Como probablemente habrán notado,
en los últimos años muchos bosques
occidentales se han quemado
en grandes y destructivos
incendios forestales.
Si son como yo,
este paisaje es realmente la razón
para que mi familia y yo vivamos aquí.
Y como científico y padre,
he estado profundamente preocupado
por lo que vamos a dejar
a nuestros hijos,
y ahora mis cinco nietos.
En EE.UU., un área más grande
que el estado de Oregon se ha quemado
en solo los últimos 10 años,
y decenas de miles de hogares
han sido destruidos.
Las hectáreas quemadas y las casas
destruidas han ido en aumento
en las últimas tres décadas.
Y los incendios mayores
de 40 000 hectáreas
están aumentando.
Esto es lo que llamamos "megafuegos".
Los megafuegos son el resultado
de cómo hemos llegado
a este paisaje occidental
en los últimos 150 años
en un clima cada vez más cálido.
Gran parte de la destrucción
que vemos actualmente,
en realidad, podría haberse evitado.
He pasado toda mi vida estudiando
estos paisajes del oeste,
y la ciencia es bastante clara:
si no cambiamos algunos de
nuestros hábitos de control de incendios,
perderemos muchos más
de nuestros queridos bosques.
Algunos no se recuperarán en nuestra vida
o en la vida de mis hijos.
Es hora de enfrentar algunas verdades
difíciles sobre incendios forestales,
y llegar a comprender que tenemos
que aprender a vivir mejor con ellos
y cambiar la manera de
cómo alcanzan nuestros bosques,
nuestros hogares
y nuestras comunidades.
Y, ¿por qué sucede esto?
Bueno, de eso es de lo que
quiero hablarles hoy.
¿Ven este bosque?
¿No es hermoso?
Bueno, los bosques que vemos hoy
no se parecen en nada
a los bosques de hace 100 o 150 años.
Afortunadamente las fotos panorámicas
tomadas en la década de 1930
por miles de miradores occidentales
en la cima de la montaña,
muestran una buena aproximación
del bosque que heredamos.
La mejor palabra para describir
estos bosques antiguos es "irregular".
El paisaje del bosque histórico
fue este mosaico en constante evolución
de bosques de doseles abiertos
y cerrados de todas las edades,
y había mucha evidencia de fuego.
Y la mayoría de los incendios eran
pequeños, según los estándares actuales.
Y es importante entender
que este paisaje estaba abierto,
con prados y bosques abiertos,
y había hierba en los prados
y en los sotobosques del bosque abierto
de los que muchos fueron arrasados
por los incendios forestales.
Hubo otras fuerzas también,
dando forma a este mosaico histórico:
por ejemplo, la topografía, si un lugar
está orientado al norte o al sur
o está en una cresta o
en el fondo de un valle;
o su elevación, es decir, lo arriba
que se encuentra en la montaña
y el clima, si un lugar recibe
mucha nieve y lluvia,
así como luz del sol y calor.
Todas estas cosas interactúan
para modelar la forma
en que creció el bosque.
Y la forma en que el bosque creció,
dio forma al comportamiento del fuego
en el paisaje.
Hubo una diafonía
entre los patrones y los procesos.
Se puede ver el nuevo bosque seco.
Los árboles no están tupidos,
sino bastante separados.
Los incendios fueron frecuentes aquí,
y cuando ocurrieron,
no fueron tan severos,
mientras más arriba en la montaña,
en los bosques húmedos y fríos,
los árboles estaban más tupidos
y los incendios eran menos frecuentes,
pero cuando ocurrieron,
eran bastante más severos.
Estos diferentes tipos de bosques,
los entornos en los que crecieron
y la severidad del fuego interactuaron
para formar este mosaico histórico.
Y había tanta potencia
en este mosaico,
que proporcionó un mecanismo natural
para resistir la propagación
de futuros incendios a través del paisaje.
Una vez que un pedazo de bosque ardió,
ayudó a prevenir
el flujo de fuego a través del paisaje.
Una manera de pensar sobre esto son
los parches quemados
que ayudaron al resto del bosque
a ser bosque.
