Tengo un trabajo bastante divertido,
se trata de averiguar
lo que hace feliz a la gente.
Es tan divertido que
casi parece un poco frívolo,
especialmente en un momento
en el que se nos confronta
con titulares bastante deprimentes.
Pero resulta que estudiar
la felicidad puede ser una clave
para resolver algunos de los problemas
más difíciles a los que nos enfrentamos.
Me ha llevado casi una década
resolver esto.
Muy temprano en mi carrera,
publiqué un artículo
en "Ciencia" con mis colaboradores,
titulado "Gastar dinero en otros
promueve la felicidad".
Tenía mucha satisfacción
en la conclusión,
salvo por una cosa:
No parecía que aplicara a mí.
(Risas)
Casi nunca doné dinero
a entidades benéficas
y cuando lo hice,
no sentí el brillo cálido que esperaba.
Así que comencé a preguntarme si tal vez
había algo mal en mi investigación
o algo mal en mí.
Mi propia pobre respuesta emocional
al dar era especialmente desconcertante
porque mis estudios revelaron que incluso
los niños pequeños exhibían alegría
al dar a los demás.
En un experimento,
mis colegas Kiley Hamlin, Lara Aknin y yo
trajeron a los niños menores
de dos años al laboratorio.
Como puedes imaginar,
tuvimos que trabajar con algo que
a los niños realmente les importara,
así que usamos el equivalente de oro
para niños pequeños,
Es decir, galletas de colores.
(Risas)
Dimos a los niños esta recompensa
inesperada para ellos
así como la oportunidad
de regalar algo de eso
a un peluche llamado mono.
(Video) Investigadora:
encontré aún más golosinas,
y te las voy a dar todas a ti.
Niño pequeño: Ooh. Gracias.
Investigadora: Pero, no veo más golosinas.
¿Le darás uno al mono?
Niño pequeño: sí.
Investigadora: ¿Sí?
Niño pequeño: sí.
Aquí.
Investigadora: Ooh, delicioso. Mmm
Niña: Ya no hay, se lo comió todo.
Elizabeth Dunn: Entrenamos a jóvenes
investigadores viendo estos videos
y codificando las reacciones
emocionales de los niños pequeños.
Por supuesto,
no les contamos nuestras hipótesis.
Los datos revelaron que
los niños pequeños estaban muy felices
cuando consiguieron
esta pila de dulces para ellos,
pero en realidad estuvieron
incluso más felices
al regalar parte de sus golosinas.
Y este cálido resplandor
de dar persiste hasta la edad adulta.
Cuando analizamos
encuestas de más de 200 000 adultos
de todo el mundo,
vimos que casi un tercio
de la población mundial
informó haber dado al menos algo
de dinero a la caridad en el último mes.
Sorprendentemente,
en cada región importante del mundo,
las personas que dieron dinero
eran más felices que las que no lo hacían,
Incluso después de tener en cuenta
su propia situación financiera personal.
Y esta correlación no fue trivial.
Parecía que dar a la caridad.
marcó la misma diferencia de felicidad
que tener el doble de ingresos.
Como investigadora,
si tienes la suerte
de tropezar con un efecto
que se replica en todo el mundo
en niños y adultos por igual,
empiezas a preguntarte:
¿Podría esto ser
parte de la naturaleza humana?
Sabemos que el placer refuerza
los comportamientos adaptativos
como la comida y el sexo
que ayudan a perpetuar nuestra especie.
Y me pareció que dar podría ser
uno de esos comportamientos.
Estaba muy entusiasmado con estas ideas,
y escribí sobre esto
en el "New York Times".
Una de las personas
que leyó este articulo.
era mi contable
(Risas)
Sí.
En el momento de los impuestos,
me encontré sentado frente a él,
mirando mientras
lentamente golpeaba su pluma
en la línea de donaciones caritativas
de mi declaración de impuestos
con esta mirada,
de desaprobación mal disimulada.
(Risas)
A pesar de desarrollar mi carrera
mostrando lo bien que hace donar
en realidad no hacía yo mucho de eso.
Así que resolví dar más.
En ese tiempo,
historias devastadoras
sobre la crisis de los refugiados sirios
estaban por todas partes.
Tenía muchas ganas de ayudar,
así que saqué mi tarjeta de crédito.
Sabía que mis donaciones marcarían
una diferencia a alguien en algún lugar.
