El ferrocarril Canadian Pacific, dos líneas de acero que recorren uno de los territorios más espectaculares de la Tierra. Del Atlántico al Pacífico, una poderosa vía de comunicación y transporte que enlaza los dos océanos. El paso del norte de nuestros días. La construcción de esta moderna vía de ferrocarril es sinónimo de la construcción de una nación, Canadá. A principios del siglo XlX, el futuro de Canadá como nación independiente era incierto. En la Colonia Británica, aislada por gigantescas cordilleras se hablaba de secesión. Solo una línea de ferrocarril podía unir esta lejana provincia occidental con el resto de Canadá. Los exploradores se adentraron en las montañas, escalaron empinadas cumbres y cruzaron angostas gargantas. El gobierno gastó millones de dólares en la exploración. Se descubrieron y levantaron mapas de regiones de belleza indescriptible. Pero la gran barrera de las Montañas Rocosas guardaba celosamente en su silenciosa inmensidad el secreto que haría posible este ferrocarril. Un camino por el que pudiera pasar el tren. Entonces sobrevino la crisis. Los obreros arrojaron las herramientas. El trabajo se paralizó. Los materiales quedaron abandonados en medio de las praderas y el avance de las vías se detuvo. El comité de urgencia del gobierno convocó una sesión de emergencia. Desde el principio el proyecto estaba condenado al fracaso. La idea de construir un ferrocarril a través de esas montañas era una locura. No existe una ruta practicable, nunca ha existido y es innecesario decir que nunca la habrá. El representante de Ontario. Las montañas no son todo, también hay obstáculos humanos. Los colonos, los indios, todos amenazan con reventar este globo del ferrocarril. Morirán muchas personas, se arruinarán muchos hogares. El representante de la Colonia Británica. La Colonia Británica empieza a perder la paciencia. Hemos oído demasiadas excusas. Estamos aislados al otro lado de esas montañas sobre las que tanto discutimos. Les advierto, caballeros, que, si no se construye ese ferrocarril, la Colonia Británica se convertirá en un dominio independiente. ¡Nos separaremos! Creo que nuestro invitado podrá aclararnos la situación si se le da la oportunidad de hablar. Estoy seguro de que cuando lo hayan oído tendrán una visión diferente del proyecto. Permítanme presentarles al Sr. William Van Horne, director general del Canadian Pacific Railway. Hay cosas que unos hombres pueden hacer y otros no. Su trabajo es dirigir un país, el mío es construir ferrocarriles. Pero ya que todos tenemos un interés especial en el Canadian Pacific, será mejor que todos subamos al mismo tren. Sé bien que hay muchos obstáculos. Obstáculos humanos y geográficos. Esperamos poder superarlos cuando surjan. No sé hacer milagros, solo soy un simple constructor de ferrocarriles que puede equivocarse como cualquier hombre. Pero en este caso, aseguro que este ferrocarril va a construirse. Sr. Van Horne, ¿puedo hacerle una pregunta directa? ¿Es posible cruzar esas montañas? Si Aníbal cruzó los Alpes, nosotros cruzaremos las Rocosas. A su pregunta le dará cumplida y pronta respuesta un hombre, él es el explorador, caballeros. Un hombre famoso en la frontera. En este preciso momento está trazando una vía para cruzar las Rocosas. Les prometo que este hombre encontrará un paso. ¡No! Solo quiero que se sienta acosado. ¿Está Dirk Rourke aquí? No. ¿Sabe si vendrá? - No. ¿Se trata de pieles? - Sí. De pieles. ¿Qué hay, Tom? Esto ya está funcionando. ¿Por dónde has estado, Tom? Así que ya has vuelto, ¿eh? ¡Eh, Tom! - Mike. ¿Cómo estás? - Bien. ¿Sigues con la misma cuadrilla? Sí, menos alguno que no quería espabilar. Estábamos esperando que llegaras. ¿Qué vamos a hacer? ¿Seguimos adelante o se acaba aquí? Eso depende de Van Horne, ¿Está en el campamento? Sí. Está ahora mismo en su vagón, y deseando hablar contigo. ¡Tom! ¡Eh, Tom! - Hasta luego, Mike. - Hasta luego. Tom, ¿cómo estás, viejo zorro? Dinamita Dawson, me alegro de verte. Sabía que no podrían construir un ferrocarril sin ti. Creí que te habían colgado una traviesa del cuello la última vez que nos vimos. Lo hicieron, pero cuando llegamos con los raíles a la civilización se empezó a hacer aburrido, así que me la sacudí de encima y me vine a Canadá. Ah, Tom, cómo nos lo vamos a pasar en esta línea, ¿eh? No, yo me voy a sacudir este ferrocarril de encima ahora mismo. ¿Te retiras antes de empezar? ¿Qué puedes tener en la cabeza que sea más importante que un ferrocarril? - Ni te lo imaginas. - ¡Pero no puedes hacerme esto, Tom! Piensa en las peleas que te vas a perder. Te estás ablandando. Mike, ¿de dónde ha salido este pájaro? Lo contraté esta mañana, ¿por qué, qué ha hecho? Qué puede hacer. Échalo del campamento. Largo, ve a ver al cajero y que te pague. Déjenme pasar, por favor. Ya has oído, Brannigan, ¡levántate y vete, deprisa! Un momento, este hombre está herido. Y si no lo está, va a estarlo. Fuera, y saluda de mi parte a Dirk Rourke. ¡Soy médico! - ¿Médico? - Sí, es cierto. ¿Qué clase de hombre es usted? Lo he visto todo. Le ha atacado sin darle oportunidad de defenderse. Eso mismo. No sé qué desacuerdos tienen, pero seguro podrán solucionarse sin violencia. Como verá, Sr. Brannigan, contratando obreros pendencieros como este hombre creará problemas en el campamento y frenará el ritmo del trabajo. Un momento, ¿es que no sabe quién es? No puedo evitarlo, doctora. Nací con la violencia dentro. Cada vez que veo una rata con una camisa roja, me