El 28 de octubre de 2017
un grupo de ancianos
visitaba el Parque de la Naturaleza
de Cabárceno, en Cantabria.
Cuando se encontraban
en el recinto de los hipopótamos
uno de los animales les sorprendió
con una enorme ventosidad
que provocó la caída
de varios de los ancianos.
Tres de ellos tuvieron
que ser hospitalizados.
Parece increíble, ¿no?
Pues, este titular,
"El pedo de un hipopótamo
acaba con tres visitantes del zoo
ingresados en el hospital",
se publicó en varios medios
que todos consideraríamos serios,
que nos parece que tienen credibilidad,
que nos parecen fiables.
Y, sin embargo,
este titular es falso,
es un bulo.
Hace unos meses mi vida cambió.
Dejé mi trabajo
en un programa de televisión
para crear, junto con otro compañero,
un proyecto periodístico independiente
que luchara contra la desinformación,
que apostara por el periodismo de datos,
por la verificación,
por la transparencia,
y por la memoria, por la hemeroteca.
Que ayudara a los ciudadanos
a distinguir entre lo que es verdad
y lo que es mentira.
De eso os quiero hablar hoy.
Arrancamos.
(Pitidos)
Cuando oímos esto, sabemos que vamos
a escuchar un boletín informativo.
Identificamos estos pitos con
el consumo de información por la radio.
Vemos esto:
(Música)
y sabemos que lo que empieza
es el telediario.
Asociamos esas imágenes y esa música
con el consumo de información audiovisual.
Tocamos este papel, lo tenemos en la mano
y sabemos que esto, este papel,
es un formato de consumo
de información: un periódico.
Nuestros sentidos asocian
estos formatos con noticias.
Aunque nos pueden mentir, ¿eh?
Que veo alguna cara rara entre el público.
Lo que tenemos interiorizado
es que, en estos formatos,
lo que recibimos es información.
Esto es lo que en maldita.es
llamamos "el ancla".
Quedaros con esto, porque
me lo vais a oír más de una vez.
Y entonces me diréis:
"¿Qué ha cambiado? ¿Qué es diferente?"
(Audio de Donald Trump en inglés)
"Estamos luchando
contra las noticias falsas.
Denomino a las noticias falsas
'el enemigo del pueblo'.
Y lo son. Noticias falsas".
(Termina el audio)
Esto es lo que ha cambiado:
llevar Internet
todo el rato en el bolsillo
y consumir cada vez más noticias
a través de WhatsApp, de Twitter,
de Facebook, de Instagram.
Que está muy bien, ojo.
Pero, aquí es donde la desinformación
tiene más fácil imitar a la información,
disfrazarse de ella.
Y aquí es donde ese ancla
de la que hablábamos al principio
se difumina.
¿Cómo pasa esto?
Esto es una noticia real.
Y esto es una desinformación,
lo que mucha gente llama,
aunque a mí no me gusta mucho
el término, una noticia falsa,
un "fake news".
Porque, cuando yo digo
que algo es una noticia falsa,
no estoy refiriéndome a lo mismo
que cuando Donald Trump
dice que la CNN son "fake news".
Porque esto no es una noticia.
Nunca ha pretendido serlo.
Es solamente un disfraz para desinformar.
Esto es muy importante que
lo tengamos en la cabeza.
Y, sin embargo,
¿a que se parecen un montón?
Parece que son el mismo formato
con su titular, su foto.
No tenemos referencias que nos indiquen
que una es verdadera y otra es falsa.
A esto tenemos que sumarle otro problema:
cada vez consumimos más las noticias
individualmente, aisladas, sin contexto.
Cada vez entramos menos en la página
de un medio de comunicación,
en su portada, para ver qué ha decidido
la redacción que es importante
y consumimos las noticias a través
de lo que nos llega por redes sociales:
por WhatsApp, por Facebook.
Sin saber muy bien a qué tipo de página
estamos entrando para consumir,
o si es un medio fiable o no lo es.
Por ejemplo: "Urdangarín tendrá una paga
en Suiza para sus gastos".
Este titular se viralizó muchísimo.
Hay mucha gente que, a día de hoy,
cree que, efectivamente,
el cuñado del rey,
condenado por corrupción,
recibió una paga de la Casa Real
para sus gastos.
Igual alguno está sentado por aquí
y está descubriendo ahora que es mentira.
¿Por qué pasó esto?
Porque esta noticia se viralizó
sin contexto, sin ancla.
Os vamos a demostrar por qué
esto es tan importante.
Si vemos esta noticia en la portada
de El País o de El Mundo,
podríamos pensar por el contexto,
por lo que le rodea,
que esta noticia es verosímil,
que podría ser que
el cuñado del rey, condenado,
hubiera tenido esos privilegios.
