Estoy aquí para decir que no aguanto más. No aguanto más, gente. No aguanto más ver a tantas personas a las que supuestamente les va tan bien . No aguanto más ver tantos vencedores, exitosos, fabulosos... No aguanto más. No aguanto más ver a la gente que afirma meditar a las cinco de la mañana, la gente que siempre tiene el pelo limpio, peinado, impecable, nunca lo llevan sucio; que dicen leer una novela rusa de 800 páginas en un fin de semana; que suben una foto de un lomo de salmón, con corteza de nuez de Brasil y puré de mandioca brasilera, acompañado de espárragos al horno, ¡y es su almuerzo del martes! Martes, día laboral, de almuerzo... No aguanto más a la gente que supuestamente le va bien, porque yo, sinceramente, y sobre todo en esta cuarentena, solo estoy centrada en sobrevivir, ¿sabes? Ahora mismo, mi único objetivo es acabar el día con los baños limpios, la niña alimentada, y que mi matrimonio no parezca un campo de batalla. Un día que acaba así, para mí es un día glorioso. Pero a veces parece somos los únicos que tienen esos problemas, que lidiamos con defectos, vulnerabilidades, dificultades... ¡los únicos! Pero eso no es cierto, ¿no? La verdad es que siempre ha sido así, ¿me equivoco? Las personas usan las redes sociales para publicar sus grandes logros, sus grandes éxitos, pero no sus fracasos. Pero, durante la cuarentena, cuando todos tenemos una vida relativamente caótica, parece que cada vez aparecen más personas mostrando que su vida sigue siendo perfecta, que su éxito sigue intacto... Ahí es cuando abro el Instagram y veo a gente luciéndose, ¿me entendéis? Luciéndose haciendo ejercicio, con la armonía familiar, la casa ordenada, el equlibrio mental, con la comida... Y yo empiezo a preguntarme: "¿Será que soy la única? ¿Soy la única cuya vida es un desastre? ¿Será que soy la única con ropa en el tendedero que está seca desde hace tres días? Y no la quito porque, si la quito, la tengo que doblar, y si la doblo, la tengo que guardar, y no tengo ganas. ¿Será que soy la única que cena pizza congelada de mala calidad? ¿Será que soy la única que a veces llora en el baño, o muy habitualmente?" Cuando empiezas a hacer esas comparaciones, te sientes un poco desdichado, un poco derrotado, y lo peor de todo: empiezas a pensar que lo normal es la plenitud, y que tu vida, que es normal, es rara. Y entonces, este es el quid de la cuestión: ¿A quién estamos ayudando cuando nos mostramos bellos, sanos, con un matrimonio perfecto, hijos maravillosos y una casa bonita? ¿A qué estamos contribuyendo cuando hacemos eso? ¿Con quién conectamos cuando nos mostramos en ese lugar de perfección, de falsa perfección? Ya se está empezando a usar el término "influencers tóxicos" para referirse a esas celebridades que, de forma involuntaria, te hacen sentir fatal, hacen que te sientas insignificante. Una cantidad increíble de gente ve a otras personas delgadas y bronceadas, en biquini, casa con piscina, con una copa, en la cuarentena... Yo no estoy bronceada, no estoy delgada, y no tengo una casa con piscina. Y ahí, nos empezamos a frustrar de una forma extraña. Así que es importante identificar, sobre todo en esta etapa en la que somos más vulnerables, quién nos hace bien, y quién nos hace mal. Pero tenemos otro problema, Por mucho que ya hayamos visto repetirse ese patrón tóxico de comportamiento, de vida, de casa, de cuerpo, a veces acabamos comportándonos así en nuestras propias redes, en nuestras propias relaciones. Solamente exteriorizamos, publicamos, esa foto de la tarta, que era tan bonita, que salió tan bien. Cuando no sale bien, no la publicamos. Sólo mostramos ese ángulo de la foto en el que la barriga no se curva, ¿sabes? No sé por qué no he conseguido encontrar ese ángulo en mi barriga, pero hay mucha gente que sí. Hay gente que sube fotos con su pareja en un día bueno, cuando en realidad, se pelean cada dos días, siempre en pie de guerra. A veces somos nosotros mismos los que no mostramos humanidad, los que no mostramos normalidad, y lo que necesitamos es gente normal, gente real. Así que vamos a pensar en unas