vuelvo loco. Tom, ¿qué ha pasado? ¿Por qué le has aplastado la nariz a ese? - ¿Y quién es Dirk Rourke? - Es una cuestión personal. - Dinamita, ¿cuándo llegó esa doctora? - Vino con el coche hospital. Y si te digo la verdad, no me fío de los matasanos sin patillas. Depende de lo malo que estés. Verás cómo habrá muchos enfermos en este campamento dentro de poco. Es una pena que no te quedes para encabezar tú el desfile. Del Parlamento, Sr. Van Horne, quieren saber su opinión... Sí, lo he oído. Les daremos largas. Envía esto. La exploración sigue avanzando. Todo está bajo control. ¡Hola! - Ha vuelto. - He vuelto. - Se ha retrasado tres días. - Tiene suerte de que haya venido. ¿Tengo suerte? Otra vez el Parlamento. Me ordenan que mande un hombre a caballo a buscarlo. ¿Se esconde, Sr. Van Horne? Oiga, cabra montés con sombrero, llevo mintiendo tres días para encubrirlo a usted, mintiéndole al presidente, al Parlamento, a Ottawa, hasta a mí mismo. Y usted aparece aquí contoneándose y dice " Hola" . Muy bonito. ¿Puedo invitarle a una taza de té? Es verdad, me he retrasado un poco, pero... no estaba precisamente sentado en un lujoso vagón privado. Déjenos. ¿Qué me dice? ¿Qué ruta seguiremos? Esta exploración ha supuesto un gran riesgo personal. - Supongo que me pagará lo acordado. - La ruta, Tom, la ruta. Es un terreno muy difícil, lleno de toda clase de obstáculos. Hable claro de una vez. No me diga que no ha encontrado un paso. Sí, he encontrado un paso. Tendrán que hacer puentes y túneles, y más de una vez dar rodeos de 90 grados. Pero esa es su vía al Pacífico y usted puede hacerlo. No me dé coba, no es necesario. Le dibujaré los mapas y detallaré la ruta antes de irme. Diles que hemos encontrado la ruta, que mi explorador personal, Tom Andrews ha encontrado un paso y que todas las rutas propuestas anteriormente son impracticables. - ¿Son qué? - lmpr... Pon imposibles. Tom, ¿qué ha dicho de irse? Ya tiene el paso, mi trabajo ha terminado. Oh, no, no puede. Tiene que quedarse hasta el final. Quizá en otra ocasión. Eso de explorador personal me ha llegado al alma. Pero por el momento basta de ferrocarril. Tengo otro proyecto al oeste de Calgary. Me comprometí el año pasado. - Usted es aún más mentiroso que yo. - No le miento. Tengo otro compromiso. Es más, estoy harto de dejarme los nudillos en peleas ajenas. Desde ahora seré un hombre de paz. Si sigue hablando así pensaré que es un santo. Buenos días, Sr. Van Horne. Hemos hecho la lista de medicinas que necesitamos. Quisiera que la viera. La examinaremos luego, doctor. Me gustaría presentarle al Sr. Tom Andrews. El Dr. Mason y la Dra. Edith Cabot, son nuestro equipo médico. ¡Vaya, Tom Andrews! Es como si ya le conociera. El Sr. Van Horne ha presumido tanto de usted... Encantado, doctor. Dra. Cabot. Así que usted es el famoso explorador. Soy algo más, soy el famoso explorador personal del Sr. Van Horne. Eso debe ser gracioso, pero soy negada para las bromas. No tiene gracia, Edith, muchos creen que es el mejor explorador y sabe solucionar los problemas en este negocio. Pero no se puede decir que sea gracioso. ¿Solucionar problemas? Es rápido con los puños y con un arma. Muchos saboteadores y camorristas acuden a los campamentos. Hace falta un hombre que se encargue de expulsarlos. Así es, doctor, yo los estropeo y usted los arregla. Tiene razón, Sr. Van Horne, no es gracioso. He comprobado que hace su trabajo a la perfección. Pero no puedo estar a favor de la violencia como solución. Usted habrá visto mucha violencia. Pude experimentarla en la frontera con mi padre, el Dr. Mason era su socio. Mataron a mi padre, Sr. Andrews, por intentar usar un arma contra un hombre en vez de razonar con él. Todavía estaría vivo si no hubiera llevado armas. Siento mucho lo de su padre, pero yo he aprendido que en este país si desenfundas rápido vives más. La fuerza nunca soluciona nada, solo trae más resentimientos y más violencia. ¿Qué sugiere usted entonces, querida? - Yo no contrataría a pistoleros. - Gracias, señorita. Sus palabras me dan la razón en la charla que mantenía con el Sr. Van Horne, no hay lugar aquí para un hombre como yo. - Le quedo muy agradecido. - De nada, volveremos más tarde. No debería hablarle así, es una buena doctora y una gran mujer. Es guapa y está loca. Dice muchas tonterías. ¿Pues entonces por qué abandona? Ya he hecho un trabajo y bien, ahora me voy de vacaciones. ¡Oh, vacaciones! Pensaba que era un nuevo proyecto. El Sr. Tom Andrews cazado por una mujer. Desde luego, una más humana, no tan angelical. Suerte con la construcción, y cuando pase por Calgary, toque el silbato. ¡Tom! - ¡Mamá, está aquí! - ¿Qué? - ¡Tom! - ¡Cecille! ¡Oh, Tom! Presentía que ibas a llegar hoy. Eh, mi pequeña salvaje... He soñado y rezado y ya estás aquí. Mamá, mira lo que he encontrado. - ¡Bienvenido, Sr. Andrews! - ¿Cómo está, mamá Gautier? Está más guapa que nunca, más que todas las que he visto por ahí. Mamá, te estás ruborizando. Prepararé la cena. Voy a darle una cepillada al caballo. ¿Qué chicas has visto por ahí? Muchas, en la Columbia Británica conocí una squaw muy atractiva. - Un metro de alto por uno de ancho. - Ya estás de broma. Te debería... ¡Oh, Tom! Eso dices ahora, pero algún día echarás de menos el ferrocarril - y volverás a irte. - ¡Oh, no! Ni la policía montada me llevaría de vuelta allí. Se pueden hacer trabajos de exploración sin tener que jugarse la vida. Estoy tan feliz que me echaría a llorar. Papá decía que me iba a