Alisa Volkman: Esta historia empieza con
el nacimiento espectacular de
nuestro primogénito, Declan.
Obviamente fue momento muy profundo
que cambió nuestras vidas en varios aspectos.
Cambió nuestras vidas de formas inesperadas;
formas inesperadas que más tarde consideramos
Cuando juntos emprendimos nuestro propio negocio
y, un año después, lanzamos Babble:
un sitio web para padres.
Rufus Griscom: Creo que nuestra historia
empieza unos años antes. (AV: Es verdad)
RG: Quizá recuerden que estábamos locamente enamorados.
AV: Así es.
RG: En ese momento administrábamos un sitio web muy diferente.
Era un sitio web llamado nerve.com
cuyo lema era "literate smut" (suciedad ilustrada, NT).
Fue en teoría, y es de esperar que en la práctica,
una revista web inteligente
sobre sexo y cultura.
AV: Eso dio lugar a un sitio de citas.
Se imaginarán los chistes que nos hacían: el sexo engendra bebés.
Uno sigue las instrucciones de Nerve y termina en Babble,
y así fue.
El tercero podría ser un sitio geriátrico. Veremos.
RG: Para nosotros, la continuidad entre Nerve y Babble
no fueron sólo las etapas de la vida
que, por supuesto, son importantes
sino que en realidad fue
nuestro deseo de hablar honestamente de cosas
que a las personas les cuesta hablar en serio.
Nos parece que
cuando la gente disimula, cuando empieza a mentir sobre algo,
ahí se pone realmente interesante,
ese es un tema que queremos profundizar.
Y nos sorprendió encontrar, como padres jóvenes,
que casi hay más tabúes en torno a la crianza
de los hijos que en torno al sexo.
AV: Es verdad. Como dijimos,
los primeros años fueron maravillosos
pero a la vez muy difíciles.
Y nos parece que, en parte, esa dificultad
se debe a la «falsa publicidad» sobre la crianza de los hijos.
(Risas)
Nos suscribimos a muchas revistas, hicimos la tarea,
pero estábamos rodeados por doquier de imágenes como esta.
Y encaramos la crianza
esperando una vida así.
Con sol siempre radiante y los hijos que nunca lloran.
Yo siempre bien peinada y descansada.
Pero, de hecho, no fue así en absoluto.
RG: Al mirar esta revista sobre crianza,
al ver estas imágenes espléndidas
y luego ver la escena real en nuestra sala de estar,
se parecía un poco más a esto.
Estos son nuestros 3 hijos.
Y, claro, no siempre están llorando y gritando.
Pero con 3 niños, hay una probabilidad respetable
de que al menos uno de ellos no se comporte
como se supone que debería.
AV: Sí, pueden ver lo desconectados que estábamos.
Sentíamos que nuestras expectativas
no tenían nada que ver con lo que nos estaba pasando.
Y entonces decidimos hablarle a los padres francamente.
Realmente queríamos que entendieran
la realidad de la crianza con honestidad.
RG: Por eso hoy nos encantaría compartir
con Uds los 4 tabúes sobre la crianza.
Por supuesto, hay mucho más que 4 cosas
que uno no diría sobre la crianza.
Pero nos gustaría compartir hoy con Uds
4 cosas que nos importan especialmente en lo personal.
Primero, el tabú número uno:
no se puede decir que uno no se enamoró de su bebé
desde el primer instante.
Recuerdo nítidamente que estaba sentado en el hospital.
Nosotros estábamos por dar a luz a nuestro primer hijo.
AV: ¿Nosotros o yo?
RG: Lo siento.
Mal uso del pronombre.
Alisa estaba, muy generosamente, por dar
a luz a nuestro primer niño... (AV: Gracias)
...y yo estaba allí con un guante de catcher.
Allí estaba yo con los brazos abiertos.
Le enfermera se acercaba a mí
con este niño hermoso, hermoso.
Y recuerdo que se acercaba a mí
y las voces de mis amigos que decían:
"Desde el momento en que pongan el bebé en tus manos
vas a sentir que te invade una sensación de amor
mucho más fuerte que cualquier otra cosa
que hayas experimentado en toda tu vida".
Así que me estaba preparando para el momento.
El bebé estaba por llegar
y yo estaba preparado para esta avalancha de amor
que me iba a estremecer.
Y, en cambio, cuando pusieron el bebé en mis manos
fue un momento extraordinario.
Esta foto fue tomada literalmente unos segundos después
de que colocaron el bebé en mis manos, que me lo trajeron.