Pero, ¿y si la vemos aquí,
en su verdadero origen,
de donde surge esta noticia?
Precisamente por lo que le rodea,
por el contexto que tiene alrededor,
hay algo que nos hace pensar
que podría no ser creíble.
Pues esto tiene otra vuelta de tuerca.
A veces ni siquiera consumimos la noticia.
A veces solamente consumimos
la foto y el titular.
¿Y si lo vemos así?
No tenemos ninguna referencia.
No sabemos de dónde sale.
No sabemos cuál es la fuente.
No sabemos cuál es la fecha.
No sabemos si es fiable o no.
Os voy a poner otro ejemplo:
"Vuelve el servicio militar obligatorio
para menores de 25 años".
Recibimos esto en nuestro móvil.
Es un titular, una foto,
no hay link, casi no hay fecha,
porque ni siquiera dice el año,
y no tenemos ni idea de dónde ha salido.
¿Dónde ubica esto nuestro imaginario?
¿En una web creíble o en una no creíble?
¿Qué nos dicen nuestros sentidos?
No tenemos contexto. No tenemos ancla.
Y a esto se le suma otra clave:
la desinformación se democratiza.
¿Sabéis de dónde sale este titular?
De aquí, de una web creada solamente
para que puedas convertir tus bulos
en formato de noticia.
Antes desinformaba el poder,
quien tenía capacidad de hacerlo:
las élites económicas, los gobiernos,
los grandes medios
de comunicación, la Iglesia.
Ahora, con herramientas como esta,
puede desinformar casi cualquier persona.
Y eso cada vez es más fácil
y cada vez es más peligroso.
Vamos a por qué se fabrican
este tipo de noticias falsas.
Nosotros hemos identificado tres razones:
la primera, por pura maldad,
por puro divertimento.
Por crear contenidos falsos
para ver hasta dónde pueden llegar,
a cuánta gente son capaces de convencer.
Y hay situaciones en las que
esto se vuelve muy peligroso.
¿Os acordáis de Frida Sofía,
la niña de 12 años
que se encontraba sepultada bajo
los escombros de un colegio en México?
Todo un país buscándola.
Todos los medios de comunicación
del mundo pendiente de ella.
Y resultó que la niña no existía.
Era una noticia falsa.
Era una noticia creada solamente
para generar el caos
en una situación de emergencia.
Esto en España lo hemos vivido,
en los incendios de Galicia
y de Asturias del año 2017,
cuando las llamas estaban ya llegando
casi a las casas en Vigo,
de repente, surgió una alerta en redes:
"No se puede beber agua del grifo.
No es potable. Está contaminada".
Esto corrió por WhatsApp como la pólvora
y resultó ser una alerta falsa.
Y, ojo, porque no fue la única.
Este es un mapa de algunas de
las desinformaciones que corrieron
en una sola noche de incendios
en la que los vecinos,
mientras luchaban contra las llamas,
tuvieron también que luchar
contra el miedo que infundían
estas desinformaciones
que llegaban a su móvil.
Esto es peligrosísimo y os aviso,
si alguna vez se os ocurre hacer
algo parecido, estamos vigilantes.
Vamos por la segunda razón:
la pasta; por hacer caja.
Porque generar contenidos falsos,
hay gente que gana dinero con ello.
Durante las elecciones norteamericanas,
en Macedonia, un grupo de jóvenes
se puso a fabricar noticias falsas.
Empezaron haciéndolas contra
Trump y contra Hillary Clinton
y, rápidamente, se dieron cuenta de que
las noticias contra Trump no daban dinero,
así que fueron a saco
a por Hillary Clinton.
Y dio resultado.
Ganaron miles de euros.
En España hay páginas
que hacen una cosa parecida:
generan contenidos falsos para que
la gente haga clic y entre a su web
y ellos puedan cobrar publicidad.
Y nos dicen en el aviso legal
que es que son satíricas,
que solamente lo hacen por la broma.
Aunque, claro, a veces no lo hacen
para hacer risa, lo hacen ganar dinero.
Y habrá algún escéptico
en la sala que me diga:
"¿Y quiénes sois vosotros para decidir
lo que es satírico y lo que no lo es?"
Pues nadie.
Por eso, lo único que hacemos es deciros
en los manuales sobre desinformación,
que hay que mirar el aviso legal de
las páginas en las que leemos las cosas
antes de creérnoslas.
Os avisamos con nuestras
herramientas tecnológicas
de que estáis entrando
en una página satírica,
como mediante nuestra extensión
y procuramos que los ciudadanos
estéis lo más informados posible
para que no os cuelen las mentiras.
Y hay una tercera razón, que
a mí me parece la más peligrosa:
los bulos que se fabrican por ideología.