quedar bizca de tanto mirar el camino - por el que ibas a volver. - ¿Dónde está tu padre? Ha tenido que ir a una reunión. ¿Has visto nuestro lago? Aquel del que me hablaste. Y está más hermoso que la primera vez que lo vi. Ahora lo llaman lago Louis. Pero es demasiado salvaje para una luna de miel. Osos, linces... A tu lado no tengo miedo de nada en el mundo. ¿Sabes una cosa, Cecille? Yo, al tuyo, tampoco. - Cuando te di esto... - La noche que me pediste. Tom, no habrá nada más maravilloso que estar casada contigo. Tendrás que cambiar, me harás la comida, me la servirás como una squaw... De eso nada. Eso hubiera querido Dirk Rourke. Cuando estemos casados dejará de molestarme. - ¿Dirk Rourke? - Sí. Tiene un almacén de abastecimiento, o eso dice. Pero es la excusa que usa para venir a ver a... papá, como dice él. ¿Te ha molestado otra vez? Se lo dije bien claro aquella vez y fue bastante. Deberías haber visto su cara cuando le dije que iba a casarme contigo. Te habría matado si te hubiera visto entonces. Ya ha querido hacerlo. Estuvo disparando contra mí allí, en el cañón. No... Y tú eres el motivo. Si papá lo supiera, no hubiera ido a esa reunión con Dirk. ¿Dirk ha convocado esa reunión? lban a hablar de algo del ferrocarril. - ¿Dónde están? - En el granero de su almacén. Tom, Dirk no ha vuelto a molestarme desde aquella primera vez. Pero me ha molestado a mí. No intervengas, no vayas, todos sus hombres estarán allí. Mucho mejor. Por favor, quédate, has estado tanto tiempo lejos... Habrá disparos. Dirk tiene poca paciencia y tú también. No quiero perderte, Tom. Tal vez sea mejor que vaya desarmado. Quiero hablar con esos hombres. Decirles que he venido para quedarme. ¡Tom! ¡Tom! - ¿Qué sucede, Cecille? - Va a ir a la reunión. Estará más seguro sin esto. Lo lincharán, Dirk es capaz de todo. ¡Lo matará! El ferrocarril traerá el fin de nuestra libertad y de nuestro país. Esta tierra es nuestra y la defenderemos. - A lo mejor no consiguen terminarlo. - Dicen que han parado el trabajo. El trabajo sigue adelante y puedo probarlo. ¿Recordáis a Tom Andrews? Estuvo aquí el año pasado. - Tú lo conoces, Gautier. - Claro, va a casarse con mi hija. A ti también te ha engañado, como a todos. Os convenceréis cuando oigáis lo que voy a contaros. Existe un paso a través del cual puede cruzar el ferrocarril. Yo lo conozco, pero no he dicho nada por el bien de todos. Pero Tom Andrews lo ha encontrado. Lo vi allí mismo la semana pasada. ¡Trabaja de explorador para el ferrocarril! - No me ha dicho nada de eso. - Vamos a tener que escarmentarle. ¿Por qué no les cuentas todo, Rourke? Que me seguiste e intentaste meterme una bala por la espalda. Pero eso lo arreglaremos después a solas. Quiero dejar bien clara mi postura. Pienso quedarme aquí, casarme. Me gusta esta tierra y su gente, quiero ser uno de vosotros. Pero si os creéis la basura que Rourke os está contando, quizá cambio de idea. No quiero tener que coger un revólver cada vez que salga de mi casa. ¿ Vas a negar que has encontrado ese paso para los del ferrocarril? No, pero si no hubiera sido yo, lo hubiera encontrado otro. El ferrocarril llegará hasta aquí, nadie puede detenerlo. Y desde luego, las cosas cambiarán. Pero Rourke se equivoca cuando dice que nos perjudicará. El ferrocarril traerá muchas ventajas que hasta ahora desconocéis. La primera es que dejaréis de vivir aislados. - Formaréis parte del mundo. - ¡Todo es mentira! Lo han mandado los de ferrocarril para engañaros. Ya no trabajo para ellos. Y si voy a quedarme aquí, tengo tanto interés en lo que el ferrocarril pueda significar como cualquiera de vosotros. ¡Yo digo que hay que detener el ferrocarril! Amigos, por favor, por vuestras familias, por vuestros hogares, no empecéis algo que seréis incapaces de acabar. ¡Lo acabaremos! ¿Queréis perder todo lo que tenéis? ¡Mi único interés sois vosotros! Tu único interés son tus almacenes de abastecimientos. Porque los beneficios que estás obteniendo de estas personas van a desaparecer. Los tramperos no tendrán que venderte sus pieles, podrán enviarlas directamente, y lo mismo ocurrirá con los granjeros y los colonos. Tú eres el único al que va a perjudicar el ferrocarril. ¡El ferrocarril va a traer una avalancha de gente! ¡Cientos de hombres que cazarán los animales que os pertenecen! ¡Que os arrebatarán vuestras cosechas! Ese es el hombre al que tendréis que agradecer que vuestros hijos mueran de hambre. ¡Hace tiempo que juré, Rourke, que algún día te ajustaría las cuentas! ¿ Vas a casar a Cecille con un empleado del ferrocarril? ¡No se casará con mi hija! ¡Parad! ¡Parad! - Dejad de pelear. - Ahora mismo, padre. Tom, deberías avergonzarte. Me daría vergüenza si fuera él. - El ferrocarril otra vez. - Sí, padre. Os equivocáis si acudís a estas reuniones. Solo pueden traeros problemas. Os ruego que os vayáis a vuestras casas y meditéis esto con calma. - Sí, padre. - Tom, quiero hablar contigo. - Curad a Rourke. - Sí, padre. Rourke nunca te perdonará esto. El fin de una larga amistad. Esta es la primera oportunidad que he tenido de darte la bienvenida. Cecille te esperaba un día de estos. Dice que has dejado el ferrocarril. No es sitio para llevar a una esposa. ¿Sabes que voy al campamento del ferrocarril mañana? No. ¿A qué? El Sr. Van Horne me ha llamado. Piensa que mi presencia le vendría bien a los hombres. ¿ Y de dónde habrá sacado esa idea? Ya has visto lo que Dirk Rourke está provocando. La gente está nerviosa, y esto podría acabar