Hay poco en mi vida que cause miedo.
Tengo 32 años,
un trabajo increíble,
y la suerte de tener una familia
cariñosa que me apoya.
La gente me ve como una mujer india
fuerte e independiente.
Pero incluso hoy en día vivo una vida
que no me protege completamente
de la exasperación diaria de que
me "molesten como a Eva",
que en el contexto
de India significa
que me toquen, me metan mano
y me acosen sexualmente
en cualquier momento, en cualquier
espacio público de India.
En India
elegimos no hablar sobre uno de los
factores más importantes de la vida,
y ese factor es el sexo.
Todos sabemos que el sexo es universal,
a todos nos encanta el sexo.
¿Verdad? A mí sí.
Pero sigue siendo un tema
del que elegimos no hablar.
Yo trabajo en un proyecto
de salud sexual
que enseña educación sexual
a los jóvenes de India
responde sus preguntas supuestamente
más incómodas sobre salud sexual
de forma abierta, franca y amable.
Y además de forma
completamente privada.
Así que cuando estoy en una habitación
llena de jóvenes y les digo
"el consentimiento es sexy",
lo digo en serio.
No lo digo para explicar ninguna
motivación feminista.
O quizá porque sea
políticamente correcto decirlo
en el amanecer de una epidemia
de agresiones sexuales.
No. Lo digo porque lo siento.
El consentimiento es sexy.
Hablar sobre sexo es sexy.
¿Saben qué no es sexy?
Las violaciones.
El acoso sexual.
Pensemos en lo que nos ha traído
esta cultura del silencio:
violaciones,
incesto, abusos, discriminación,
injusticia, misoginia,
sexismo institucional,
lo cual también nos impide
reconocer e informar
sobre estas cosas.
De media en India, cada hora
se viola a dos mujeres,
se abusa de una
y cuatro sufren acoso sexual.
Crecer siendo chica en India
puede ser muy duro.
La primera vez que
me tocaron las tetas
estaba jugando con mis amigos
y tenía 12 años.
Fue tal el impacto que
me causó ese incidente
que empecé a odiarme a mí misma
por ser una chica.
Lloré, quería hablar con
mis padres al respecto,
pero no podía, algo me detenía.
Así que, ¿qué hice?
Me puse una máscara y sonreí.
Pero tras esa máscara
había muchas lágrimas.
Y cuando me marché a la gran ciudad de
Delhi para recibir educación superior,
la ciudad me planteó muchos más retos.
Pero no podía llorar todos los días
por sentirme acosada sexualmente.
Así que empecé a reaccionar gritando,
y hasta dando guantazos e insultando.
Hice de todo.
Han pasado los años,
ahora soy madre
pero el otro día paseaba
cerca de un parque público con mi hijo
y se acercó un hombre en bicicleta,
me pellizcó el culo y siguió su camino.
¿Qué podía hacer? Nada.
Porque se fue antes de que reaccionara.
¿Qué ha cambiado realmente para mí,
como mujer, en 32 años
de vida en India?
Nada.
No hay una explicación sencilla
de lo que significa ser mujer
en India hoy en día.
Sí, depende de cuánta educación hayas
recibido, de dónde vivas,
qué hagas, tu clase social, tu casta.
Pero hay algo
que es común a todas
las mujeres de India
y se trata de la experiencia
de ser acosada sexualmente.
Si eres una mujer india
en un espacio público,
siempre estás alerta.
Atenta a los hombres que
están demasiado cerca,
preguntándote si ese tocamiento
en el autobús fue accidental.
Desde que eres pequeña, aprendes a
no mirar a los ojos a los hombres.
Aprendes a escudarte
en bufandas y bolsas.
Y esta es la historia
de decenas y miles
de mujeres y niñas indias
que salen de sus casas cada día,
y también es la historia
de esas decenas y miles
de mujeres y niñas
que no tienen que salir de sus casas
para sentirse maltratadas y discriminadas.
Porque el abuso también ocurre
entre las cuatro paredes de una casa.
Cuando recuerdo a las familias
que conocía durante mi infancia,
empiezo a entender
por qué algunos hombres
piensan como piensan en India.
Es por la sociedad en general,
las familias,
e incluso las escuelas que,
consciente e inconscientemente,
hacen que los chicos se sientan
más privilegiados que las chicas.
Así que en India, básicamente,
se supone que el pene disfruta
de más privilegios que la vagina.
Si un chico dice algo, es listo.
Si una chica dice lo mismo,
es demasiado lista.
Si un chico sale, bebe y fuma
y se permite experimentar
mucho en materia sexual,
es algo genial y divertido.
Si una chica hace lo mismo,
se dice que es una cualquiera,
y que no cabe duda de que no es alguien
que puedas presentarle a tu madre.
Y a esto lo llamamos
"la famosa mentalidad masculina india".
¿Y de dónde viene esta mentalidad?
Nadie nace con una mentalidad.
Son los factores sociales
y culturales los que la crean.
Tanto hombres como mujeres se ven
afectados por los roles de género
que definen lo que significa ser
un hombre o una mujer.
La igualdad de género significaría
que todos los hombres y mujeres,
niños y niñas, disfrutarían
del mismo estatus en la sociedad.
Y calcular la igualdad de género es,
en esencia,
un análisis de poder,
analizando quién lo tiene, quién no
y cómo repartirlo
de forma más equitativa.
Solo puede haber igualdad
si todos son conscientes de las
estructuras de poder inadecuadas.
Si todos son capaces de reclamarlo
para ellos mismos.
Les haré unas preguntas.
¿Existe alguna conexión entre
la desigualdad de género,
las violaciones
y la educación sexual?
