Ebony Roberts: Recuerdo ver a mi padre
apuntarle con una pistola
a mi madre en la cabeza.
Ella le suplicó que bajara el arma,
pero él la ignoró.
Cuando ella corrió hacia la puerta,
él la siguió de cerca
y una vez afuera,
él disparó una sola vez.
Yo tenía 12 años.
Recuerdo a la perfección cada instante.
Recuerdo sentirme paralizada.
Recuerdo sentirme sola.
Gracias a Dios la bala no le entró,
pero mi familia nunca sería la misma.
Yo no volví a ser la misma.
En ese entonces no sabía
todas las maneras en las que me afectaría
la relación inestable de mis padres,
pero sabía que no quería
un amor como el suyo.
Mi historia sería diferente.
Unos años más tarde, cuando te conocí,
me enamoré perdidamente.
Nuestra conexión era indiscutible.
Fue como si hubieses sido hecho para mí.
Pensé que siempre estaríamos juntos.
Pero enfrentamos algunos de los problemas
que tuvieron mis padres,
y luego de casi nueve años juntos,
nos separamos.
En ese entonces teníamos a Sekou.
Solo tenía tres años.
Si bien era muy pequeño para entender
lo que realmente estaba pasando,
era lo suficientemente grande
como para saber
que mamá y papá
no iban a seguir viviendo
en la misma casa.
Nuestra separación me golpeó fuerte.
Pero decidí
que mi corazón roto no se interpondría
en lo que era mejor para Sekou.
Al principio peleamos, mientras tratábamos
de explorar este nuevo terreno
de crianza compartida.
Me pregunté a mí misma,
¿cómo criamos a este niño hermoso,
lleno de promesas,
y tanta fuerza,
a pesar de nuestras fallas como pareja?
Para mí la respuesta era simple.
Podía elegir el miedo,
el miedo a estar sola,
el miedo a lo desconocido,
o podía elegir el amor.
Y elegí el amor.
Eso implica ver lo bueno en ti
como padre.
Significa ver lo bueno en ti
como padre
y no tus errores como pareja.
Significa poner siempre a Sekou primero,
incluso si eso significa
no conseguir lo que quiero.
Sé que mis padres
se separaban y luego volvían
porque intentaban hacer las cosas bien
por el bien de mi hermano y el mío.
Si bien aprecio su esfuerzo,
hubiese preferido que no lo hicieran.
Vi y escuché demasiado.
Supe que no quería que esa
fuera la historia de Sekou.
Quería que Sekou sepa
cómo es ver a dos padres
que se llevan bien,
dos padres que trabajan juntos
como equipo.
Quería que él sepa
cómo es el amor
en su forma más sincera.
El amor es paciente, es bondadoso.
No se enoja fácilmente,
no guarda rencor.
El amor siempre protege,
siempre confía, siempre espera,
siempre persevera.
Shaka Senghor: Año 1983.
Yo tenía 11 años.
Recuerdo estar en un sótano
con mi padre,
en nuestra casa
en el lado este de Detroit.
Lo vi meter álbumes
en esos cajones de leche
azules y naranjas,
mientras le caían lágrimas de los ojos.
Justo antes de eso,
él y mi madre
nos habían sentado a mis hermanos y a mí
y nos habían dicho que se iban a separar.
Treinta años después
me vi con lágrimas en los ojos
mientras empacaba mis pertenencias
en nuestra casa.
Ebony y yo nos conocimos
cuando yo estaba cumpliendo
una sentencia de 19 años.
Durante cuatro años,
construimos por medio de
cartas, llamadas y visitas
lo que habíamos imaginado que
sería un vínculo inquebrantable.
Juntos peleamos contra el sistema,
y pensamos
que podríamos corregir
los errores de nuestros padres.
Ella era poeta,
yo era escritor.
Ella era hermosa, tenía un doctorado.
Yo era apuesto,
y apenas había terminado la secundaria.
(Risas)
Construimos algo mágico.
Algo que pensamos que duraría.
Pero, desafortunadamente,
nuestra relación se volvió un trastorno
cuando me liberaron de la prisión.
