Yo solo escribo las historias pero ellas nacen de algo en mí que ni siquiera entiendo o que prefiero no descifrar. «Podría debatirse si Madeleine se había enamorado o no de Leonard desde el primer momento en que lo vio. Ni siquiera lo conocía, y por tanto lo que sintió fue solo atracción sexual, no amor. Incluso después de haber ido a tomar un café juntos, no podía saber si lo que estaba sintiendo era algo más que encaprichamiento. Pero desde la noche en que volvieron a la casa de Leonard después de haber visto "Amarcord" y empezaron a estar juntos, cuando Madeleine supo que en lugar de enfriarse por el aspecto físico de la relación como le solía pasar con los chicos, en lugar de soportarlo o de tratar de pasarlo por alto, se pasó toda la noche temiendo que era ella quien enfriaba a Leonard». Creo que para ser escritor primero debes saber cómo escribir una oración de la misma manera que un músico debe aprender a tocar las escalas. Hay que aprender a tocar los sonidos correctamente antes de poder tocar la canción completa. Muchas personas tienen ideas para grandes libros pero no saben cómo escribirlos porque realmente no saben cómo escribir una oración así que creo que debes empezar por el lenguaje. Todos empiezan con pequeños relatos. Debes aprender a escribir, así que debes aprender en la escala más pequeña posible, en efecto, la oración. Y si tienes suficientes oraciones juntas quizás eso sea un cuento. Una vez que hayas escrito algunos cuentos pensarás «Quizá pueda escribir una novela» En el fondo pienso que es más fácil escribir novelas que cuentos. Durante un tiempo me costó mucho... Todavía me cuesta mucho escribir cuentos. Mi mente está naturalmente acomodada para el formato largo, aunque aprendí a escribir y aprendí lo que necesitaba saber para escribir novela con cuentos, aún son como artefactos de entrenamiento para mí. Debes aprender con tus cuentos a sugerir la totalidad sin describirla específicamente. Hace falta cierta dosis de sabiduría y reserva que creo solo llega luego de muchos años de escritura. Así que siempre regreso al cuento para ver si soy capaz de hacerlo. Eso significa dejar por fuera muchas cosas que ciertamente disfrutaría poniéndolas. Y a veces incluir esas cosas en una novela de verdad es fructífero. Así que me considero un novelista y no un escritor de cuentos. «preocupada de que su cuerpo no fuera lo bastante deseable o que el aliento le olía a la ensalada César que desacertadamente había pedido para cenar; preocupada, también, por haber sugerido que pidiesen martinis por la forma en que Leonard dijo después sarcásticamente: "Por supuesto, martinis, hagamos como que somos personajes de Salinger"». En el libro «Middlesex» al principio pensé que sería un libro algo corto, una autobiografía ficcional de una persona intersexual, alguien que nace chica y se vuelve chico. Pero al investigar el material y pensar más en ello, descubrí que ciertas condiciones genéticas originaron este estado en que el narrador se encuentra. Y cuando empecé a pensar en la genética, empecé a considerar toda una familia, un gen que circula a través de diferentes generaciones familiares, eso trajo una historia, hasta culminar en Asia menor y muchas otras cosas. Entonces, de una pequeña idea muchas otras ideas llegaron y se pegaron al concepto original. Así es como trabaja mi mente, siempre trabaja por medio de conexiones metafóricas entre varias cosas que lucen disímiles al principio a los cuales les encuentro un punto en común. De repente, tengo un relato muy largo, una gran historia que contar. Comencé a interesarme en la idea de «La trama nupcial» al leer novelas con una verdadera trama matrimonial. Mi libro no lo tiene, mi libro no es una novela victoriana, es una novela contemporánea. Pero la gran historia, la gran trama de... ciertamente, de la novela inglesa, pero de la novela en general es la trama matrimonial, una novela sobre una joven en busca de esposo quien tiene un número de pretendientes para escoger. Comenzó con Jane Austen, en aquellos libros era más sencillo, se centran en encontrar un esposo, cuando la heroína encuentra un esposo el libro se acaba. Al acabarse el siglo XIX las novelas comenzaron a seguir a estas mujeres en su matrimonio. Así, tenemos novelas más profundas, más trágicas como Anna Karenina o Madame Bovary donde podemos ver lo que ocurre en el matrimonio y el adulterio, por supuesto, esto se vuelve importante y se hace central en la novela. Todos esos libros son de las más grandes novelas algunas vez escritas no puedes evitar querer escribir uno si eres novelista. El problema ahora es que se hacen imposibles de escribir porque las condiciones sociales han cambiado demasiado de tal forma que esas tramas ya no funcionan. Así que reflexioné sobre esto, y pensé ¿Cómo se puede escribir una trama matrimonial que sea verídica hoy día? Lo que concluí es que no se puede, pero que todos esos libros, libros ancestrales, todavía funcionan en nuestras mentes e influencian nuestro comportamiento; aún tenemos sueños románticos sobre el matrimonio, la gente todavía se casa y cría hijos; muchas de esas novelas fueron las que nos dieron esas ideas de