Y pueden ver que nuestros ojos brillan.
Me sentí abrumado de amor y afecto por mi esposa
con una gratitud muy profunda
de tener lo que parecía ser un niño saludable.
Por supuesto que fue algo surrealista.
Digo, tuve que comprobar las etiquetas para asegurarme.
Fui incrédulo: "¿Están seguros que es mi hijo?"
Todo esto era algo muy notable.
Lo que sentía hacia el niño en ese momento era un afecto profundo
pero nada que ver con lo que siento ahora, 5 años después.
Así que aquí tenemos
una herejía.
Hemos graficado
el amor por los hijos en el tiempo.
(Risas)
Esto, como saben, es una herejía.
No está permitido graficar el amor.
Y la razón por la que no podemos hacerlo
es porque pensamos en el amor como algo binario.
O estás enamorado o no lo estás.
Uno ama o no ama.
Y yo creo que en realidad el amor es un proceso.
Y que el problema de pensar el amor
como algo binario
es que nos hace
preocuparnos en exceso
por un amor fraudulento, o inadecuado, o lo que sea.
Y, obviamente, creo que estoy hablando de la experiencia del padre.
Pero creo que muchos hombres sienten esto
en los primeros meses, quizá en el primer año,
que su respuesta emocional en cierta forma es inadecuada.
AV: Bueno, me gusta que Rufus traiga esto a colación
porque pueden ver que cae en los primeros años en los
que creo yo hacía la mayor parte del trabajo.
Pero nos gusta bromear con que,
en los primeros meses de las vidas de nuestros hijos,
este es el Tío Rufus.
(Risas)
RG: Soy un tío muy afectuoso, un tío muy afectuoso.
AV: Sí, a veces bromeo con Rufus cuando llega a casa
que no estoy segura de que él pudiera reconocer a los niños en una rueda
de identificación de bebés.
Por eso preparé un examen sorpresa para Rufus.
RG: ¡Oh, no!
AV: No quiero avergonzarlo demasiado. Pero voy a darle 3 segundos.
RG: No es justo. Es una pregunta con trampa. Él no está ahí, ¿verdad?
AV: Nuestro hijo de 8 semanas está ahí en algún lugar.
Y quiero ver si Rufus puede identificarlo rápidamente.
RG: En el extremo izquierdo. (AV: ¡No!)
(Risas)
RG: Es cruel.
AV: No hay nada más que decir.
(Risas)
Voy a pasar al tabú número dos.
No se puede hablar de lo solitario que puede ser tener un bebé.
Disfruté estar embarazada; me encantaba.
Me sentí muy conectada con la comunidad circundante.
Sentía que todos estaban participando en mi embarazo, todos a mi alrededor,
en la cuenta regresiva hasta el parto.
Me sentía como el arca del futuro de la Humanidad.
Eso siguió en el hospital; fue algo muy emocionante.
Me llenaron de regalos, flores y visitas.
Fue una experiencia maravillosa.
Pero cuando llegué a casa
de repente me sentí muy desconectada
y, de pronto, encerrada y excluida.
Realmente me sorprendían esos sentimientos.
Esperaba que fuera diferente:
noches de insomnio, amamantar constantemente,
pero no esperaba sentir
el aislamiento y la soledad por los que pasé.
Me sorprendió mucho que nadie me hubiese dicho
que me iba a sentir así.
Y llamé a mi hermana
con quien estoy muy unida -y tiene 3 hijos-
y le pregunté: "¿Por qué no me dijiste
que me iba a sentir así,
que iba a sentir este aislamiento increíble?"
Y me respondió -nunca lo voy a olvidar-
"No es algo para decirle
a una madre primeriza".
RG: Y por supuesto que creemos
que es algo que uno, precisamente, debería
contarle a las madres primerizas.
Claro, uno de nuestros temas
es que pensamos
que la sinceridad y la honestidad brutal
son vitales para ser, entre todos,
padres geniales.
Y es difícil no pensar
que parte de lo que nos lleva a sentir ese aislamiento
es el mundo moderno.
La experiencia de Alisa no es algo aislado.
El 58% de las madres encuestadas
informaron sentir soledad.
Y, de ellas, el 67% se sienten más solas
cuando sus hijos tienen de 0 a 5 años; quizá de 0 a 2.
Mientras preparábamos esta presentación
mirábamos cómo enfrentan este período
otras culturas del mundo
porque aquí en el mundo occidental
menos del 50% vive cerca de sus familiares
y por eso creo que este es un período tan difícil.