mal. Sí. Confío en que entre todos lo arreglemos pacíficamente antes de que sea tarde. - Bien... buenas noches. - Buenas noches, padre. ¡Ah, Tom! Haz el favor de darle esto a Cecille. Se lo ha dejado en mi casa. ¡Claro! - Te estaba esperando. - ¿Sí? - ¿Qué ha pasado en la reunión? - Todo ha salido bien. - ¿Por qué? ¿Tenías miedo? - No, claro que no. Me sentía muy sola aquí fuera esperándote. Hace frío, pero no quería entrar hasta que volvieras. Por cierto, se te ha olvidado el chal en casa del padre Lacomb. No importa, ya has vuelto. Estaremos juntos... Nos iremos a nuestro lago. Cecille, escucha, las cosas han cambiado. Nuestro lago tendrá que esperar. Me iré al campamento del ferrocarril mañana. - ¡No, Tom! Al llegar me has dicho... - Sí, pero no he terminado mi trabajo. Si hay complicaciones, debo estar allí. - Esa guerra no es tuya. - Sí que lo es. Trenes... Ya nadie habla de otra cosa. ¿Es que no hay otro tema importante del que hablar en el mundo? - Sí... Estás tú. - ¡Estoy yo! ¡Y vas a dejarme para volver al campamento! Solo será un año más como mucho, trata de entenderlo. ¡Lo comprendo! He esperado un año, ahora me pides que espere otro, y después otro. Tengo que darle la razón a Dirk, el ferrocarril solo trae desgracias. A mí es lo único que me ha traído. Mis paisanos no lo quieren, ni yo... ¡Y tampoco te quiero a ti! Para haber dejado este negocio, parece que aún tiene interés en él. ¿Por qué no puede usted conseguir nada sin su explorador personal? Ahí está Mike. Apartaos, a un lado. Bien. Hemos hecho muchos progresos. No hay peleas en los campamentos, ni siquiera un dedo meñique roto. A este ritmo, llegaremos al paso antes del invierno. Esperémoslo. De todos modos, estaré alerta. ¡Nunca cambiará, Tom! Lo dejo. Voy a inspeccionar el nuevo tramo. ¿Qué pretendes, volar el carromato? Los caballos son valiosos. Tom, cómo me alegré cuando apareciste esta mañana. - Hasta los caballos se alegraron. - Gracias, pero ten cuidado con eso. Los hombres no están acostumbrados a ese material como tú. He estado intentando verte a solas todo el día. Esta es la mejor manera de conseguirlo. ¿Qué quieres decirme? Están robando dinamita. Anteanoche media caja. - Anoche una caja entera. - ¿ Viste a alguien? Huellas alrededor de todo el polvorín. Mocasines indios. Pero Tom, los indios no saben para lo que sirve la dinamita. - ¿Quién más sabe esto? - Solo tú y yo hasta ahora. No hables con nadie. Voy a averiguar lo que pasa. Hasta luego. Dos de tus hombres no parecen indios en absoluto. Parecen blancos. Hombre blanco tiene ojos agudos. Sería mejor para ti tenerlos cerrados. Esos dos se quedan. Llévate a tus hombres a tu campamento. - Otra vez usted, debí imaginarlo. - Sí, doctora. Hasta ahora, hasta que usted ha vuelto, ha habido tranquilidad. Con usted vuelven las armas, los puños, la violencia. Doctora, ¿no se le ha pasado por la cabeza que puedo tener una razón - para disparar contra estos hombres? - ¿Qué razón? Con calma, chicos. ¡Padre! Llevadlo al vagón hospital en cuanto podamos moverlo. ¿Qué estás buscando? ¡Doctora! Ahí tiene la razón. Vosotros dos, venid conmigo. ¡Levanta! ¡Y tú también! Llevadlos a Calgary, acusadlos de homicidio. ¡Doctora! Yo... 14, 15, 16... Te has buscado una buena choza. Cuando lleguemos a las montañas, voy a necesitar otra más. Ya seguirás jugando en otro momento. ¿Cuántos cartuchos te faltan? Casi mil cartuchos. 108 cartuchos por caja, hacen casi diez cajas. Y con eso se puede mandar al infierno a todo el campamento. - Háblame de tus ayudantes. - A dos los he echado. Pero no como tú lo haces ahora. Tom, me has decepcionado. Cuando yo era sheriff en los territorios del río de Delaware... La última vez que me lo contaste, eras juez. Hacía un disparo por hombre, y eso era todo. Tú a esos dos solo les cortaste las alas. Estoy probando nuevas tácticas. Ya veo, quieres quedar bien con la matasanos. En fin, en otros tiempos eras bueno. Pero cuando un hombre como tú empieza a ablandarse, - acaba como la gelatina. - Es que me estoy haciendo viejo. - Oye, voy a necesitar tu carro. - ¿Para qué? Es otra táctica nueva. Esta noche ata mi caballo con los demás, donde todo el mundo pueda verlo. Llévate tus mantas a mi tienda, enciende la lámpara y ponte a leer. - Si es que sabes. - ¿Leer? Yo estudié en Harvard. Creí que era Yale. Bueno, en la universidad. Bien, pues ponte a leer. Tiene que parecer que estoy en mi tienda. ¿Por qué no puedo acompañarte? Para lo que sea. Tiene que hacerlo un solo hombre. Es cosa mía. lndios. lndios... Bueno, yo una vez viví con una squaw que... Eh, no vayas a liarte con alguna. Vamos a ver, ¿por dónde iba? Vaya, he perdido la cuenta. - ¿Sabes lo que es dinamita? - Sí. Falta dinamita del ferrocarril, robada. Es peligrosa. Tú amigo de padre Lacomb, verte en camino de hierro con él. Es verdad. No he venido a acusarte, jefe, ¿entiendes? Pero hombres blancos pagar a algunos de tus jóvenes para robar dinamita. Esos hombres blancos no son amigos tuyos. No te han dicho la verdad. Ven conmigo. Yo sentir. - Esto no ocurrir de nuevo. - Gracias, jefe. ¡Muchachos! Desata los caballos y dales de comer. No, espera. Es como tirar al blanco. Se me ha ocurrido... algo mejor. A una de las cajas del suelo, ¿eh? Apunta bien. ¡Dejadme paso, apartaos del medio! ¡Traed una camilla, rápido! ¡Doctora! ¿Ha muerto? No, pero no entiendo cómo sigue vivo. Sí, son cosas de la dinamita. Estaba demasiado cerca. Si hubiera estado a un par de metros, hubiera volado en