¿Se silencia de forma
sistemática la información
cuando se trata de sexo
y sexualidad en India?
¿Y cómo contribuye este
silenciamiento de información
a problemas mayores
de desigualdad de género,
discriminación, injusticia
y actitudes patriarcales presentes
en nuestra cultura?
India es un país donde gran cantidad
de clases de la sociedad
tienen una naturaleza muy conservadora.
A menudo hay una cultura del silencio
en cuanto a hablar de sexualidad
y salud sexual.
El tabú sexual es tal
que la gente encuentra
muy difícil hablar sobre
cualquier cuestión o problema
de salud sexual que tengan.
Luego también está la percepción
de que los jóvenes no deberían
practicar sexo en absoluto.
Así que, ¿qué problemas de
salud sexual podrían tener?
Propongo que dejemos de engañarnos
a nosotros mismos.
Hablemos y rompamos con
esta cultura del silencio
vinculada a problemas mayores
de justicia, libertad,
desde la discriminación
y los valores democráticos.
Desde hace más o menos una década,
trabajo en derechos para mujeres y niños,
y he visto cómo estas desigualdades
entre hombres y mujeres
atrapaban a millones de personas
en un ciclo de vulnerabilidad.
Pero a lo largo del camino también
he conocido a numerosos hombres
quienes, cuando se les ha dado
la oportunidad, han podido examinar
y mejorar su conducta hacia las mujeres
y niñas de sus vidas.
Creo que el comportamiento agresivo
hacia las mujeres no es innato.
Se aprende y, por ello, también
se puede desaprender.
En el momento en el que se excluyen
todas las conversaciones sobre
la percepción masculina,
también se excluyen las conversaciones
sobre el deseo,
sobre la imagen positiva del cuerpo,
sobre qué constituye una relación
igualitaria y saludable,
marital o de tipo sexual y de género.
Porque si de algo estoy segura
es de que todas estas vigilias
a la luz de las velas, estas pasiones,
estas protestas serán en vano
si no llegamos a la raíz del problema.
Esto es, si no rompemos
con esta cultura del silencio,
que cuestionaría más las normas
y estereotipos de género.
Relacionémonos con los
hombres como compañeros,
beneficiarios, padres,
hijos, hermanos,
para hablar sobre estas estructuras
de poder desiguales
y sobre cómo se trata a las mujeres
en nuestra sociedad.
India acoge algunos de los proyectos
más increíbles, innovadores y rompedores
en cuanto a sexualidad y salud sexual.
Desde programas sobre el terreno
que ayudan a los jóvenes a hablar de sexo,
a usar las redes sociales y los medios de
comunicación para hablar de estos temas,
hay muchos trabajos interesantes
en marcha.
Yo trabajo en uno de estos proyectos;
se llama "El amor importa".
Se trata de una serie de páginas web
adaptadas a móvil
que proporciona a los jóvenes acceso fácil
a información abierta, franca y cordial
sobre amor, sexo y relaciones.
Tenemos unas 450 000 visitas cada mes.
Tenemos 173 000 seguidores en Facebook.
Y el 78 % de ellos son hombres.
Sí, el 78 %.
Es una cantidad enorme.
Reafirma el hecho
de que posiblemente les estemos
dando la información que necesitan.
Y también es una oportunidad
para nosotros,
de la que hacemos uso para cuestionar
las percepciones masculinas,
para desafiar las nociones patriarcales.
Porque creemos que podemos cambiar
la manera de interactuar
con las mujeres de sus vidas.
Les daré unos ejemplos
sobre los tipos de preguntas
que nos hacen en la página.
"Mi primer beso fue un asco.
Creo que no lo hice bien.
Necesito consejos".
"¿Masturbarse es seguro?"
"Tengo problemas de confianza
con mi novia.
No me gusta, pero ¿qué puedo hacer?"
Y, respondiendo a uno de nuestros
artículos sobre acoso sexual,
un hombre escribió diciendo
que se sentía muy culpable
por lo que había hecho.
Confesó que dada
cualquier oportunidad,
ha restregado sus partes íntimas
contra mujeres y niñas
en el transporte público.
India se sumió en una
tristeza nunca vista
con la muerte de
la mujer de 23 años
violada en grupo en un autobús de
Delhi el 16 de diciembre de 2012.
A pesar de que les lanzaran gas
lacrimógeno, de que les pegaran,
miles de personas, hombres y mujeres,
niños y niñas tomaron las calles.
Se le dio muchas vueltas a cómo
y por qué podía ocurrir esto.
Las redes sociales se inundaron de rabia
y han surgido reacciones similares
después del caso de violación de Mumbai.
Creo que es una buena señal,
una muy buena señal.
Pero esto no puede quedar
en un esfuerzo aislado.
Porque la mentalidad no cambia
de la noche a la mañana.
Es un proceso.
Un proceso continuo.
Es un proceso que necesitaría
combustible continuamente.
Lo cual quiere decir que tenemos
que hablar y reaccionar
cada vez que cualquier mujer o niña
de nuestra oficina, casa,
vecindario, o cualquier otro sitio
sea tratada injustamente.
Creo que hablando sobre sexo
y sobre todo lo bueno
y lo malo que va con ello,
podemos ayudar a los hombres a comprender
cómo es la vida diaria de una mujer.
Lo que también incluye a sus madres,
esposas, hijas y hermanas.
Creo que hablando de sexo
podemos contrarrestar
las nociones patriarcales,
podemos cambiar las
percepciones masculinas,
y alterar la cultura del silencio
que lleva a la violencia de género,
y, por tanto, traer justicia.
Gracias.
(Aplausos)