Yo vengo a hablarles hoy sobre animales.
Sobre gacelas y leones.
No, en realidad vengo a hablarles
de la tecnología que viene,
ayudándome un poco con algunas imágenes
sobre cómo entendemos el mundo,
el ecosistema y el hecho de que
somos animales nosotros también
y hay algunas peculiaridades con
las que estamos más familiarizados.
Vamos a empezar por el principio.
Nacemos.
Venimos.
Nos empezamos a familiarizar con el medio.
Vamos creciendo,
vamos experimentando,
vamos viendo qué es la tierra,
los árboles, qué hay por ahí...
Aprendemos a utilizar herramientas
que nos hacen más rápidos,
nos ayudan a desplazarnos,
nos ayudan a movernos;
nos ayudan a movernos en otros medios
que no son, quizás,
los más naturales para nosotros.
Así vamos creciendo, nos vamos entrenando,
vamos preparándonos para la vida.
Para desarrollar una carrera profesional,
para ganarnos la vida,
para formar una familia,
para realizarnos como seres humanos, ¿no?
Porque al fin y al cabo esa preparación
es la que nos va a dar,
la que va a definir cómo de exitosos
vamos a ser en nuestra vida.
Y si lo hacemos todo bien,
competimos, nos preparamos,
estudiamos y demás,
en algún momento llegará la victoria,
el éxito absoluto.
Es una historia preciosa.
El problema es que eso
no siempre funciona así.
La carrera a la que nos enfrentamos
a veces no es una carrera por el parque.
No es para lo que nos han preparado,
no es lo que vimos en la universidad.
Se parece algo más
a una carrera de obstáculos,
donde hay barro, agujeros,
sitios que no son demasiado agradables...
Y a mí nadie me contó esto
cuando yo estaba en la universidad.
Ves un poco, pero te imaginas
que si te preparas bien, al final...
¿llegas a la meta?
Igual no, ese es el problema, ¿no?
Al final el objetivo es,
por lo menos, acabar.
Por lo menos llegar a algún sitio
y en algún punto indeterminado,
convertirse en campeones del mundo.
Bueno, no todo el mundo llega
a ser campeón del mundo, ¿no?
Yo soy española, por ahí la foto.
(Risas)
Pero para llegar a algo como eso,
necesitamos mucho de esto.
Mucho sacrificio, mucha preparación,
mucho ejercicio...
Y, bueno, a lo mejor tenemos éxito
o nos ponemos tan guapos
como el caballero...
o no.
Al final, uno compite, se convierte
quizás en uno de los mejores del mundo,
pero eso no significa
que siempre vayas a ganar.
Hay situaciones en las que al final,
lo que tienes que aprender
no es solo cómo avanzar,
sino cómo levantarte cuando te caes.
Porque es la faceta más importante.
Una cosa que sabes seguro
es que en algún momento de tu vida,
vas a tropezar.
La cuestión es qué capacidad,
qué habilidad, qué determinación
y qué carácter tienes
para poder volver a levantarte
y seguir luchando con el mismo ímpetu
y la misma fuerza.
Es lo que conocemos, esta es nuestra vida.
Nacemos, crecemos, nos preparamos,
hacemos deporte,
nos preparamos como profesionales
y nos retiramos.
Es un ecosistema;
donde conocemos
quiénes son nuestros aliados,
quiénes son nuestros enemigos,
quiénes son nuestros rivales,
con quiénes competimos para encontrar
los recursos que necesitamos...
Y es así como aprendemos a vivir,
de una manera o de otra.
Pero qué pasa,
cuando llega un elemento nuevo
al ecosistema.
En algunos casos,
como las tortugas americanas
en el río Guadalquivir,
que es el que pasa por Sevilla,
se comen a las tortugas que había
en el río y ahora cambias el ecosistema.
Los que hayáis visto Los Simpsons
veréis como eso se vuelve
una pescadilla que se muerde la cola,
donde vas introduciendo nuevos elementos
que te liberen del anterior
y al final es el caos, ¿no?
¿Qué pasa con la inteligencia artificial,
el mundo que viene...?
Seguro que todos habéis oído hablar
de Siri, Cortana, Alexa, Google now,
el coche que se conduce solo de Google,
las gafas de Intel nuevas que han salido;
Bueno, son nuevos elementos
con los que tenemos que,
de alguna manera,
organizarnos y saber
cómo van a afectar a nuestra vida.
