Seguramente hoy se miraron al menos una vez en el espejo. Se afeitaron o se peinaron, o quizás, se chequearon los dientes después de comer. Pero lo que no saben es que esa cara que les mira no es la cara que ven los otros. Es un tipo de imagen revertida y distorsionada. Hace unos años estaba volando a Nueva York y leí un artículo en el Financial Times. Era un artículo sobre un fenómeno sobre un fenómeno llamado True Mirror (espejo fiel), y para los estadounidenses aqui, es un espejo. El True Mirror fue inventado por dos hermanos en Nueva York llamados John y Catherine Walters. Lo que descubrieron es que si uno toma dos espejos, los juntas en el ángulo correcto eliminando la línea central la imagen rebota. Lo que se ve al mirar un True Mirror es exactamente lo que otros ven cuando te miran. Así que, aterricé en Nueva York, llamé a John, pregunté si podía ir a verlo y fui a su galería en Brooklyn. Fue como estar en una tienda de circo. Había True Mirrors gigantes, tamaño cara, por toda la galería. Cuando me situé frente a un True Mirror por primera vez y miré al espejo, tuve una de las experiencias más desorientadoras de mi vida. Lo primero que notas al mirarlo es que la cabeza no está recta. La tuya va un poco en esta dirección y la tuya está bastante recta en verdad, y la tuya se inclina un poco. Aparentemente la mayoría inclina la cabeza a un lado u otro. Así que al acercarnos a este espejo lo primero que hacemos es colocar bien la cabeza pero, obviamente, al estar invertido, lo hacemos al revés. Por lo que es bastante desorientador. Sin embargo, lo más importante, es que tuve un recuerdo de mi niñez. Crecí en Glasgow. Si no lo han notado, soy escocesa. Me crié en Glasgow y cuando mi madre se maquillaba me encantaba sentarme y mirar cómo lo hacía con mis manos puestas bajo la barbilla. Y una vez le dije: "¿No es gracioso cómo un lado de tu labio superior está más arriba que el del otro lado?" Se miró en el espejo y contestó: "No es verdad". Y seguí: "Son sólo un par de milímetros, pero ese lado de tu arco de cupído es más grande que el otro lado". Y respondió: "Caroline, no digas tonterías". Cuando me miré en el True Mirror ahí estaba el labio que hasta entonces había llevado durante 45 años y nunca lo había visto. La diferencia está en que cuando miramos un espejo común, buscamos confirmación. Buscamos la confirmación de que somos guapos, o jóvenes, o delgados, o que el trasero no se ve tan grande. Cuando nos miramos en un True Mirror, no nos miramos a nosotros mismos, miramos por nosotros mismos. Buscamos revelación, no confirmación. Esto me pareció muy interesante, porque trabajo ayudando a las personas a ser ellas mismas. No de una forma narcisista o individualista, sino porque creo que la reforma social siempre empieza con el individuo. Cuando observamos a personas exitosas y cuando digo destacadas o exitosas no quiero decir económicamente exitosas. Me refiero a personas que han tenido éxito logrando lo que querían. Descubriremos que lo que tienen en común es que no tienen nada en común. Son personas que trabajan en las áreas en las que trabajo. Trabajo con personas en empresas, trabajo con jefes de industrias, trabajo con políticos que ganaron elecciones. He trabajado con geofísicos, orquestas de cámara, bailarines de ballet cantantes de pop y ópera, y he descubierto el hilo que los une. Son personas que han conseguido descubrir el regalo único que el universo les dio cuando nacieron, y lo pusieron al servicio de sus metas. Y creo que todos nos completamos. Nos completamos con una nota afinada que estábamos destinados a cantar. Y estas son personas que han conseguido descubrirlo. Eso no determina la elección de una profesión. Lo que lo determina es cómo lo hacemos. Cuando vemos a estas personas, siempre las vemos más largas que la vida. Verán a alguien como Roberto Benigni y dirán: "¡Dios mío!". Eve Ensler es más larga que la vida, lo que siempre me hace sonreír porque ¿cómo se puede