Es de esperar
que un pacto de sangre sostenga el libro.
La luz de las estrellas pasa en lo alto,
y aviva mis afinados talentos.
Soy un guardián.
El observador de estos ritos antiguos.
Y aun así me alejo de ese camino
en esas noches de luna resplandeciente.
Déjame abrazarte,
tenerte cerca de mí,
anhelo oír tu voz.
Pero querido,
ya entendí que debo darte la elección.
Puedo darte todo lo que necesitas.
¿O quieres escucharme suplicar?
Solo mírame.
Solo mírame.
¿Hay algo más que yo no sé?
¿Que no dirás hasta que nos distanciemos?
Solo dime...
Por favor, quédate...
Mírame.
Este contrato tácito.
Algo que establecimos por ganancia mutua.
Si solo era eso, cuando no estás aquí
¿qué es este dolor tan arraigado?
No me importa que seas de bajo estatus,
o que sacies mis oscuras tentaciones.
¿Por qué no lo entiendes?
¡Déjame explicarte!
Y lloro del terror
por que estos sentimientos sean verdad.
¿Qué me queda a mí y a mi roto corazón
si no puedo estar contigo?
A menos que sea yo,
que sin importar lo que podría darte en este mundo,
no sea suficiente
para superar los muros
que creaste para vivir.
¿Así te sientes?
Rechazado en un lugar
que no comprende quién eres.
Te concedo este consuelo.
La unión de nuestras almas debe terminar.
Intentaré reparar el daño
por volverte el medio para un fin.
Así que mírame.
Por favor, mírame.
Y si hay algo más que yo no sé,
nos salvaré antes de que nos distanciemos.
Si te quedas,
y me dices...
Mírame.