Italia septentrional durante la ocupación nazifascista ANTE lNFERNO Excelencia Presidente Monseñor ¡Todo es bueno cuando es excesivo! ¡Anden, muchachos, vamos! ¿Adónde vas? ¡Claudio! ¡Tu bufanda! ¡Claudio, hijo mío! Vete Hola Ezio. Hola Luigi. Perdónennos, me han ordenado hacer esto. Amigos, casándonos con nuestras respectivas hijas, uniremos para siempre nuestros destinos. Usted, Presidente, se casará con Tatiana, la hija de su Excelencia. Yo me casaré con Susy, su hija, presidente. Y mis dos hijas, Liana y Juliana, tendrán por esposos, respectivamente, a Su Excelencia y a mi hermano el Obispo. La preparación de nuestro plan ha tenido su coronación. Todo está listo, podemos partir. A la sombra de las niñas en flor, ellas no creerán el dolor. escuchan la radio, beben el té, sin ninguna libertad. No saben que la burguesía, nunca vaciló en matar a sus hijos. ¡Muchachos, formen filas! ¡Rápido! ¡En fila, rápido! - ¿Cómo se llama éste? - Claudio. Cicchetti. - ¿Cómo te llamas? - Franco. Sabía que lo tendría en consideración. Lo prendimos con ayuda de una muchacha. Creía que tenía una cita amorosa. ¡Y en cambio terminó en una bolsa! - ¿Cómo te llamas? - Sergio. ¿No deberíamos inspeccionarlos un poco mejor? Desnúdense. Vístanse. ¡Quítense del camino, dejenlos pasar! Éste de aquí es Gobbi, Lamberto. Éste, es Porro, Carlo. Y éste es Chessari, Umberto... ¡Mírenlo, mírenlo, por favor, señores! No es por jactarme, pero trece noches y sus días me hicieron falta para pillarlo... ¡Y lo he logrado, por Dios! Ah, y éste de aquí se llama Tonno, Ferruccio; de Castelfranco, de una familia de subversivos. Ah, bien, bien. Y aquél de allá, el de pelo rizado, se llama Orlando Tonino. No necesita presentación Dos años, amigos. Dos años que lo espero. Excelencia, se lo ruego, ayúdeme, por caridad. Su padre era un magistrado de la corte suprema, como yo. - ¿Un meridional, es cierto? - Si, señor. De todos modos, no sé si me corresponderá a mi desvirgarte. A tiempo y luego, decidiremos a quién le tocará esta agradable incumbencia. Por tanto, Tonino. Eva, rápido, ven aquí. Intenta comportarte bien. Aquí, caballeros No te preocupes, amiga. Nadie te hará daño. Hazle ver a estos señores qué escondes aquí debajo, ¿eh? Buena niña Miren, miren qué maravilla. Un culito delicioso, sólido como nunca se vio. Dos tetitas para darle vida a un moribundo. Está bien así, haga pasar a otra. ¡Señora Castelli, su turno! ¡Los señores la esperan! ¡Señora, señora! ¡Por amor de Dios, déjeme salir de aquí! Se llama Albertina. Es hija de un profesor en Bolonia. Para sacarla del colegio donde la tenían internada, tuvimos que "convencer" a dos monjas. Apuesto a que nos preferirás a nosotros, no a las monjas, ¿verdad, Albertina? No lo sé todavía, señor. Muy bien, muy bien. Desnúdela. ¡Un momento! Señor, es un pequeño defecto. Una bonita niña. Llévensela Oye, cuidado con hacerme pasar un papelón Mira que te conozco bien, ¿eh? LLora porque piensa que debíamos esperarla a que saliera con su madre Y la estúpida de su madre, para defenderla, cayó al río y se ahogó ante los ojos de este ángel. Los muchachos eran nueve, ahora son ocho. A propósito de ocho, saben la diferencia entre "cuatro", "nono", y la familia? No, naturalmente. Díganosla. Estamos ansiosos. "Cuatro" es dos veces dos y "nono" es dos veces no. - ¿Pero, y la familia? - ¡Está bien, gracias! - Hola! - Y bienvenidos! Todo está listo según sus deseos. Débiles criaturas encadenadas, destinadas a nuestro placer. Espero no traten de encontrar aquí la ridícula libertad concedida al mundo exterior. Están fuera del alcance de toda "legalidad". Nadie en la Tierra sabe que ustedes están aquí. Por lo que que respecta al mundo, ustedes ya están muertos. Éstas son las leyes que regularán aquí dentro sus vidas. Puntualmente a las seis, toda la compañía deberá reunirse en la "Sala de Orgías" donde las narradoras de turno se sentarán a contar cada una, una serie de relatos sobre un tema particular. Mis amigos pueden interrumpir en cualquier momento y todas la veces que quieran. Esta narración tiene por objetivo inflamar la imaginación, y toda lascivia estará permitida. Después de la cena, los señores pasarán a la celebración de aquello que venga diseñado como orgía. El Salón y los otros cuartos estarán adecuadamente calefaccionados. Todos los presentes, vestidos según las circunstancias, se recostarán en el piso y siguiendo el ejemplo de los animales. cambiarán de posiciones, se entremezclarán, se maldecirán, copularán