El tema del que quiero hablar hoy
me conmueve mucho.
Pero no me afecta personalmente.
Y Dios no quiera que me afecte nunca.
Me preocupa como especialista.
En el campo de mi profesión
como psicóloga-pedagoga
vienen niños a mi consulta
que han perdido algo en su vida.
Trabajo con pérdidas,
pérdidas infantiles.
¿Qué creen que podría perder un niño
para que acuda a mi consulta?
Espectador: Un iPhone. (Risas)
Tamara Kozyro: Una buena pérdida,
¿qué más?
(Respuestas entrecruzadas del público)
Espectadora: El sueño.
TK: Puede ser.
Espectadora: A sí mismo.
TK: ¿A sí mismo?
Sobre eso ya hablaremos.
Lo he oído desde la primera fila.
La pérdida más aterradora para
un niño es la de los padres.
Se puede perder a los padres
de diversas formas.
Y la más simple de perder a unos padres
es esa que no depende del niño:
el divorcio.
¿Por qué creen que nos divorciamos?
Espectador: Porque nos casamos. (Risas)
TK: ¿Porque nos casamos?
¡Maravilloso!
(Risas)
(Aplausos)
No voy a decir por qué nos casamos.
De todas formas, ¿por qué nos divorciamos?
Espectadora: El amor desaparece.
TK: El amor desaparece, ¿qué más?
Espectador: Cambian las necesidades.
TK: Cambian las necesidades, ajá.
Espectadora: Nos cansamos.
TK: Nos cansamos.
Espectadora: Celos. Nos distanciamos.
TK: Nos cansamos, queremos cambiar algo...
Aquí hay un cúmulo
de posibles problemas.
Pero falta uno: ¿dónde queda el niño?
Si es que hay alguno.
Pero no aquí.
Porque el divorcio de los cónyuges
no es el de los padres.
Los padres de un niño tienen que ser dos:
la madre y el padre.
¿Saben por qué?
Porque cuando están ambos padres,
el niño está completo.
¿Cómo es mejor chapotear en los charcos?
¿Sujetándose de dos manos?
¿Y cómo es mejor ver la tele?
Con dos ojos.
Incluso nuestros dientes van en pareja.
Entonces, ¿por qué cuando
los adultos se divorcian
deciden apartar del niño
a uno de los progenitores
y apropiarse de este regalo solo para sí?
Y el niño comienza a vivir a mitad.
Porque no tiene cerca un segundo yo.
Como me dijo una niña
que tendría unos cinco años
después de llegar a mi consulta
y de haberme visto apenas dos segundos:
"Mi mamá me ha dicho que
a papá hay que dibujarlo de negro".
La niña tuvo suerte,
su padre vestía de verdad de negro.
Llevaba botas negras, calcetines negros,
un abrigo negro, guantes negros,
tenía el pelo oscuro y los ojos marrones.
He aquí la pregunta.
¿Cuánto odio le tienes que tener a tu hijo
para desearle un padre de negro?
¿Qué es lo que hacemos los adultos
cuando empezamos a divorciarnos?
Claro que nos duele, sufrimos,
se nos ha venido todo encima.
Y aparece la pregunta:
¿Cómo nos empezamos a comportar?
Unos padres empiezan a odiarse
a muerte
y a meter cizaña al niño,
que si papá se ha ido con otra,
que si mamá se ha encariñado con otro...
Y pues el niño no ve ni a esta otra
ni a este otro.
Él recuerda a su padre,
con el que chapoteaba en los charcos,
jugaba a los barquitos,
veía dibujos animados,
que le hacía cosquillas hasta tener hipo.
La pregunta es: ¿quién es el malo?
¿El padre?
¿O la otra con la que se ha marchado?
Y el niño comienza a echarse la culpa.
Ya que papá se ha marchado con esa mujer,
será que ella es mejor que yo,
jugará mejor a los barquitos
y se reirá más cuando
papá le hace cosquillas...
Y el niño se pone a pensar
que algo le pasa a él.
Porque una de sus mitades
se ha marchado.
Otros padres se meten a contar
todo tipo de historias,
que papá por alguna razón no viene.
Y, al mismo tiempo, empiezan
a esconder al niño de su padre.
Está en casa de la abuela,
en la casa de verano.
Y dicen:
"Mira qué malo es tu padre,
te tiene totalmente olvidado".
Se le ha pasado traerte
un manojo de plátanos.
Siempre me ha interesado por qué los
padres se obsesionan con los plátanos.
Y el niño va entendiendo
que ya no es el ojito derecho de papá,
porque papá no está.
Y una vez que no está,
los plátanos ya no son tan dulces.
Algunos padres se van tanto de la lengua
que se ponen a contar macabras historias
sobre el sufrimiento de una madre:
"¡Mira lo que sufre tu madre
por culpa de tu padre el desalmado!"
O, puede ser, "tu madre es una histérica".
Y el niño también es un actor.