Mi trastorno de estrés postraumático,
un trauma previo a ir a prisión,
la carga de su relación,
y mi inexperiencia en una relación
borraron la magia de lo que
construimos tras las rejas.
En el medio de todo eso
estaba nuestro hermoso niño.
Recuerdo la primera vez
que trajimos a Sekou a casa.
Fue tan emocionante, tan increíble,
trabajamos juntos, colaboramos,
nos apoyamos mutuamente.
A ti te tocaba el turno noche,
a mí el turno mañana.
Todo iba muy bien.
Y luego todo cambió.
Cambió la mañana en que me dijiste
toda emocionada, decías:
"¡Vuelvo a trabajar!
¿No estás emocionado?"
Y yo decía: "Sí, estoy
extremadamente feliz.
(Risas)
No podría estar más encantado".
Pero dentro de mí estaba muy asustado.
Pero no podía decirte eso.
Entonces, en vez de eso,
dije "que tengas un día increíble".
Y te fuiste,
y me quedé con Sekou.
Lo que ahora entiendo de ese momento
es que estábamos fomentando una confianza
necesaria para convivir como padres.
Y me estabas confiando
nuestro regalo más preciado.
Estabas construyendo los cimientos
y poniendo los bloques para lo importante
en esto de ser padres.
ER: Saber cómo nos afectaron
las separaciones de nuestros padres,
tú sabes, estábamos muy sensibles
en cuanto a cómo nuestra separación
le afectaría a Sekou.
Luchamos,
pero encontramos una manera.
Y dejen que Sekou se los diga,
somos los mejores padres del mundo.
Amo que nos vea de esa forma.
Tomamos una decisión al principio,
la de criar a nuestro hijo
como aliados y no enemigos.
Romper el patrón tóxico
que vimos interpretar una y otra vez
cuando los padres pierden el foco
de lo más importante,
los niños.
Dejan que interfiera
el dolor de la relación.
Pero al fin y al cabo,
estamos en el mismo equipo,
el equipo de Sekou.
Tú sabes, debo admitir,
tenemos una relación poco convencional
que mucha gente no entiende.
No somos padres o personas perfectas.
Pero honramos el papel del otro
en la vida de Sekou.
Le permitimos hacer cosas
que nuestros padres
nunca nos permitirían hacer.
No dejamos que nuestros miedos lo limiten.
Cultivamos su curiosidad natural
acerca del universo
y su relación con el mundo.
Recuerdas la vez que volvíamos
de un día largo de trabajo,
y Sekou encontró un charco afuera,
eso sí, era un charco de barro.
Tenía puesta ropa nueva, estaba vestido
de Levi's de pies a cabeza.
Y encontró este charco de barro,
y llegó a él.
Y quería tocar el barro,
y lo dejamos.
Resistimos la tentación de decir que no,
y de hecho, fuimos a buscarle una pala,
y le dejamos sentir
las propiedades de la tierra
y explorar todo lo que él quisiera,
y él jugó
y fue tan feliz como un cerdo en el barro.
(Risas)
Nos dimos cuenta de que
la ropa se podía lavar,
que un baño limpiaría la tierra,
pero la emoción del momento,
de poder tocar
y sorprenderse de esto
que descubría por primera vez
era más valiosa que la ropa
o la suciedad que podía limpiarse.
Continuamos repensando
qué está bien y qué está mal
cuando se trata de la crianza.
Sekou nos desafía todos los días.
Lo dejamos trepar al sofá
y dibujar su ropa y sus zapatos,
lo dejamos correr en una tienda...
bueno, yo al menos.
Y recibo las miradas asesinas
de las demás madres que piensan
que los niños deberían portarse bien
y estar tranquilos en público.
También recibo esas preguntas,
que en realidad son críticas,
pero no les presto atención.
Porque a fin de cuentas,
nuestro trabajo es guiar a Sekou
en este camino de la vida,
no controlarlo.
Estamos aquí para ayudarlo
a comprender su lugar en el mundo,
para revelar sus dones más grandes,
para descubrir por qué nació.