Agreguemos humanos a la mezcla.
Durante 10 000 años los nativos
norteamericanos vivieron en este paisaje,
y lo quemaron intencionalmente, mucho.
Usaron fuego para quemar prados
y para cortar ciertos bosques
para poder cultivar más alimento.
Usaron fuego para aumentar el pastoreo
para el ciervo, el alce y el bisonte
que cazaban.
Y lo más importante,
se dieron cuenta de que,
si quemaban en primavera y otoño,
podían evitar los incendios
descontrolados del verano.
El asentamiento europeo ocurrió
mucho más tarde, a mediados del siglo XIX,
y para la década de 1880,
el pastoreo de ganado era una rutina.
Si lo piensan, el ganado y las ovejas
se comieron las hierbas
que había sido la correa transportadora
para los incendios históricos,
y esto previno los incendios frecuentes
en su día de la poda
y también de la quema de madera muerta.
Más tarde llegaron
carreteras y ferrocarriles,
que actuaron como potentes cortafuegos,
interrumpiendo aún más
el flujo de fuego de este paisaje.
Y luego sucedió algo
que causó un pivote repentino
en nuestra sociedad.
En 1910 tuvimos un gran incendio forestal.
Era del tamaño del estado de Connecticut.
Lo llamamos "El gran incendio".
Se extendió desde el este de Washington
hasta el oeste de Montana,
y quemó, en unos pocos días,
1,2 millones de hectáreas,
devoró varias ciudades
y mató a 87 personas.
La mayoría de ellos eran bomberos.
Debido al Gran Incendio,
los incendios forestales se convirtieron
en el enemigo público número uno,
y esto modeló la forma
cómo pensamos en incendios forestales
en nuestra sociedad
durante los próximos cien años.
A partir de entonces,
al Servicio Forestal,
de tan solo cinco años de existencia
en ese momento,
se le encargó la responsabilidad
de apagar todos los incendios forestales
de 78 millones de hectáreas
de tierras públicas,
y asumieron esa responsabilidad
muy seriamente.
Desarrollaron esta habilidad
inigualable de apagar incendios,
y extinguen del 95 al 98 % de todos
los incendios cada año en EE.UU.
Y a partir de este punto,
la extinción de incendios
y no los incendios forestales
se han convertido en el moldeador
principal de nuestros bosques.
Tras la 2ª Guerra Mundial,
la cosecha de madera comenzó en el oeste,
y la tala eliminó
los árboles grandes y viejos.
Eran sobrevivientes
de siglos de incendios forestales.
Y el bosque se llenó.
Los árboles pequeños de corteza fina
y sensibles al fuego llenaban los huecos
y nuestros bosques se volvieron densos,
con árboles en capas y muy juntos,
se tocaban el uno al otro.
Los incendios pararon involuntariamente
debido a carreteras y ferrocarriles,
el ganado y las ovejas
se comían la hierba,
así, la extinción del fuego y la tala,
eliminaron los árboles grandes,
¿Y saben qué pasó?
Todos estos factores interactuaron
para permitir que el bosque se llenara,
creando lo que llamo
la actual epidemia de árboles.
(Risas)
Imagínense.
(Risas)
Más árboles de los que
el paisaje puede soportar.
Y, cuando se compara el aspecto
que tenían los bosques hace 100 años,
el cambio es realmente notable.
Observen cómo se completó el mosaico.
Laderas del sur secas,
ahora están cubiertas de árboles.
Un mosaico que una vez fue esculpido
en su mayoría
por incendios pequeños y medianos
se ha rellenado.
¿Ven la manta de árboles?
Después de solo 150 años,
tenemos una densa alfombra de bosque.
Pero hay más.
Porque los árboles crecen tan juntos,
y debido a que las especies de árboles,
los tamaños y las edades de los árboles
son muy similares en grandes áreas,
los incendios no solo se mueven
fácilmente de hectárea a hectárea,
sino que ahora, también lo hacen
las enfermedades y los brotes de insectos,
que están matando
o reduciendo la vitalidad
de secciones realmente grandes del bosque.
