Luego de una década de investigación científica sobre la felicidad en el Perú y en cuatro continentes, una de las cosas que más nos llama la atención es la increíble capacidad humana para soñar, para desarrollar estrategias y dedicarse por años y décadas para cumplir esos sueños. Sin embargo, algunos de estos sueños van a llevar a la felicidad y otros a la infelicidad, van a ser una cosa magnífica, y unas pésimas ideas para la sociedad. Consecuentemente, una pregunta sustancial es: ¿Te has puesto a pensar cuáles son los sueños que están dirigiendo tu vida? Esa pregunta se la hicieron, hace más de 20 años, Richard Ryan y Ed Deci de la Universidad de Rochester a propósito del sueño estadounidense. Y encontraron que, fundamentalmente, era el tener dinero, fama, belleza, etc. Pero las pocas personas que alcanzaban este sueño estadounidense terminaban viviendo una pesadilla en materia de bienestar subjetivo, la salud mental y física se deterioraba y eran las personas que reportaban ser más infelices que aquellas personas que no alcanzaban ese sueño estadounidense. Esto es coherente con los estudios mundiales de felicidad, que introducen una medida de percepción subjetiva de felicidad. El New Economics Foundation quizás tenga el estudio más famoso en esta línea y podemos ver en color rojo, [Mapa mundial de la felicidad (NEF, 2012)] los países más infelices y miserables del planeta que junto con África sub-sahariana podemos ver a los países del autodenominado primer mundo; y si vemos en color verde, amarillo y medio mostaza con ají, vamos a ver que la región más feliz del mundo es América Latina y el Caribe. En este contexto, gracias al financiamiento en los últimos años de una consultora de IT en bienestar y productividad, hemos estudiado cuál es ese sueño que está detrás de esta felicidad latinoamericana, y es fundamentalmente la familia y los amigos. Detrás de esta fuente de felicidad existe una historia que está escrita en el cableado de nuestro cerebro, cableado que se ha ido formando en los últimos miles y millones de años. Nosotros no somos una especie que tiene alas para volar ni rayos láser, ni grandes dientes de sable. Lo único que tenemos es una extraordinaria capacidad de organizarnos. Fundamentalmente estar unidos en familia, con los amigos, armando tribus. Y estar dentro de la tribu era cuestión de vida o muerte, y estar fuera de la tribu, lo opuesto. Así, nuestro cerebro se fue cableando para generar un circuito virtuoso que aún se vive en nuestra región. Cuando tenemos un problema se activa el sistema del estrés y circula por nuestro sistema nervioso una sustancia que se llama cortisol que luego va a tocarle la puerta a la oxitocina para pedir la ayuda de los amigos y de la familia. Cuando encontramos esta ayuda, se va a regular el cortisol; es decir, va a bajar nuestro estrés y se van a producir opiáceos, lo cual quiere decir que nos va a generar felicidad. Este efecto, nos va a durar algunas semanas, o algunos días, pero en América Latina, siempre habrá un nuevo problema que generará estrés, encontraremos a la familia y a los amigos que estarán ahí para ayudarnos y tendremos un círculo drogo-virtuoso natural sin efectos secundarios, que podría arruinar parte importante de la industria farmacéutica y del narcotráfico. (Risas) (Aplausos) Este maravilloso cableado cerebral se protagoniza aún en América Latina, pero en el mundo autodenominado desarrollado, cuando tienen un problema van a decir: "leave me alone" -- déjame solo -- no van a buscar ayuda y cuando quieran buscarla, ya no habrá costumbre y no los van a ayudar. Lo cual activa un sistema que va a generar más depresión y más infelicidad. Esta oxitocina inherentemente se convierte en un neurotransmisor de la felicidad con un efecto duradero y con un bajísimo nivel de efectos secundarios. Más concretamente, ¿cuál es el sueño peruano? Es el de una familia próspera, educada y elegantemente moderna. ¿Qué quiere decir elegante? Va a variar de segmento en segmento. Esto es parte de los estudios que hacemos con el Grupo de Investigación, Bienestar, Cultura y Desarrollo de la Universidad Católica. Permítanme rápidamente presentarles a nuestro talentoso, dedicado equipo de gente fundamentalmente buenas personas y que de china en china nos estamos recorriendo la felicidad e infelicidad