Un lunes 16 de enero de 1996,
entré a la oficina del presidente
en mi carácter de jefe de Estado
de la República de Sierra Leona.
No había sido electo.
Cuatro años antes,
había sido uno de los 30 oficiales
militares fuertemente armados,
todos entre 20 y 30 años,
quienes irrumpimos
desde el frente de batalla
hacia la ciudad capital, Freetown.
Solo teníamos un objetivo:
derrocar una dictadura de partido
único, corrupta y represiva,
que se mantenía en el poder
desde hacía más de 25 años.
Pero, al final, no fue un golpe violento.
Luego de disparar un par de veces
y de tomar la estación de radio,
cientos de miles de ciudadanos
salieron a las calles
para recibirnos como libertadores.
Si piensan que esto parece el guion
de una película, estoy de acuerdo.
Formé parte del gobierno militar
y ocupé varios cargos.
Nuestro objetivo siempre fue restaurar
un gobierno civil y democrático en el país.
Pero luego de cuatro años,
esas elecciones democráticas
multipartidistas aún no habían ocurrido.
Los ciudadanos comenzaban
a perder fe en nuestra promesa.
Pero ¿saben qué?
Me gusta cumplir mis promesas.
Con algunos camaradas
hicimos otro golpe de Estado
y, esta vez, contra nuestro propio
jefe de Estado y comandante.
Otra vez, fue un golpe pacífico.
Así asumí como el nuevo
jefe de Estado militar
el 16 de enero de 1996.
Solo tenía 31 años.
Por supuesto, el poder se sentía bien.
Me sentía invulnerable.
Tenía miles de hombres bien armados
y la fuerza aérea bajo mi comando.
Estaba fuertemente protegido,
y estaba rodeado de lujos.
Pero las obligaciones con mi nación
siempre fueron superiores.
Millones de compatriotas eran desplazados
o huían de la violencia y de la guerra.
Así que participé en una serie
de actividades diplomáticas
en toda la subregión
y convencí al huraño líder rebelde
de iniciar conversaciones pacíficas
por primera vez.
También convoqué
a una conferencia nacional consultiva
de organizaciones civiles
y partes interesadas
para debatir sobre
el mejor camino a tomar.
En ambos casos, compartí con ellos
mis creencias de entonces y las actuales:
que Sierra Leona es la prioridad,
y que debe ser una sociedad
segura, pacífica y justa,
donde cada persona pueda prosperar
y contribuir al desarrollo nacional.
Y entonces, inicié conversaciones
pacíficas con los rebeldes.
Organicé las primeras elecciones
democráticas multipartidistas en 30 años.
(Aplausos)
Le entregué el poder
al nuevo presidente electo,
me retiré del Ejército,
y dejé mi país para ir
a los Estados Unidos de América
a estudiar.
Todo en tres meses.
(Aplausos)
En tan largo recorrido,
me pregunté cómo podríamos
hacer lo correcto como nación.
Más de 20 años después,
en abril de 2018,
con más arrugas y el cabello gris,
fui otra vez jefe de Estado.
Pero adivinen qué.
Esta vez fui electo democráticamente.
(Aplausos)
En las mesas electorales del año pasado,
mi hija de tres años, Amina,
estaba en mis brazos.
Insistió en llevar
la boleta electoral conmigo.
Estaba decidida y concentrada.
En ese momento,
con la boleta en nuestras manos,
entendí por completo
mi prioridad número uno
si era electo presidente
de la República de Sierra Leona:
¿cómo podría hacer que la vida de Amina
y de millones de otros niños y niñas
sean mejores en nuestro país?
Creo que el liderazgo debe crear
posibilidades en las que todos,
especialmente los jóvenes,
puedan creer,
apropiarse de ellas,
trabajar para actualizarlas,
y protegerlas con la lucha activa.
El camino del poder y el liderazgo
puede estar plagado de obstáculos,
pero también de preguntas raras
que parecen no tener respuestas:
¿cómo resolver los desafíos particulares
de un país como Sierra Leona?
