La primera cosa que se va cuando estoy nerviosa es el castellano. (Risas) Así que, a ver. Por mi procedencia, realidad social y étnica de donde nací siempre he pensado sobre la clasificación de colores asociada a la raza: rojo, blanco, negro y amarillo. Una reducción de algo que para mí era mucho más rico. Esta es mi familia, con miembros adoptivos incluídos. Llevo en la sangre, o por lo menos en mi retina, los distintos colores que forman la población brasileña. Dentro de ellos, nunca me he sentido diferente. Pero, fuera de mi familia, algunas veces sí. Para eso, me he planteado hacer un catálogo de colores, pero de colores reales. Para eso, intenté buscar un medio inocuo. Algo que fuese un sistema técnico industrial, donde un color no tuviera más importancia que otro. Por eso elegí las escalas Pantone, porque los colores primarios tienen la misma importancia que los colores mezclados. Las fotos de este inventario cromático se hacen de una manera muy sencilla y fácil de repetir. En fondo blanco. En los retratos con fondo blanco siempre cojo un cuadrarito de 11 x 11 píxeles de la nariz. Es el color que aplico en el fondo y es del que busco el correspondiente Pantone. La elección de la nariz es intencional porque es la primera parte del cuerpo que cambia cuando tomamos el sol, cuando estamos resfriados, cuando bebemos demasiado... Así que ni uno mismo tiene un único color. Como ese chico. El proyecto desde el principio está planteado como un proyecto online, global, con convocatorias públicas. Absolutamente todos son bienvenidos en el proyecto, que ha tenido muchísima empatía con el público y al final son nuestras nuevas identidades. Son las identidades online. Este proyecto que empezó de una manera familiar y que ha tomado proporciones borgianas, porque siempre me faltan colores, al principio lo planteo como un proyecto que viaje por los cinco continentes. Lo más curioso de ese gran proyecto fue la cantidad de trabajos que han surgido a partir de él. Un proyecto que está inacabado pero que genera cosas mientras tanto. Uno es Kyle Mathewson, que es un profesor de la Universidad de Illinois, que usa los retratos de Humanae para hablar en sus clases sobre optofisiología. Este es John Seymour, John Math Guy, que ha decidido en el ámbito científico hacer todo un análisis estadístico sobre los colores el procentaje que tenía de cada uno, si había más de un tono que de otro. Este es un trabajo bellísimo de Emily Hardin, porque lo que le interesa es la variedad formal de los rostros que presento en el trabajo. Yo publico las fotos en el tumblr, y ella los dibuja a papel. Desde Los Ángeles, estamos completamente conectadas por un trabajo inacabado. Este es el trabajo de Ana Vasconcelos, una profesora infantil de São Paulo, que después de enseñar el proyecto a sus alumnos, les da pigmentos para que los mezclen y después ellos se dibujen. Es crear esta identidad personal e intransferible, y destruir por completo lo que conocemos como el lápiz de "color carne". Que no, que ese lápiz de "color carne", no. (Aplausos) Una de las cosas más emotivas y de las mayores recompensas y es la vuelta sobre lo que hablaba de mi familia, son los emails que yo recibo de familias adoptivas, de acogida, sobre este juego hogareño de cómo identificar esas imágenes y mirar todos los colores nos iguala. Esa es la mayor recompensa de este proyecto. Esta familia es preciosa. Y siempre digo que con Humanae he aprendido a ser un mero catalizador, yo soy un canal donde las personas cuentan, en parte, mi historia, y no dejan de contar las suyas también, porque ellas cuentan lo que yo digo. Humanae es como una invitación a presionar el botón "compartir" de nuestro cerebro e igualarnos todos a través de matices. Somos 1076 y espero que seamos miles y miles y miles. Muchísimas gracias. (Aplausos)