendo todo perfectamente,
así que saco un papel y un lápiz,
y traduzco lo que dice el carnicero,
y se lo doy al turista, explicándole:
"Esto es lo que trata de decirte".
Así que, aquí estoy, un sordo traduciendo
entre dos personas que oyen.
Y, en esa situación, ellos son
los discapacitados, no yo.
(Risas)
Esta historia es irónica,
ocurre muchas veces cuando conozco
a otras personas en otros países.
Siempre me asombra conocer
a los locales de otros países
y su capacidad de gesticular
y comunicarse conmigo,
muchas veces muy fácilmente.
Y siempre visito las escuelas locales
para sordos
y me hago tiempo para conocer
a los sordos del lugar.
Pero con cada nueva escuela
para sordos que vi,
me entristeció ver que sus escuelas
estaban en condiciones terribles,
y su educación tenía grandes carencias.
Muchas veces, simplemente
no podía creer lo que veía.
Al encontrarme con adultos sordos,
pronto descubrí una historia en común:
o no tenían el mismo nivel
de educación que yo
o su lenguaje era incompleto,
lo que hacía difícil la comunicación.
A menudo se quejaban de que
el sistema les había fallado,
y ahora les costaba encontrar trabajo.
Y seguí preguntándome:
¿por qué pasa esto, y por qué
pasa tan a menudo?
¿Por que yo soy, de algún modo,
más afortunado?
Al crecer, creía que cada persona
sorda en el mundo era como yo
y que tenían las mismas
oportunidades que yo tenía.
Así que, al regresar a EE.UU.
decidí investigar el tema.
Y lo que encontré me impactó.
Actualmente hay más de 70 millones
de personas sordas en el mundo
y solo un 2 % de ellas tiene acceso
a la educación en la lengua de señas.
Lo que significa que millones
y millones de niños sordos
no reciben la educación que necesitan,
lo que también se conoce como
penuria de educación.
También supe que más del
75 % de los padres oyentes
no usan la lengua de señas para
comunicarse con sus hijos sordos.
Lo que es asombroso.
Nuevamente, imaginen millones y
millones de niños sordos
sin una educación, sin una lengua.
Esos niños sin lengua y
sin acceso a la educación
exhiben señales de daño cerebral.
También encontré en mi investigación
que soy parte de un grupo aún más pequeño.
Un 10 % de los niños sordos
tienen padres sordos como los míos.
Solo un 10 %.
Tengo una gran suerte.
Tuve acceso al lenguaje, a la educación,
y tuve padres que me amaron y
me encaminaron a una senda hacia el éxito.
Yo no sería quien soy hoy
sin ninguna de esas cosas.
Así que me quedó claro
que algo debía hacerse.
Me puse manos a la obra para crear
mi propia fundación
--la fundación Nyle DiMarco--
con el objetivo de mejorar las vidas
de millones de personas
sordas en el mundo.
Desde entonces nos asociamos con otra
organización para sordos en EE. UU.
para introducir una legislación:
una ley que exige que todos los
niños sordos tengan acceso a la lengua
desde el nacimiento hasta los cinco años,
estableciendo un criterio para su éxito.
Porque antes de los cinco años
los niños tienen la capacidad de adquirir
las bases de la lengua,
lo que los prepara para la escuela
y para una vida exitosa.
Después de los cinco años,
ese período crítico para la adquisición
de la lengua desaparece.
Estoy trabajando para dar un futuro
a cada niño sordo en el mundo
lleno de un lenguaje rico
y de las oportunidades que
tuve la suerte de recibir.
Pero la comunidad sorda no
lo puede hacer sola;
necesitamos que Uds. sean nuestros aliados
y se nos unan para hacer
el mundo más informado.
Necesitamos que se nos unan
para luchar con nosotros y por nosotros
en la continua batalla de ofrecer a los
niños lo que necesitan para desarrollarse.
Así que, antes de irme, les enseñaré dos
signos simples pero importantes.
El primero es "amar".
Es segundo: "a ti mismo".
Síganme:
Ámate
a ti mismo.
¡Excelente!
¡Sobresaliente para todos!
Gracias.
(Risas)