pedazos. ¡No lo sabía! Tenemos que esperar hasta llegar al hospital. No debemos hacerle una transfusión ahora. Necesita sangre, si no, no llegará vivo al quirófano. Te lo advierto, puede morir. Si él pudiera elegir, se arriesgaría. Ahora depende de ti, amigo. Quédate echada un rato. ¿ Vivirá ahora, señorita? Perdón, doctora. ¿Sabe rezar? ¿Qué dices? Los colonos de mi valle están con nosotros. Casi todos. Lo mismo digo de los míos. Todos estarán dispuestos cuando sea necesario. Buen trabajo. El ferrocarril está perdido para siempre. ¿Cómo os atrevéis a reuniros en esta casa? Habrá muchas más reuniones en esta casa. Es mi voluntad, y es mi casa. ¿Tú también te has puesto de su parte? Tu padre es ahora uno de mis ayudantes. Cecille, siéntate, te lo contaré todo. - Gracias, prefiero quedarme de pie. - Como quieras. Nos estamos organizando para la acción. Cuando llegue el invierno tendrán que parar el trabajo, eso nos dará tiempo. He estado en el campamento. No alcanzarán el paso antes de que lleguen las nieves. Han tenido algunos accidentes que les han retrasado lo suficiente. Eso es. Falta un par de cartuchos de dinamita para volar un desfiladero y hacerles perder muchos días. Cuando vuelvas, dile al resto de nuestros amigos que lo recuerden bien. Y tengo nuevas ideas para cuando llegue la primavera que les harán las cosas muy difíciles. No podrán hacer ni un kilómetro diario. Dame la garrafa. ¡Brindemos por la caída de Van Horne! La semana que viene iré a hablar con los indios. Sí. Antes de que llegue el invierno tendremos a todas las tribus de aquí a Vancouver en pie de guerra. Los accidentes retrasan las obras, pero un levantamiento indio acabará con ellos para siempre. - Tú primero, papá Gautier. - ¡Brindo por Dirk Rourke! - ¡No lo harás en esta casa! - Cecille, ¡sal de la habitación! Os habéis vuelto locos todos. No podéis detener el ferrocarril. Si creéis sus mentiras, moriréis. No hay nada de malo en el ferrocarril. Yo viajé en tren cuando iba a la escuela en Montreal. Son maravillosos, nos traerán la civilización... ¡Calla! ¡Calla te digo! Eres una niña, harás lo que hagamos nosotros. - ¡Pensarás como nosotros! - ¡No quiero hacerlo! ¿Te revuelves contra tu propia gente? Mi propia hija... Ya no eres de los nuestros. Vete y piénsalo, aún estás a tiempo. Pásame la garrafa. ¡Cecille! He hablado con tu padre. He dicho que lo sientes y te perdonará. Debes estar pensando en Tom Andrews, si no, no hablarías así. Hablas como él. - Tom Andrews se ha ido. - Claro que se ha ido. Estaba jugando contigo. Hay una doctora en el ferrocarril de la que parece muy enamorado. Mentira. Por eso volvió con ellos. ¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Mentiroso! Ahora mismo lo está cuidando en el hospital, si es que sigue vivo. ¡Está enfermo! ¿Qué le ha pasado? ¡Dímelo! Te lo diré, una bala hizo estallar varias cajas de dinamita. No murió en el momento, pero de todas formas va a morir. Es mejor que te olvides de él. Ese hombre no te convenía. - Yo puedo hacerte más feliz que él. - ¿Cómo sabes lo de la bala? - Lo sabes porque tú la disparaste. - No, Cecille, yo no disparé. No lo niegues. ¡No lo niegues! ¡Asesino! ¡Asesino! ¡Terminarás en la horca! ¡Asesino! ¡Asesino! Ha estado al borde de la muerte. No sé cómo lo ha hecho. Pero ya ha salido de peligro. Vivirá. ¡Claro que vivirá! Yo estaba seguro, este hombre está hecho de acero. Ahora tiene que dormir. La naturaleza será su medicina. Es un milagro. No se ha apartado de su lado ni cinco minutos desde que pasó. El milagro es usted. - Tom Andrews, ¿dónde está? - En la número seis, señorita. - Pero no puede entrar. - Espere, no puede pasar ahí. Tengo que verle, tengo que entrar... Un momento, señorita. No puede pasar. Usted debe ser Cecille Gautier, me ha hablado de usted. Soy Dinamita Dawson, amigo de Tom. - Sí, ¿está...? - Sí, se pondrá bien. No se preocupe. ¿Entonces por qué no puedo verlo? Porque está enfermo, nadie puede verlo por el momento. Usted lo ve, siempre que quiere. No, señorita, no puede verlo. Ya ha oído a la doctora. ¿Quién se ha creído que es? Para ella es más que un paciente. - Por favor, no. - No quiere dejarme entrar porque tiene miedo. Lo quiere para ella sola. Señorita, ¿por qué no usa el sentido común? Tengo que decirle a Tom algo que debe saber. - ¡No, señorita, usted se queda aquí! - ¡Suélteme! Lo que tenga que decirle a Tom puede decírmelo a mí. Ya me advirtió que tenía mucho genio. Venga conmigo. Siéntese y tranquilícese. ¿Qué es lo que Tom debe saber? Dirk Rourke hizo estallar la dinamita que le causó las heridas. Lo sé. ¡Maldito canalla! Ha organizado a la genta para pelear contra el ferrocarril. Y tiene planes para la primavera. No sé cuáles. - lntenté detenerlos, pero... - La serpiente se esconde entre la hierba. He venido para ayudarle como sea. Aún quiere a Tom Andrews, ¿ verdad? - ¿Eso qué importa ahora? - lmporta y mucho. Tiene que volver a su casa, por Tom y por su propia seguridad. Si abandona ahora a su gente, la considerarán una traidora, podrían matarla. No debe correr ese riesgo. Si quiere ayudar a Tom, quédese con ellos, averigüe lo que pueda. ¡Sí! Y no se preocupe por la doctora, aún no le ha dado ningún filtro amoroso. - ¿Qué pasa, Mike? - Han vuelto a soltar los raíles, jefe. - Si este tren hubiera llegado ahí... - ¿Ha habido más explosiones? Desde hace días no, pero han atacado al guarda y han vuelto a robar en el polvorín. - Puede ocurrir cualquier cosa. - ¿Ha vuelto a aparecer ese