cosas, en cinco cosillas... Primero: ninguno tiene por qué ser mega productivo durante la cuarentena. Todos nos sentimos angustiados, cansados, con miedo. Tenemos que cumplir con nuestras obligaciones en el trabajo, en casa y tal, pero haz lo que tengas que hacer, y hazlo sobre todo si es agradable. No deberíamos estar buscando más situaciones angustiantes. Segundo: nadie está obligado a aprender a cocinar 500 recetas nuevas; nadie está obligado a bailar zumba en la sala de estar para mantenerse en forma; nadie está obligado a aprender a ponerse del revés haciendo yoga. Tenemos que buscar aquello que nos aporte bienestar, que nos aporte paz mental. Y os voy a confesar algo: ¿sabéis que me da paz mental? Hacer rompecabezas, sobre todo uno que tengo de Shrek, el momento en el que termino de montar la cara de la princesa Fiona, es el momento en el que consigo paz mental, y pienso que todo irá bien, que el coronavirus desaparecerá, que todo estará bien. Algunas personas consiguen eso estando cabeza abajo haciendo yoga. Yo consigo eso con mi rompecabezas de Shrek. Alguna spersonas consiguen eso preparando una hamburguesa. Eso no interesa. Busca aquello que tenga sentido para ti. Puede que un día aprenda yoga, pero no voy a plantearme más desafíos de los que ya tengo. Tercero: Nadie tiene que ser bello, estar en forma o genial ahora mismo. Aunque veamos esto de manera obsesiva en redes sociales, está bien ir en pijama, está bien no llevar maquillaje. Busquen su bienestar, no cosas que les provoquen más ansiedad. Cuarto: Que no os extrañe el hecho de que vuestra relación esté pasando por un momento difícil. Os contaré un secreto: no estáis solos. Cuando la gente pronuncia sus votos, ninguno hace el voto de estar encerrado en casa con su pareja. Pronunciamos el voto imaginando que por la mañana diremos: ¡Un beso, cariño! ¡Ten un buen día!", y encontrarnos unas ocho o diez horas después tomando una cerveza. Estaba genial. Ahora, ¿confinamiento obligatorio? Nadie contaba con eso. Es normal, gente, que estemos hartos, que surjan conflictos, que estemos llenos de dudas, pero no es el momento de hacer grandes proyecciones ni de tomar decisiones. Respiren hondo. Solo es momento de tomar decisiones en caso de violencia doméstico. Ahí, la decisión tiene que ser inmediata. No lo olviden. Quinto: ¡No tenemos que pensar que la vida solo tiene sentido cuando todo es perfecto! ¡La vida nunca es perfecta! Este falso éxito de 360 grados, donde todo va bien en todas las áreas de la vida al mismo tiempo, eso no existe. La vida está hecha de imperfecciones, esa es la gracia de vivir. Está bien que la vida no sea perfecta. Así es cómo debemos vivir, y no tenemos que llevar la carga de buscar esa perfección. Brené Brown explica que mostrarse vulnerable no tiene nada que ver con exponer tu vida privada, tu vida íntima, o tus problemas. Mostrarse vulnerable tiene que ver con ser lo bastante valiente como para no fingir que eres perfecto. Cuando acepto mi vulnerabilidad, es cuando más conecto con las personas. En mis redes sociales, las publicaciones mejor acogidas por mis seguidores son aquellas... por ejemplo, una que publiqué hace poco, en la que digo: "¡Llevo 15 días usando un calcetin de cada par!" No tengo ni idea de dónde están el resto de pares de calcetines. Llevo blanco con gris, llevo negro con blanco... ¡Me rindo! Las mejores publicaciones no son selfies, saliendo súper fabulosa, la cara maquillada, porque no sé hacer eso. La humanidad genera conexión, la vulnerabilidad genera identidad, y mostrar nuestros defectos hace que las personas acepten sus propios defectos como algo absolutamente normal. Debemos mostrar nuestro pelo sin lavar, la pila de platos sucios, los pantalones de chándal, los calcetines sin emparejar. Hagamos que nuestra presencia en la vida de otras personas sea un alivio, y no una piedra en el zapato, porque nuestro zapato está lleno de piedras, y todos necesitamos un poquito de consuelo. Gracias. (Aplausos) (Vivas) Público: ¡Maravillosa! ¡Poderosa! (Aplausos) (Vivas) Público: ¡Guapa! ¡Eres la mejor! ¡Has estado genial!