¿Conocen algún niño que hable inglés y otro idioma con fluidez? Puede que estos niños hayan llegado con sus familias de otros países o que sus padres sean una pareja internacional. Estos niños están expuestos a múltiples idiomas y culturas al mismo tiempo y aunque sea cada vez más común, si le preguntan a alguno de esos niños: "Oye, ¿te gusta esta experiencia?", él o ella tal vez responda: "No, es muy difícil. Me cuesta mucho y a mis padres también les cuesta". Veinte años atrás, yo era uno de esos niños y como vivíamos viajando entre EE. UU. y Japón, confieso que en ese momento odiaba mi vida. Cada viaje era traumatizante y académicamente, me quedaba muy retrasada. Pero hoy que soy adulta, esas mismas experiencias me ayudan en muchos sentidos. ¿Por qué ser un niño internacional es tan difícil? Mi familia me brindó todo su apoyo durante el proceso y fui afortunada de tenerlos, pero ahora que pienso al respecto, creo que fue muy duro para todos. Apenas entré a la Escuela de negocios Harvard con una beca Fulbright, comencé a trabajar en una idea que luego se convertiría en mi motor. Se trata de un servicio educativo que apoya a niños internacionales a través de sus propios desafíos académicos y psicológicos. ¿Por qué ser un niño internacional es tan difícil? y luego tan gratificante? En primer lugar es el idioma. Ya saben lo que la gente dice: "Los niños pequeños pueden aprender idiomas muy rápido. Estará hablando en un abrir y cerrar de ojos". ¿Lo han escuchado? Sí, es cierto si la pregunta fuera: "¿Pueden comunicarse en ese idioma?", pero la pregunta es: "¿Pueden pensar y aprender en ese idioma?". La verdad es que eso lleva mucho más tiempo. Los estudios dicen que nos lleva entre cinco y siete años alcanzar ese nivel de competencia. Uno de nuestros alumnos ha vivido seis años en un ambiente donde se habla inglés. Habla en inglés tan fluido que es increíble que no sea su lengua nativa. Saca excelentes notas en todas las materias en inglés, pero a la hora de aprender matemáticas o física prefiere que le enseñemos en japonés. Según él: "Así es más rápido. Así es más fácil aprender ideas más difíciles y conceptuales. En mi cabeza puedo manipular esas ideas con facilidad cuando están en japonés". En definitiva, es más fácil pensar. Si es un niño que está aprendiendo en un idioma en el cual todavía no se siente completamente cómodo, puede limitar su cognición, su habilidad para aprender. Es escencial para todos los estudiantes multilingües que alcancen el nivel lingüístico de la escuela lo antes posible para poder aprender lo que deberían estar aprendiendo en ese grado académico. Al mismo tiempo, necesitan mantener su idioma nativo al mismo nivel y eso es muy difícil. No es algo que sucede por sí solo. Requiere de compromiso, planificación e inversión, no solo por parte del niño, sino también de la familia. Un niño pasando por este proceso necesita y merece ayuda. La familia puede brindar esta ayuda o bien puede ser brindada por profesionales. Recuerdo que transitar por este proceso era muy confuso. Parecía ser un problema personal. Pensaba: "Quizás no soy muy inteligente, porque me esfuerzo mucho en ambos idiomas y aún así, no soy buena en ninguno". Las barreras lingüísticas también pueden afectar la vida social del niño en la escuela. ¿Han sentido alguna vez que hay aspectos de su personalidad que no pueden expresar plenamente en su segundo idioma? Quizás no pueden ser tan graciosos, tan inteligentes o tan interesantes como son en realidad porque el idioma los limita. Imaginen que son adolescentes y deben hacerlo cinco días a la semana. ¡Cielos! Aprender un idioma es un recorrido largo y difícil. La recompensa es el acceso. Una vez que dominen dos idiomas pueden estudiar o trabajar en dos países diferentes. Pueden acceder a información y conocimiento creado en dos idiomas. Pueden construir relaciones con dos grupos de personas muy diferentes. Hay mucha riqueza en el mundo bilingüe. Es como vivir dos vidas al mismo tiempo. El segundo desafío es la cultura. Un día, una pequeñita de Michigan entra al aula y su maestra le da la bienvenida con un fuerte abrazo, igual que todas las mañanas. La semana siguiente se muda a Japón, donde los abrazos no son una costumbre y el afecto se expresa a través de diferentes medios. Luego de un intento extraño y embarazoso, se da cuenta de que no puede abrazar a las personas en Japón sin hacerlas sentir sumamente incómodas y sin ganar el título de "bicho extremadamente raro". (Risas) Y entonces deja de abrazar a las personas pero aún así lo desearía. Ella quiere abrazar a las personas y lo extraña, pero sabe que tiene que seguir las normas culturales para ser aceptada como un miembro más de la comunidad. Faltar a esto supondría ser la marginada que no puede seguir las reglas. La cultura no es solo las cosas que comemos y los días que celebramos. Es todo este proceso de pensamientos