No puedo ver al público, y esto no me gusta. ¿Cuántos bisabuelos hay en la audiencia? Rayos, no puedo ver nada. Quizá se estén preguntando por qué estoy sentado. La razón es que soy un bisabuelo. No un buen abuelo, sino un bisabuelo. (Risas) Y, como todos saben, los bisabuelos hacen lo que les da la gana. Incluyendo el seguir el consejo de mi propio abuelo, que era, siempre que des una charla a miles de personas sobre Richard Feynman, sostente. (Risas) (Aplausos) Esta es una operación muy mañosa y yo no soy un hombre de mañas. No uso estas cosas. Cuando me ofrecieron hacer esto, decidí hablar de mi amigo Richard Feynman. Fui uno de los pocos afortunados que lo conoció a fondo y disfrutó de su presencia. Les contaré sobre el Richard Feynman que yo conocí. Seguramente hay aquí quienes pueden contarles sobre el Feynman que conocieron, y probablemente sería un Richard Feynman diferente. Richard Feynman era un hombre complejo. Constituido por muchas, muchas partes. Era, por supuesto, en primer lugar, un gran, gran científico. Era un actor. Uds. lo vieron actuar. También tuve la gran fortuna de estar en aquellas conferencias, en el balcón, Eran fantásticas. Era un filósofo. Era un baterista. Era un maestro por excelencia. Richard Feynman era además un espectáculo, un hombre de espectáculo. Era impetuoso, irreverente. Era muy varonil, tenía un tipo de superioridad masculina. Amaba las pugnas intelectuales. Tenía un ego gigantesco. Pero el hombre tenía, de alguna forma, mucho espacio en el fondo. Y a lo que me refiero con esto es, en mi caso... No puedo hablar por el resto, pero en mi caso... tenía mucho espacio para otro gran ego. No tan grande como el de él, pero bastante grande. Siempre me sentí bien con Dick Feynman. Siempre era divertido estar con él. Siempre me hacía sentir inteligente. ¿Cómo puedes sentirte inteligente junto a él? De algún modo lo hacía. Me hacía sentir inteligente. Yo creía que él lo era. Me hacía sentir que ambos lo éramos, y que juntos podíamos resolver cualquier problema. Y de hecho, a veces los dos estudiábamos física. Nunca publicamos un artículo juntos, pero sí nos divertimos mucho. Le encantaba ganar, ganar en los juegos de macho que a veces jugábamos. Y no solo los jugaba conmigo, sino con todo tipo de gente. Casi siempre ganaba. Pero cuando no, cuando perdía, se reía y parecía haberse divertido de igual manera que si hubiera ganado. Recuerdo que una vez me contó de una broma hecha por sus estudiantes. Creo que fue en su cumpleaños... lo llevaron a almorzar en un sitio de sándwiches en Pasadena. Puede que aún exista; no sé. Su especialidad eran los sándwiches de celebridades. Te podían dar un sándwich de Marilyn Monroe. O un sándwich de Humphrey Bogart. Los estudiantes habían ido con antelación, y todos acordaron pedir sándwiches de Feynman. Uno tras otro, fueron pidiendo sándwiches de Feynman. Feynman amaba esta historia. Me la contó muy feliz y riendo. Cuando terminó, le dije: "Dick, me pregunto cuál sería la diferencia entre un sándwich de Feynman y un sándwich de Susskind". Y sin hacer ninguna pausa, dijo: "Bueno, los dos serían lo mismo. La única diferencia es que un Susskind tendría mucho más jamón". "Jamón" alude también a mal actor. (Risas) Y yo fui muy perspicaz ese día, le dije, "Sí, pero sin mortadela (tontería)". (Risas) (Aplausos) La verdad del asunto es que el sándwich de Feynman tenía mucho jamón, y nada de mortadela. Lo que Feynman aborrecía más que nada era la pretensión intelectual, la falsedad, la sofisticación falsa, el argot. Recuerdo una vez durante los años 80, Dick, Sidney Coleman y yo nos reuníamos algunas veces en San Francisco, en la casa de algún tipo rico, en San Francisco para cenar. Y la última vez que el tipo rico nos invitó, también invitó a un par de filósofos. Estos eran filósofos de la mente. Su especialidad era la filosofía de la consciencia. Y hablaban con todo tipo de argot. Estoy tratando de recordar las palabras... "monismo", "dualismo", categorías de lo que sea. Yo no sabía qué significaban, ni Dick ni Sydney tampoco, Ni Sydney, que había sido educado mejor que la mayoría. ¿Y de qué charlamos? ¿De qué se charla cuando se habla sobre mentes? Hay una cosa obvia de qué