Los que se fabrican para
distorsionar nuestra realidad,
para crear un determinado
estado de opinión
que favorece unas ideas determinadas.
Esto en Europa lo hemos vivido:
con el Brexit,
con Cataluña, con la crisis de refugiados.
¿Quién no ha recibido en su móvil
un vídeo, un audio, una imagen,
una cadena de WhatsApp contra
la inmigración en los últimos meses?
Estos mensajes reenviados
entre miles y miles de personas,
a veces, tienen apariencia
de credibilidad,
a veces son un titular y una foto,
pero no tienen fuente,
no tienen fecha, no tienen ancla.
También hay titulares como este:
"Una familia acoge a un refugiado y viola
y deja embarazada a su hija de 12 años".
Este titular es falso.
El hombre no era refugiado
y no vivía acogido en la familia.
Y, sin embargo, a día de hoy,
este titular sigue publicado
y aquellas personas que lo hayan leído
relacionan refugiado con violador.
Este es el ecosistema en el que
nos encontramos y es muy peligroso.
Solamente os digo una cosa:
si alguna vez no tenéis claro algo,
no lo compartáis.
Es el mejor consejo
que os voy a poder dar hoy.
Estamos en un punto en el que los bulos
pueden pasar de ser simples mentiras
a convertirse en creencias.
La desinformación va calando
y las personas dejan de creer
en la evidencia científica, por ejemplo.
Lo estamos viendo en Italia
con los anti-vacunas
que están ganando la batalla
con el Vicepresidente a la cabeza.
Empezamos a creer que la Tierra es plana.
Empezamos a defender
que el hombre no ha llegado a la Luna.
Empezamos a beber leche cruda.
¿Y cómo podemos combatir esto?
Bueno, pues hay quien dice
que con legislación.
Hay quien dice que debería de ser un juez
o incluso una institución
dependiente del Estado
la que decida entre
lo que es verdad y lo que es mentira.
Nosotros creemos que ese no es el camino,
porque la línea entre
una legislación anti-bulos
y la censura es excesivamente delgada.
Y no estamos solos en esto.
Los expertos de la Comisión Europea,
un grupo de expertos que
se formó hace unos meses,
del que nosotros formamos parte,
también creen que todavía
no estamos preparados
para legislar en caliente
contra la desinformación.
No conocemos suficientemente el fenómeno
y necesitamos seguir estudiándolo.
Pero sí tenemos otras herramientas
para luchar contra ella.
Por ejemplo, con periodismo
de datos y hechos,
con tecnología de alerta temprana
contra la desinformación,
con la comunidad,
con la educación y con vosotros.
Porque os necesitamos para que
nos alertéis de esa posible desinformación
que se está moviendo en vuestras redes.
Porque nosotros no podemos
estar en todas partes,
y mucho menos en ese chat de familia
en el que, más de una vez,
ha caído una desinformación,
o en esos grupos cerrados de Facebook
en los que un día sí y otro también
se está publicando un 'meme'
de un político de derechas,
o un 'meme' de un político de izquierdas,
o de un actor o de un personaje histórico,
que son tremendamente polémicos,
pero que no tienen ni fuente ni fecha.
Cuando nos hacéis llegar
esa desinformación,
nuestro equipo se pone a trabajar
con una metodología muy estricta.
¿Qué es lo que más se está viralizando?
Eso es lo primero que vamos
a intentar desmentir.
A partir de ahí, trabajo periodístico:
levantar el teléfono,
hablar con las fuentes,
verificar las imágenes y
rastrear el origen de los vídeos.
Y cuando ese trabajo está hecho
y ya sabemos si es o no es un bulo,
todo el equipo tiene que auditar
al verificador
y plantearle preguntas para saber
si ha hecho o no ha hecho bien su trabajo.
Y después votamos.
Tiene que haber una mayoría de votos
a favor de ese desmentido
y ninguno en contra para que nosotros
podamos estar seguros y listos
para salir y deciros que algo es falso.
Y ahí os volvemos a necesitar,
porque tenéis que ser vosotros
los que volváis a vuestros
grupos de WhatsApp y de Facebook
y le digáis a vuestros contactos que no,
que eso no es verdad, que es un bulo.
Periodismo, tecnología,
comunidad y educación
son las claves para salir de esta.
No todo está perdido.
Los periodistas que queremos
hacer nuestro trabajo bien, existimos.
Y somos mayoría.
Sabemos que habéis dejado
de confiar en nosotros,
porque alguna vez hemos fallado,
y os pedimos perdón, mil veces.
Pero de esta, de la desinformación,
de que no nos la cuelen ni los bulos,
ni los poderes públicos,
solamente salimos juntos,
ciudadanos y periodistas.
Porque el periodismo es la mejor
herramienta para que no te la cuelen.
Gracias por escuchar.
(Aplausos)