quiénes debemos llegar a ser y de que podemos encontrar nuestro verdadero amor. «Y después de no haber obtenido, a causa de toda esta ansiedad, mucho placer sexual pese a la más que loable sesión que ambos dedicaron a ello; y después de que Leonard, como todo hombre, se quedó dormido de inmediato dejándola a ella sobre la cama, acariciándole la cabeza y esperando vagamente no haber contraído ninguna infección urinaria, Madeleine se preguntó si el hecho de haber pasado toda la noche preocupada no era, en efecto, una señal inequívoca de que estaba enamorándose». Siempre fue difícil, no puedo decir que se haya hecho más difícil. Con el tiempo se hizo más fácil. Cuando escribía «Las vírgenes suicidas» tenía un trabajo a tiempo completo, fue arduo, debía escribir de noche y los fines de semana, así que tengo mucho más tiempo ahora. Se siente igual en cuanto a dificultad, ni más fácil ni más difícil. Me alegra que se haya hecho más fácil, pienso que estoy ya mayor; debo llegar a un libro que sea así de fácil, siempre espero que el próximo sea ese libro, porque escuchas escritores diciendo: «Ese lo escribí en seis meses, fue increíble, no sé cómo pasó, simplemente lo escribí». Estoy siempre esperando que me suceda a mí pero no ha ocurrido aún. Me gustaría volver atrás, o mantenerme en las condiciones originales de cuando empecé a escribir, como no ser profesional, no pensar que estoy escribiendo una novela que todos van a leer, no entendiendo que me pagan como parte de una industria comercial; solo un joven, solo en su habitación, quien quiere escribir algo solo por la emoción de hacerlo. Esas son las condiciones que trato de pretender que existen a mi alrededor. Mudarme a Berlín desde Nueva York me ayudó a pretender que ese era el caso porque no conocía a nadie en la ciudad, me alejé de todos y me sentí otra vez como un escritor comenzando de cero. Esa forma de anonimato, inocencia y emoción juvenil, que creo siempre deseas incluso si eres viejo o adulto, siempre quieres sentirla. «Y, después de haberse pasado los tres días siguientes en el cuarto de Leonard haciendo el amor y comiendo pizza, después de relajarse suficiente para poder correrse al menos de vez en cuando, y de finalmente dejar de preocuparse por alcanzar el orgasmo, ya que su hambre de Leonard quedaba, en cierto modo, saciada por la satisfacción de él». No creo que sea especial ser un artista o ser escritor, no creo que haya una manera culturamente distinta de ver el mundo, obviamente, tratamos de ser... tratamos de ser testigos atentos de lo que ocurre en el mundo; pero cualquier idea o valoración de eso, de que es especial o de una orden superior, no creo que ese sea el caso, es más una sociedad profesional en lugar de algún prelado. Eres empujado a ese rol, en ocasiones; me pasó más cuando viví en Berlín. Es un papel natural. Y una vez que regresas a EEUU nunca te preguntan tu opinión, le preguntamos a Leonardo Dicaprio si necesitamos resolver algo espinoso le preguntamos a las celebridades, nunca al escritor realmente. Ciertamente prefiero preguntar a escritores en vez de celebridades, creo que los escritores son mejores discutiendo esto que las celebridades, no conozco a nadie mejor que ellos. Yo siempre... Una de las cosas que amo de Europa y Alemania en particular es la veneración que tiene la cultura por el escritor, cuando lo veo aquí me alegro y estoy de acuerdo con ello de alguna manera, pero pienso que, en mi opinión, son identidades separadas, el comentarista cultural del que tiene la opinión correcta en política, nunca me ha parecido, puedo serlo para mí mismo, algunos escritores pueden hacerlo, creo que es maravilloso, pero no creo que vaya con el trabajo, en particular. El trabajo del novelista es entender muchas personas distintas posiblemente sin entender la solución correcta a cada dificultad o problema político-económico; mucho de eso está más allá de mi entendimiento. «después de haberse permitido estar sentada desnuda en su repugnante sofá y caminar hasta el baño sabiendo que él estaba mirando su trasero imperfecto; registrar su asqueroso frigorífico en busca de comida, leer el brillante medio folio de filosofía que sobresalía de su máquina de escribir» En cierta forma puedes decir que llegó a su fin, que la literatura llegó a su fin, porque ya no dirige, como solía hacerlo, ningún movimiento en la cultural, está más que acabado y no tienes que preocuparte por su ruina; pero al mismo tiempo, como cosa rara, están todos estos lectores por ahí, así que es una extraña contradicción donde sientes que la literatura es menos significativa globalmente al mismo tiempo que parece sobrevivir extremadamente bien. Las películas no mataron la literatura ni la televisión tampoco, la Internet es la que podría matarla más que cualquier otro desarrollo tecnológico, es la mayor amenaza hasta ahora, pero ya veremos, muchas Casandras han aparecido dictando fieras predicciones que no han ocurrido, así que aún me cuento entre los optimistas, pero cuidadosamente optimista. «y de oírle hacer pis con la fuerza de un toro en la taza del inodoro, ciertamente, al final de esos tres días Madeleine supo que estaba enamorada».