hablar: ¿Puede una máquina convertirse en una mente? ¿Puede construirse una máquina que piense como un ser humano consciente? Estuvimos charlando sobre esto... y por supuesto nunca lo resolvimos. Pero el problema con los filósofos era que estaban filosofando cuando debían estar cientificando. Es una pregunta científica, después de todo. Y esa era una cosa muy peligrosa que hacer junto a Dick Feynman. (Risas) Feynman los humilló, disparó justo entre sus ojos. Fue brutal; fue gracioso, oh, muy gracioso. Pero fue muy brutal. De veras les reventó el globo. Pero lo sorprende fue... Feynman tuvo que retirarse temprano; no se sentía bien, y se fue un poco temprano. Y Sydney y yo nos quedamos ahí con los dos filósofos. Y lo sorprende es que estos tipos estaban exaltados. Estaban muy felices. Habían conocido al gran hombre; habían sido instruidos por el gran hombre; se habían divertido mucho al ser revolcados en el fango. Y fue una cosa especial. Me di cuenta de que había algo extraordinario acerca de Feynman, aun cuando hacía lo que hacía. Así que sí... no le gustaba la pretensión intelectual. Dick -- era mi amigo, Lo llamaba Dick -- Dick y yo nos entendíamos. Creo que pudo haber sido un entendimiento especial. Nos caíamos bien; nos gustaban las mismas cosas. También me gustan los juegos intelectuales de macho. A veces yo ganaba, casi siempre ganaba él, pero los dos lo disfrutábamos. Y Dick se convenció en un punto de que él y yo teníamos personalidades similares. Creo que esto no era correcto. Creo que la única similitud entre nosotros es que nos gustaba hablar de nosotros mismos. Pero él estaba convencido. Y el hombre era increíblemente curioso. Y quería entender qué era y por qué era que había esta conexión rara. Y un día, estábamos caminando. Estábamos en Francia, en Les Houches. Arriba en las montañas, en 1976. Arriba en las montañas. Y Feynman me dijo, "Leonardo..." Me llamaba "Leonardo" porque estábamos en Europa, y estaba practicando su francés. (Risas) Y dijo, "Leonardo, ¿eras más cercano a tu madre o a tu padre cuando niño?" Dije, "Bueno, mi padre es mi héroe. Era un hombre trabajador, estudió hasta quinto grado. era un mecánico experto, y me enseñó a usar herramientas. Me enseñó mucho sobre cosas mecánicas. Hasta me enseñó el teorema de Pitágoras. No le llamaba hipotenusa, sino atajo". Y los ojos de Feynman se abrieron. Se estremeció. Y dijo que él había tenido la misma relación con su padre. De hecho, había estado convencido de que para ser un buen físico, era muy importante haber tenido ese tipo de relación con tu padre. Me disculpo por la conversación sexista, pero esto es lo que realmente pasó. Dijo que había estado convencido de que esto era necesario, una parte necesaria de la crianza de un joven físico. Siendo Dick, él, por supuesto, quiso comprobar esto. Quería salir y hacer un experimento. (Risas) Y lo hizo. Salió e hizo el experimento. Le preguntó a todos quienes según él eran buenos físicos, "¿Fue tu mamá o tu papá quien te influenció más? Y para un hombre... todos eran hombres, y para un hombre, la respuesta siempre era: "Mi madre". (Risas) La teoría se fue por el caño de la historia. (Risas) Pero estaba entusiasmado de que por fin conocía a alguien que vivió las mismas vivencias con su padre que las que él tuvo. Por un tiempo, estuvo seguro de que esta era la razón de nuestra buena amistad. No sé. Quizá. ¿Quién sabe? Pero déjenme contarles un poco sobre Feynman el físico. El estilo de Feynman... no, "estilo" no es la palabra adecuada. "Estilo" haría pensar en las corbatas de lazo que usaba, o el traje que vestía. Es algo más profundo que eso, pero no se me ocurre otra palabra para eso. El estilo científico de Feynman siempre fue buscar lo más simple, la solución más elemental y posible a un problema. Si no era posible, habría que usar algo más creativo. Sin duda, parte de esto era su gran alegría y placer de mostrarle a la gente que él pensaba de forma más simple que ellos. Pero también creía intensamente, fielmente creía, que si no podías explicar algo de manera simple, entonces no lo entendías. En la década del 50, la gente trataba de entender cómo funcionaba el helio superfluido. Había una teoría creada por un