incestuosamente, adulterinamente, sodomíticamente. Tal será la orden cotidiana de procedimiento. ¡Fuera! ¡Echen de ahí a los criados! Cualquier hombre sorprendido en flagrante delito con una mujer será castigado con la pérdida de un miembro. El más pequeño acto religioso por parte de cualquier sujeto, será castigado con la muerte. ¡Fuera! ¡Entren, ahora! ¡Vayan adentro! CÍRCULO DE MANÍAS Yo nací prácticamente en un colegio, donde mi madre era sirvienta. Un día, mi hermana me preguntó si conocía al Profesor Gentil. "Bien, mira fuera, que él está buscando para mostrarte algo que a mí ya me enseñó". Me recomendó: ''No te escapes''. ''Te dará algún dinero''. Sin pensarlo más, corrí hacia el Profesor Gentil, que no me parecía cierto. Me para y me dice: "¿Dónde vas?" "A guardar las sillas, Profesor". - "Tu hermana hará eso" "Ven, te mostraré algo que nunca viste". Lo sigo, entramos y cierra la puerta. "Ven, chiquita", y saca de los pantalones un monstruoso pene. "Dime", mientras se masturbaba, "has visto alguna vez algo como esto?'' ''Se lo he mostrado a tu hermana y a todas las niñas de tu edad'' ''Dame una mano". "Ayuda a eyectar fuera el semen del que todos fuimos creados''. ''Lo haré borbotear sobre tu cara''. ''Ésta es mi única pasión, niña mía" ''y tú estás a punto de verlo'' En ese mismo instante me sentí inmersa en chorro blanco, que me cubrió, de la cabeza a los pies. ¡Un momento, señora Vaccari! Es necesario no omitir absolutamente ningún detalle. Es sólo así que podrá mostrar aquellas formas de excitación. Mi querido señor. . . Lo sé bien, me han advertido de no omitir ningún detalle, y de entrar en la mínima particularidad todas las veces que puedan servir para dar luz, sobre la naturaleza humana o incluso sobre determinado género... de pasión. No he pasado nada por alto. Bien, tanto por dar un ejemplo, No sé absolutamente nada de las dimensiones del pene de su profesor. No sé absolutamente nada sobre el tipo de eyaculación, Ni tampoco sé si le acarició los genitales O la obligó a tenerlo en la mano. En definitiva, querida señora Vaccari, un poco más de claridad. Le pido disculpas. Le prometo que de ahora en adelante, seré pródiga en detalles. - ¿Puedo continuar? - ¡Un momento! ¡Un momento, señores! Justo el tiempo para hacer gozar al "bastón" de mi vejez. No fue mucho tiempo después de haber cumplido siete años que un día, al acompañar a una de mis amiguitas a lo del Profesor, encontramos a uno de sus colegas con él, en su habitación. Los dos hombres nos introdujeron al interior. Mientras uno de los dos, mirándome, le decía al otro: "Y bien, Goffredo, ¿no te dije que era una belleza?". "Sí, sí, sí. Tenías razón" "Es perfectamente una joya" Así dijo Goffredo, tomándome afectuosamente en su regazo y dándome un beso. - Cuántos años tienes, pequeña? - Siete, señor Profesor. "¡Por Baco, cincuenta años menos que yo!" dijo el pobre profesor, besándome de nuevo. El otro, entretanto, estaba preparando un extraño brebaje. Me lo hicieron beber, diciendo que eso sólo para hacer pipi. Y agregó, cariñosamente: "Pero es necesario, querida niña, que tanto beber como orinar lo hagas conmigo, y sólos en la habitación. ¡Al suelo! ¡Arrodíllate! ¡Excelencia! ¡Asigne un castigo ejemplar a este delincuente! Estamos a su completa disposición. ¡No sólo no hizo nada sino que tuvo la insolencia de sustraerse! Tome a otro. Elija alguno de los nuestros, si ninguno lo satisface. No, gracias. El esfuerzo por satisfacerme ahora será inmenso. Hace sólo un momento el más ligero esfuerzo era suficiente, pero ahora... Usted sabe que nos conducimos por los deseos frustrados. Lo único que quiero hacer es un castigo ejemplar que debo darle a este hijo de puta. Monseñor, estoy lista para a satisfacerlo. - A mí no tendría que enseñarme nada. - No, no. Déjeme perder. Sabrá que hay mil ocasiones en las que no se desea el ano de una mujer. ¡Esperaré, esperaré!. Que la Señora Vaccari continúe. La cosa estaba organizada de modo que el Profesor se tragó hasta la última gota de mi orina. En ese momento su pene, confundido por la victoria lloró sobre mí, lágrimas de sangre. En este punto, sin embargo, el Profesor pareció comprender una vez que el incienso estaba todo quemado, que no sentia la misma ansia religiosa que antes por su idolo. Así, sin explicaciones, puso diez liras en el bolsillo de mi delantal, y me expulsó de su habitación. Mi dios, esa muchacha no sabe masturbar. Necesita una lección urgente. Pensarán que nunca ha visto un