Estamos criando a un niño negro libre
en un mundo que odia la alegría negra,
y nos negamos a ponerle los límites
que el mundo ya tiene.
SS: Nuestra forma de crianza
puede verse como una alegoría
de esta moneda de dos caras
con dos posibilidades.
Por un lado,
la realidad de criar
a un niño negro en una sociedad
que dice que los niños negros,
los cuerpos negros y las vidas negras
solo se ven como rentables o desechables.
Por otro lado,
la posibilidad de dos padres
que ya no están juntos,
pero que coexisten, se apoyan,
se aman, muestran cariño en público
de una manera en la que honran
la relación con su hijo.
Y más importante aún
es el poder de apoyarnos mutuamente
en todos esos momentos de vulnerabilidad.
Una vez me tocaba recoger a Sekou,
era mí día, ¿te acuerdas?
Fui a buscar a Sekou,
estaba en primer grado,
y cuando estaba por llegar,
otro padre se acerca y me dice:
"Hola, Shaka.
Vi a Oprah Winfrey felicitarte
anoche en CNN".
Ella estaba muy emocionada,
diría eufórica.
Yo estaba avergonzado.
Porque pensé, qué pasará
cuando se lo cuente a otro padre,
y ese padre a otro,
y luego me busquen
y descubran
que estuve en prisión
por homicidio en segundo grado.
Y luego sus niños se enteren.
Y vayan a la escuela
y le digan a Sekou,
"tu padre fue condenado
por asesinar a alguien".
Y recuerdo, mientras veía a Sekou correr,
que supe que tenía que llamar a Ebony.
Cuando la llamé
y le expliqué lo que sucedió,
Ebony dijo "tienes que hablar con él".
Entonces llevé a Sekou a casa,
lo preparé para ir a la cama,
y hablamos durante media hora.
Le conté por qué fui a prisión.
Y escuché su respuesta.
Luego llamamos a su madre
así podíamos hacer nuestro ritual nocturno
en el cual ella reza
y luego yo digo
las afirmaciones positivas.
Y recuerdo abrazarlo con fuerza.
Y me di cuenta de la importancia
de las afirmaciones que hacemos de noche.
Y las veo como una hoja de ruta, una guía,
como la piedra angular
para que otros padres protejan
y empoderen a sus hijos,
sobre todo en un mundo
donde esto es muy difícil.
Para nosotros, criar juntos
a nuestro hijo es mucho más
que programar quién busca
y recoge a nuestro hijo,
quién lo lleva a lo de un amigo,
decidir qué se va a poner,
qué va a comer.
Para nosotros se trata de ayudarnos
mutuamente a llevar el peso,
descomprimir la carga,
y estar en el mundo de manera tal
que se honre la belleza
de nuestro hijo.
Y por estas razones
hacemos las afirmaciones.
ER: Nunca pensamos estar aquí.
Pero aquí estamos.
Y esperamos que la forma
en la que estamos para Sekou
y para nosotros
sea un modelo de cómo puede verse
la crianza compartida exitosa.
Nos gustaría compartirles
el ritual nocturno de afirmaciones
que hace Shaka con Sekou
cada noche antes de dormir.
SS: Hola.
(Aplausos)
SS: Soy genial.
Sekou: Soy genial.
SS: Soy increíble.
Sekou: Soy increíble.
SS: Maravilloso.
Sekou: Maravilloso.
SS: Considerado.
Sekou: Considerado.
SS: Soy amable.
Sekou: Soy amable.
SS: Cariñoso.
Sekou: Cariñoso.
SS: Bondadoso.
Sekou: Bondadoso.
SS: Divertido.
Sekou: Divertido.
SS: Inteligente.
Sekou: Inteligente.
SS: Soy un gran chico.
Sekou: Soy un gran chico.
SS: Un soldado.
Sekou: Un soldado.
SS: Un guerrero.
Sekou: Un guerrero.
SS: Soy Sekou.
Sekou: Soy Sekou.
(Vítores)(Aplausos)
ER: Buen trabajo, cariño.