Estudio rumores.
No chismes de revista
o el tipo de rumores que
hacen que el mercado de valores colapse,
o se dispare,
sino el tipo de rumores
que afectan nuestra salud
y la salud del mundo.
Como que comer mucho ajo
o beber mucha agua
nos va a proteger del coronavirus.
Ojalá.
Los rumores tienen mala reputación.
No son vistos como un hecho,
y se consideran incorrectos
o "solo un rumor".
Pero he estudiado los rumores por años,
y algo que he aprendido
es que todos tienen una historia,
y suele ser una historia importante.
Uno de los rumores más conmovedores
o alarmistas que he investigado
ocurrió en el norte de Nigeria.
Trabajaba con el Programa
de Inmunización de la UNICEF.
Y no fueron los propios rumores
lo que me pareció tan alarmante,
fue el impacto global de esos rumores.
Se rumoreaba
que la vacuna contra la polio
en realidad era anticonceptiva.
Que controlaba la población
o quizá causaba SIDA.
No, no, quizá era la CIA
espiándolos o contándolos.
Es decir, ¿por qué otra razón
tocarían a sus puertas una y otra vez
con la misma vacuna contra la polio?
Cuando habían niños
muriendo por sarampión,
nadie llegaba con vacunas
para el sarampión.
Esto no se trataba de los hechos, ¿cierto?
Esto se trataba de confianza.
Se trataba de una falta de confianza.
¿Por qué tanta desconfianza?
No eran las madres quienes desconfiaban,
en realidad, eran los líderes locales,
los líderes religiosos,
los líderes políticos locales.
Fue el gobernador del estado de Kano
quien decidió boicotear
todo el esfuerzo por erradicar
la polio en el estado
durante once meses.
¿Por qué tanta desconfianza?
Bueno, era el año 2003.
Dos años después del nueve de septiembre.
Y estaban convencidos de que el oeste,
particularmente EE. UU.
estaba en guerra con los musulmanes.
Y sabían que el oeste,
particularmente EE. UU.
apoyaba en gran medida y financiaba
la iniciativa global
para erradicar la polio.
Tenían sus razones.
Esa falta de confianza,
la postura de "solo es un rumor",
costó USD 500 millones
al programa para erradicar la polio
para resetear el reloj,
retomar el progreso perdido
durante esos once meses y más.
La cepa nigeriana del virus de la polio
viajó a más de 20 países,
llegando hasta Indonesia.
El precio de un rumor.
El caso de Nigeria fue uno
de los muchos que investigué
al trabajar con la UNICEF
y cuando me nombraron directora
del departamento de bomberos.
(Ríe)
En ese momento me di cuenta
de que nunca tenía suficiente tiempo.
Estaba muy ocupada apagando incendios
sin dedicarle tiempo a entender
qué generaba,
no solo los casos individuales,
sino por qué había una epidemia
de estos casos alrededor del mundo.
Dejé la UNICEF
y regresé a la investigación,
investigación aplicada,
y en 2010 establecí lo que llamé
el Proyecto de Confianza en las Vacunas
en la Escuela de Higiene
y Medicina Tropical de Londres.
Me reuní con antropólogos,
epidemiólogos, psicólogos,
especialistas en medios digitales
y modeladores matemáticos.
Nos hicimos a la tarea
de investigar casos históricos de rumores
y su impacto.
Desde tratar de identificar
las primeras señales,
los factores amplificadores y su impacto
cómo ganaban terreno,
para poder empezar a entender
qué debíamos buscar,
cómo ayudar a los gobiernos
y a los programas de inmunización
a estar más alerta y responder
a las primeras señales de los problemas.
Era un sistema de alerta temprana.
En 2015, desarrollamos un índice
de confianza a las vacunas.
Es una encuesta que trata de investigar
hasta qué punto la gente está de acuerdo
o en desacuerdo
sobre la importancia de las vacunas,
su seguridad, su efectividad,
o si funcionan,
y de alguna manera, son compatibles
con mis creencias religiosas.
Realizamos esta encuesta a más de
miles de personas de todo el mundo,
intentando familiarizarnos
con la confianza,
y también aún más importante, intentando
ver cuándo aumenta o disminuye,
porque queremos ver
cuándo empieza a disminuir,
pues es el momento de intervenir,
de aparecer antes de que haya
una crisis como la de Nigeria.