miembro viril, es escandaloso. Bien, señores míos... No hay dudas que la Señora Vaccari pronto las convertirá en putas de primera clase. Nada es más contagioso que el mal. Se equivoca, Su Excelencia. Hay gente que no puede comportarse mal sino cuando la pasión lo empuja al mal. Hay gente que, naturalmente, es siempre infeliz. Gastan sus mañanas lamentando las maldades de la noche anterior. Umberto, Franco. Miren... ¿Qué les parece? Muchachos, muchachos. Miren, muchachos. Rinaldo, por favor, observa. Observa, te digo. Bello, bello. Claudio, Bruno. También ustedes. ¡Efisio! ¡Efisio! ¡A mí, a mí! En el puente de Berati Bandera negra: el regimiento de la Julia que va a la guerra, la mejor juventud ya está bajo tierra, Giuliana, Eva, Graziella, Doris, Renata y todas la otras. ¡Váyanse! ¡Derrótenlos! Los señores no están satisfechos con ustedes. La primero que deben aprender es cómo tomarlo con la mano. ¡Tú! ¡Ven aquí! ¿Bien? ¡Adelante! ¡Arriba y abajo! ¡Aprieta mejor! ¡Y con la otra mano tócalo abajo! ¡Zorra! ¡Mira cómo se hace! Y así también las muchachas, en vez de nueve, son ocho. A propósito del ocho, recuerdo una historia. Se trata de un hombre que tenía un amigo llamado ''Seisporocho'' Una noche, entrando juntos en la oscuridad, ambos se perdieron. Entonces, nuestro hombre busca a su amigo, tratando de acercarse cada vez más. Y finalmente, él cree ver cualquier cosa que se mueve en la oscuridad. Alborozado, pensando que había encontrado a su amigo Grita: "¡Seisporocho!" Y una voz le responde: ''Cuarenta y ocho''. ¡Música! Y ahora, Señora Vaccari, otra historia. Algo estimulante, para darle nervio a la batalla. Tenía nueve años cuando mi hermana me llevó a Milán a ver a la Señora Calzetti. Me examinó y me preguntó si quería trabajar para ella "Sí señora", le dije, "si la paga es buena". Media hora despueé empecé a trabajar. Un hombre robusto llamado Vaccari me miró de la cabeza a los pies. Le mostré mi "gatita" que yo creía era preciosa. Lo vi cubriéndose los ojos "Por caridad, querida, ni hablar" "No hay nada que hacer con tu vagina, nada. Hazla desaparecer, por favor" Me la cubrí, y mientras me acostaba en la cama Dijo: "Estas pobres pequeñuelas no hacenmás que mostrar sus vaginas". "Y ahora, para gozar, debo quitarme esa horrenda imagen de mi cabeza". Dicho esto, me envolvió de la cabeza a los pies, como una momia, y me dejó descubierto sólo el trasero. Lo acarició suavemente, después lo abrió, lo cerró, Lo chupó ávidamente y volvió a chuparlo. Después, meticulosamente puso su miembro entre mis nalgas, y sus movimientos fueron muy rápidos hasta tener convulsiones. "He aquí un adorable trasero, el dulce y pequeño ano. Y cómo está para bañarlo." Lo hizo tres o cuatro veces. Nunca lo vi de nuevo. Este señor Vaccari, su primer cliente tenía de la mujer una idea que yo no comparto. Es cierto que el regalo dado a este templo es más ardiente que el incienso quemado por el otro. Y ésta es una discusión que propongo a toda la compañía: ¿Cuál puede ser el modo de poder establecer el verdadero sexo de un chico o una chica, esto es, su parte más exquisita? Yo creo que por medio de la masturbación en varios puntos de sus cuerpos. Propongo elegir a los chicos sobre quienes tenemos dudas y llevarlos inmediatamente a la última sala, para verificarlo. Observen cómo lo estoy haciendo con pasión y sin la menor apatía , Guido y Vaccari que masturban aquellos dos cuerpos que nos pertenecen, Me inspira un cierto orden de interesantes reflexiones. ¿Tendría la bondad de comunicárnoslas, estimado Duque? Nosotros los fascistas somos los únicos y verdaderos anarquistas. Naturalmente, una vez que nos hayamos hecho amos del estado: la única verdadera anarquía es aquélla del poder. Sin embargo, miren su gesticulación obscena, es como el lenguaje de los sordomudos. Con su código, que ninguno de nosotros, usando su ilimitado arbitrio, puede transgredir. No hay nada que hacer. ¡Nuestra elección es categórica! Nosotros debemos subordinar nuestros impulsos a un gesto único. ¡Viva, viva! ¡Ha venido, es un hombre! ¡Bien! Excelente! Nuestro pequeño Sergio, estamos orgullosos de tí. Y ella es ahora una mujer. ¡Es la primera pareja! Sergio, has demostrado ser un hombre. Ella es tu premio. ¡Muévanse, muévanse! Aprecien la buena voluntad de estos caballeros Que les permiten tal privilegio Celebramos solemnemente vuestro matrimonio. Qué cosa tan bella. Esta también. Qué putas. ¡Abajo, zorras! Bien, queridos, reanudemos la ceremonia