físico-matemático ruso. Era una teoría compleja; les diré en qué se convirtió muy pronto. Era una teoría terriblemente compleja, llena de integrales y fórmulas complicadas y matemáticas y demás. Y parecía funcionar, pero no funcionaba muy bien. Solo funcionaba cuando los átomos de helio estaban muy, muy separados. Tenían que estarlo. Y, desafortunadamente, los átomos del helio líquido están apilados uno encima de otro. Feynman decidió, como físico aficionado al helio, que intentaría descifrarlo. Tenía una idea, una idea lúcida. Intentaría descifrar cómo se vería la función de onda cuántica de este enorme número de átomos. Intentaría visualizarla, guiado por unos principios simples. Estos principios simples eran muy, muy simples. El primero era que cuando los átomos de helio se tocan, se repelen. Eso sugería que la función de onda se hacía cero, Tenía que desvanecerse cuando los átomos de helio se tocaban. El otro hecho es que el estado fundamental... el estado energético más bajo del sistema cuántico... de la función de onda siempre es muy llano; tiene un número mínimo de oscilaciones. Así que se sentó e imaginó que no tenía nada más que una hoja de papel y un lápiz, e intentó anotar, y sí anotó, la función más simple que se le ocurrió, que tuviera las condiciones límite que al tocarse las cosas la función se desvaneciera y fuera llana de por medio. Anotó una cosa simple... tan simple, de hecho, que sospeché que un estudiante inteligente de secundaria que no sabía aún cálculo pudo haber entendido lo que anotó. Esa cosa tan simple que anotó explicaba todo lo que hasta ese momento se sabía sobre el helio líquido, y algo más. Siempre me he preguntado si los profesionales -- los verdaderos físicos del helio -- estuvieron algo avergonzados por esto. Ellos tenían sus técnicas poderosísimas, y no pudieron hacerlo tan bien. Por cierto, les diré qué era la técnica poderosísima. Era la técnica de los diagramas de Feynman. (Risas) Lo hizo de nuevo en 1968. En 1968, en mi propia universidad -- no estaba allí en ese tiempo -- estaban explorando la estructura del protón. El protón está compuesto de un montón de pequeñas partículas; eso se sabía más o menos. Y la forma de analizarlo, por supuesto, era los diagramas de Feynman. Para eso se construían los diagramas de Feynman... para entender las partículas. Los experimentos que se hacían eran muy simples: tomaban un protón, y lo colisionaban contra un electrón. Para esto eran los diagramas de Feynman. El único problema era que los diagramas eran complicados. Eran integrales engorrosas. Si se resolvían todas, se tendría una teoría muy precisa. pero era imposible, eran demasiado complicadas. Se intentaba resolverlas. Uno podía hacer un diagrama de un circuito. No hay problema. Uno, dos circuitos... quizá uno de tres circuitos, pero más allá, no se podía hacer nada. Feynman dijo: "Olvídense de eso. Solo piensen en el protón como un ensamblaje, un enjambre, de pequeñas partículas". Los nombró "partones". Dijo, "solo imagínenlo como un enjambre de partones moviéndose rápidamente". Porque se mueven muy rápido, la relatividad dice que los movimientos internos son muy lentos. El electrón lo colisiona... es como tomarle una repentina foto al protón. ¿Qué se ve? Se ve un montón de partones congelados. No se mueven, y como no se mueven durante el experimento, no hay que preocuparse sobre cómo se mueven. No hay que preocuparse sobre las fuerzas de por medio. Solo hay que imaginarlos como una población de partones congelados". Esta fue la clave para analizar esos experimentos. Extremadamente efectiva. Alguien dijo que "revolución" es una mala palabra. Supongo que lo es, así que no la diré, pero nuestro entendimiento del protón evolucionó profundamente, y el de las partículas más allá. Tenía más que contarles sobre mi conexión con Feynman, cómo era, pero veo que tengo medio minuto exacto. Así que creo que terminaré diciendo: No creo que a Feynman le hubiese gustado este evento. Creo que hubiera dicho, "No necesito esto". Pero... (Risas) ¿Cómo debiéramos honrarlo? ¿Cómo honrarlo realmente? Creo que la respuesta es que debiéramos honrarlo al pedir nuestros sándwiches con tanta mortadela como podamos. (Gracias) (Aplausos)