El dios Shiva –principal destructor
de la maldad, exterminador de demonios,
protector y observador
omnisciente del universo–
puso a prueba la paciencia de su esposa.
Desde tiempos inmemoriales, la unión
de Shiva y Parvati se considera gloriosa.
Mantienen un equilibrio
entre el pensamiento y la acción
del que depende el bienestar
de todo el mundo.
Sin el poder de Parvati
de la energía, el crecimiento
y la transformación de la Tierra,
Shiva se volvería un observador indolente
y el mundo permanecería estático.
Pero juntos forman una unión divina
conocida como "Ardhanarishvara",
una combinación sagrada
que simboliza la fertilidad
y conecta a todos los seres vivos.
Por estas razones, Parvati
es adorada en muchos lugares
como la madre del mundo natural
y como la contraparte esencial
a los poderes de creación de Shiva.
Ella se encarga de las comodidades
materiales de la humanidad
y de que todos los habitantes
de la Tierra se relacionen entre sí
física, emocional y espiritualmente.
Sin embargo, se abrió una grieta
entre estas dos formidables fuerzas.
Mientras Parvati sustentaba
el día a día con cuidado y pericia,
Shiva había comenzado a subestimar
el trabajo esencial de su esposa
e insistía en discutir con ella
sobre sus roles en el universo.
Él creía que Brahmā, el Creador del mundo,
había concebido al mundo material
puramente por antojo,
y que, por lo tanto,
todas las cosas materiales
eran meras distracciones llamadas "māyā":
nada más que ilusiones cósmicas.
Durante milenios, Parvati
se había limitado a sonreír
cuando Shiva era despectivo
con las cosas que ella nutría.
Pero tras su último reproche,
sabía que debía demostrarle la importancia
de su trabajo de una vez y por todas.
Decidió ausentarse del mundo,
lo cual privó a la Tierra de la mitad
de la energía cósmica que la sustentaba.
Tras su desaparición, una escasez
repentina, aterradora y universal
envolvió al mundo
en un pavoroso silencio.
Sin Parvati, la tierra
se volvió árida e infértil,
los ríos se secaron y las cosechas
en los campos se marchitaron.
La hambruna se cernió sobre la humanidad.
Los padres se esforzaban
en consolar a sus hijos hambrientos,
mientras ellos mismos pasaban hambre.
Sin nada que comer,
la gente ya no se reunía alrededor
de tazones repletos de arroz,
sino que se aislaban y se distanciaban
del mundo que se oscurecía.
Para su horror y sorpresa,
Shiva también sintió el profundo vacío
que dejó la ausencia de su esposa.
A pesar de su poder supremo,
él también se dio cuenta de que
no era inmune a la necesidad de sustento,
y sentía que su nostalgia
era eterna e intolerable.
Mientras Shiva se lamentaba
por la desolada Tierra,
comprendió que el mundo material
no podía descartarse tan fácilmente.
Tras esta epifanía de su esposo,
la compasiva Parvati no soportó más
ver cómo sus seguidores languidecían.
Para caminar entre ellos
y hacerles recobrar la salud,
adoptó la forma de un nuevo avatar
que lleva un tazón dorado de comida
y un cucharón con joyas incrustadas.
A medida que se difundió
la noticia de esta esperanzadora imagen,
comenzó a ser adorada como
Annapurna, la diosa de la comida.
Con la llegada de Annapurna,
el mundo floreció una vez más.
La gente celebró
por la fertilidad y la comida,
y se reunieron para dar las gracias.
Algunos creen que Annapurna
apareció por primera vez
en la ciudad sagrada de Kashi,
o "el lugar de la libertad",
a orillas del río Ganges,
donde abrió un comedor
para alimentar a las personas
hasta que se sintieran saciadas.
Pero los mortales no fueron
los únicos que asistieron al festín.
Conmovido por la escena de satisfacción
mundana que florecía a su alrededor,
el mismísimo dios Shiva se acercó
a la diosa con un tazón vacío
y pidió comida y perdón.
Debido a esto, la deidad suprema es
a veces representada como un mendigo
a merced de Annapurna,
quien sostiene un tazón dorado
en la mano izquierda,
mientras que con la derecha
forma el "Abhayamudra",
el gesto de seguridad y tranquilidad.
Con estos símbolos,
este poderoso avatar deja claro
que el mundo material
no es una ilusión en lo más mínimo.
Es más bien un ciclo de vida
que debe sustentarse:
desde la alimentación de
los hambrientos seres humanos
hasta el equilibrio de la Tierra.