Normalmente, el entrenamiento de astronautas
tarda alrededor de un año entero,
e incluye materias tales como
astronomía,
astrofísica,
fisiología de vuelo,
trayectorias orbitales,
o gestión de órbitas.
Otra parte del entrenamiento básico de los astronautas es el adiestramiento de supervivencia.
En los días de Géminis,
nunca se sabía con seguridad dónde
podría aterrizar una nave espacial
De haber una emergencia,
se debía abandonar la órbita.
Entonces, tuvimos que recibir
entrenamiento en el desierto,
entrenamiento acuático,
y entrenamiento de supervivencia en la selva.
Por lo tanto, tuvimos que aprender
a cocinar y comer serpientes
todo ese tipo de cosas
y a conseguir agua en el desierto.
Después de un año y medio
de capacitación básica para astronautas,
nuestros nombres estaban en una lista
bastante extensa en ese tiempo,
luego hubo puestos disponibles.
Y, en consecuencia, nos dieron
a todos otras obligaciones
para mantenernos ocupados,
que sirvieran para seguir
con nuestro entrenamiento.
Cinco de nosotros fuimos asignados al módulo lunar,
y nuestra labor era estar en estos módulos lunares
durante la construcción.
Así que, pasamos mucho tiempo allí.
Debo admitir que probablemente pasé más tiempo
durmiendo sobre el piso del Módulo Lunar #6
que la tripulación que lo voló a la Luna.
Bueno, mi siguiente labor fue estar
con la tripulación de apoyo del Apolo 8,
y el Apolo 8 fue la nave espacial
que voló hacia la Luna
y que regresó pero no alunizó.
Cuando iban detrás de la Luna,
se suponía que tenían que hacer
una maniobra de propulsión
para disminuir la velocidad de modo
tal que la órbita lunar los capturara.
Así, sólo tuvimos que sentarnos
y plantarnos en espera,
cuando estuvieran detrás de la Luna,
y sabíamos que si salían
un poco antes por el otro lado,
no tendrían suficiente combustible,
para disminuir la velocidad
y saltarían perdiéndose en el espacio,
no serían capturados en la órbita.
Si saliesen con un poco de retraso,
significaba que se habían pasado
y que no entrarían en la órbita,
pero comenzaría un descenso
en espiral hacia la superficie lunar.
Y, por supuesto, sin un módulo lunar
aquello podría arruinar tu día completo.
Pueden imaginarse cuán aliviados estábamos
en el instante en que se suponía que ellos debían
aparecer por el otro lado de la Luna,
¡y aparecieron!
Mi siguiente labor fue nuevamente una tarea
de apoyo a la tripulación en el Apolo 12,
y el Apolo 12 fue alcanzado por un rayo
no muy lejos de la plataforma.
Una tormenta cercana,
hubo un relámpago que cayó encima
y golpeó la punta de la nave espacial.
La sobrecarga pasó a través de la nave,
por medio del impulsor,
hasta los gases de escape,
y conectó a tierra a la plataforma de lanzamiento.
Aniquiló el sistema de potencia eléctrica
y sucumbieron todos los computadores.
Pueden imaginarse cómo debe haber sido
para quienes estaban en el interior,
porque de repente se apagaron todas las luces
y luego se encendieron
cuando las baterías recobraron la carga.
Y cada luz de advertencia y precaución
en la nave espacial estaba encendida e intermitente,
y todas las alarmas y campanas necesarias
y cosas que estaban en su interior,
todas se dispararon al mismo tiempo.
La tripulación estaba totalmente confundida
sobre lo que estaba sucediendo.
Cuando nos establecimos en la órbita,
examinamos todos los diversos sistemas
y todo parecía estar bien.
Así que, me figuré que por ahora eso era todo,
y sin duda, conseguí una tarea,
una tarea de vuelo,
se me asignó respaldar la tripulación del Apolo 16,
lo que significaba que debía estar
en la primera tripulación del Apolo 19,
Y, tras varias semanas de entrenamiento,
la NASA hizo el sorpresivo comunicado
de que iban a cancelar los Apolo 18, 19 y 20.
Estábamos en mitad de la Guerra de Vietnam,
el presupuesto estaba en malas condiciones,
Así que podrán imaginarse que había tres
alicaídos muchachos, muy, muy tristes
y cabizbajos en la oficina
debido a que perdimos nuestro vuelo hacia la Luna.
Sin embargo, varias semanas después,
recibí una llamada telefónica de Tom Stafford,
el principal astronauta en aquel tiempo,
me necesitaba en su oficina,
y acudí;
me contó que lamentaba
que yo hubiese perdido
mi oportunidad de ir a la Luna,
no obstante, dijo: “He conseguido otra tarea para ti”.
Expresó: “Quiero que seas el comandante
de la tercera y última misión Skylab”.
Y me preguntó: “¿Crees poder hacer esta labor?”
A lo que respondí: “¡Por supuesto que sí!”
Y, tendré que admitir,
tuve una cierta opresión en mi pecho y estómago,
porque yo era un novato
y ellos normalmente no asignan
a un novato para ser comandante,
usualmente se debe tener al menos
un vuelo en el historial;
sin embargo, me dieron la asignación,
lo cual fue realmente como un impacto
porque el último comandante novato
fue Neil Armstrong en el Géminis 8.