ser más largo que la vida? La vida es larga. Pero la mayoría no tomamos el espacio que el universo tenía planeado para nosotros. Tomamos un mini espacio alrededor de nuestros pies y por eso, cuando vemos a alguien en toda la esencia de su ser, es extraordinario. Están a un paso más allá que los seres humanos normales, y brillan resplandecen, relucen; como si se hubiesen tragado la luna. Y todo el trabajo que he hecho, me ha llevado a creer que la individualidad es en verdad tan buena como parece. De hecho, las personas que tienen miedo a ser ellas mismas trabajarán para los que no tienen miedo. Nuestro trabajo no es ser como ninguna de las personas que estoy poniendo detrás de mí. En verdad, nuestro trabajo es ser tan distintos como podamos. Nuestro único trabajo mientras estemos aquí en el planeta es ser tan bueno siendo nosotros como los otros lo son siendo ellos. Ese es el trato. Así que quiero empezar hoy haciéndoles una pregunta increíblemente personal. No esa que dice: "¿Por qué hay tantas sílabas en la palabra monosílabo?". No. Tampoco aquella que dice: "¿Sabían que Britney Spears es un anagrama presbiteriano?". Tampoco. (Risas) Algo un poco más fundamental. De hecho, es una pregunta que ha estado buscándoos toda la vida. Es quizás la pregunta más simple y complicada que jamás os pregunten. ¿Cuántas veces en vuestra vida les han dado el consejo tan bien intencionado de que tan solo sean Uds. mismos? ¿Cuántas veces se lo han dicho a alguien? Se acerca su hijo, o una persona de su equipo, y cuentan que están nerviosos, que tienen miedo. Tienen que hacer algo y su valentía se esfuma, y Uds. les dicen: "Querido, tan solo sé tú mismo, porque cuando eres tú mismo, eres fabuloso". Ahora eso siempre resuena mucho porque es lo que todos queremos. Si dicen a John que sea él mismo, no querrá ser Mary. Está bastante feliz siendo él mismo, pero es el uso de las palabras "tan solo" lo que encuentro interesante, porque implicaría dos cosas. La primera es que es algo fácil de hacer. La segunda, que es un consejo original. John nunca había pensado en eso por sí solo. Cuando se trata de ser tú mismo, cuando se trata de estar en el mundo, el minuto en el que apareces, el minuto en el que te encarnas, te da una cadena perpetua. Ahora, no sabes cuánto tiempo tienes. Quizás tienes 70 años y yo 62. No tenemos ni idea de cuánto tiempo tenemos. Aunque dónde naces, cuándo naces, para quién naces, todas esas cosas tienen cierta influencia o impacto en cómo nos convertimos en quien nos convertimos. Si nacemos en Suiza, las probabilidades son que tenemos mucho tiempo para descubrirlo. Si nacemos en Zimbabue o en algunas partes de Glasgow, y no estoy bromeando, tenemos bastante menos tiempo. Así que no quiero que piensen en cuál es su esperanza de vida, sino en lo que esperan de la vida y en lo que la vida espera de Uds. Esas son preguntas más interesantes. Hay dos momentos en la vida en los que somos increíbles siendo nosotros mismos, fantásticos siendo nosotros. Uno de ellos es cuando somos niños. Cuando somos niños, somos fantásticos siendo nosotros porque no sabemos cómo disfrazar nuestras diferencias. Es por eso que vemos niños en la playa desnudos hasta los cinco años, y de repente, a la edad de seis o siete, quieren un bañador, un bikini. ¿Quién tiene un niño de cuatro años? ¿Nadie tiene un niño de cuatro años? Tomaré un niño de tres. Jose, tú tienes un niño de tres años. Quiero que imaginen que voy a la clase de Eduardo en el colegio, y es una clase de niños de tres años, y les digo a los niños: "¿Quién es el niño más fuerte de la clase?" ¿Qué ocurrirá? Todas las manos, ¿no? Todos levantarán la mano. Serán competitivamente fuertes. Si entro en la misma clase, pero llena de niños de siete años, y les hago la misma pregunta, dirán: "Él", porque lo saben a la de edad de siete. Él es el fuerte, él es el que más rápido corre, él es el divertido, él es el abusón. El arquetipo social surge alrededor de los