William Golding sentía que
ya no tenía fe en la humanidad.
A bordo de un destructor británico
durante la Segunda Guerra Mundial,
el maestro de filosofía,
ahora teniente de la Marina Real,
se enfrentaba constantemente
a las atrocidades cometidas por el hombre.
Cuando regresó a Inglaterra y descubrió
que los superpoderes de la Guerra Fría
se amenazaban con la aniquilación nuclear,
se vio obligado a cuestionar
las raíces mismas de la naturaleza humana.
Estas reflexiones sobre
la inevitabilidad de la violencia
inspiraron su primera y más conocida
novela: "El señor de las moscas".
Luego de ser rechazada por 21 editoriales,
la novela se publicó finalmente en 1954.
Su título proviene de "Belcebú",
el demonio asociado
al orgullo y la guerra,
dos temas centrales
en la historia de Golding.
La novela es una fría sátira
de la clásica aventura en la isla,
un género popular en que unos jóvenes
naufragan y terminan en lugares exóticos.
Los protagonistas de estas historias
son capaces de dominar la naturaleza
y de evitar los peligros
de su nuevo entorno.
El género también refiere
a la problemática narrativa colonialista,
característica de muchas
obras británicas de la época,
en las que los jóvenes enseñan
a los habitantes de la isla
sus valores británicos
supuestamente superiores.
La sátira de Golding
hace uso incluso del contexto
y los nombres de los personajes
de R. M. Ballantyne, "La isla de coral",
una de las más famosas novelas
de aventura en la isla.
Pero el libro de Ballantyne
aseguraba al lector
"placer, beneficio
y entretenimiento sin límites".
Golding, en cambio, tenía
ideas más oscuras en mente.
"El señor de las moscas"
comienza con los jóvenes ya en la isla,
pero fragmentos de sus conversaciones
ofrecen indicios sobre su aterrador viaje:
su avión fue derribado en medio
de una guerra nuclear no especificada.
Los jóvenes de entre 6 y 13 años
no se conocen entre sí,
con excepción de los miembros de un coro,
quienes visten uniformes negros
y son liderados por un joven llamado Jack.
Como sucede en
"La isla de coral" de Ballantyne,
el nuevo hogar de los muchachos
parece ser un paraíso:
agua fresca, refugio
y abundantes alimentos.
Pero desde las primeras
páginas de la novela
se cierne una oscura atmósfera sobre
la situación aparentemente tranquila.
La sombra de los chicos es "una criatura
negra, semejante a un murciélago",
en tanto los miembros del coro
se describen como "algo oscuro"
que "andaba a tientas" por la playa.
Unas horas después de su llegada,
los niños ya están compartiendo
rumores sobre una tenebrosa bestia
que acecha en el bosque.
A partir de este ominoso inicio,
la narrativa de Golding revela lo rápido
que la cooperación se enmaraña
sin la presencia de una autoridad adulta.
Al comienzo, los sobrevivientes
intentan establecer una suerte de orden.
Un joven llamado Ralph sopla una caracola
para reunir al grupo y delegar tareas.
Pero Jack y Ralph
compiten por el liderazgo
así que el grupo se divide y los jóvenes
ceden a sus instintos más oscuros.
El grupo de chicos rápidamente
se olvida de sus planes de rescate,
silencian las pocas ideas razonables,
y siguen ciegamente a Jack hacia
los límites de la isla y de la cordura.
Los temas universales de la novela sobre
la moralidad, el civismo y la sociedad
la han convertido
en un clásico de la literatura,
pues satiriza tanto
las convenciones de su época,
como las creencias más
antiguas sobre la humanidad.
Si bien las aventuras en la isla
suelen apoyar el colonialismo,
"El señor de las moscas"
pone este tropo de cabezas.
En lugar de presentar a los nativos
como estereotipos del salvaje,
Golding transforma a
sus angelicales colegiales británicos
en salvajes caricaturas.
Mientras los jóvenes llevan a cabo
sus propias batallas en la isla,
la guerra mucho más destructiva
que los trajo allí continúa.
Incluso si los niños fuesen
rescatados de sí mismos,
¿a qué sociedad regresarían?
Con tan pocas referencias que
permitan vincular los personajes
a un lugar y momento específicos,
la novela parece
verdaderamente intemporal
y es un análisis de
la naturaleza humana más básica.
Si bien no todos los lectores concuerdan
con la perspectiva oscura de Golding,
"El señor de las moscas"
es lo suficientemente inquietante
como para hacer dudar
incluso al más férreo optimista.