interrumpida. ¿Quieres, Sergio, tomar por esposa a la aquí presente Renata? - Si, lo quiero. ¿Quieres tú, Renata, tomar como marido al aquí presente Sergio? Si, lo quiero. Bien, siendo así, los declaro marido y mujer. ¡Largo! ¡Fuera todos! ¡Desaparezcan! ¡Fuera, todos ustedes! ¡Ustedes también, fuera! Ah, lo Exaltado, lo Sublime! Quien quiera que lo sirva también está unido. Por si mismo no se une al ser. Solo quién se lidera a sí mismo Lleva a cargo el yugo de la elevación. Gottfried Benn. ¡Y ahora, adelante! ¡Ánimo! ¿Son recién casados o no? Son libres de desfogar vuestros sentimientos. ¡Ahora! ¿Bueno? ¡Empiecen a hacer, imbéciles! ¡No, no, no! ¡Eso no! Esa flor está reservada para nosotros. Esa flor está reservada para nosotros. El principio de toda grandeza sobre la tierra está totalmente y largamente bañado en sangre. Y ahora, amigos míos, si la memoria no me traiciona: Sí, asi es: "Sin derramamiento de sangre, no hay perdón" "Sin derramamiento de sangre". Baudelaire. Lamentablemente, el texto que usted ha recitado no es de Bodelaire Es de Nietzsche, extraído prescisamente de La Genealogía de la Moral. No. No se trata de Baudelaire ni de Nietzsche Ni eventualmente de San Pablo en La Epístola a los romanos. Es de Dadá. Canta esa melodía que me gusta tanto, Que hace da-da... Deliciosa criatura, ¿Quieres mis calzoncillos sucios, mis viejos calzoncillos? Qué refinamiento incomparable. ¿Ven cómo soy sensible al valor de cosas? Escucha, ángel mío, Mi mayor deseo es contentarte en esto. Porque sabes que respeto los sabores, los caprichos Por barrocos que sean, son todos respetables. Sea porque no somos sus amos, E incluso los más singulares, si lo analizan bien, Derivan de un principio de delicadeza. "Sí, viejos y rotos culos, espíritu de delicadeza" Un día, la dueña del burdel me envió a casa de otro libertino. Él me metió en un cuarto con una espléndida alfombra china. Después de hacerme desnudar, me puso a gatas, como un animal. Después, acariciándome la cabeza dos o tres veces, me dijo: ''quiero ver si eres tan desenvuelta como mis perros''. "¡Drota, ve!", Y lanza dos grandes castañas asadas al piso, diciéndome como si fuese una perra: "¡Eh, tráelas!" Yo pensé que lo mejor era continuar con el juego. Tienes dos bonitos ojos para mirar... ¡Ahora, mira! ¡Mea! ¡Mea! ¡Bosta! ¡Lodo! ¡Puta! ¡Perra inmunda! Gritó entonces, acercándose más y eyaculándome sobre la espalda. Así acabó el episodio. El hombre desaparece, yo me levanté, y encontré 25.000 liras en mi abrigo. Buena, buena niña. . . Coman, coman. Bravo. Vamos, come tú también. ¡Come! ¡Come! ¡Come! Bien, Excelencia. ¿Se convence? Es cuando veo a otros degenerados cuando me regocijo Y puedo decirme a mi mismo: "Soy más feliz que la mierda que ellos llaman la gente" Si los hombres fueran iguales, la felicidad no podría existir. Así usted no podría ayudar ni al humilde ni al infeliz. En todo el mundo No hay nada que halague más a los sentidos que el privilegio social. ¡Come! ¡Vamos, come! Y finalmente ha llegado el momento de contar la manía del Ministro Missiroli. Fui a la oficina del Ministro a las diez de la mañana. Apenas entré, todas las puertas se cerraron detrás de mí. "¿Qué estás haciendo aquí, pequeña perra?" "¿Quién te dio permiso para molestarme?" Nadie me había advertido sobre lo que ocurriría Bien pueden imaginarse, señores, cómo me asusté con esa bienvenida. No puedo más. Yo, llorando, me arrojé a los pies del señor pero nada lo conmovía. Me rasgó la ropa, desgarrándola toda. Me aterrorizó verlo tirar uno por uno los trapos al fuego. Y así permanecí desnuda delante de él. El ministro me contempló un poco el trasero. Comenzó a acariciarme Luego pareció caer En un estado de semiinconsciencia. Se arrojó a un sillón y eyaculó, esparciendo su semen sobre los restos carbonizados de mi vestido. CÍRCULOS DE MIERDA Disculpe, si me permite una sugerencia. ¿Ud. no piensa, Signora Maggi, que sería adecuado, antes de empezar sus historias, que nos mostrara su mejor parte? - ¡Claro! ¡Con gran placer! Se los decía, amigos: que un trasero tan extraordinario merecía ser visto. Puedo asegurar que hay pocos mejores. Gracias, son muy gentiles. Nos declaramos satisfechos. Señora Maggi, puede comenzar. Bien, ya que los señores han apreciado tanto aquello Trataré de referirme a esto en mis historias Mi historia les interesará a todos especialmente al presidente con historias de una pasión por la cual él se entusiasma y que me procuró el honor de conocerlo. No querrá contar