Pero ir al sitio web de
una organización caritativa efectiva
e ingresar mi número de visa
todavía no me hacía sentir
suficientemente bien.
Fue entonces cuando me enteré
del Grupo de los Cinco.
El gobierno canadiense
permite a grupos de cinco canadienses
patrocinar en privado
a una familia de refugiados.
Hay que tner suficiente dinero
para mantener a la familia
para su primer año en Canadá,
y luego, literalmente,
van en un avión a tu ciudad.
Una de las cosas que creo
que es genial de este programa
es que a nadie se le permite hacerlo solo.
Y en lugar de un grupo de cinco,
terminamos asociándonos
con una organización comunitaria
formando un grupo de 25.
Después de casi dos años
de papeleo y espera,
aprendimos que
nuestra familia llegaría a Vancouver
en menos de seis semanas.
Tenían cuatro hijos y una hija.
Así que corrimos
para buscarles un lugar donde vivir.
Tuvimos mucha suerte
de encontrarles una casa,
Pero precisaba bastantes reformas.
Así que mis amigos venían
por las noches y los fines de semana
y pintaban muebles,
limpiaban y ensamblaban.
Cuando llegó el gran día,
llenamos su nevera
con leche y fruta fresca
y nos dirigimos al aeropuerto
para conocer a nuestra familia.
Fue un poco abrumador para todos,
especialmente el niño de cuatro años.
Su madre se reencontró con su hermana.
que habían venido antes a Canadá
a través del mismo programa.
No se habían visto en 15 años.
Cuando escuchas que más de 5.6 millones
de refugiados han huido de Siria,
te enfrentas a esta tragedia
que el cerebro humano realmente
no ha evolucionado para comprender.
Es muy abstracto.
Antes, si a alguno de nosotros
le hubieran pedido donar 15 horas al mes
para ayudar con la crisis de refugiados,
probablemente habríamos dicho que no.
Pero tan pronto como llevamos a nuestra
familia a su nuevo hogar en Vancouver,
todos tuvimos la misma visión:
Íbamos a hacer lo necesario
para ayudarlos a ser felices.
Esta experiencia me hizo pensar
más profundamente sobre mi investigación.
De vuelta en mi laboratorio,
habíamos visto
los beneficios de dar
cuando las personas sentían
la sensación real de conexión
con aquellos a los que ayudaban
y cuando podían imaginar
la diferencia que marcaban
en la vida de esos individuos.
Por ejemplo, en un experimento,
dimos a los participantes
la oportunidad de donar algo de dinero
ya sea a UNICEF o Spread the Net.
Elegimos estas organizaciones
benéficas intencionalmente,
porque eran socios y compartían
el mismo objetivo
de promover la salud infantil.
Pero creo que UNICEF es una
organización benéfica tan grande y extensa
que puede ser difícil imaginar
cómo tu propia pequeña donación
marcará una diferencia.
En contraste, Spread the Net ofrece
a los donantes una promesa concreta:
por cada USD 10 donados,
proporcionan una red de cama
para proteger a un niño de la malaria.
Vimos que cuanto más dinero daba
la gente a Spread the Net,
aún más felices dijeron sentirse después.
Por el contrario,
este retorno de la inversión emocional
no se obtuvo por completo,
cuando la gente donó a UNICEF.
Esto sugiere que solo dar dinero a una
organización benéfica que valga la pena
no siempre es suficiente
Uno necesita poder imaginar
cómo, exactamente, sus dólares
van a marcar una diferencia.
El programa del Grupo de los Cinco lleva
esta idea a un nivel completamente nuevo.
Cuando asumimos
este proyecto por primera vez,
hablábamos de
cuándo llegarían los refugiados.
Ahora nos referimos a ellos
como nuestra familia.
Recientemente, llevamos
a los niños a patinar sobre hielo,
y más tarde ese día
mi hijo de seis años, Oliver, me preguntó:
"Mami, ¿quién es
el hijo mayor de nuestra familia?"
Supuse que estaba hablando
de su gran cantidad de primos,
y él estaba hablando de ellos,
pero también de nuestra familia siria.
Desde que llegó nuestra familia,
muchas personas y organizaciones
se han ofrecido a ayudar,
proporcionando todo
desde empastes dentales gratuitos
a campamentos de verano.
Me ha hecho ver la bondad
que existe en nuestra comunidad.