Así que para dar un ejemplo entre tantos:
al sur de India
hay una práctica conocida como «jholabihari»
en la que la mujer a los 7 u 8 meses del embarazo
se muda con su madre
y pasa por varios rituales y ceremonias
da a luz y regresa a su núcleo familiar
varios meses después del nacimiento.
Esa es una de tantas maneras
en que, creemos, otras culturas compensan este tipo de soledad.
AV: El tabú número tres:
no se puede hablar del aborto natural; pero hoy voy a hablar del mío.
Después de tener a Declan
como que modificamos nuestras expectativas.
Pensábamos que podríamos pasar por esto otra vez
y que sabíamos a qué nos ateníamos.
Y estábamos agradecidos de que pude quedar embarazada.
Pronto supe que íbamos a tener un niño.
Entonces en el quinto mes de gestación nos enteramos
de que habíamos perdido a nuestro hijo.
Esta es la última imagen que tenemos de él.
Obviamente, fue un momento muy difícil,
muy doloroso.
Cuando estaba en el duelo me sorprendió
el hecho de no querer ver a nadie.
Tenía muchas ganas de meterme en un agujero.
Realmente no sabía cómo iba
a regresar a la comunidad que me rodeaba.
Y me di cuenta, creo, que lo que me pasaba
era algo muy visceral;
sentía mucha vergüenza,
francamente vergüenza,
de no haber podido, en cierta forma,
entregar lo que genéticamente estoy preparada para dar.
Y claro que me cuestioné
si iba a ser capaz de tener otro bebé,
qué significaría eso para mi matrimonio,
y para mí como mujer.
Fue un momento muy difícil.
A medida que fui pensando más en eso
empecé a salir de ese agujero y a hablar con otras personas.
Estaba muy sorprendida
por las historias que empezaron a aparecer.
Personas que trataba a diario
en el trabajo, amigos,
familiares que no veía desde hacía mucho tiempo
que nunca me habían contado su propia historia.
Y recuerdo sentir que esas historias salían de la nada.
Y me sentí parte
de esta sociedad secreta de mujeres
que se daban fuerza y se preocupaban de verdad.
Creo que el aborto natural
es una pérdida invisible.
No hay mucho apoyo comunitario en torno al tema.
Realmente no hay ceremonias,
rituales, ni ritos.
Pienso que ante una muerte uno tiene un funeral, uno celebra la vida,
y hay mucho apoyo comunitario.
Eso es algo que las mujeres no tienen con el aborto natural.
RG: Algo que es muy malo porque, claro,
es una experiencia muy común y a la vez muy traumática.
Del 15% al 20% de los embarazos terminan en aborto natural.
Esto me parece asombroso.
En una encuesta el 74% de las mujeres dijeron
que sentían que el aborto natural era en parte su culpa, algo horrible.
Y, asombrosamente, el 22%
dijo que ocultaría un aborto natural a su esposo.
El tabú número cuatro:
no se puede decir que la felicidad promedio
decayó luego de tener un hijo.
El mandato social dice que cada aspecto de la vida
va a mejorar ostensiblemente
luego de participar
en el milagro del parto y la familia.
Nunca voy a olvidar, lo recuerdo nítidamente hasta hoy,
nuestro primogénito, Declan, tenía 9 meses
y yo estaba sentado en el sofá
leyendo el libro maravilloso de Daniel Gilbert, "Tropezando con la Felicidad".
Había leído dos tercios del libro
y vi un gráfico en el lado derecho
-en la página de la derecha-
que aquí hemos titulado
"El gráfico más aterrador imaginable
para un padre primerizo".
Este gráfico consta de 4 estudios totalmente independientes.
Básicamente, hay una caída en picada
de la satisfacción marital
que está estrechamente vinculada, como saben, con una mayor felicidad
que no vuelve a repuntar
hasta que los hijos van a la universidad.
Así que aquí estoy sentado mirando las próximas 2 décadas de mi vida,
este abismo de felicidad
al que estaríamos entrando de cabeza.
Estábamos desanimados.
AV: Así que imaginen, de nuevo, los primeros meses fueron difíciles
pero nos sobrepusimos;
nos sorprendió mucho ver este estudio.
Queríamos realmente darle una mirada más profunda
con la esperanza de encontrar un resquicio de esperanza.
RG: Y es ahí donde es genial administrar un sitio web para padres
porque tenemos a esta reportera increíble
que va a entrevistar a todos los científicos
que realizaron estos 4 estudios.
Dijimos: aquí hay algo mal.
Hay algo que falta en estos estudios.
No puede ser algo tan malo.