cinco, seis, siete, ocho años. Es por ello que los jesuitas dicen "Dame un niño de hasta siete años, y te devolveré un hombre", porque ese es el nacimiento de la consciencia. Y desde entonces, nos volvemos más cohibidos, y por defecto, menos buenos siendo nosotros mismos. El otro momento en el que somos fantásticos siendo nosotros es cuando somos viejos. No nos da la gana hacer nada. Llegamos a ese punto de la vida cuando nos damos cuenta de que hemos vivido más veranos que los que nos quedan por delante, y todo se intensifica. Nos volvemos más honestos; menos comprometedores. Así que diremos a la gente: "No quiero espinacas, y no me las voy a comer, no me gustan. Y no me gusta el jazz, así que acaba con ese ruido. Y ya que estamos, ¡tampoco me gustas tú!". (Risas) Los llamamos "excéntricos". Llamamos a nuestros mayores "excéntricos". Y, en verdad, lo que hacen es ser auténticos. Es como un efecto de reloj de arena: de jóvenes, somos geniales siendo nosotros mismos; de viejos, somos geniales siendo nosotros mismos; pero el intervalo del medio es a veces lo más problemático. Y es en ese intervalo cuando tenemos que socializar; tenemos que amoldarnos; tenemos que adaptarnos. Por ello, he desarrollado el "Yo, complejo". Y el "Yo, complejo" es un modelo que nos ayuda a averiguar qué "yo" queremos decir cuando decimos "yo". Estamos familiarizados con el complejo de superioridad. Si tienen complejo de superioridad, piensan sobre todo que son la persona más importante en esta sala. Si tienen complejo de inferioridad sufren de una autoestima muy modesta. Ambos son signos de un ego frágil. Uno es sobre delirios de grandeza, y el otro, sobre delirios de insignificancia. Existe una tercera forma de estar en el mundo, y yo la llamo "interioridad"; una de mis palabras inventadas. La palabra interioridad describe una disposición particular, y hay dos razones por las que les puede ser útil. La primera es que no se puede comparar. Si tienen complejo de superioridad o de inferioridad, necesitan otras personas alrededor. Para el de superioridad, necesitan que otros sean más pequeños. Para el de inferioridad, necesitan sufrir el síndrome "me-van-a-descubrir", y alguien tiene que descubrirles. La interioridad no está relacionada, así que para operar desde esta posición de interioridad, es como un punto de percepción. Es una sensibilidad. Una orientación. Y es el único momento de nuestra vida, el único momento, en el que no hay rivalidad. Vayamos a buscar con quién compararnos, y no encontraremos a nadie. Les puedo hablar de interioridad hasta que me sangre la lengua, o simplemente podría mostrarles cómo es. Quiero presentarles a una mujer llamada Jill Scott. Puede que la tengan en la lista del iTunes, pero Jill es cantante y está apunto de salir al escenario y cantar. Y por si no lo saben, , un director de cine francés está grabándola. Saldrá al escenario tras Erykak Badu, y él le pregunta: "¿Estás nerviosa por salir tras Erykah?" Y quiero que escuchen lo que dice. (Vídeo) Jill Scott: Esa muñeca de allí ha guiado sin duda mi camino y el de otras muchas hermanas. Sabes, lo aprecio. Entrevistador: ¿Estás nerviosa por actuar después de ella? (Risas) JS: ¿Me has visto actuar alguna vez? Soy la señora Jill Scott. Soy poeta y cantante, y muchas otras cosas más. Cada uno tenemos algo, esa es la magia, y cada uno viene con su propio sentido de fortaleza y con su propio reino. El mío nunca se podrá comparar con el suyo, y el suyo, nunca con el mío. Caroline McHugh: ¿Ven? Ni siquiera sabían que tenían un reino propio. Así es cómo se ve. Cuando descubrimos cómo ser uno mismo es una liberación increíble, una manera alegre de vivir la vida. No desarrollamos una personalidad que ha sido predicada en ser una personalidad de retales. No somos un compuesto, una amalgama, de todas nuestras experiencias e influencias. No somos tan solo el jefe de alguien, o la madre de alguien, o el nada de alguien. Somos nosotros mismos. Sin embargo, las