Qué papel van a jugar
estos agentes virtuales inteligentes,
inteligencia artificial,
qué papel van a jugar en el ecosistema,
y la pregunta es:
¿Van a estar a la altura
de aquellos seres vivos que
están por debajo de nosotros
en la cadena alimenticia?
¿Van a ser iguales?
¿Vamos a estar con ellos
en una relación de igualdad?
¿Van a estar encima de nosotros
y va a ser el fin del mundo?
Puede ser que nos ayuden
con las tareas más cotidianas,
que estamos acostumbrados a hacer
y que sean serviciales.
¿Puede que se conviertan
en actores sociales
y formen parte de nuestros círculos?
¿Se puede llegar a algo más?
(Risas)
¿Pueden ser compañeros de trabajo,
con los que compartamos el entorno?
¿Pueden ser cuidadores
que nos ayuden en los momentos
de vulnerabilidad
o cuando tenemos
algún tipo de discapacidad?
¿O pueden ser psicópatas asesinos,
que nos manipulen
y se aprovechen de nosotros
casi sin darnos cuenta?
O es el fin del mundo
y tenemos a Terminator aquí mañana.
Hay mucho en lo que pensar.
La verdad es que
si te pones en la parte negativa,
es para ir al psicólogo
y plantearse qué mundo viene.
La parte más preocupante,
y ahí seguramente alguno de vosotros
habéis oído hablar de
Elon Musk o Stephen Hawking,
se plantea
cuando esta súper-inteligencia
tome conciencia de sí misma,
se dé cuenta de que es
superior a los humanos
y de que nosotros somos "desechables".
Entonces, bueno, ¡fin del mundo!
¿Cómo controlamos eso?
Otra parte quizás, más realista
o más a corto plazo
es que estas tecnologías
están haciendo tareas que, normalmente,
hacemos determinados humanos.
Lo que tiene un impacto en el empleo.
Lo que tiene un impacto en:
"Yo he aprendido a hacer estas cosas,
ahora hay una máquina que las hace mejor,
¿qué hago?"
Y ahora volvemos a pensar en
¿qué me enseñaron a mí en la universidad?
¿Qué aprendí yo a hacer?
¡A mí nadie me dijo que mi competidor
iba a ser un robot!
O iba a ser un agente inteligente.
Entonces,
cuando pensamos sobre cómo
nos vamos preparando,
la responsabilidad no solamente
recae en aquellos organismos
que organizan nuestra vida a ese nivel;
sino en la conciencia de uno mismo,
en la visualización del mundo que viene
y en las decisiones que tomamos.
En la parte positiva, sin embargo,
podemos entender que estas entidades,
como en cualquier otra
revolución industrial,
van a traer beneficios.
Van a hacer que trabajos
que sean peligrosos o difíciles,
los puedan hacer
estas entidades inteligentes.
Puede ser
que nos den más tiempo para dedicar
a las cosas que verdaderamente queremos.
Cuando veo imágenes como esta,
una factoría en China
donde la gente trabaja turnos de 12 horas,
vive en un cuchitril,
tiene media hora de descanso,
comen cualquier cosa
y hacen trabajos repetitivos todo el día;
yo me pregunto: "¿Eso es vivir?"
¿No es muy diferente
que estos señores sean
los que hagan ese trabajo,
y esas personas puedan tener
vidas más llenas?
O incluso cuando llegas a casos
donde ya no son solo trabajos mecánicos,
sino son trabajos que requieren
una especialización, un estudio.
Estoy hablando de medicina, abogacía...
Profesiones que, tradicionalmente,
no se han visto afectadas
por los cambios tecnológicos,
al menos no amenazadas.
Y, sin embargo, llegará un punto
en el que estas máquinas,
amigas, enemigas o compañeras,
podrán desarrollar todas las tareas
de una manera más eficiente,
más barata o mejor.
Sin embargo, cuando piensas
en algunas ocupaciones,
te alegras de que haya máquinas que
eviten que tú te tengas que meter ahí.
Yo estoy segura de que
este señor está muy contento
de tener un robot
para evitar situaciones como esta.
Yo veo la vida como un partido de fútbol.
Creo que Uds. se pueden relacionar
mucho con el fútbol, ¿no?
Vuelvo a la metáfora de los deportistas.
En un partido de fútbol
hay 22 señores jugando,
3 árbitros, los entrenadores
y luego millones de personas
que están mirando.