todas mis infamias delante de estos niños inocentes... ¡Basta! ¡Estoy ansioso por oír la voz de la Señora Maggi! Procuraré narrar los años de mi infancia. Años empleados sólo a darle a mi cuerpo la capacidad de satisfacer los deseos más torpes y extravagantes. Me consideraba experta en esta dificilísima arte y mi fama se difundió por toda Italia. Muchos eminentes personajes fueron mis clientes Y a todos les dí lo mejor de mí misma. Quiero empezar narrando un episodio curioso de mi vida. La señora Evola, la rufiana para la que trabajaba Un día me mandó a la casa de un cliente Después de haberme atestado de comida mezclada con laxante El cliente era una viejo General de la Policía Me hizo desvestirlo y ponerle un pañal. Habituada a extrañezas parecidas, atendí sus disposiciones. Poco después empecé a tener fuertes cólicos en el vientre. El hombre se alegró y me obligó a defecar ante sus ojos, Cosa que hice sin la menor vergüenza. Me obligó a recoger parte de mis excrementos con los dedos, Y alimentarlo como a un bebé Todo se desarrolló según la práctica. Se lo tragó todo, imitó los llantos de un bebé, y eyaculó en su pañal. Conocí a uno así, que era capaz de refinamientos de toda clase. Pretendemos de ustedes lo mejor. Por supuesto. Esto que estoy por narrarles, ocurrió en Verona. Me dijeron que el cliente que me esperaba en la hostería era un viejo aristócrata conocido en toda la zona por su depravación. Mi interés, como podrán entender, era enorme. Pero mi madre, esa tarde, estaba más inflexible que de costumbre. Me suplicaba, llorando, que no vaya, que cambie de vida No pude resistir la tentación... Y la maté. Era lo único que podía hacer. La emoción que la esperaba era más grande que cualquier otra cosa Merecía entonces cualquier sacrificio. Es una locura suponer que se debe algo a la propia madre. ¿Debemos estarle agradecidos porque ha gozado mientras alguien la poseía una vez? Esto debería bastarle, a decir verdad. Recuerdo que hace tiempo, tenía también yo una madre que me inspiraba los mismos sentimientos. Apenas fui capaz de hacerlo, la envié al otro mundo. Nunca en mi vida tuve un placer más sutil que aquél cuando cerró los ojos por última vez. ¿Qué sucede? ¿Por qué llora la chiquilla? Se lo digo yo por qué. Estos discursos le han recordado a su madre. ¿Lo recuerda? Ella murió intentando protegerla. ¡Espléndido! ¿Es por tu madre que lloras, queridita? Ven aquí, ven que te consuelo. Ven. Ven a mí, pobrecita. Regresa, pequeña mía, regresa con tu papá Él te cantará otra canción de cuna Qué oportunidad me ofreces, niña mía. Deberíamos poner en práctica el cuento de la Señora Maggi? ¡Oh, señor! ¡Señor! Le suplico que respete mi dolor. Estoy afligida por el destino de mi madre. Está muerta por mí y no la volveré a ver nunca más. ¡Desnúdenla inmediatamente! ¡No! ¡Mátenme! ¡Dios se apiade de mí! ¡Mátenme, antes que ser deshonrada! Sean malditos mis ojos si este lamento no es lo excitante que he oído jamás. ¡Mátenme! ¡Así me libraré del tormento de haber visto y oído tantos horrores! Han oído todos, la pequeña ha invocado a Dios. Excelencia, escriba pronto en el libro de los castigos Se merece uno terrible. Sí, rápido; el más terrible De modo que pueda estar junto a mi madre. No te apures Sabemos bien qué hacer contigo. Serás castigada y desvirgada cuando llegue el momento. Y no creas que puedes escapar de mí ahora. No creas que detienes mi deseo, más bien, al contrario. Adelante, pequeña mía, está listo. ¡De rodillas! Coraje. Adelante, come. Toma la cucharita. ¡Come! ¡Come más! Es insoportable que esa tontita se comporte así ante la delicia del género. Un amigo insistía en que los excrementos que le sirviéramos proviniesen de una vieja miserable para que fuesen más sabrosos y apestosos. Le había procurado una venerable dama de 70 años, Las comidas estropeadas a menudo provocan una diarrea excelente. Es suficiente obligarlo a comer apurado en diversos horarios cuando se está efectuando la digestión. Debemos probar eso enseguida. Querido Presidente... Estoy ansioso de saber cómo fue su primer encuentro con la señora Maggi. Espere, espere. Quiero que sea ella quien lo cuente Después del matrimonio de Su Excelencia con Sergio. Podrá divertirse a mis espaldas, Y no quiero privarlo de este placer. El tema afrontado por la narradora exige una revisión de nuestras leyes. Si queremos extraer fruto, el máximo fruto, de nuestra estadía entre estas paredes será oportuno revisar parte de nuestro reglamento. Por