probabilidades son que hay al menos cuatro de Uds. sentados en esas sillas, así que déjenme presentarles a Uds. mismos. El "tú" más visible que muestras al mundo exterior es lo que el resto piensa de ti, y hay tantas opiniones de ti como personas. Quiero que imagines que eres como un dispositivo USB que enchufas en el mundo. Te muestras en el escritorio del mundo. Ese es el poder del contexto. Si no entiendes ese poco, ser uno mismo es una estrategia desacertada. Por supuesto que es importante que entiendan la percepción, pero una de las cosas que he visto en términos de género, y, por cierto, soy afortunadamente mujer. No creo que sea mujer por desgracia. Me describo como "mujerista", más que como feminista, aunque también llevo la etiqueta de feminista. Hay pocas cosas que creo que tengan un género específico, y una de ellas es algo a lo que llamo "adicción a la aprobación". La necesidad de gustar, la necesidad de aprobación o reconocimiento, o a que alguien te diga que está bien. Encuentro a más mujeres que hombres que sufren esa aflicción. Y creo que es una de las cosas más debilitadoras. Cuando se trata de ser uno mismo, necesitar la aprobación de otros, querer la opinión de otros, y tomar la propia como errónea es una de las cosas más debilitadoras del camino hacia ser uno mismo. Nunca jamás serán alguien sin imagen, pero lo importante es tener una imagen libre. Una de las cosas que les ayudará a tener una imagen libre es conectar con el siguiente círculo del "Yo complejo". Esta es la imagen que desean. Es lo que quieren que el resto piense de Uds. Y no se trata de ser falso o novedoso, o de fingir. Se trata de moverse; se trata de posibilidad; se trata de potencial; se trata de suposición. Así que, mientras haya una parte de Uds. que les motive, esa parte de Uds. es su empuje. Es su personalidad de adaptación, la construcción de su yo, e incluso eso es único, porque nadie en el mundo ha tenido las mismas experiencias o influencias que Uds. Pero este es el "Yo" que les motiva, el que cambia todo el tiempo. Y les ayuda a evitar ser una de esas personas que dicen que tienen 15 años de experiencia cuando quieren decir un año repetido 15 veces. Literalmente se repiten a sí mismos, año tras año, año tras año. Lo que quiero que piensen es que, con cada año que pasa, su trabajo es ser mejor y mejor en ser quien realmente son. Esto no es un ejercicio superficial. Ya son diferentes. Su trabajo consiste en descubrir cómo, y después ser más así. Hay ciertos momentos en la vida que nos hacen cambiar, que hacen los cambios más rápidos, profundos. Los llamo intervalos de posibilidad. Pero no están todos tan bien señalizados como este, pero conocen esos momentos en tu vida cuando encuentran una bifurcación en el camino y sienten que el potencial para el cambio se agudiza. Conocen a un extraño en un bar; tienen que decidir qué hacer. Su jefe les ofrece un trabajo nuevo. ¿Qué quieren? ¿Seguir haciendo lo mismo o quieren este trabajo? Y saben que si hacen ese cambio, la velocidad de su vida cambiará. Por desgracia, algunas intervenciones, algunos de esos intervalos de posibilidad, son catastróficos. De hecho, la mayoría lo son porque la mayoría preferimos caminar dormidos hasta que algo nos ocurre que nos despierta. Y lo que va a pasar es que alguien a quien quieres va a enfermar, o tú vas a enfermar, o te van a despedir. O quizás sea algo impersonal. Quizás ocurre un 9/11 o un tsunami, o el terremoto Kashmiri, pero algo ocurrirá que te devolverá de golpe a tu yo interior, y hará que se pregunten lo que pregunté al principio de esta charla. El problema cuando ocurre catastróficamente es que uno es vulnerable, débil. Y mi pregunta es: ¿por qué no se hacen estas preguntas cuando son fuertez, cuando están sanos? Cuando tienen trabajo, cuando son queridos. Es entonces cuando estas preguntas son útiles. Así que la pregunta es esta: Si pudiesen ser la mujer de sus sueños, ¿quién serían? Y no estoy bromeando