perro? Nadie lo ha visto desde que se fue del campamento hace dos semanas. Ahora sí que nos han hecho daño. ¡Venid, muchachos, vamos a despejar la vía! ¡Volved al trabajo, vamos, al trabajo! Llevamos semanas de retraso. Los sabotajes han impedido la llegada de materiales. No podremos afrontar los gastos. La paga de los hombres no llegará a tiempo. Habrá complicaciones. Ojalá estuviera allí. ¿Cuándo parará los trabajos? Un día de estos, el tiempo empeora. Bueno, por lo menos nos dará tiempo de reorganizarnos y tendremos todo el invierno para encontrar la fórmula de acabar con los sabotajes. - Tengo unos asuntos personales... - Lo conseguiremos. Tenemos que hacerlo. Edith me ha dicho que para la primavera estará como nuevo. Una gran mujer. Si no le hubiera dado su sangre en el tren aquella noche... pero en fin, ya ha pasado. - ¿Ella me donó su sangre? - ¿No lo sabía? Sí, y le salvó la vida. Adiós, Tom. - ¿Qué tal, Sr. Van Horne? - ¿Dónde has estado estas semanas? Por ahí, asuntos privados. Mi pobre abuela se rompió una pierna se la he entablillado yo. Buen trabajo. También tienes trabajo en el campamento. Si no vuelves, dejarás de tenerlo. - ¿Cómo estás, compañero? - Peor en cuanto te he visto. ¿Qué es ese cuento de tu abuela? No quería decirle lo que he estado haciendo de verdad. Tom, ¿te has parado a pensar por qué explotó aquella dinamita? Creí oír un disparo de rifle antes de la explosión, pero no estoy seguro. Pues puedes estar seguro. Y sé quién lo hizo: Dirk Rourke. - ¿Cómo te has enterado? - He estado investigando por ahí. Se me ocurrió seguirle la pista a Rourke por las montañas. Pensaba ajustarle las cuentas por lo que te hizo. - ¿Lo has matado? - No, maldita sea. - No pude alcanzar a ese perro. - No hagas nada, Dinamita. Si Rourke está detrás de esto, yo me encargaré de él. Claro que está detrás de esto, desde el principio. Y tiene otros planes cociendo en la olla. Vamos a tener mucho trabajo esta primavera. ¡Rourke es un demonio! Me iré en ese tren al campamento, en primavera no estaré por aquí. - ¡Cuídate, Tom! - Gracias por venir, - y por darme ánimos. - Hombre... Espero que esos hombres no le habrán molestado con malas noticias. No, todo está bien. Le cambiaré el vendaje. ¿Siempre trata a sus pacientes como si fueran pobres animalillos? No entiendo lo que me dice. Me han contado lo de la sangre que me dio. ¿Por qué no me lo había dicho? No me pareció importante. Lo habría hecho por cualquier otro hombre. Pero lo importante es que lo hizo por mí. Gracias. Ahora que tengo su sangre, ¿no cree que tenemos algo en común? Desde luego que no. Edith, debería tener sentimientos más cálidos, porque vamos a estar aislados por la nieve bastante tiempo. Hola, Sr. Van Horne. - Tiene muy buena cara. - Estoy nuevo. Siéntese. Gracias, solo será un momento. Quiero que regrese al campamento en cuanto esté en condiciones de viajar. ¿Qué ocurre? Ya hemos reanudado el tendido de la vía, pero las cosas van mal. No se trata de sabotajes, es en el mismo campamento. - Los hombres no quieren trabajar. - ¿La paga no ha llegado? Los fondos están retenidos por la burocracia. Voy a ir a Calgary para resolverlo. Pero las promesas ya no van a tranquilizar a los hombres. Siempre le han tenido mucho respeto, Tom. Si pudiera estar allí al menos unos días y calmarlos, tendría tiempo de conseguir el dinero. - Edith, ¿qué le ha pasado en el pelo? - Me he cambiado el peinado, ¿por qué? Está más guapa. ¡Muchísimo más! ¡Cuánto te quiero, Tom! He estado buscando el motivo, pero no lo encuentro. Eres extraordinaria, Edith, nunca podré pagarte lo que me has dado. Ya me has pagado, dándome a conocer al otro Tom Andrews. ¿El otro? El que hay aquí dentro, el que abandonó su hogar y se fue a la frontera para no olvidar las cosas bellas de la vida. Ese es el hombre que admiro y respeto. No al Tom Andrews que conocí con esos revólveres. Solo los limpiaba. ¿Crees que alguna vez he deseado usarlos? - Pero las has usado. - Hay veces que un hombre... No hay excusa para dirigir un arma contra un semejante. Y si sientes por mí lo que creo, no volverás a usarlas, jamás. Pues... son un poco pesadas y no estoy tan fuerte como antes. Estaba segura de que dirías eso. Ahora eres mi paciente y harás lo que te diga. El vagón hospital volverá al campamento mañana. Eso encaja con mis planes. Los enfermos y convalecientes se quedarán aquí, incluido tú. Pero tengo que volver. El médico dice que no, necesitas descansar otra semana. Estaremos separados, pero por poco tiempo. Lo que mande, doctor. ¿Pero y si le hace falta el viejo " Búfalo Bill" ? Ni eres viejo ni " Búfalo Bill" . Vaya, un polizón. Está violando las normas del ferrocarril. No, solo necesito aire fresco y pasarlo bien. Aún no te he dado el alta. Puedo obligarte a quedarte en la cama. Bajo vigilancia. Estás ansiosos por volver al trabajo. Baja y ayúdame a comprobar el material. En seguida. Siéntate. Toma. - 20 docenas de gasas quirúrgicas. - ¿Gasas qué? Quirúrgicas. Anótalas aquí. Y yo os digo que no. ¡Nunca! El monstruo de acero os devorará. Habéis visto desaparecer a los búfalos. Pronto la tierra misma desaparecerá. Unid a vuestros pueblos y expulsadlos de vuestro país. Miradlos, ¿no os lo dije? Si conseguimos lanzarlos contra el campamento, acabaremos con ellos. Sí, echaremos a esos ladrones. Mi plan da resultado. He inundado el campamento de whisky y también he montado un salón para beber y jugar. Si esos imbéciles quieren dejar las herramientas, lo tienen muy fácil. Cuando