ejemplo, Colocar en el retrete una gran palangana donde recoger la heces de nuestros huéspedes. Alguno de nosotros ha dicho que nada debe perderse. Sigamos el ejemplo y los consejos de la señora Maggi, y demos a nuestro estimado Presidente la alegría de ver realizado su sueño. - Buenos días, Señora Castelli. - Buenos días, Presidente. En un momento estarán listas. Sólo quiero cerciorarme. ¡Los orinales! ¡Rápido! ¡Rápido, ustedes! ¡Sabes cuáles son las reglas! Sí, señor, pero es que yo... ¡Cómo te llamas! Le ruego, señor, con tanta porquería que nos han hecho comer hoy. ¿Cómo te llamas? ¡Se llama Doris, Presidente! ¡Y siempre ha sido una de las más indisciplinadas! Bien, le digo que irá a hacerle compañía a aquéllos que ya están incluidos en esta lista. - ¿De quién es esto? - Es mío, señor. ¿Quiere favorecerse? ¿Ah, es así cómo obedeces nuestras reglas, pequeño impertinente? Rinno, ten la gentileza de mostrarme su culo. Incluso has tenido la impudencia de limpiarte. Tendrás lo que te mereces. Señor presidente, estamos listos. Por preparar a este muchacho no he tenido tiempo de vigilar a estos sinvergüenzas, como pudo ver. Los señores saben que sus disposiciones son leyes para nosotros. y que cada deseo suyo es una orden que estamos listos para cumplir. Me ocupé, en efecto, de alimentar a la criaturas de la manera que me han enseñado, para que provean el más exquisito de los alimentos, a esta solemne comida de bodas. Todos los jóvenes han sido abstenidos de defecar privadamente como impone su ley. Y todo para obsequiarles esto. Comenzamos, pues, el ritual. Nuestro ateísmo reintroduce el carácter divino de la monstruosidad, a través de los actos reiterados, es decir, los ritos. Les aseguro que no existe alimento más embriagante Y sus sentidos traerán nuevo vigor para las tentaciones que tengan. Come, come, mi amada esposa, Debes reforzarte, come. Debes reforzarte para la noche de amor que nos espera. No hay nada peor que un aliento sin olor. Eva, no puedo. ¡Ofréceselo a la Virgen! Haz esto Eres capaz de decir: "No puedo comer arroz con los dedos así". 'No puedo comer arroz.' ¡Y ahora come la mierda! Los hechos que ahora les contaré, refieren a Cupido en persona. Quiero aludir, como habrán entendido, a nuestro ilustre Presidente. Después de haberlo satisfecho, me maravillé de encontrar gustos tan especiales en alguien tan joven. Gustos... que se irán aclarando con el transcurso de mi historia. Y bien, amigos. Liberada de mi madre, la vida se me presentó con todos sus deleites. La señora para la que trabajaba, me presentó un día al libertino que les decía, cuyas manías les parecerán más que insólitas. La escena tuvo lugar en su casa, en Rovigo. Fui introducida en un cuarto bastante oscuro. Donde vi a un hombre vestido en la cama y un ataúd en medio del cuarto. "Vea delante de usted", me dijo el libertino "Un hombre yacente en su lecho de muerte" "Uno que no cerraría los ojos sin rendir un último homenaje al objeto de su adoración". "Yo adoro el trasero". "Y aunque estoy agonizando, deseo morir besando uno." "Cuando la vida haya abandonado mi cuerpo "tú misma me pondrás en el ataúd me cubrirás con la mortaja y cerrarás la tapa." "Mi voluntad es ser escrupulosamente servido, en este supremo instante, del único objeto de mi deseo lujurioso". "¡Ven, ven!" continuó con su voz rota y sollozante. "¡Apúrate! ¡Estoy en el umbral de la muerte!" Me acerqué Giré, y exhibí las nalgas. "¡Ah, culo maravilloso!", gritó. "¡Podré llevarme a la tumba la visión de un culo, hermoso como éste!" Él lo mimó, lo abrió, jugó con él, lo besó como haría el más sano de hombres. Después me forzó a liberar el contenido de mis intestinos. Lo hice sin la mínima vergüenza. "Bien, ahora debo morir", agonizaba girando en la cama. "El momento supremo ha llegado." Diciendo esto, emitió un profundo suspiro. Devino rígido y recitó su parte con tanta habilidad, ¡Mea encima de mí! ¡Vamos! No puedo, no me sale. ¡Mea! Ahí. Ya he terminado. . . . esta nube de disgusto que entra en la mente del Libertino en el momento en que la ilusión se desvanece. ¡La limitación del amor es que siempre se necesita a un cómplice! ¡Su amigo sabrá que el mayor refinamiento del libertinaje está entre el verdugo y la víctima! Mi hermana conoció a un funcionario de la oficina de controles, un pequeño cerdo Y con una cara repugnante. TColocaron un orinal debajo de ambos se sentaron espaldas con espalda y evacuaron simultáneamente. Después agarraba el orinal, mezclaba el excremento