Hemos explotado los recursos minerales
por más de 100 años,
pero aún somos pobres.
Hemos recibido ayuda del exterior
por 58 años, pero aún somos pobres.
El secreto del desarrollo económico reside
en el mejor recurso de la naturaleza:
seres humanos sanos,
productivos y calificados.
El secreto para cambiar nuestro país
está en apoyar y fortalecer
el potencial ilimitado
de la siguiente generación
y en desafiarlos a cambiar nuestro país.
El desarrollo del capital humano
fue la clave para el desarrollo nacional
en Sierra Leona.
Como candidato,
me reuní con muchos jóvenes,
hombres y mujeres
por todo el país y en la diáspora,
que se sentían desconectados
de los líderes políticos
y les preocupaba poco
el futuro de nuestro país.
¿Cómo podíamos involucrarlos
y convencerlos de que las respuestas
para transformar nuestra nación
estaba precisamente en sus manos?
Tan pronto como asumí la presidencia,
designé a algunos de los jóvenes más
brillantes de Sierra Leona como líderes,
con la responsabilidad de cumplir
con nuestra visión compartida
de transformar Sierra Leona.
Agradezco que muchos hayan aceptado.
Déjenme darles unos ejemplos.
La corrupción había sido endémica
en el gobierno, en instituciones
y en la vida pública de Sierra Leona.
Se debilitó así la confianza pública
y la reputación del país
a nivel internacional.
Designé a un joven abogado
como comisionado
al frente de la Comisión Anticorrupción.
En menos de un año,
logró una tasa de condenas del 100 %
y recuperó más de un millón y medio
de dólares robados.
Esos fueron los fondos iniciales
para construir el primer centro
de diagnóstico médico nacional
en la historia en Sierra Leona.
(Aplausos)
Recientemente, 'Millennium Challenge
Corporation' nos dio una tarjeta verde
como indicador del control
de la corrupción,
y los copartícipes multilaterales del
desarrollo que habían dejado Sierra Leona
ahora comienzan a regresar.
Estamos decididos a romper
la cultura de la corrupción,
y la cultura de la impunidad
que está asociada a la corrupción.
Antes de ser electo presidente,
conocí en Londres a un inventor delgado,
con su cabello de rastas,
que había estudiado
en el MIT y en Harvard.
Tomando un café, lo desafié
a pensar y planear juntos
cómo la innovación podría
contribuir al desarrollo nacional
en las áreas de gobernación, movilización
de recursos económicos, salud,
educación, prestación
de servicios públicos
y crecimiento del sector privado.
¿Cómo podría participar
Sierra Leona en la economía digital
y volverse un centro de innovación?
¿Saben qué?
Dejó su cómodo trabajo en IBM,
y ahora lidera un equipo
de hombres y mujeres jóvenes
en la recientemente establecida Dirección
de Ciencia, Tecnología e Innovación
en mi propia oficina.
(Aplausos)
Ese joven está presente aquí.
Desafié a otra joven sierraleonesa
para que lidere el nuevo Ministerio
de Planeamiento y Desarrollo Económico.
Realizó amplias consultas entre
la población y produjo, en tiempo récord,
el plan nacional de desarrollo
a mediano plazo,
titulado "Educación para el desarrollo".
Ahora, nuestras necesidades
nacionales de desarrollo
están en grupos fácilmente distinguibles,
y ahora podemos planear el presupuesto,
coordinar las contribuciones
de asociados para el desarrollo
y medir nuestro propio progreso.
Pero el programa insignia de mi gobierno
es aún más osado,
si puedo calificarlo así.
Hoy, tres de cada cinco adultos en
Sierra Leona no saben leer ni escribir.
Miles de niños no pudieron ir a la escuela
o la abandonaron
porque sus padres no podían pagar
la cuota de 20 dólares por año.
Las mujeres y niñas, quienes
constituyen el 51% de nuestra población,
no tuvieron las mismas
oportunidades de educarse.
Así que la respuesta obvia es establecer
una educación gratuita y de calidad
para cada niño sierraleonés,
sin importar género,
capacidades, ni origen étnico.
