¡Sublime gracia! Qué dulce es el sonido
¡Que salvó a un desgraciado como yo!
Una vez me perdí, pero ahora me reencontré;
Estuve ciego, pero ahora veo.
Fue la gracia la que enseñó a
mi corazón temer,
Y esa gracia alivió mis miedos;
Cuán preciosa se manifestó esa gracia
En el momento que creí por primera vez.
Por muchos peligros, faenas y trampas,
Ya he pasado;
Fue la gracia la que me ha salvado,
Y la gracia me guiará a casa.
El Señor me ha prometido el bien,
Su Palabra mi esperanza asegura;
Él será mi escudo y parte será,
Mientras me dure la vida.
Cuando hemos estado ahí diez mil años,
Brillando como el sol,
Nunca hemos tenido menos días
para alabar a Dios
Que cuando habíamos empezado...
Que cuando habíamos empezado.
(Nota de retención)