Millones de personas que, simplemente,
disfrutan o se enfadan, o les apasiona
lo que está pasando en el juego.
Pero no nos equivoquemos.
Ninguno de esos espectadores,
tiene la capacidad de afectar
a lo que pasa en el terreno de juego.
Ahora la decisión que tenemos
que tomar nosotros es:
¿Qué queremos ser?
¿Somos espectadores o somos jugadores?
Desde mi punto de vista,
podemos jugar en tercera división,
en primera, en la Champions League,
pero al menos tienes capacidad
de afectar qué ocurre.
Tienes capacidad de decisión.
Has pasado por la experiencia de jugar
un partido y, en consecuencia,
tienes la habilidad
de ponerte en situación
y, en teoría, de tomar decisiones
o adoptar posiciones
que estén más relacionadas
con la realidad de esa batalla.
Con lo cual, yo digo:
¡elijamos un deporte, el que sea!
Béisbol, baloncesto, rugby,
el que más le guste;
pero hay que elegir un deporte
que nos apasione
y en el que podamos centrar
toda esa habilidad, podamos crecer,
queramos ser parte de eso,
podamos adquirir la experiencia
para luego poder tener
una opinión válida sobre lo que viene.
Si no...
(Risas)
(En inglés) somos un mueble.
¡Qué vida más llena! ¿No?
Mirando cómo se mueven los demás,
siempre enfadados y cambiando
el canal porque no te gusta,
porque tú no eres parte del ecosistema.
Tú estás sentadito, mirando
qué ocurre y no tienes opción.
La tecnología que viene, ¡viene!
Es como un tren imparable,
eso no es una cuestión a día de hoy.
El mundo se va a convertir
en un nuevo ecosistema
donde la inteligencia artificial,
va a jugar un papel importante.
La cuestión es:
¿Qué papel queremos jugar nosotros,
en ese mundo que viene?
¿Queréis ser espectadores?
¿O queréis que las cosas cambien,
y a nivel personal prepararos
para un mundo cambiante,
donde vuestras habilidades
sean adaptables?
¿O a nivel gubernamental,
adoptar las normativas necesarias
para proteger a los más vulnerables,
antes de que acaben dañados?
Hay que prepararse.
Hay que prepararse física, emocional,
espiritual, intelectualmente,
para el mundo que viene;
y la universidad y la formación
académica tradicional
no es suficiente.
Es necesaria, se va avanzando,
pero queda mucho por hacer.
Tanto a nivel individual,
como a nivel general.
Como país, como comunidad,
como sociedad.
Hay muchas profesiones
que, antes o después,
van a ser desempeñadas
por inteligencia artificial.
Eso no es una cuestión de si va a pasar,
sino de cuándo va a pasar.
Os aseguro que muchas de ellas,
van a pasar muy pronto.
Trabajo en una de las empresas
más grandes del mundo
y tengo acceso a mucha información.
No os puedo contar secretos ahora,
pero os imaginaréis.
(Risas)
Hay otras facetas, que es más improbable
que las tecnologías afronten.
La filosofía, las letras, las artes,
toda esa parte fundamental
que es como nuestra otra mitad,
también es importantísima.
Me duele ver que en muchas universidades
se están desplazando esas materias
en favor de otras,
cuando lo que queremos es crear
una formación multidisciplinar.
Una formación en la que
no solo sabes de una cosa,
sino que entiendes el mundo,
te adaptas y eres capaz de crecer
con el mundo y evolucionar.
No hay tanta diferencia entre ver esto
e imaginarse cómo va evolucionar
el mundo de los robots.
Pero a mí me gustaría que,
cuando viéramos esta imagen,
no pensáramos en que tenemos
que luchar con la tecnología;
sino lo que tenemos es que
montarnos en ese tren
y si tenemos opiniones,
si tenemos la capacidad,
cambiar la dirección
y ayudar a asegurarnos
de que esa tecnología va en favor nuestro
y no en contra de nuestros intereses.
Para que sean herramientas de trabajo
que nos ayuden a dedicarle
más tiempo a esto;
a la familia, a los amigos,
a la salud, a hacer deporte,
a todo lo que nos importa
como seres humanos
y nos hace, pues, sentirnos mejor.
Porque en definitiva,
seamos leones o gacelas,
y aquí alguno se identificará
con uno o con otro,
al final todos tenemos que correr
para sobrevivir.
Muchas gracias.
(Aplausos)