al hacer esta pregunta. Lo que puede que impida ser la mujer de sus sueños es el siguiente círculo, y es lo que piensa una de sí misma. Ahora tenemos lo que otros piensan de nosotras, lo que nos gustaría que pensaran de cada una y este es lo que cada una piensa de sí misma Y una tiene días buenos y malos, ¿no? Hay días en los que una se despierta y cree ser maravillosa, Y otros una se despierta y ni siquiera puede decir su nombre. Incluso el teléfono parece pesar mucho. En los días que una se despierta pensando ser estupenda, no significa que una tenga una razón para ello. Una sientes el cuerpo flotar tan solo buscando una meta y una sabe cómo son esos días porque solo piensa: "¡Que me Escuchen, hoy estoy a tope! ¡Rápido, llévame a algún sitio!". Y el pelo está fabuloso y todo sale bien, todo funciona en esos días. Pero en los otros nada funciona. Las piernas no funcionan, la boca no funciona. La palabra "ladrón" viene y nos roba todo el vocabulario. Estos son los dos extremos del ego. Uno de ellos es sobre autofelicitación, y el otro sobre autocastigo. Toda la vida, y no importa quiénes sean, ni cuán viejo sean, toda la vida, desde que nacieron hasta ahora, han estado construyendo una relación estable con su ego. Necesitamos ego para vivir en el mundo occidental capitalista. Si no tuviéramos ego, estaríamos jodidos. Pero el reto consiste en quitar al ego de su posición dominante y echarlo para atrás, donde esté a nuestro servicio. Es entonces cuando es útil, y para hacer eso hay que encontrar el punto exacto entre esos dos extremos. Eso es a lo que yo llamo ecuanimidad o equilibrio. Es el tipo de estado mental que no puede perfumarse de ninguna forma por nada de lo que pase fuera de ti. Este tipo de seguridad que viene de ahí es como la seguridad del cielo. Ahora mismo está oscuro, pero sabes que al subir a un avión, incluso en el día más tormentoso, el cielo es azul brillante. Al mirar el cielo se ve un arcoiris, y es muy hermoso, no hay duda de que el cielo está ahí arriba diciendo "¿Has visto mi arcoiris?" O cuando es un mal día, oscuro, un día tan gris y triste, que el cielo se va a disculpar. Pues no, el cielo es así porque busca la variabilidad de las nubes y la variabilidad de los arcoiris. Y hay que desarrollar un estado mental interior que sea tan imprevisible con las cosas que pasen, buenas o malas, como lo es el cielo con el tiempo. En un contexto occidental, llamaríamos a este sentimiento un sentimiento de humildad. Y un día de la semana pasada, cuando conseguí trabajar con UK Sport, y, en especial, con sus increíbles entrenadores, que trabajan con atletas olímpicos maravillosos, que lograron resultados asombrosos en los juegos olímpicos de verano, fue increíble estar en la misma sala con esas 400 de esas personas. La mujer que dirige UK Sport es Baroness Campbell, y me dio la mejor definición de humildad que jamás haya oído. Me dijo esto: "La humildad no es pensar menos de ti mismo; la humildad es pensar menos acerca de ti". Y recuerdo haber aprendido esa lección de niña de no más de siete u ocho años. Fue la mujer con la boca torcida la que me enseñó la lección. Mi madre no tenía ni idea de lo que me estaba haciendo mientras yo crecía, pero mientras crecía en Glasgow en el Glasgow de la clase trabajadora de la industria del hierro nadie tenía dinero, por lo que nadie podía permitirse salir y entretenerse. La vida de todos ocurría en casa, así que los fines de semana, tanto viejos como niños aparecían en las casas de otros y bebían hasta que la cabeza les daba vueltas y ese tipo de cosas. Pero todo el mundo actuaba en algún momento de la tarde. Y era un jaleo, porque esas personas eran cobradoras de autobús, soldadores y carpinteros durante el día, pero por la noche aparecían y se convertían en Frank Sinatra, Dean Martin, Sarah Vaughan y Billy Eckstine. Estaban todos en mi casa y era como un evento estelar, viviendo en mi casa. Y a los niños también se les enseñaba a actuar. Yo