(Aplausos)
Gran idea a la que aplauden.
¿Cierto?
Pero el único problema es que no teníamos
dinero para comenzar el programa.
(Risas)
Nada en absoluto.
Los copartícipes del desarrollo querían
ver datos antes de asociarse a mi visión.
Por supuesto, los oponentes
políticos se rieron de mí.
Pero defendí la idea de que una nación
que invierte en el desarrollo
del capital humano
a través de educación
gratuita y de calidad,
de servicios médicos
asequibles y de alta calidad,
y de seguridad alimentaria,
aceleraría el programa
de desarrollo nacional.
Sostuve que para que Sierra Leona
produzca una fuerza de trabajo
altamente capacitada,
innovadora y productiva,
y a la altura de la economía
global del siglo XXI,
debíamos invertir en el desarrollo
del capital humano en Sierra Leona.
Pero no teníamos dinero,
porque el gobierno anterior
prácticamente había vaciado las arcas.
Frenamos la corrupción,
cerramos las fugas
por fraude y despilfarro,
y logramos recaudar
gran cantidad de dinero .
Inauguramos un excelente programa
de educación gratuito y de calidad
en agosto del año pasado,
cuatro años, cuatro meses después.
Hoy, dos millones de niños
van a la escuela.
(Aplausos)
El 21 % del presupuesto nacional
se destina a la educación
gratuita y de calidad.
Colaborando de cerca y junto
a los copartícipes del desarrollo,
ahora hemos proporcionado material
de enseñanza y aprendizaje,
espacios seguros para las niñas,
y comenzamos a implementar
programas de comedores escolares
por todo el país.
Incluso hemos pagado las deudas
salariales a los maestros.
Cualquier mujer que es
aceptada en la universidad
para estudiar ciencia, tecnología,
ingeniería, matemáticas
y otras carreras relacionadas
hoy recibe una beca completa
en Sierra Leona.
(Aplausos)
Y esto es sumamente importante
porque en unos pocos años, tendremos
una población joven más sana,
mejor educada y altamente capacitada,
que liderará y conducirá
el desarrollo del país.
Estarán bien equipados para implementar
la ciencia, la tecnología y la innovación.
Entonces atraeremos inversiones
a diversas áreas de nuestra economía,
desde el turismo a la pesca,
y desde la energía renovable
a la industria manufacturera.
Esa es mi mayor apuesta.
En mi opinión, de esto
se trata el liderazgo:
una misión de escuchar con empatía
las ideas más revolucionarias,
las esperanzas y aspiraciones
de una generación más joven,
quienes solo buscan
una oportunidad de mejorar
y de mejorar nuestro país.
Se trata de hacerles saber
que sus sueños importan.
Se trata de estar junto a ellos
y preguntar "¿por qué no?"
cuando hacen preguntas
aparentemente imposibles.
Se trata de explorar, de hacer
y de tener una visión compartida.
Los eventos más audaces
que cambian el país, o las políticas,
o incluso las elecciones personales,
ocurren cuando preguntamos "¿por qué no?",
y entonces tomamos decisiones valientes
y nos aseguramos de que se cumplan.
Despierto cada mañana creyendo
que nuestro país ya no debe estar
definido por los estigmas del pasado.
El futuro ofrece esperanza
y oportunidades para todos.
Es importante para mí que los hombres
y las mujeres jóvenes de todo el país
imaginen que ellos también pueden ser y
son parte de la historia de nuestro país.
Quiero retarlos a construir una nación
donde niños de tres años,
como mi hija, Yie Amie,
puedan crecer bajo un buen gobierno,
con educación de calidad,
atención sanitaria
y una buena infraestructura.
Quiero que nuestros niños
y niñas se conviertan en jóvenes
que puedan continuar alimentando
los árboles que crecerán
a partir de las semillas
que hoy plantamos.
Ahora, ¿puede alguien decirme
por qué no podemos atrevernos
a imaginar ese futuro en Sierra Leona?
Gracias.
(Aplausos)