del Perú. Bueno, esta idea de una familia próspera, educada y elegante "cholo chic", (Risas) puede ser una idea en abstracto interesante pero en la práctica tiene un lado torcido, porque la educación, cuando hemos estado profundizando, es básicamente tener cartón. La gente no busca reforzar sus valores, su identidad y adquirir nuevas competencias. Es el cartón. Entonces eso explica por qué, no solamente en el Perú sino es un problema regional, existe un tema de plagio espeluznante: en los exámenes, se copian monografías completas, etc. Salen de la universidad con su cartón, y no van a competir por "competencia" sino tendrán que buscar a un amigo o a un familiar para que los haga entrar y dentro de la organización, le deberán favores a ellos y se irán generando unas mafias argolleras alucinantes, pero la argolla se tropezará más temprano que tarde con otra argolla y se generará la guerra de todos contra todos, en perjuicio de la productividad de la empresa y en perjuicio de la productividad nacional. Entonces, ese lado torcido va a generar que vaya creciendo los temas de corrupción de conseguir plata a la buena o a la mala. Esto ha sido corroborado con el estudio más grande que se ha hecho hasta la fecha en el Perú, sobre la identidad nacional en el ámbito de todo el territorio, hecho por el Instituto Integración del Grupo RPP con los cuales participamos en el análisis, y hay dos identidades: la del peruano respetuoso y culto, pero culto no como erudición sino culto como de buenas costumbres; y el peruano desubicado... que es pandémico. (Risas) El desubicado es un peruano florero, agradable, etc., pero que en el fondo no está interesado en generar una relación recíproca, de mutua ayuda o mutuo respeto, sino está a la expectativa de aprovechar la oportunidad. Y cuando el otro progresa va a sentirse miserable, con un sentimiento muy difundido, que es la envidia, y va a contraatacar metiéndole cabe al logro del otro. Dentro de la argolla no tanto, pero también un poco, y va a practicar el deporte nacional, que es el chisme. Entonces, en estas circunstancias, también observen que vivir en provincias y tener menor nivel educativo, aumenta la posibilidad de ser respetuoso y reduce la posibilidad de ser desubicado. Esto tiene que ver también con un proceso bien ancestral. Entonces ¿en qué momento se jodió el Perú? Ya la ciencia tiene varias respuestas. Y uno de los momentos jodidos de nuestra historia, es cuando los migrantes de las pequeñas comunidades tradicionales llegan a las grandes ciudades, como Lima y son recibidos con una discriminación agresiva. Cuando ocurre eso se activa un fenómeno denominado exclusión social. Y esta exclusión social va a activar el área del cerebro de mayor alerta que es la del dolor físico. Distintos estudios, este es uno de los más recientes [Yuxtaposición neural entre el dolor físico y el dolor social (Kross y cols., 2011)] pueden señalar que cuando nosotros somos excluidos socialmente, somos choteados, somos marginados, somos denominados cholos de mierda, vamos a tener las mismas activaciones que el dolor físico. ¿Y eso qué va a generar? Va a generar, primero un corte en el sistema de la empatía; es decir, yo ya no me voy a poner en el zapato del otro, y consecuentemente, ya ni lo voy a saludar, ni voy a ser condescendiente, y pasado cierto punto de discriminación, voy a disfrutar que le vaya mal al otro. Entonces, aquí vamos a observar que tenemos un problema muy complicado en nuestra historia y es algo que se está retroalimentando, porque va generando una interacción desubicada, en donde la gente se pone cada vez más barreras a la empatía, y tenemos una dinámica callejera, social, laboral e interpersonal, más allá de la argolla, terrible. Si esto es correcto, ¿qué va a ocurrir? Va a aumentar la oferta educativa como negocio, no como vocación, y la educación va a estar en crisis paralelamente al crecimiento del número de universidades, institutos tecnológicos, etc. Habrá un crecimiento del consumo, estaremos "orgullosos" de que batimos récord en importación de autos, y especialmente en el segmento de lujo, pero estaremos más locazos, más patanes, más desubicados en la interacción cotidiana. Entonces, la pregunta fundamental aquí es: ¿Cómo evitar que el Perú se joda más? (Risas) Para responder en parte esta