Pero a su vez teme perder
a su segundo progenitor.
Ya que el primero ya lo ha perdido.
Y va a comenzar a regirse por las reglas
de la mitad que le haya quedado.
Y va a ir copiando todos
los comentarios de mamá y papá.
Y por fuera se ve
que también odian a su alma gemela,
pero dentro sufren, solo sufren,
porque nadie se interesa por lo que
realmente está sintiendo.
Pero los padres más animados
son los padres divorciados.
Lo hacen todo rapidísimo.
Rápidamente encuentran una alma gemela
e instan al niño a que la o lo llame
también mamá o papá.
Y como me dijo una niña:
"Cuando vivía con mi madre Tania,
era todo tal y cual,
y cuando me metí a vivir con mi madre Lena..."
Queridos padres,
¿quieren que su hijo viva en una
eterna una sucesión de intercambios?
Si no le gusta cualquier juguete,
hay que cambiarlo por otro,
y por otro, y por otro más...
Y después pensamos:
¿por qué hay cosas que no apreciamos?
Pues Uds. mismos le han inculcado eso.
Los niños nos dan mil vueltas.
Y Uds. también fueron entonces
igual de listos.
Los niños saben cómo reconciliar
a sus padres.
¿Saben que se inventan?
Empiezan a enfermar.
Porque cuando enferman,
mamá y papá están junto a él.
Se sientan sobre su cama,
los miran con cariño.
Y lo principal,
no están discutiendo.
Simplemente contemplan
y esperan a que el niño sane.
Y los niños pueden estar
enfermos mucho tiempo
con tal de que los padres estén cerca.
Y las enfermedades serán muy reales.
La enfermedad más extendida entre niños
cuyos padres están divorciados es la enuresis.
Sí, sucede por las noches,
cuando todos los miedos acompañan
al niño en su sueño en la misma cama.
Los psicólogos denominan esta enfermedad
como "el llanto del niño de abajo".
Porque durante el día
no puede mostrarle a la madre
que él también llora por papá.
Y no puede mostrarle al padre
que espera impacientemente
cuando no llega.
Pero algunos niños se vuelven
verdaderas criaturas del averno.
Simplemente unos monstruitos,
que empiezan a hacer
de todas las perrerías.
Y todos exclaman: "¡Miren!
Eso le vendrá del padre.
El también tenía esos ataques".
No.
Simple y llanamente
el niño intenta desahogarse.
¿Y con quién se desahoga?
Con el que tiene al lado.
Por eso nos llegan numeritos, agresiones,
juguetes rotos, ordenadores averiados.
Otros niños se vuelven
como mosquitas muertas,
así pequeñitos, buenecillos.
Los adultos los admiran
--los niños mosquitas muertas--
porque son manejables.
No piden nunca nada.
Se sientan en silencio y juegan.
¡Teman a los niños callados!
Lo más aterrador viene cuando
un niño se vuelve muy callado.
Pregunten: ¿En qué piensa?
Algunos niños se escudan
en un mundo fantástico.
En el mundo actual esto es
pan comido de hacer.
Tomas la maquinita,
te la pones en frente
y a jugar en realidades virtuales.
Y después cuando cumpla los 15
y haya dejado de oír y ver a nadie,
surgen acusaciones recíprocas:
"¡Eres tú el que lo ha malcriado!
¡Y por eso tu hijo ha crecido
siendo un completo inútil!"
Pero ya es demasiado tarde.
Como me dijo un niño de 15 años
que estuvo en mi consulta,
a mi pregunta: "¿Y por qué en el juzgado
no declaraste que te parecía bien todo?
¿Tienes ya 10 años?";
me respondió: "Ya me he cansado.
Me llevan compartiendo desde los 8 años.
Y ya me contento con todo:
con el nuevo marido de mi madre
y con que mi padre venga
a verme los fines de semana,
a mí no me escuchan.
Por eso en el juzgado me quedé callado".
¿Qué hacer entonces si corre
mucha prisa por divorciarse?
Explíquenle al niño antes de nada:
dónde puede verse con su padre,
cómo jugar con él,
cómo recibir sus regalos,
dónde va a celebrar su cumpleaños.
No lo hagan como otros:
Un día de cumpleaños con mamá,
el otro con papá
Un Año Nuevo con mamá, el otro con papá.
Un mes de verano con mamá, otro con papá.
Piénsenlo.
¿Tuvieron a este niño por un gran amor
o por qué?
Díganle al niño dónde puede verse
con sus abuelas, abuelos,
qué contarles a sus amigos, compañeros,
cómo responder a lo que
pregunten los vecinos,
a dónde se ha ido mamá,
por qué papá no viene,
quién va a asistir
a las reuniones de padres.
Explíquenselo todo.
No hace falta entrar en detalles.
Solo tienen que amar el alma gemela
que hay en su hijo.
¿Acaso no amaron Uds. alguna vez
a esta alma gemela?
Gracias.
(Aplausos)