¿Y si te dijera que existen billones de pequeñas bacterias a tu alrededor? Es así. Los microorganismos llamados bacterias fueron algunas de las primeras formas de vida que aparecieron en la Tierra. A pesar de constar sólo de una célula, su biomasa total es mayor que la de todas las plantas y animales combinados. Y viven prácticamente en todas partes: en el suelo, en el agua, en la mesa de la cocina, en tu piel, incluso dentro de ti. Que no cunda el pánico todavía. A pesar de que tienes 10 veces más células bacterianas dentro de ti que células humanas en el cuerpo, muchas de estas bacterias son inofensivas o incluso beneficiosas, ya que ayudan a la digestión y la inmunidad. Pero hay manzanas podridas que pueden causar infecciones peligrosas, desde pequeños inconvenientes a epidemias mortales. Por suerte, hay medicamentos sorprendentes listos para combatir infecciones bacterianas. Sintetizados a partir de productos químicos o de origen natural como el moho, los antibióticos matan o neutralizan bacterias interrumpiendo la síntesis de la pared celular o interfiriendo en procesos vitales como la síntesis de proteínas, todo sin dañar las células humanas. El despliegue de los antibióticos durante el transcurso del siglo XX ha hecho que muchas enfermedades antes peligrosas sean de fácil tratamiento. Pero hoy en día, más y más nuestros antibióticos son cada vez menos eficaces. ¿Ha salido algo mal para que dejen de funcionar? El problema no reside en los antibióticos, sino en las bacterias que deben combatir. La razón se encuentra en la teoría de la selección natural de Darwin. Como cualquier otro organismo, las bacterias pueden sufrir mutaciones aleatorias. Muchas de estas mutaciones son dañinas o inútiles, pero de vez en cuando una logra que su organismo adquiera ventajas de supervivencia. Y para una bacteria, una mutación que es resistente a un determinado antibiótico le da una gran ventaja. Como las bacterias no resistentes se eliminan, lo que ocurre muy rápidamente en ambientes ricos en antibióticos, como los hospitales, es que hay más espacio y recursos para que prosperen los más resistentes transmitiendo sólo los genes mutados que contribuyen a hacerlo. La reproducción no es la única manera de hacerlo; algunas pueden liberar su ADN tras morir para que otras bacterias lo tomen, mientras que otras utilizan un método llamado conjugación, conectándose a través de los pili para compartir sus genes. Con el tiempo, los genes resistentes proliferan, creando cepas de bacterias superresistentes. Así que, ¿cuánto tiempo nos queda antes de que estas superbacterias tomen el relevo? Bueno, con algunas bacterias ya está pasando. Por ejemplo, algunas variantes de Staphylococcus aureus, que causan de todo desde infecciones de piel a neumonía y sepsis, se han convertido en cepas SARM, volviéndose resistentes a antibióticos betalactámicos, como la penicilina, la meticilina y oxacilina. Gracias a un gen que sustituye la proteína a la que los betalactámicos normalmente se dirigen y unen las cepas SARM puede seguir haciendo sus paredes celulares sin impedimentos. Otras superbacterias, como la salmonela, incluso a veces producen enzimas como los betalactámicos que descomponen los antibióticos atacantes antes de causar daños, y el E. coli, un grupo diverso de bacterias que contienen las cepas causantes de diarrea e insuficiencia renal, puede prevenir la función de los antibióticos, como las quinolonas, aniquilando activamente a cualquier invasor que logre entrar en la célula. Pero hay buenas noticias. Los científicos están trabajando para estar un paso por delante de las bacterias, y, si bien, el desarrollo de nuevos antibióticos ha disminuido en los últimos años, la OMS ha establecido como prioridad el desarrollo de nuevos tratamientos. Otros científicos investigan soluciones alternativas, como la terapia de fago o el uso de vacunas para prevenir las infecciones. Lo más importante es frenar el uso excesivo e innecesario de los antibióticos, como para las infecciones de menores que se curan por si solas, así como cambiar prácticas médicas para prevenir las infecciones hospitalarias, lo que puede tener un impacto importante conservando más bacterias no resistentes vivas como competidoras de las cepas resistentes. En la guerra contra las superbacterias, desescalar a veces puede funcionar mejor que la carrera evolutiva de armamentos.