En mi primer año de postgrado estudiando la colaboración en los monos, pasé mucho tiempo afuera viendo interactuar a grupos de monos capuchinos. Una tarde, estaba en el patio dándole maní a un grupo, y hubo que distraer a Ozzie, uno de los machos, lo suficiente para que los demás comieran también. Ozzie adoraba el maní y siempre hacía cualquier cosa para conseguirlo. Ese día, sin embargo, empezó a traerme cosas de su recinto e intercambiarlas conmigo por un maní. Los capuchinos son astutos, así que esto no fue una sorpresa. Pero lo que fue una sorpresa fue que algunas de las cosas que me traía, estaba muy segura de que le gustaban más que el maní. Primero, trajo un poco de comida para monos, que es como comida para perros, incluso fue hecha por Purina, y para un mono, no tiene mucho valor. Por supuesto, no le di un maní por eso. Pero, siguió intentándolo y, finalmente, me trajo un cuarto de naranja y trató de cambiarlo por un maní. Ahora bien, las naranjas son valiosas para los monos, así que este comercio parecía un poco absurdo. Quizás se pregunten cómo sabemos qué prefieren los monos. Bueno, les preguntamos dándoles a elegir entre dos alimentos y viendo cuál eligen. En general, sus preferencias se parecen mucho a las nuestras: cuanto más dulce, más les gusta. Igual que los humanos prefieren los bizcochos a la col, los monos prefieren frutas, como naranjas o uvas, a verduras como pepinos, y todo esto, más que la comida para monos. Y el maní no está mal. Pero, definitivamente no lo prefieren a un trozo de naranja. Por eso, cuando Ozzie trató de cambiar un cuarto de naranja por un maní, fue una sorpresa, y me pregunté si de pronto quería ese maní porque todos en su grupo estaban recibiendo uno. Si quieren saber, le di a Ozzie su maní. Pero luego fui a ver a mi asesor de grado, Frans de Waal, y empezamos a diseñar un estudio para ver cómo responderían los monos cuando alguien en su grupo recibiera un mejor premio que ellos por hacer el mismo trabajo. Fue un estudio muy sencillo. Sacamos dos monos del mismo grupo y los sentamos uno al lado del otro para hacer una tarea: intercambiar algo conmigo, y si lo hacían con éxito, recibían un premio. El truco era que uno siempre recibía un trozo de pepino, y el otro a veces recibía un trozo de pepino, pero a veces una uva. Y si recuerdan, las uvas son más preferidas que los pepinos en el gusto de los monos capuchinos. Estos son dos de mis monos capuchinos. Winter, a la derecha, va a negociar una uva, y Lance, a la izquierda, va a negociar un pepino. Pueden ver que ella, y sí, Lance es una hembra, al principio está muy feliz con su pepino, hasta que ve a Winter negociar una uva. De repente, Lance se entusiasma mucho con el comercio. Toma su pepino, lo prueba y luego ... lo tira afuera. Mientras, Winter vuelve a negociar y recibe otra uva y Lance no deja de mirarla mientras se la come. Esta vez, Lance no está tan entusiasmada con el comercio. Aunque, eventualmente lo hace. Pero, cuando recibe el pepino esta vez, ni siquiera lo prueba antes de lanzarlo de nuevo. Aparentemente, Lance solo quiere un pepino mientras no vea a Winter comerse una uva. Y Lance no era la única. Todos mis capuchinos eran muy felices con sus pepinos mientras los otros también recibieran pepinos. Pero a menudo no eran tan felices con sus pepinos cuando otros recibían una uva. La pregunta obvia es ¿Por qué? Si antes les gustaban esos pepinos, ¿qué cambió? Bueno, soy científica, y se nos conoce por ser cautelosos al analizar nuestros estudios, más aún, al tratarse de lo que otros animales piensan o sienten, pues no podemos preguntarles. Pero aun así, lo que veía en mis monos se parecía mucho a lo que llamamos sentido de equidad. Después de todo, la diferencia en ese pepino fue que vino después que Winter recibiera una uva, y no antes. Los humanos estamos obsesionados con la equidad. Tengo una hermana menor, y cuando éramos pequeñas, si ella recibía un trozo de pastel más grande que el mío, incluso por una migaja, ¡me ponía furiosa! ¡No era justo! Y mi yo de niña no estaba sola. Los humanos odiamos tanto recibir menos que otro que un estudio encontró que si nos dieran a elegir entre ganar USD 50,000 al año mientras otros ganan USD 25,000, o ganar USD 100,000 al año mientras otros ganan USD 250,000. casi la mitad de las personas prefieren ganar USD 50.000 menos dinero con tal de no ganar menos que otra persona. ¡Eso es tremendo sacrificio! ¿Qué lleva a la gente a tomar estas decisiones aparentemente irracionales? Después de todo, botar tu pepino porque otro consiguió una uva solo tiene sentido si se igualan las cosas. De lo contrario, Winter tiene una uva y tú no tienes nada. Por supuesto, los humanos no son monos capuchinos. Pero, a simple vista, sacrificar USD 50.000 porque alguien va a ganar más dinero que Uds. no es más sensato que botar el pepino. Aunque, tal vez lo sea. Algunos economistas piensan que el sentido de equidad en humanos va ligado a la cooperación. Es decir, necesitamos ese sentido de equidad cuando trabajamos