soy la mayor de cuatro hermanas, mi madre tuvo cuatro hijas. Igual que mi padre, como hecho interesante. Pero nos enseñaron a actuar desde cualquier edad y nos llevaban a esas fiestas familiares. A mí con mi guitarra y con mis hermanas a mi alrededor y teníamos que cantar. Y nos colocaban literalmente como los Von Trapps. Mi padre decía: "Beneda aquí, Louise allí". Y cantábamos y éramos espantosas. Éramos una catástrofe total. Una noche mi madre vino a buscarnos y teníamos una pelea de almohadas. Apareció y nos dijo: "Chicas. todos están listos, Bajen y canten una canción". Y aquella noche estaba derrotada. Le dije: "No quiero cantar". Y contestó: "Por qué no?" Seguí: "Me da vergüenza". Y añadió: «¿Vergüenza de qué?» Y dije: "Bueno, todos me van a mirar." Y jamás olvidaré su cara. Me miró y me contestó: "Caroline, no te eches flores, querida". (Risas) ¿Crees que les interesas? Pues no. Tu trabajo consiste en hacerles felices, así que baja y canta". Y dije: "Bien". Y tomé mi guitarra y a mis hermanas y ¿saben qué? Jamás he olvidado ese consejo. Pero me ha dejado con una indiferencia espectacular sobre dónde acaban mis habilidades, una indiferencia espectacular de ser el centro de atención. De hecho, desde ese día, nunca he vuelto a ser el centro de atención. Uds. son mi centro de atención y eso es un sentimiento muy diferente. Así que el último yo, y el opuesto al mínimo, es el yo invariable y siempre presente. Este eres el tú que has sido desde que cumpliste siete, y el mismo tú que serás cuando cumplas 107, si dios quiere. Estuve mucho tiempo en la India, y en la India maduras con este sentimiento de que eres un ser espiritual que por casualidad vive en un cuerpo físico, pero en Occidente, nos interesamos más por el cuerpo físico. Y si nos hacemos suficientemente viejos como que nos interesamos por el espíritu. Pero si han estado alguna vez en el museo Gandhi en Delhi sabrán que esta es la frase que está encima de la puerta y es en verdad una respuesta que dio Gandhi a la pregunta de un periodista. Gandhi estaba subiendo al tren y el periodista lo llamó: "¡Gandhiji, Gandhiji! ¿Qué mensaje tienes para el mundo?" Y Gandhi se giró y respondió: "Mi vida. Mi vida es mi mensaje". Y su vida es su mensaje también. Puede que no sea tan grande como el de Gandhi, el mío sin duda no lo es, pero su vida tiene que ser su mensaje. Si no ¿por qué están aquí? No es porque tengan un hueco. Así que cuando piensen en su identidad, cuando piensen en lo que significa estar vivo, cuando piensen por qué merecen existir, no son sus pensamientos porque los piensen. Y no pueden ser sus sentimientos, porque si no, ¿cuál de sus yo es el que sienten? No son lo que tienen, no son lo que hacen, no son ni siquiera a quien aman o quien les ama. Tiene que haber algo por debajo de todo eso. Cuando miran a las personas que han logrado sobrepasar todas las críticas que les hemos hecho, ya saben, a este hombre de aquí no se le podría juzgar como un hombre o negro, o joven, o viejo, o demócrata o republicano, o gay o hetero. En verdad, no habría importado porque él sabe por qué estaba aquí. Sí, podemos. Él parecía ser un verbo. Incluso cuando se nace sin muchos de los atributos que otros de sus compañeros tienen, incluso cuando se nace de una forma que nos hace sentir incapaces, si se es capaz de conectar con esa voz, capaz de conectar con esa voz interior de la que les he estado hablando, se puede acabar siendo, a los 12 años, la persona más joven jamás convocada a la Federación nacional de natación. Se puede acabar a la edad de 13 siendo el ganador de la medalla de oro olímpica más joven de la historia. A los 14 siendo la persona más joven en ganar la medalla de la Orden del Imperio Británico. Eso es lo que pasa al sintonizar con el pronombre personal. Así que si hacen esto, no solo aumentará la velocidad de su vida, no solo se enriquecerá la esencia de su vida, sino que jamás volverán a sentirse innecesarios. (Aplausos) Gracias.