También monitoreamos los medios
y redes sociales 24/7 en todo el mundo,
en diferentes idiomas,
escuchando lo que se dice
en conversaciones sobre vacunas,
tratando de identificar las primeras
preocupaciones o cambios de opinión
a los que deberíamos poner atención.
Creamos un ecosistema
de distintos tipos de información
para tratar de entender
lo que está pensando la gente
y qué podemos hacer.
Buscamos las primeras señales
y cuando encontramos una,
contamos con una red global
de colaboradores en distintos países
que tienen más inteligencia local
en el área para tratar de entender
si la señal es desinformación
o si se está formando algo
de lo que deberíamos saber.
En Londres hay una imagen más amplia.
Vemos la nube de rumores,
no solo viajando de manera local,
sino cruzando países.
Los hemos visto viajar
desde Japón hasta Colombia,
en Europa y sus alrededores.
Se desplazan.
Vivimos en un entorno híperconectado.
Algo que nos parece fascinante,
y hemos aprendido mucho
en los últimos 10 años,
este en nuestro décimo aniversario,
el problema de los rumores no empezó ayer,
y algo que hemos aprendido,
que aparece en nuestro monitoreo global,
es que Europa es la región
más escéptica del mundo.
De hecho, Francia se llevó el premio.
(Risas)
Y por mucho.
Y en realidad, algunos de los rumores
llegaron a otras partes del mundo.
Pero tratábamos de entender a Europa.
¿Por qué Europa?
Pensé que en realidad, EE. UU.
tenía a algunos de los más escépticos,
pero vaya que me equivoqué.
Y un científico político,
alguien con quien trabajo,
John Kennedy,
tomó nuestros datos
de 28 países europeos,
los miró y los relacionó con
una encuesta de opiniones políticas.
¿Y qué encontró?
Descubrió que la gente que
suele votar por un partido populista
también era la que
más estaba en desacuerdo
con la importancia, seguridad
o efectividad de las vacunas.
¿Qué aprendimos?
Las vacunas no pueden escapar
de la turbulencia social y política
que las rodea.
Los científicos no estaban preparados
para esta avalancha de dudas,
preguntas y desconfianza.
¿Por qué las vacunas
son tan propensas a la resistencia?
Bueno, identificamos algunos motivos.
El primero es que son altamente
promocionadas por el gobierno
que solicita, regula y a veces,
recomienda las vacunas,
o las recomienda a menudo
pero solo a veces las solicita.
Grandes compañías generan las vacunas,
y ninguna institución,
gobierno o gran negocio
cuenta con altos niveles
de confianza hoy en día.
Y también están los científicos
que descubren y desarrollan vacunas,
que son muy selectas
y nada accesibles
para el público en general.
Por lo menos con el idioma que se usa.
En tercer lugar, estamos en un entorno
híperconectado con las redes sociales,
y la gente puede compartir
libremente sus opiniones,
problemas, ansiedades y preocupaciones
y encontrar a muchas personas
que piensan de la misma manera
y piensan que quizá se debería
prestar atención a sus preocupaciones.
Y finalmente,
las vacunas tienen contacto
con cada vida del planeta.
¿Qué otra intervención de salud,
además del agua,
tiene contacto con todas las vidas?
Así que si están buscando
algo que alterar,
es una etapa perfecta.
Quizá esa es una de las razones
por las que debemos prestar más atención
y retomar nuestra confianza
en complicaciones.
La gente hace todo tipo de preguntas.
Ellos se preguntan por qué las vacunas...
Y son el tipo de cosas que escuchamos
en nuestras redes sociales.
"¿Por qué mi hijo no puede tener
un programa personalizado de vacunas?
¿Por qué tantas vacunas?
¿Qué hay con todos
esos ingredientes y preservativos?"
No es gente que esté loca,
no es gente sin estudios.
En realidad, son madres preocupadas.
Pero algunas se han acercado conmigo
para decir: "Nos sentimos ignoradas,
nos sentimos juzgadas
si hacemos una pregunta,
e incluso nos sentimos satanizadas
como si formáramos parte
de algún grupo antivacunas".