esos guerreros vayan a por ellos caerán como moscas. Ya no hay remedio. Los jefes de las tribus han caído en la trampa. ¡Es la guerra! Ese loco de tu padre, no sabe lo que está haciendo. No se da cuenta de que es nuestra sangre la que va a correr, no solo la de los hombres del ferrocarril. Te dije que te quedaras dentro de la casa. Papá, ¿es que no lo entiendes? Debes detener a Dirk Rourke. No, tiene razón. Y tú deberías estar con nosotros, conmigo. Lo estaba, ¡pero mira! ¿Sabes lo que harían contigo si ahora te opusieras a ellos? ¡Pertenece a las tribus, es vuestra tierra! Háblales, a ver si consigues convencerlos. Jefes, mi hija quiere hablaros de las maravillas del ferrocarril. Háblales. ¡Venga! Destruid el ferrocarril. ¡Expulsadlo de vuestra tierra! ¡Estaremos con vosotros hasta la muerte! Calma, aún no es la hora, volved a vuestras tribus. Yo os avisaré. Hablaremos cuando se vayan. - ¿Estás satisfecho de mí ahora? - Mucho. Te he oído. Lo que has hecho es terrible. Sí. Pon aquí algo de comida. Voy a avisar a Tom ahora que aún puedo. Ya no es tu hombre, tú lo has visto con otra mujer. Sí, alguien que no sabe nada de todo esto. Pero no importa, tengo que avisarle. Has hablado bien, Dirk, ¡nos has convencido! Si te vas, será para siempre. No podrás volver con nosotros. Jamás. Adiós, mamá. Te quiero. Ahí va el último de los jefes. - ¡Por los cazadores de cabelleras! - ¡Salud, salud! ¡Vamos, a trabajar! ¡Parece que no habéis visto un tren en la vida! Sí, pero no veo el vagón oficina. - ¿Dónde está el vagón del dinero? - Eso, ¿dónde está? ¡Vamos a descubrirlo! A ver qué nos cuenta ahora Van Horne. - ¿Qué pasa, amigos? - Vaya, es Tom Andrews. ¡Bienvenido, Tom! - E Sr. Van Horne está en Calgary. - ¿Dónde está la paga, Andrews? ¿En qué vais a gastaros aquí el dinero? El Sr. Van Horne os prometió que cobraríais. - Ya estamos hartos de promesas. - Cobraréis dentro de un par de días. ¡También estamos hartos de oír eso! Comprendo que estéis impacientes, muchachos. Yo estaría igual si estuviera trabajando al sol todo el día, y no viera la paga. No soy un mentiroso, y casi todos lo sabéis. Y os digo que no os preocupéis, el dinero está en camino. Ya estoy harto de oír promesas. Son solo mentiras. ¡Vamos a destrozar esto! - ¡Cuidado con lo que haces! - ¡Dales su merecido, Tom! Vamos. Vamos! Pero Tom, ¿a qué estás esperando? Lo que rompáis os será descontado de la paga. Volved al trabajo y no hagáis tonterías. ¡Hay que construir un ferrocarril! ¡Un tipo duro! ¡Con los pantalones planchados y bien peinado! ¿Has olvidado tus armas? ¿Qué pasa, Andrews, es que eres un cobarde? Vamos, muchachos, al garito de Bailey's . Escuchadme, la construcción de esta línea es más importante que los problemas personales... Has hecho lo que podías, Tom. No, tendría que haber hecho que se tragara las muelas. - Tom, ¿se puede saber qué te pasa? - Nada. No llevas armas, toma y dale su merecido a ese canalla, hijo de mala madre. - Los tiempos cambian. - ¿Qué te ha hecho esa mujer? ¿No ves que no se puede manejar a una manada de bestias con buenas palabras? A lo mejor sí. BAlLEY'S SALOON EL BAR MÁS LARGO DEL MUNDO Eh, eh, esta noche la casa invita, chicos. Hay cinco barriles de whisky pagados y solo hay que abrirlos, así que a beber. - Diles la verdad, Bailey. - Cállate. Diles que el whisky te lo ha dado nuestro amigo. - Por eso lo regalas. - Que te calles. Eso es interesante, ¿habéis oído lo que ha dicho Mallis? Ha mandado el whisky para que bebamos y destrocemos las obras. ¡A callar! ¡A mí no vais a engañarme! Al que saque un arma lo dejo seco. Así está mejor. La casa sigue invitando. Tom, acaban de herir a Mallis en el garito de Bailey, - creo que va a palmarla. - ¡Tengo que ir! ¡Edith, espera! Pero Bailey ha matado a Scott, no puedes ir así, tienes que ponerte... ¡Ahora sí pareces un hombre! Han herido a un hombre aquí, a Mallis. Acaba de salir por la puerta de atrás. - Soy médico, si está herido. - No está herido, está muerto. ¿Un trago? Ven, hermana, vamos a bailar. ¡Quítale las manos de encima! - Sal de aquí, Edith. - Mallis ha muerto. Vuelve al vagón. - ¿Eres Bailey? - Sí. Pues vas a cerrar. No hace falta que se ponga así, la pelea ha terminado. Íbamos a rezar un responso al amigo Mallis. - ¿Un trago? - Vas a venirte conmigo. Voy a encerrarte por asesinar a Scotty y a Mallis. Te salvaste una vez, Andrews, ¡esta no lo contarás! ¿Queríais rezar? ¡De rodillas! Dinamita, recoge las armas. Para evitar más tiroteos, de momento voy a guardar yo las armas. Cuando se os pase la borrachera, pensad en lo que habéis visto aquí. Hablaremos mañana por la mañana, y esta vez vais a escucharme. ¿Seguro que el cable resistirá? Sí, maldita sea, resistirá. Tom, hazme caso, échalo abajo con dinamita. ¿ Y volar todo el campamento? ¡Oh, no! ¿Preparado, Jim? Cuando quieras. - ¿Preparados? - ¡Dale presión! - Adelante. - Muy bien. ¡Buen trabajo, Jim! ¿ Vuelves a la base esta noche? - Ahora mismo. - Si ves al Sr. Van Horne cuéntale lo que ha pasado, dile que no tiene que preocuparse. - ¿Qué pasa, Dinamita? - ¡Ya está, ya he soltado el cable! - ¡Hasta la vista, Tom! - ¡Buen viaje, Jim! Dinamita, tenemos trabajo, es el momento de abrir el salón. Una vez leí un cartel en un bar de Montana que decía: Si quieres saber quién manda aquí, busca pelea. Bien, yo no quiero mandar, y mucho menos quiero pelea, pero alguien la está buscando y no piensa detenerse hasta que acabe con este ferrocarril. Todo lo que ha ocurrido, los accidentes, lo