Se han quedado varados a miles de kilómetros de casa sin dinero ni posesiones. Tal situación provocaría desesperación y que muchos maldigan su horrible destino. Pero para Zenón de Citio se convirtió en la base de su trabajo y el legado de su vida. El mercader una vez rico perdió todo cuando naufragó en Atenas alrededor del 300 a.C. Sin mucho por hacer, entró en una librería, leyó sobre Sócrates y quedó intrigado, y empezó a buscar y estudiar con los filósofos famosos de la ciudad. Conforme Zenón empezó a educar a sus propios estudiantes, sentó las bases de la filosofía conocida como estoicismo, cuyas enseñanzas sobre la virtud, la tolerancia y el autocontrol han inspirado a generaciones de pensadores y líderes. La palabra "estoicismo" viene del griego "stoa poikile", la columnata pública decorada donde Zenón y sus discípulos se reunían para las tertulias. Hoy, usamos la palabra "estoico" coloquialmente para referirnos a alguien que permanece tranquilo bajo presión y evita extremos emocionales. Pero si bien esto refleja aspectos importantes del estoicismo, la filosofía original era más que solo una actitud. Los estoicos creían que todo a nuestro alrededor funciona de acuerdo con una red de causa y efecto cuyo resultado era una estructura racional del universo llamada logos. Y aunque no siempre podemos controlar los eventos que nos afectan, sí podemos tener el control sobre cómo abordamos las cosas. En lugar de imaginar una sociedad ideal, el estoico intenta lidiar con el mundo tal cual es mientras persigue su desarrollo personal a través de cuatro virtudes cardinales: la sabiduría práctica, la capacidad de enfrentarse a situaciones complejas de una manera lógica, fundamentada y tranquila; la temperancia, el ejercicio del autocontrol y la moderación en todos los aspectos de la vida; la justicia, tratar a los demás con imparcialidad incluso cuando han errado y valentía, presente no solo en circunstancias extraordinarias, sino al enfrentar desafíos diarios con claridad e integridad. Como escribió Séneca, uno de los más famosos escritores romanos, "Algunas veces incluso vivir, es un acto de coraje". Pero si bien el estoicismo se centra en la mejora personal, no es una filosofía egocéntrica. En una época en que las leyes romanas consideraban a los esclavos una propiedad, Séneca pidió un trato humano para ellos y enfatizó que todos compartimos la misma humanidad fundamental. El estoicismo tampoco fomenta la pasividad. La idea es que solo los que cultivaron la virtud y el autocontrol pueden despertar un cambio positivo en otros. Uno de los escritores estoicos más famosos fue uno de los grandes emperadores romanos. El estoicismo ayudó a Marco Aurelio durante el curso de su reinado de 19 años a liderar el Imperio enfrentando dos guerras importantes y a afrontar la pérdida de muchos de sus hijos. Siglos más tarde, los diarios de Marco guiarían y consolarían a Nelson Mandela durante sus 27 años de prisión durante su lucha por la igualdad racial en Sudáfrica. Después de su liberación y eventual victoria, Mandela enfatizó la importancia de la paz y la reconciliación, convencido de que si bien las injusticias del pasado no podían cambiarse, su pueblo podía confrontarlas en el presente para construir un futuro mejor y más justo. El estoicismo fue una escuela de filosofía activa durante varios siglos en Grecia y Roma. Desapareció como institución formal, pero sigue siendo una filosofía influyente. Los teólogos cristianos, como Tomás de Aquino, admiraron y adoptaron su enfoque sobre las virtudes y hay similitudes entre la ataraxia estoica, o la tranquilidad de la mente, y el concepto budista de nirvana. Un estoico particularmente influyente fue el filósofo Epicteto que escribió que el sufrimiento no deriva de los acontecimientos de nuestras vidas, sino de nuestros juicios sobre ellos. Esto ha resonado fuertemente en la psicología moderna y el movimiento de autoayuda. Por ejemplo, la terapia racional emotiva conductual se centra en cambiar las actitudes autodestructivas que la gente expresa frente a sus circunstancias en la vida. También está la logoterapia de Viktor Frankl. Desarrollada por el propio Frankl en base a su experiencia como prisionero en un campo de concentración, la logoterapia se rige por el principio estoico de que podemos usar nuestra fuerza de voluntad para dar sentido a nuestras vidas incluso en las situaciones más sombrías.