Gigantes hormigas excavadoras de oro,
un rey furioso que ordena
azotar el mar 300 veces,
y un delfín que salva
a un famoso poeta de ahogarse.
Estas son solo algunas de los relatos
de "Historias" de Heródoto,
un escritor griego antiguo
del siglo V a.C.
No todos los eventos
pueden haber sucedido
exactamente como Heródoto los contó,
pero este trabajo revolucionó
la manera cómo se registró el pasado.
Antes de Herodoto, el pasado
se documentaba como una lista de eventos
con poco o ningún intento
de explicar sus causas,
más allá de aceptar las cosas
como la voluntad de los dioses.
Heródoto quería una comprensión
más profunda y racional,
y adoptó un nuevo enfoque:
observando eventos por ambos lados
para entender las razones de ellos.
Aunque era griego, la ciudad natal
de Heródoto, Halicarnaso,
era parte del Imperio Persa.
Creció durante una serie de guerras
entre los poderosos persas
y los griegos más pequeños,
y decidió averiguar
todo lo que pudo sobre el tema.
En la narración de Herodoto, las Guerras
Persas comenzaron en 499 a.C.,
cuando atenienses ayudaron a griegos
bajo el dominio persa en una rebelión.
En 490 el rey persa, Darío, envió
su ejército para vengarse de Atenas.
En la batalla de Maratón los atenienses
lograron una victoria inesperada.
Diez años más tarde, los persas
regresaron para conquistar toda Grecia
bajo el liderazgo
del hijo de Darío, Jerjes.
Según Heródoto, cuando llegó Jerjes,
su ejército de un millón de hombres fue
primero reprimido por una fuerza griega
dirigido por 300 espartanos en el paso
de montaña de las Termópilas.
Con gran costo para los persas,
los espartanos y su rey, Leonidas,
fueron asesinados.
Esta heroica derrota fue desde entonces
inspiración para los perdedores.
Unas semanas más tarde,
la armada griega engañó a la flota persa
en la lucha en un estrecho canal
de mar cerca de Atenas.
Los persas fueron derrotados y
Xerxes huyó para nunca regresar.
Para explicar por qué estallaron estas
guerras y por qué los griegos triunfaron,
Heródoto recopiló historias
de todo el Mediterráneo.
Grabó los logros de griegos y no griegos
antes de que se perdieran
con el paso del tiempo.
"Historias" se abre con la frase famosa:
"Heródoto de Halicarnaso,
aquí plantea sus preguntas".
Al enmarcar el libro
como una "investigación"
Heródoto permitió que se incluyeran
muchas historias diferentes,
algunas serias, otras menos.
Grabó los debates internos
de la corte persa
pero también cuentos
de serpientes voladoras egipcias
y consejos prácticos sobre
cómo atrapar un cocodrilo.
La palabra griega para este método
de investigación es "autopsia"
es decir, "ver por uno mismo".
Heródoto fue el primer escritor
en examinar el pasado
combinando los diferentes tipos
de evidencia que recopiló:
opsis, o cuentas de testigos oculares,
akoe, o rumores,
y ta legomena, o tradición.
Luego usó gnome, o razón,
para llegar a conclusiones
sobre lo que realmente sucedió.
Muchos de los primeros lectores
del libro fueron en realidad oyentes.
The Histories fue escrito
originalmente en 28 secciones,
cada uno de ellos tomó cerca
de cuatro horas para leer en voz alta.
A medida que los griegos
aumentaban su influencia y poder,
la escritura de Heródoto y su idea de la historia
se extendieron por el Mediterráneo.
Como primer historiador propiamente
dicho, Heródoto no era perfecto.
En ocasiones, favoreció
a los griegos sobre los persas
y fue demasiado rápido para creer
algunas de las historias que escuchó,
que hizo imprecisiones.
Sin embargo, la evidencia moderna
realmente ha explicado
algunas de sus afirmaciones
aparentemente extremas.
Por ejemplo, hay una especie
de marmota en el Himalaya
que extiende el polvo de oro al cavar.
La antigua palabra persa para marmota es
cercana a la palabra para hormiga,
Heródoto pudo haber sido presa
de un error de traducción.
En general, para alguien que escribía
en un estilo completamente nuevo,
Herodoto lo hizo notablemente bien.
La historia, hasta nuestros días,
siempre ha sufrido por la parcialidad
y los errores de los historiadores.
El método y la creatividad
de Heródoto le valieron el título
que el autor romano Cicerón le dio
varios cientos de años después:
"El padre de la Historia".