Liz Mitchell hizo un trabajo maravilloso.
Entrevistó a los 4 científicos
y también a Daniel Gilbert.
Y, efectivamente, encontramos un resquicio de esperanza.
Esta es nuestra hipótesis
del aspecto que podría decirse que tiene
la línea base de felicidad de la vida.
La felicidad promedio es insuficiente, claro,
porque no dice nada
de la experiencia momento a momento.
Y así se ve la línea de felicidad
si le agregamos
la experiencia momento a momento.
Todos recordamos que de niños
la más pequeña cosita -lo vemos en los rostros de nuestros hijos-
la cosita más pequeña
puede catapultarlos a las alturas
del éxtasis absoluto
y luego la cosa más insignificante
puede hacerlos hundirse en la desesperación más extrema.
Es algo extraordinario de ver y lo recordamos nosotros mismos.
Y luego, claro, a medida que envejecemos
es como si la edad fuese una especie de droga estabilizante.
A medida que envejecemos nos volvemos más estables.
Y parte de lo que sucede, creo, a los 20 ó 30 años
es que uno empieza a aprender a regular la felicidad.
Uno empieza a darse cuenta que
"Oye, podría ir a este evento de música en vivo
y vivir una experiencia transformadora
que me ponga la piel de gallina
pero es más probable que sienta claustrofobia
y que no pueda tomar ni una cerveza.
Así que no voy a ir.
Tengo un buen estéreo en casa. No voy a ir".
Así, la felicidad media aumenta
pero uno se pierde esos momentos trascendentes.
AV: Sí, y luego uno tiene su primer hijo.
Y entonces uno empieza a experimentar
estos altibajos
siendo los altos los primeros pasos, la primer sonrisa,
que tu hijo lea por primera vez,
y los bajos: nuestra casa de 6 a 7 de la tarde.
Pero uno se da cuenta que vuelve
a perder el control de manera maravillosa,
lo cual creemos que le da mucho significado a nuestras vidas
y es muy gratificante.
RG: Y así, en efecto,
negociamos felicidad promedio.
Cambiamos la protección y seguridad
de un cierto nivel de satisfacción
por estos momentos trascendentes.
¿A dónde nos lleva esto a nosotros dos
con una familia con 3 hijos
en medio de todo esto?
En nuestro caso hay otro factor.
Hemos violado otro tabú
en nuestras vidas.
Y este es un tabú extra.
AV: Un tabú extra es que no deberíamos estar trabajando juntos
-sobre todo con 3 hijos-
y lo hacemos.
RG: Y hubo reservas sobre esto desde el principio.
Todo el mundo sabe que no debe trabajar con la esposa.
De hecho, cuando fuimos por primera vez a recaudar fondos para Babble,
los capitalistas de riesgo dijeron:
"Categóricamente no invertimos
en empresas fundadas por maridos y mujeres
porque hay un punto extra de fracaso.
Es una mala idea. No lo hagan".
Y obviamente seguimos adelante. Lo hicimos.
Recaudamos el dinero, estamos encantados de haberlo hecho,
porque en esta etapa de la vida
el recurso extremadamente escaso es el tiempo.
Y si uno siente pasión por lo que hace cada día, como en nuestro caso,
y uno siente pasión por la relación,
esta es la única forma en que sabemos hacerlo.
Y la pregunta final que haríamos sería:
¿Podemos subir entre todos la curva de felicidad?
Es genial que tengamos estos momentos trascendentes de alegría
pero a veces son bastante breves.
¿Y qué hay de esa línea base promedio de felicidad?
¿Podemos subirla un poquito?
AV: Sentimos que la brecha de felicidad de la que hablamos
es el resultado de transitar la crianza
-y de hecho cualquier sociedad de largo plazo-
con falsas expectativas.
Si uno tiene las expectativas correctas y las maneja bien
creemos que va a ser una experiencia bastante gratificante.
RG: Por eso es que...
Pensamos que muchos padres,
al llegar allí, al menos en nuestro caso,
uno prepara las maletas para un viaje a Europa y está muy entusiasmado.
Sale del avión
y resulta que está de trekking en Nepal.
Ir de trekking a Nepal es una experiencia extraordinaria
sobre todo si uno preparó la maleta adecuadamente
y sabe para qué está ahí y está mentalizado.
Así que la idea nuestra hoy
no es la honestidad por la honestidad misma
sino la esperanza de que al ser más francos y honestos sobre estas experiencias
entre todos podamos
subir un poquito esa línea base de felicidad.
RG y AV: Gracias.
(Aplausos)