Hasta ahora, hemos hablado de los increíbles beneficios de dormir bien, pero, ¿cuánto debemos dormir realmente? [Durmiendo con la ciencia] (Música) Para un adulto promedio, se recomienda dormir entre siete y nueve horas diarias. Y lo que hemos descubierto, gracias a estudios epidemiológicos a gran escala, es que usando como punto de referencia esta cantidad de horas, cuando duermes menos, en realidad aumenta el riesgo de mortalidad. De hecho, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU., CDC por sus siglas en inglés, recomiendan en los adultos un mínimo de siete horas de sueño al día. Por decirlo de otra forma, si acortas tu tiempo de sueño, acortas tu esperanza de vida. Pero resulta que no es una cuestión tan sencilla como cabría esperar. No se trata de que cuanto más se duerma, más disminuya el riesgo de mortalidad. De hecho, sucede algo curioso. Una vez pasadas las nueve horas de sueño, el riesgo de mortalidad en realidad vuelve a aumentar, lo que resulta un poco extraño y peculiar. Los científicos ofrecen al menos dos explicaciones posibles. La primera es que, si atendemos a esos estudios, podría ser que algunos individuos sufran una enfermedad o trastorno importante. Cuando nos infectamos, o tenemos alguna enfermedad, normalmente tratamos de dormir más, pasamos más tiempo en la cama. En otras palabras, en dichos estudios entraban en juego unas enfermedades no diagnosticadas que estaban haciendo que los individuos trataran de dormir más. Esa es una de las opciones. La otra opción tiene que ver con la mala calidad del sueño, porque sabemos que la calidad, independientemente de la cantidad, también está asociada al riesgo de mortalidad. Por lo que cuanto peor sea la calidad del sueño, mayor será el riesgo de mortalidad. Quienes sufren de mala calidad del sueño normalmente tratarán de dormir más, tratarán de pasar más tiempo en la cama para compensar la mala calidad del sueño. Puede que la mala calidad del sueño, disfrazada de sueño prolongado sea lo que realmente aumenta el riesgo de mortalidad, más que el sueño prolongado en sí mismo. Sin embargo, si nos paramos un momento a pensar en la sociedad en general, creo que esta época moderna en la que vivimos nos empuja constantemente a trabajar, quizá durante muchas horas, lo que hace que descuidemos el sueño. Pero si queremos vivir lo suficiente para recoger los frutos y beneficios que hemos sembrado con nuestro duro trabajo, deberíamos empezar a pensar más en la importancia del sueño.