interrogante, podemos buscar cuáles son los lugares más felices, de verdad, de nuestro territorio. Y podríamos comenzar con las magníficas caletas de pescadores, pequeñas zonas donde todavía la actividad turística e industrial es marginal. Allí las familias van a trabajar unidas, protagonizando los valores del trabajo, de la unión. Y las familias no van a ser respetadas por tener más plata, televisor más grande, sino por la calidad del trabajo y de la unión de la familia en ese sentido. También, las magníficas pequeñas comunidades tradicionales en los Andes, en donde, además del trabajo familiar, existe un excelente trabajo comunitario, en donde todos los vecinos cooperan para sembrar y cosechar la chacra, de un miembro de la comunidad, y al otro día todos irán a otra chacra y así habrá un trabajo de familias, de comunidad, y de colectividad, en donde todos van sumando. Y, adicionalmente, las magníficas comunidades amazónicas, en donde se guarda un místico equilibrio con la naturaleza. Paradójicamente, estas son las familias que cuando van en búsqueda del progreso, de una mejor educación para sus hijos, van a ser las familias discriminadas. Un amazónico, que ha viajado 8 horas para llegar a una escuela, será el chuncho incluso marginado por la propia escuela. Un andino que llega a la ciudad, será choleado por otro que vive a 400 metros más cerca del nivel del mar. Y también será marginado por aquel de su propia comunidad que llegó un año antes, y así dejará de ser el magnífico señor comunero que por ser honrado, trabajar y respetar las costumbres, será respetado como un ciudadano, para convertirse en el cholo de mierda. Esto, de alguna u otra forma, va a ir generando que las personas se den, mala cuenta, que eso magnífico, que esos valores, esa felicidad, no es buena, y que hay que adoptar un patrón moderno, y así se compran la gran estafa que es el ideal del cartón y de la plata, a la buena o a la mala. Así resulta fundamental reforzar los valores peruanos, no Machu Picchu, ni las líneas de Nazca, sino esos magníficos valores de los abuelos y de los padres de los muchos que estamos aquí presentes, pero integrarlos a la modernidad para cumplir esos dos sueños: el de mantener una buena identidad, pero integrarnos en el mundo más contemporáneo. Y, a propósito de esto, una pregunta interesante es: ¿cuál es el lugar más feliz del Perú moderno? Hicimos un estudio en las grandes ciudades en el Perú y encontramos que, sistemáticamente, uno de los lugares más felices era El Valle del Mantaro. Y El Valle del Mantaro no tiene la magnífica arquitectura cuzqueña, ni el paisaje esplendoroso de la cordillera de los Andes, sino tiene huancaínos; tiene huancas. El huanca tiene un equilibrio entre el trabajo y la diversión. Trabaja duro pero se juerguea duro también. No hay ni un solo día en el calendario anual donde no haya una fiesta patronal en El Valle del Mantaro. En segundo lugar, es un cholo power, no es un cholo acomplejado, ¿no? Que te dice "Oye ingeniero, perdón que hayas venido a mi pueblito feo, no". ¡Chino, ven y tómate dos cervezas conmigo! (Risas) En tercer lugar, son comunidades de un elevado sentido meritocrático. Cualquier joven huancaíno sabe que, respetando las tradiciones, ayudando a la familia, a los vecinos, trabajando duro, teniendo éxito, va a ser reconocido como un señor ciudadano. A diferencia, por ejemplo, de la ciudad del Cusco, uno de los lugares más infelices del Perú, en donde tienen que tener, además, una familia respetable. Y así, no van a haber nuevos ricos, solamente van a aumentar los nuevos pobres. Entonces, todo esto va configurando la necesidad, no el lujo ni la opción, la necesidad de emprender un plan nacional un plan nacional de no menos de tres años, por no decir siete años, en donde el gobierno, los medios de comunicación, la sociedad civil, la cooperación internacional, cada uno de nosotros aquí presentes esté involucrado, ¿para qué? Para rescatar los valores tradicionales e integrarlos en la modernidad. ¿Y por qué es importante esto? Por dos sencillas razones: Primero, porque así vamos a lograr nuestra felicidad personal, y la felicidad de la familia. Y, en segundo lugar, porque así evitaremos que este país se siga jodiendo. (Aplausos) [Violadores, narcos y terroristas en listas de candidatos.] (Aplausos)