¡Bienvenidxs a Trouble, agitadores! Mi nombre no es importante Si bien creen que son lugares punitivos de aislamiento forzado a fin de proteger al público y disuadir actividades delictivas o que son instituciones opresivas y totalmente ilegítimas que merecen ser sistemáticamente abolidas y arrasadas, casi todxs coinciden en que la cárcel es un lugar abominable de evitar a toda costa. Como la policía y los tribunales, las cárceles son un pilar del aparato brutal de control estatal a veces denominado el sistema de justicia penal. Y como si este sistema tripartito no fuera intimidante por si solo, es apenas un pedazo del inmenso complejo industrial de prisiones ... una extensa cinta transportadora de miseria humana cuyos beneficiarios principales incluyen a políticos, lobbyists, sindicatos de guardianes (los <>), funcionarios de libertad vigilada, constructoras y contratistas privadas. Cuando tomamos acción de peso que rompan las reglas impuestas por los poderes fácticos, puede que se nos someta a una serie de castigos que comienza con nuestra detención violenta, y pasa por procesos jurídicos que suelen ser largos y estresantes, y que puede conducir a largas penas de reclusión. Es una visión bastante desalentadora. Pero, si esperamos tener éxito en nuestros esfuerzos, es importante que conozcamos los riesgos implícitos en nuestras acciones. Si bien prefieren actuar en un pequeño grupo de afinidad, o como parte de una red más grande, sean proactivxs, y tomen los pasos necesarios para enfrentar la posible represión. Sin prepararnos bien, arriesgamos ser dividxs, aisladxs y paralizadxs hasta la inacción, exactamente lo que quieren nuestros enemigos. Dicho eso, en los próximos treinte minutos les presentamos las voces de unos individuos que ayudan a personas a navegar procesos legales engorrosos, ofrecen apoyo crítico a sus camaradas encarceladxs, construyen el andamiaje por la defensa colectiva ... y ¡crean mucho alboroto!