integrados que resaltan diferentes aspectos del mundo y le atribuyen diferentes significados a esos aspectos, creando experiencias completamente diferentes del mismo mundo. Estas diferencias existen en muchos aspectos, por ejemplo, en cómo ser popular en la escuela, cómo hacer que te tomen en serio en una entrevista de trabajo, incluso en cómo decirle a alguien que te gusta y cómo se define la relación luego de un par de citas. Y dado que no existe una guía escrita con estas normas culturales, debemos aprenderlas mediante ensayo - error, cometiendo muchos errores bochornosos. El sufrimiento empeora porque lo tomamos como algo personal. En algún momento pensamos: "Vaya, debería controlar mi comportamiento. Tengo que verificar constantemente si no estoy siendo rara", solo para lograr ser aceptada. La recompensa de ser educado en dos culturas es la idea que afirma que las normas culturales son construcciones sociales. Las personas pueden creer en una variedad de cosas diferentes dependiendo de dónde hayan nacido o cómo fueron criados. Y algo que sea parte del sentido común o que sea una verdad en una cultura, puede que no tenga sentido en otra. A pesar de que cada cultura sea un enfoque completo, hermoso funcional y diferente hacia la vida, ninguna de ellas tiene la verdad universal. Saber esto da dos libertades. La primera libertad es poder elegir qué reglas querer seguir durante las encrucijadas de la vida. Mi decisión de ir a la Escuela de negocios Harvard y convertirme en una mujer emprendedora no encaja con el típico rol de género femenino en Japón, pero puedo elegir sentirme femenina si lo deseo porque sé que la feminidad puede significar diferentes cosas en diferentes lugares. La segunda libertad es la conciencia. Lo engañoso es que cuando eres parte de una cultura, es muy difícil ser consciente de ella. La gente dice que es el aire que respiramos y el mar donde nadamos, pero cuando se sumergen en dos o más culturas, el contraste hace que sea mucho más fácil ser conscientes de cómo esta los influye. Y cuanto más conscientes sean de los prejuicios y estereotipos que tiene esa cultura, tendrán más capacidad para conectarse con alguien de una cultura diferente. En el mundo de hoy en día, lleno de divisiones y fronteras, necesitamos más gente que sea buena en eso. El componente final es la identidad. Una chica estadounidense que vivió en Shanghái ocho años, volvió a Washington. Sus nuevos amigos le dijeron en broma: "Regresa a China, que es de donde vienes". Más tarde ese día, ella me dijo: "Es que tampoco pertenezco allí, ¿sabes? Siento que no pertenezco a ningún lugar". Sentirse desarraigado y sin raíces puede carcomerlos por dentro. Lo admito, incluso hasta el día de hoy, a veces me cuesta responder la pregunta: "¿Quién soy realmente y a dónde pertenezco?" porque siento una fuerte conexión con Japón y una fuerte conexión con EE. UU. pero no pertenezco plenamente a ninguno de los dos. Soy una mezcla. Eso hace que sea la minoría en Japón, que es de donde vengo. Eso puede ser muy duro, especialmente para un niño porque ellos quieren poder definir con claridad quiénes son y tener un lugar seguro en el mundo donde poder ser ellos mismos, ser aceptados, sin tener que esforzarse todo el tiempo. La recompensa de esta confusión es que esa confusión en realidad es una invitación para encontrar el momento y el lugar donde podamos sentir pertenencia. Para definir cuáles son esas relaciones valiosas que nos ayudan a pertenecer a un lugar y qué es lo que podemos hacer para dotar de propósito y significado a nuestras vidas complicadas. A veces, lo que necesitamos para sentir que pertenecemos a un lugar es un par de buenos amigos, amigos que entiendan nuestras dos caras. A veces necesitamos ir en busca de una misión o una visión. Es algo que querramos devolverle a ese ambiente que nos conecta con el lugar. Y dado que los conceptos como la identidad y la nacionalidad no son tan concretos y definitivos como uno puede llegar a pensar, tenemos lugar para reinterpretar. Hay plasticidad para recrear el sentido de pertenencia que perdimos alguna vez. La invitación en esta crisis de identidad es para escoger quiénes quieren ser y qué quieren lograr con sus vidas. Entonces, si conocen a alguno de esos niños internacionales, les pido que sean amables con ellos. El hecho de que todavía no puedan hablar inteligentemente, no significa que no lo sean. Por favor, no los juzguen, no los vean como estereotipos o referentes. En vez de eso, ayúdenme a alentarlos, díganles que sean fuertes, que sean ambiciosos. Acompáñenme a acoger a estos niños, a celebrar el potencial que tienen y a unirnos cada vez más. Si alguno de Uds. es uno de esos niños, ¡Dios mío! Debo decirte que estás haciendo algo extremadamente difícil. No estás solo. Mereces ayuda y si la quieres, no tengas miedo en pedirla. El mundo cuenta con que lo logres. Gracias. (Aplausos)