En "El cuento de la criada",
novela futurista de Margaret Atwood,
un régimen cristiano fundamentalista
denominado República de Gilead
ha instaurado un gobierno teocrático
a través de un golpe militar
en Estados Unidos.
En teoría, el régimen
reprime a todos por igual
pero, en la práctica, un grupo de hombres
ha adaptado la estructura de Gilead
para acaparar todo el poder
y ejercerlo especialmente
sobre las mujeres.
"El cuento de la criada" pertenece
al género que Atwood denomina
ficción especulativa,
pues expone el marco teórico
de un futuro posible.
Esta característica fundamental
es común a las narraciones
tanto utópicas como distópicas.
En las novelas de Atwood
el futuro posible
suele ser negativo, o distópico,
donde el accionar de una minoría
destruye la sociedad
que conocemos en la actualidad.
Las narraciones utópicas y distópicas
tienden a reflejar corrientes políticas.
Los textos utópicos suelen describir
una sociedad idealizada
que la autora presenta
como meta a alcanzar.
Por otro lado, las distopías
no son necesariamente predicciones
de un futuro apocalíptico,
sino más bien advertencias sobre
el rumbo que una sociedad va trazando
hacia su propia destrucción.
"El cuento de la criada" fue publicado
en 1985, cuando grupos conservadores
criticaron las conquistas logradas
por la segunda ola del feminismo.
Este movimiento venía luchando
por una mayor igualdad social
y legal para la mujer
desde principios de la década de 1960.
"El cuento de la criada" imagina un futuro
donde el contramovimiento conservador
toma la delantera
y no solo arrasa con el avance logrado
por las mujeres en materia de igualdad,
sino que las somete al hombre
de manera absoluta.
Gilead divide a las mujeres del régimen
en clases sociales bien diferenciadas
según la función que cumplen
como símbolos de estatus del hombre.
Incluso sus vestimentas
están clasificadas por colores.
Las mujeres ya no tienen permiso de leer
ni de moverse libremente en público.
Y las mujeres fértiles
son sujetas a violaciones
sistematizadas por el Estado
para que luego el régimen
se quede con los niños que han parido.
Si bien la novela
se desarrolla en el futuro,
una de las reglas que Atwood
se autoimpuso al escribirla
fue que no incluiría ningún evento
ni ninguna práctica
que no hubiese ocurrido verdaderamente
en la historia de la humanidad.
La historia transcurre
en Cambridge, Massachusetts,
ciudad que durante la época
de la colonia en EE.UU.
estaba bajo el dominio
de los puritanos teocráticos.
En varios aspectos, la República de Gilead
se asemeja a las estrictas reglas
que regían la sociedad puritana:
códigos morales rígidos,
vestimenta recatada,
deportación de disidentes
y control de todos los aspectos de la vida
de las personas y sus relaciones.
Para Atwood, el paralelismo
con los puritanos de Massachusetts
era tanto personal como teórico.
Dedicó muchos años al estudio
de los puritanos en Harvard
y se cree que desciende de Mary Webster,
una puritana acusada de brujería
que sobrevivió a su propio ahorcamiento.
Atwood es una narradora experta.
Los detalles de Gilead, que apenas
hemos visto superficialmente,
lentamente van cobrando relieve
a través de los ojos de sus personajes,
especialmente de Defred,
la protagonista de la novela,
que trabaja como criada
en la casa del comandante.
Antes del golpe que permitió
la instauración del régimen,
Defred tenía su esposo, un hijo,
un empleo y una vida normal
típica de clase media estadounidense.
Pero cuando el régimen
fundamentalista toma el poder,
Defred es despojada de su identidad,
separada de su familia,
y reducida a ser
--según sus propias palabras--
"un útero con dos piernas para aumentar
la decreciente población de Gilead".
Al principio, acepta la pérdida
de sus derechos humanos básicos
en pos de la estabilización
del nuevo gobierno.
Pero muy pronto el control del Estado
empieza a extenderse a otras áreas,
como el lenguaje, el comportamiento
y la forma de verse a sí misma
y a los demás individuos.
Al principio, Defred dice:
"Espero. Me invento.
Mi persona es algo que debo crear,
como se crea un discurso".
Defred equipara el lenguaje
a la construcción de la identidad.
Sus palabras también consideran
la posibilidad de resistir,
y esa resistencia --la acción
de quienes se atreven a romper
las reglas políticas,
intelectuales y sexuales--
es el motor que mueve la trama
de "El cuento de la criada".
Básicamente, la forma en que la novela
aborda las consecuencias del conformismo
y el uso injusto del poder
hace que la escalofriante visión de Atwood
sobre un régimen distópico
mantenga vigencia en el tiempo.