y lo ingería. Mi hermana me decía que le bastaba esto y ver su culo sucio, para eyacular. Diga, diga, señora Maggi. ¿Su hermana tiene un buen culo? Puede juzgarlo sólo por un hecho, mi señor. Un famoso pintor encargado de hacer una Venus con un magnífico trasero le pidió que fuese su modelo, después de haber consultado por toda Italia sin encontrar ninguna que la igualase. Dígame, ¿qué edad tenía? - Quince años, Duque. - Usted me ha puesto en curiosidad. ¿Por qué no organiza un concurso de belleza entre las nalgas de estas muchachas? Lo haré, señor. Soy una especialista. Excelencia, ¿no le sugiere nada esta particular situación? ¿Debería? Ferraggi! ¿Está lista? ¡Un momento! El acto de la sodomía es lo más absoluto por cuanto contiene de mortal para la especie humana. Es el más ambiguo porque acepta las normas sociales para transgredirlas. Hay algo más monstruoso que la actitud del sodomita. - Es la actitud del verdugo. Pero la actitud del sodomita puede repetirse miles de veces. Se puede encontrar también el modo de reiterar la actitud del verdugo. ¡Adelante, está listo! Apaguen las luces. Es mi obra maestra. - Un momento. - ¿Entonces? Antes de proceder, tengo una propuesta que hacerles. Diga, diga. No tenemos todavía establecido el premio a conferir a aquél o aquélla cuyas nalgas sean juzgadas las mejores. Bueno, ésta es mi propuesta: Aquél o aquélla cuyas nalgas sean juzgadas las mejores. será asesinado al instante. De acuerdo. De este modo, sin saber a quién pertenece, estaremos seguros de ser imparciales. - Una observación justa. - Gracias, Su Excelencia. El saber que un culo pertenece a un muchacho más que a una muchacha, podría influenciar nuestra elección. En cambio, debemos ser completamente libres de elegir. Una astuta trampa en la que no quiero caer, Cuando se tiene una maracada preferencia por los hombres, es difícil concebir un cambio. La diferencia entre un muchacho y una muchacha es enorme. Y no se puede aproximar a aquello que es evidentemente inferior. Eh, en cuanto a esto... Pero considerando la conclusión de las narraciones que hemos oído se puede concluir que a menudo una muchacha es preferible a un muchacho. Procuremos ser objetivos. ¡Señores, noten la belleza de este surco! ¡La elasticidad de los tejidos de este culo! Yo pienso que no puede haber dudas en esto. Un momento, Duque. No por contradecirlos, pero me gustaría reexaminar un trasero que me ha impresionado especialmente. Ilumine acá. No tenemos ninguna dificultad de complacerlo. No me parece que la pesadez de estas nalgas pueda compararse con la gracia que les hice notar antes y que según creo, es el más bello culo de la villa. Como la mía es una opinión personal, me remito a la opinión de la mayoría. Yo también Votaré por el candidato del Duque. En cuanto a mí, doy mi voto al candidato del Duque. Estimado Presidente, como ve la situación es de tres votos a uno. Me resigno a la mayoría. Pido que al menos mi candidato me sea reservado para desvirgarlo Así sea. ¡Luz! Revelemos el misterio. Es Franchino. ¡Fuego! Imbécil, ¿cómo pudiste pensar que te mataríamos? ¿No sabes que nosotros queremos matarte mil veces, hasta el límite de la eternidad, si la eternidad pudiera tener un límite? Quiero ahora contarles de un cliente mío misterioso. Su manía singular se relaciona con aquéllas que hemos oído de los relatos de la señora Castelli, y por esto pido perdón. El hombre en cuestión, quería sólo a mujeres condenadas a muerte. Cuanto más próxima era la ejecución, más dinero le pagaba. Sólo pretendía que su visita fuera después de que la sentencia haya sido pronunciada. Gracias a su óptima posición social, por la que podía permitirse pagar cualquier precio, lograba que ninguna se escapara. Todavía no se unía casualmente con ellas. Pretendía que le mostraran los glúteos y que defecaran ante él. Sostenía, en efecto, que no hay mejores heces que aquéllas hechas por una mujer que acababa de escuchar su sentencia de muerte. CÍRCULO DE SANGRE ¡Señor Obispo, estamos listos! ¡Queremos una boda espléndida! - Comenzamos con el Presidente. - Es lo que más urge de todo. ¡Es cierto, lo veo! ¡Hijos de puta! ¿Qué es esto, un velatorio? ¡Estos parásitos no hacen nada! ¡Griten de alegría! ¡Hagan lo que quieran, pero sobre todo, ríanse! ¡Vamos, imbéciles, muestren que están felices! ¡Adelante, ríanse! ¿Y tú? ¿Por qué no gritas de alegría? ¿Por qué no aplaudes? ¿Por qué no cantas? ¿Por qué no te desgañitas de risa? ¡Ustedes dos! ¿Qué están haciendo? ¡Excelencia, le