Así que debemos escuchar.
Quizá por eso el año pasado,
hubieron investigaciones
que descubrieron que,
durante seis meses en 2019,
de manera en línea...
Esto fue con 100 millones
usuarios distintos en redes sociales.
Aunque el número de individuos
que se expresaron en sus grupos en línea,
fueron positivos,
como grupos,
los que fueron más negativos
reclutaban las conversaciones intermedias
con indecisión sobre si querían
recibir las vacunas.
Aquellos altamente negativos,
a quienes podríamos llamar
los grupos antivacunas,
reclutaban a los indecisos
un 500 % más rápido
que los grupos a favor de las vacunas.
Un 500 % más rápido.
Fueron más hábiles, fueron más receptivos
y estaban escuchando.
La mayoría de las personas cree
que las vacunas son buenas
y creen en su importancia.
Pero esa creencia está en riesgo.
Tenemos que crear
más oportunidades de conversación.
Y hay maneras para hacerlo.
No es fácil para algunos
profesionales de la salud
tener conversaciones en las que
se cuestiona su autoridad.
Es incómodo.
Y están muy ocupados
para escuchar todas estas preguntas.
Pero tenemos que hacer algo al respecto,
porque estamos perdiendo
a muchos padres preocupados
que solo quieren conversar.
Deberíamos tener voluntarios entrenados
para estar en las salas de espera
que contesten las líneas directas,
que tengan foros de mensajes en línea,
que tengan ventanas para chatear.
A todos los jóvenes
con niños aún más jóvenes en la escuela,
hay que enseñarles sobre
el sistema inmune y que, en realidad,
esa vacuna que recibió su hermano menor
inspiró al sistema inmune natural.
Que es algo muy bueno y les diré por qué.
Tenemos que crear esa confianza,
tenemos que escuchar.
A pesar de todas estas preguntas,
y vaya que hay muchas,
quizá escucho más que muchas personas.
Soy optimista.
Y mi optimismo está
con una generación más joven.
Las nuevas generaciones
que se están volviendo muy conscientes
de los riesgos de las redes sociales,
las noticias falsas,
las identidades falsas
y están empezando a aprovechar la ciencia.
Y algunos de ellos son un grupo de niños,
cuyas madres no quisieron vacunarlos.
La primavera pasada, en 2019,
Ethan Lindenberger, de 18 años de edad,
compartió una publicación en Reddit.
"Mi madre no cree en las vacunas.
Le preocupa mucho que provoquen autismo.
De hecho, cree fervientemente en ello.
Pero tengo 18 años,
estoy en mi último año de bachillerato,
puedo conducir, puedo votar
y podría ir a vacunarme.
¿Alguien puede decirme
dónde podría hacerlo?"
Esa publicación se volvió viral.
Generó todo un movimiento juvenil.
Vi a Ethan dando un conferencia
en el Global Vaccine Summit
de EE. UU. el otoño pasado.
Habló elocuentemente,
frente a todo un foro
y quedé impresionada.
Contó su propia historia
y luego les dijo a todos:
"Saben, todos hablan
sobre la desinformación,
pero yo quiero hablarles
sobre otro tipo de desinformación,
del tipo de desinformación
que dice que personas como mi madre,
que es una madre cariñosa,
es una mala persona porque no me vacunó.
Bueno, quiero decirles a todos Uds.
que no me vacunó porque me ama
y porque ella creía
que eso era lo mejor para mí.
Yo no pienso igual
y jamás cambiaré su forma de pensar,
pero no es una mala persona".
Ese fue el mensaje de un adolescente.
Empatía, amabilidad y entendimiento.
Contamos con mucha información científica
para desmentir falsos rumores.
Ese no es el problema.
Tenemos un problema de relaciones,
no un problema de desinformación.
La desinformación es el síntoma,
no la causa.
Si la gente confía,
tomarán un pequeño riesgo
para evitar uno mucho mayor.
Si hay algo que puedo esperar
es que como comunidad médica y de salud
tenemos el valor moral y la humildad
de comprometernos de manera productiva,
como Ethan, con aquellos que
están en desacuerdo con nosotros.
Eso espero.
Gracias.
(Aplausos)