Gracias a una donación,
los niños pudieron ir
al campamento de bicicletas,
y todos los días de la semana,
algún miembro de nuestro grupo
intentó estar allí para animarlos.
Yo estuve allí
el día en que se debían
destornillar las rueditas de seguridad
y déjenme decirles que al niño
de cuatro años no le parecía buena idea.
Así que fui y hablé con él.
sobre los beneficios a largo plazo
de conducir sin rueditas de seguridad.
(Risas)
Y recordé que tenía cuatro años
y apenas hablaba inglés.
Así que volví a dos palabras
que definitivamente sabía:
helado.
Inténtalo sin rueditas y
te compraré helado.
Esto es lo que pasó después.
(Video) ED: Sí. ¡Sí!
Niño: Voy a intentarlo.
ED: ¡Dios mío! ¡Mira cómo vas!
(Chirrido) ¡Míra!
Lo estás haciendo todo solo!
(Audiencia) (Risas)
(Video) ED: ¡Buen trabajo!
(Audiencia) (Risas)
(Aplausos)
ED: Este es el tipo de ayuda que
los humanos desarrollaron para disfrutar,
pero durante 40 años,
Canadá fue el único país del mundo
que permitió a ciudadanos privados
patrocinar a refugiados.
¡Canadá!
(Aplausos)
Es bastante genial
Ahora Australia y el Reino Unido
están iniciando programas similares.
Imagínense lo diferente que
podría ser la crisis de los refugiados,
si más países lo hicieran posible.
Creando este tipo de
conexiones significativas entre individuos
brindando
la oportunidad de enfrentar desafíos
que parecen agobiantes.
Uno de esos desafíos se encuentra
a pocas cuadras de donde estoy ahora,
en el centro de la ciudad de Vancouver.
Según algunos datos, es
el distrito urbano más pobre de Canadá.
En realidad, debatimos
si traer a una familia de refugiados,
porque hay mucha gente aquí
que ya tienen problemas.
Mi amigo Evan me dijo que cuando era niño
y sus padres condujeron por este barrio,
él se agachaba en el asiento trasero.
Pero los padres de Evan
nunca habrían adivinado
que ya de adulto,
abriría las puertas
de un restaurante local.
e invitaría a esta comunidad
a disfrutar de cenas de tres platos.
El programa que Evan ayudó
a construir se llama "Plenty of Plates"
Y el objetivo no es solo
proporcionar comidas gratis,
sino crear momentos de conexión
entre personas que de otra manera
nunca podrían tener contacto visual.
Cada noche una empresa local
patrocina la cena
y envía un equipo de voluntarios
los que ayudan a hacer y servir la comida.
Después, las sobras se distribuyen
entre las personas que están en la calle,
y aún más importante,
queda suficiente dinero
para poder brindar
mil almuerzos gratis a esta comunidad
en los días siguentes.
Pero los beneficios de este programa
se extienden más allá de los alimentos.
Da la oportunidad a los voluntarios
de relacionarse con la gente,
de sentarse y escuchar sus historias.
Después de esta experiencia,
un voluntario cambió su camino
para en vez de evitar este barrio,
poder caminar a través de él,
sonriendo o haciendo contacto visual
al cruzarse con caras familiares.
Todos nosotros somos capaces
de encontrar alegría en dar.
Pero no debemos esperar
que esto suceda automáticamente.
Gastar dinero ayudando a otros
no necesariamente promueve la felicidad.
En cambio, importa cómo lo hacemos.
Y si queremos que la gente dé más,
debemos cambiar la forma como
pensamos sobre las donaciones caritativas.
Necesitamos crear oportunidades para dar
que nos permiten apreciar
nuestra humanidad compartida.
Si alguno de Uds. trabaja
para una organización benéfica,
no recompense a sus donantes
con bolígrafos o calendarios.
(Aplausos)
Recompénsenlos con la oportunidad
de ver el impacto específico
que está teniendo su generosidad
y para conectar con las personas
y comunidades que están ayudando.
Estamos acostumbrados a pensar
en dar como algo que deberíamos hacer.
Y es así.
Pero al pensar de esta manera,
nos estamos perdiendo una
de las mejores partes del ser humano:
que hemos evolucionado para encontrar
la alegría de ayudar a los demás.
Dejemos de pensar en dar
como una obligación moral.
Y empecemos a pensar en ello
como una fuente de placer.
Gracias.
(Aplausos)