ruego, tome nota! ¡Cierto! ¡Queridas señoritas, ya que les gusta tanto lloriquear, las haremos lloriquear por todo el resto de sus días! ¡De sus pocos días! ¿No ha pagado su alquiler, "Monsieur Royale"? Claro que sí, "Monsieur Juju". ¿Ha pensado también que debe pagar mi alquiler? ¿Y por qué, "Monsier Juju"? Porque dos y dos son cuatro y yo no tengo más dinero. Necesita ganarlo, "Monsier Juju". - ¿Y cómo podría hacerlo? - Trabajando con las manos. Yo no sé cómo. Entonces... conviértase en actriz. ¡Oh, la, la! ¡Eso es difícil! Bien, entonces Intente escribir. No puedo ahora. ¿Qué haces, lloras en serio? Permite que cumpla mi deber y seré tuyo. Sólo debe pedir. Yo y el amigo, estamos siempre listos. - Señor, escuche, por favor. - Habla, querido, habla. - ¿Qué me harán? - Lo estableceremos mañana. Estableceremos muchas cosas, mañana; Yo sé algo que ninguno de ustedes sabe. Alguien en la villa viola su reglamento. Graziella tenía una fotografía bajo su almohada. Dame la fotografía. ¡Dámela! ¡Dame la fotografía! Si no me castiga, le diré lo que hacen Eva y Antonisca todas las noches, desobedeciendo sus leyes. Mi amor. Así que, perras... ¡No me mate, si me mata, no podré decirle lo que sé! ¡Habla, sucia puta! Todas la noches, Ezio va a encontrarse con la criada negra en su cuarto. Si quiere, puedo conducirlo allí. Allí están ¡Maricones! ¡Me hacen vomitar! Aquéllos que sean nombrados llevarán una cinta celeste. Pueden imaginar lo que les espera. Los demás, si continúan colaborando, podrán venir con nosotros a Saló. ¿Pero qué hemos hecho? ¿Qué quieren hacernos? Lo verán pronto y entenderán ahora cuán graves son sus culpas. Para iniciar mi narración, elegí como protagonista un personaje que ya apareció otras veces en las narraciones precedentes. Es un hombre de alrededor de cuarenta años, de enorme estatura y provisto de un miembro enorme, como un semental. Nuestro señor es extremadamente rico, muy poderoso, muy severo, muy cruel, con un corazón de piedra. Tiene una casa cerca de Milán que emplea sólo para satisfacer sus placeres. Para cada fiesta quiere que estén presentes al menos quince muchachas de entre quince y diecisiete años. Para elegirlas, deben presentarse completamente desnudas al libertino. Él las toca, las palpa, las acaricia, las examina atentamente y las hace defecar en su boca. Pero no se lo traga. Después de haber terminado esta operación inicial con terrible seriedad, las marca en la espalda, imprimiendo un número en la tierna carne. Después de estos preliminares, abre la ventana ubica la muchacha en medio del cuarto en posición erguida y con la cara revuelve los vidrios. Entonces le da un fuerte puntapié en el trasero que la pobre vuela a través del cuarto, vuela a través del cuarto, supera los postigos abiertos y aparece en el sótano. Y click! El ciclo del ser. Nuestro hombre evidentemente conoce no sólo Nietzsche sino también Wiseman. Un verdugo con la máscara y los emblemas del demonio preside gravemente cada uno de aquellos horribles aparatos. Cuando todas las chicas están reunidas, nuestro hombre extraordinariamente excitado por haber tenido 30 contactos sin liberarse, está desnudo y su miembro parece salir del vientre. Todo está listo. Todas las máquinas accionadas. Las torturas comienzan simultáneamente, provocando un terrible estruendo. La primera es una enorme rueda con cuchillas de afeitar a la que está atada una muchacha para ser desollada viva. Otra tiene una rata viva cosida dentro de su vagina. Oh, Dios, ¿por qué nos has abandonado? A una persona racional no le satisface matar a una sola persona. Sería recomendable asesinar a tantos como sea posible. ¡Umberto, ven aquí! ¡Bravo, siempre listo! ¡Umberto, ven aquí! ¿Sabes lo que hace un bolchevique cuando se zambulle en el Mar Rojo? No, no sé. No, dígame. ¡Salpica! Esquina de la poesía. Ezra Pound.''Los Cantos'' Canto 99. La totalidad de la tribu procede del cuerpo de un solo hombre. ¿Qué otra cosa puedes opinar de él? El apellido y las nueve artes. La palabra del padre es la compasión La del hijo, la devoción. Pajaritos cantan a coro. La proporción de semillas armoniza con las ramas. La alegre cara de la primavera se muestra al mundo. La acritud del invierno ahora huye derrotada. Con diversas indumentarias, la Flora reina. Y en la eufonía de los bosques es alabada en himnos. ¿Sabes bailar? - No - Dale, probemos. - Probemos un poco. - ¿Cómo se llama tu muchacha? - Margherita FIN sincronizados por ArtCinema - ¡Suscribe!