de Bailey, todo es parte de un plan para quitarnos el trabajo, ¿ vamos a consentirlo o vamos a terminar lo que hemos venido a hacer? Construir esta línea. Yo digo que si lo que has dicho de la paga es cierto, - entonces ahora mismo a trabajar. - ¡Tiene razón! No voy a permitir que nadie me quite el trabajo. ¡Así se habla, muchachos! Os voy a decir otra cosa, hay un hombre detrás de todo esto y sé quién es. Si todos volvéis al trabajo, voy a ir a buscarlo, y lo traeré vivo o muerto para que lo veáis. ¿Quién es esa víbora? No es tan fácil de encontrar y es un asunto personal. Pero una vez que lo tenga en mis manos todo irá perfectamente. Bien, ¿qué decís, muchachos? Tom, si te dedicaras a la política, llegarías a presidente. ¡Eh, esperad! Tom, los indios van a atacar el campamento. ¿lndios? ¿Qué te había dicho? Tienen rifles, hay cientos de ellos. Dirk Rourke los ha vuelto locos. ¡Tenéis que huir de aquí! No podemos huir, no tenemos locomotora. Entonces que el padre Lacomb hable con ellos, - él les hará entrar en razón. - El padre Lacomb ha vuelto a la base. ¡Escuchad! Muchachos, ¿estáis oyendo? Vamos a tener que defendernos. ¡Rápido, hay que traer el vagón hospital hasta aquí! ¡Aquí está bien! - ¡Eh, Mike! - ¿Sí? Poned traviesas alrededor para hacer una barricada. Hank, reúne todas las armas y munición que haya. Dinamita, los rifles de repetición. Cecille, ven conmigo. Jake, telegrafía a la base, el campamento va a ser atacado. ¿Atacado? No puedo comunicar desde hace una hora. Han debido cortar los cables. - Entonces sal y usa esto. - Sí, señor. Tu ayuda nos ha permitido prepararnos, pero te has metido en el peor sitio. No me importa, no podía dejar que lo hicieran... Eres una mujer muy valiente. Tom, yo... Escucha... tambores. ¡Se acercan! - ¿Es verdad lo que dicen? - Sí, subid las dos al vagón. - ¡Quiero ayudarte, Tom! - Adentro. Usted, también, Dr. Mason. ¡Venga, muchachos, detrás de la barricada! - Tom, ¿lo sabe Van Horne? - No, han cortado los cables. - Voy a avisar a Van Horne. - No puedes irte. No, quédate, eres un buen tirador. Y un buen jinete, una vez gané el de Kentucky, ¡en una mula! - Hasta la vista. - ¡Buena suerte, Dinamita! Hay francotiradores, quieren eliminarnos poco a poco. Si quiere ayudar, las vendas están ahí. ¡Ayudaría más con un rifle! Como en un tiro de feria. ¡Jefe! Que tus hombres sigan escondidos, mantendremos el cerco hasta que anochezca entonces daré la señal de ataque. ¿ Y el que ha salido a galope hace un momento? No llegará muy lejos. He puesto vigías indios en todos los caminos. Por si alguno quiere ir a avisarles. Lo estáis echando a suertes, ¿eh? A ver quién es el afortunado que me arranca la cabellera. Pues eso no está bien, no es ser civilizados. Jefe, ¿me dejas fumar el último cigarro antes de irme a las grandes praderas? ¿ Vosotros también queréis? Bueno, tengo muchos. Vamos a ser amigos. Uno para ti, otro para ti, hay para todos. El mejor tabaco que hayáis probado. Toma fuego, jefe. Os va gustar, muchachos, chupad fuerte. Si no tenéis fuego pedidle a otro, ¿eh? Están tramando algo, Mike. Que algunos de tus hombres suban al vagón, los demás que se escondan debajo. Pero que no salgan de esta barricada. Díselo a todos. Apuntad bien, no desperdiciéis municiones. ¡Gracias, Cecille! Cuidado, no te acerques. ¡Está herido! Son muy traicioneros. Ayudadme, hay que sacarlo de aquí. Abrid la puerta. Alivia primero el sufrimiento de los nuestros. La compasión no hace distinciones. Tú empezaste esto. La violencia siempre trae más violencia. ¿Me estás echando la culpa a mí? A ti personalmente claro que no. Culpo a las ideas que defiendes. Creí que habías cambiado, pero hace falta mucho valor para renunciar a derramar sangre. Hemos cogido a uno de ellos, salió corriendo de entre los árboles. ¡Papá! Cecille, mamá me dijo que venías a avisarles. No pensé que sería tan horrible... Horrible... Me equivoqué. ¿Qué planea Rourke? Está ahí arriba, junto al pino seco, el grande. Cuando dé la señal comenzará el ataque final. Son demasiados. No podréis... resistir. ¡Ya! Enciéndela, Cagle. ¡Quietos ahí! ¡Tome, luche! ¿Quiere morir? ¡Está loca o es una santa! Dice que no puede ir más rápido, Sr. Van Horne si le da más presión, la caldera va a reventar. No pude evitar que dieran la señal. Rourke ha muerto. ¿Lo has matado tú? ¿Por qué no iba a hacerlo? ¡Era el responsable de todo! - Me alegro, Tom, me alegro. - ¡Estás herido! ¡Nos atacan! ¡El tren, Tom, el tren! ¡Fuego a discreción! Eh, Tom, ¿qué opinas del trabajo del ferrocarril? Como su explorador personal, la mayoría de las veces es muy duro, pero me gusta. ¡Padre Lacomb! Sr. Von Horne, Dinamita se ha portado como los buenos. Por cierto, ¿por qué has tardado tanto? Porque me entretuve fumándome el cigarro de la paz con unos indios y desde luego descansan en paz. ¡Dinero, dinero, dinero! Si el dinero es la raíz de todos los males, que me den un carro de esas raíces. Su padre se recuperará pronto, Cecille. ¿Se viene con nosotros? - La acompañaré en el próximo tren. - Adiós. Por todos los santos, ¿qué es esto? Ay, madre, tenemos problemas. ¿Qué queréis, jefe? ¿Qué es lo que dice? Quieren firmar la paz con el hombre blanco. Quieren volver a sus tribus en paz. Se quedarán allí y no volverán a atacarnos. Dígales que accedo a sus deseos. El jefe blanco dice que os concede todo lo que habéis pedido. Os pido que me creáis, no como sacerdote, sino como hombre blanco que comprende a los blancos y a los indios. ¡Tom!