¿Qué lugar quieren ocupar en el mundo?
¿Ya se lo han preguntado?
En la secundaria, la profesora de historia
que también enseñaba "proyecto de vida",
me hizo la siguiente pregunta:
"¿Qué lugar quieres ocupar en el mundo?"
No sabía la respuesta.
Pero tampoco imaginaba que pensar en eso
me hiciera ver tantas posibilidades
de crecimiento y para el futuro.
Vengo de una familia muy humilde,
la mayoría es de Rondonia,
donde trabajaban en el campo.
Y, cuando tenía más o menos un año,
vinieron a São Paulo.
A pesar de todas las dificultades
que enfrentó mi familia,
siempre insistieron en ayudarme
a conseguir lo mejor
y siempre me dieron
todo el apoyo que necesitara.
Y a ellos les agradezco todo.
Cerca de mi casa,
había una escuela primaria
donde me matricularon.
Esa escuela era considerada
la peor de mi región.
La mayoría de los profesores
no mostraban compromiso,
se cancelaban las clases
y el desinterés era generalizado.
Obviamente, no me sentía
motivada para nada.
Cuando llegó la hora de
comenzar la secundaria,
se fundó una escuela nueva,
al lado de esta otra,
una escuela a tiempo completo,
llamada Jardim Riviera.
Siempre quise estudiar allí,
pero la mayoría de mis amigos
asistían a la otra escuela.
Entonces me sentí confundida:
¿voy o no?
Entonces mi madre me estimuló
a que, caramba,
debería cambiarme [de escuela].
Me cambié de escuela y, en consecuencia,
mi vida también cambió.
Esa escuela también era pública,
pero era mucho mejor.
Y, de pronto, me sentí
acogida por completo.
Allá, estuvo en contacto con un proyecto
titulado "Protagonismo Juvenil",
un proyecto donde jóvenes
que se destacan académicamente,
tienen la oportunidad de
influenciar a otros jóvenes
y esos jóvenes diseminan
esas lecciones en sus escuelas.
Durante toda la secundaria,
me convertí en una de las
representantes principales
del Estado de São Paulo
en términos del protagonismo juvenil.
Bien, ese proyecto despertó en mí
un lado proactivo.
Y como en la escuela también
había disciplinas electivas,
la oportunidad de elegir lo que quisiera,
me llevó a cursar una disciplina
llamada Preiniciación Científica.
Entre las posibilidades de proyectos,
trabajar con plantas
era algo muy accesible.
Entonces, fui hasta un parque
cerca de mi casa
y allá me topé con un árbol enorme
que se llama yagrumo
que, según la sabiduría popular,
tenía propiedades cicatrizantes.
El yagrumo es un árbol endémico de Brasil.
Todo el mundo lo conoce; es una planta
que tiene muchas propiedades.
Incluso, las personas de mi familia
lo conocían.
Investigando en Internet,
vi que se confirmaba la hipótesis
de su propiedad cicatrizante.
Pero no encontraba nada científico
al respecto.
¿Cómo era que no había nada
sobre un árbol tan importante?
Era lo que necesitaba
para comenzar el proyecto.
Luego de la idea inicial, pensé
en la mejor manera de usar la planta.
Entonces hice té, jugo, ungüento, jabón,
hasta llegué a hacer papel reciclado.
Las ideas se me acababan.
El té tenía un sabor casi aceptable,
pero, en grandes cantidades,
tiene un efecto alucinógeno.
¡No lo intenten!
El jugo tenía un sabor horrible,
así que nadie lo quería probar.
Pero las mujeres dicen
que ayuda a adelgazar.
El ungüento, lo probé, funcionó bien,
y vi que tenía la probabilidad
de desarrollar un proyecto genial.
Como no tenía un laboratorio
para progresar con la investigación,
tuve que buscar asociaciones.
Y conseguí unas asociaciones con algunas
universidades, entre ellas UNIFESP,
que me ayudaron a desarrollar mejor
el proyecto.
Identifiqué la especie; hice un mapa
de sus propiedades farmacológicas
e hice una batería de pruebas.
Y, al final de cuentas, probé que
el yagrumo era cicatrizante. ¡Sí!
Gané varios premios; llegué a publicar
un artículo científico.
Hoy, varios alumnos de aquella escuela
hacen investigaciones
y mi proyecto sirve como ejemplo
para muchos.
Es un gran orgullo.
Con todo ese incentivo y entusiasmo
para hacer investigaciones,
completé la secundaria
queriendo estudiar Farmacia.
Y yo, que salí de la peor escuela
de mi región,
pasé todos los exámenes
preuniversitarios que tomé.
¿Fui? No.
Me detuve, reflexioné y decidí
que la ingeniería se acercaba mucho más
a lo que quería para mi futuro.
Hoy tengo 18 años; curso el segundo año
y pretendo formarme en ingeniería
de fuentes de energía.
Porque no me agrada ni un poco
saber que un país con una extensión
territorial tan grande,
con tanta diversidad climática,
aún recurre a termoeléctricas
en tiempos de sequía.
Y, a la vez, tiene tan poca
diversificación de matriz energética.
Todavía no tengo la respuesta
para aquella primera pregunta.
Pero, mediante la educación, descubrí
que mi mayor deseo era crecer
y cambiar las vidas de las personas
a mi alrededor.
En mi vida existieron
dos tipos de escuelas.
Pero eso nunca me desmotivó
y nunca me detuvo.
Por tanto, hoy quiero servir
como inspiración para muchos jóvenes,
así como yo tuve varias fuentes
de inspiración a lo largo de mi vida.
Quiero hacer que esos jóvenes
crean en sus talentos
y su esfuerzo personal.
Y puedan seguir sus sueños
y cambiar sus vidas y el mundo.
La gente nunca puede decir que los sueños
de una persona son boberías.
Sería una pena que todas las personas
pensaran eso.
Eres del tamaño de tus sueños.
No importa de dónde vengas
o dónde naciste.
Si tienes un sueño y te dedicas
a hacer que las cosas funcionen,
cree en mí, las cosas se logran.
¿Ya vieron
"Alicia en el país de las maravillas"?
Acuérdense del gato: "Para quien no sabe
para dónde va, cualquier camino sirve".
Entonces, la pregunta que queda es:
¿De qué tamaño son sus sueños?
Y ¿qué lugar quieren ocupar en el mundo?
¡Gracias!
(Aplausos)