Y después de un siglo sin fuego,
las ramas muertas y los árboles caídos
en el suelo del bosque,
están en niveles de barril de pólvora.
Además, nuestros veranos
son cada vez más calientes
y cada vez más secos
y se vuelven más ventosos.
Y la temporada de incendios es ahora
de 40 a 80 días más cada año.
Debido a esto, los climatólogos predicen
que la zona quemada desde 2000
se duplicará o triplicará
en las próximas tres décadas.
Y estamos construyendo
casas en medio de esto.
Dos estudios publicados
recientemente nos dicen
que más del 60 % de todos los inicios
de viviendas nuevas se están construyendo
en este lío inflamable y peligroso.
Entonces, cuando tenemos un incendio,
grandes áreas pueden literalmente
convertirse en humo.
¿Cómo se sienten ahora
ante la imagen del bosque
que mostré por primera vez?
Me asusta mucho.
Así que, ¿qué hacemos?
Necesitamos restaurar
el poder del mosaico.
Necesitamos poner nuevamente
el tipo correcto de fuego
al sistema nuevamente.
Así podemos cambiar la gravedad de
muchos de nuestros incendios futuros.
Y lo bueno es que tenemos herramientas
y tenemos conocimientos para hacer esto.
Veamos algunas de las herramientas.
Podemos usar la quema controlada
para, intencionadamente,
reducir el número de árboles y
quemar combustibles muertos.
Hay que hacer esto para reducir su número
sistemáticamente y mantenerlo reducido.
¿Y qué va a lograr eso?
Va a crear parches
ya quemados en el paisaje
eso resistirá el flujo
de futuros incendios.
Podemos combinar la poda mecánica
con algunos de estos tratamientos
donde es apropiado hacerlo,
y capturar algún valor comercial
y tal vez suscribir algunos
de estos tratamientos,
especialmente alrededor
de las áreas urbanas.
Y la mejor noticia es que
la quema controlada produce
mucho menos humo
que los incendios forestales.
Ni siquiera está cerca.
Pero hay un problema:
el humo de la quema controlada
actualmente se regula
con normas de calidad del aire
como una molestia evitable.
Pero ¿y el humo de incendios forestales?
Simplemente obtiene un pase.
Tiene sentido, ¿no?
(Risas)
Y ¿saben lo que sucede?
Hacemos muy poca quema controlada
y continuamente respiramos
humo en los veranos
debido a los megafuegos.
Todos debemos trabajar juntos
para que esto cambie.
Y finalmente, hay incendios
forestales gestionados.
En lugar de apagar todos los incendios,
tenemos que retomar algunos de ellos
para la poda de bosques y
la reducción de combustibles muertos.
Podemos realizarlos en el bosque,
cuando sea apropiado hacerlo
con el fin de ayudar a restablecer
el poder del mosaico.
Y como probablemente ya hayan descubierto,
esto es en realidad un problema social.
Tiene explicaciones
ecológicas y climáticas
pero es un problema social,
y los humanos debemos resolverlo.
El apoyo público
para estas herramientas es pobre.
La quema controlada y los incendios
forestales gestionados
no cuentan con un buen soporte.
En realidad, todos queremos
que los fuegos desaparezcan mágicamente
y que se lleven
ese molesto humo con ellos, ¿no?
Pero no hay futuro
sin mucho fuego y mucho humo.
Esa opción en realidad
no está sobre la mesa.
Hasta que nosotros,
los dueños de tierras públicas,
no hagamos de nuestra alta prioridad
hacer algo acerca de la situación actual,
experimentaremos
pérdidas continuas por los megafuegos.
Entonces depende de nosotros.
Podemos difundir este mensaje
a nuestros legisladores,
a la gente que puede ayudarnos
a manejar nuestros incendios
y a nuestros bosques.
Si no tenemos éxito,
¿dónde iremos a jugar
si nuestros lugares favoritos
se tiñen de negro?
¿Dónde iremos
a respirar profundamente
y lentamente?
Gracias.
(Aplausos)