con otros para saber si nos toca la peor parte. Veámoslo de esta manera. Una colega en el trabajo lo está pasando mal y necesita algo de ayuda. Puede que estén más que feliz de ayudarle, sobre todo si ella hace lo mismo cuando la necesiten. Es decir, si se emparejan las cosas. Pero ahora, digamos que esa colega siempre está holgazaneando y tirándoles trabajo extra. ¡Eso es irritante! O peor aún, ¿qué pasa si hacen todo el trabajo y a ella le pagan más? Estarían indignados, ¿verdad? ¡Y deberían estarlo! Esa furia es su sentido de la equidad diciéndoles que, realmente, no es justo. Es necesario que cada persona haga su parte del trabajo, o sería explotación, no cooperación. Quizás no puedan dejar cada empleo donde traten injustamente, pero en un mundo ideal, sin racismo, sexismo ni problemas para hallar un nuevo empleo, es el sentido de equidad lo que les diría cuándo es hora de cambiar. ¿Y si no pudieran? Bueno, la frustración les haría botar sus pepinos también. Y los humanos no somos los únicos. En el estudio previo, Lance no podía cambiar nada, pero ¿y si hubiera podido? Resulta que entre los capuchinos se niegan a cooperar con aquellos que no comparten después de trabajar juntos. Y negarse a trabajar con otro mono es una forma muy clara de equilibrar la situación. Aparentemente, que ningún mono obtenga nada es mejor que otro mono obtenga de más. Pero al igual que Uds. y su colega, ellos están felices con un poco de desigualdad a corto plazo, siempre y cuando todo se equilibre a largo plazo. Esta conexión económica entre equidad y cooperación tiene sentido para mí como bióloga evolutiva. Al final, sus antepasados no transmitieron sus genes porque lo hicieron bien de alguna manera, sino porque lo hicieron mejor que otros. No le llamamos la ley del fuerte, le llamamos la ley del más fuerte. O sea, más fuerte que otros. Todo es relativo. Bien. A mis capuchinos no les gusta cuando reciben menos que otro. Y están muy felices de sacrificar sus pepinos para igualar la situación. Eso es genial. Pero lo que llamamos sentido de equidad en humanos también significa que nos importa cuando recibimos más que otros. ¿Y mis monos? Resulta que los primates notan cuando reciben más que otros, o al menos algunos lo hacen. Mis capuchinos no. Pero en uno de mis estudios, mis chimpancés a veces rechazaban una uva si otro chimpancé de su grupo recibía un pepino, algo muy impresionante, pues les gustan mucho las uvas. Aun así, estuvieron más molestos al recibir menos que otro chimpancé que cuando recibieron más. Puede que no consideren justo el tener más que su vecino, pero seguro no creen justo que él tenga más que Uds. Pero, aquí hay una pregunta importante. ¿Por qué nos preocupamos por la desigualdad o la injusticia cuando nos beneficiamos injustamente? Si la evolución se trata de la ley del más fuerte, ¿no deberíamos aprovechar toda ventaja posible? Sin embargo, esta es la cosa. Me va mejor si recibo más que los otros, claro. Pero es aún mejor si podemos trabajar juntos y obtener más de lo que podríamos obtener por separado. Pero, ¿por qué trabajarían conmigo si no creen que seré equitativa? Ahora, si creen que me daré cuenta cuando yo reciba más y haré algo al respecto, entonces trabajarían conmigo. La evolución nos ha seleccionado para aceptar pérdidas a corto plazo a fin de mantener importantes relaciones a largo plazo. Esto es cierto en los chimpancés, pero es aún más importante en los humanos. Los humanos estamos muy interconectados e interdependientes, y tenemos las habilidades cognitivas avanzadas para poder planificar el futuro. Y reconocer la importancia de mantener estas alianzas de cooperación. De hecho, más bien creo que probablemente estemos subestimando la importancia del sentido de equidad para las personas. Una de las mayores diferencias entre humanos y capuchinos es la magnitud y la ubicuidad de la cooperación en los humanos. En otras palabras, somos mucho más cooperativos que los monos capuchinos. Los sistemas legales y económicos solo funcionan si todos estamos de acuerdo en participar en ellos. Y si la gente se siente excluida de frutos y beneficios de esos sistemas, entonces deja de participar y todo el sistema se desmorona. Muchas de las protestas y revueltas que vemos, tanto en EE. UU. como en todo el mundo, se enmarcan claramente en términos de equidad, lo que no me sorprende. Sea por el acceso desigual a los recursos, o porque algunos grupos son demasiado afectados por el sistema legal o los efectos de un virus, estas protestas son el resultado lógico de nuestra larga tendencia evolutiva a rechazar la inequidad combinada con nuestra larga historia de estratificación social. Y las desigualdades sistémicas que han resultado de esa estratificación. Agreguen a esto el hecho de que, por muchas razones, la desigualdad económica es muy elevada. Chris Boehm escribió un libro sobre las jerarquías en el bosque, en el que afirmó que los humanos tienen jerarquías inversas donde los de abajo se agrupan para evitar que los de arriba se aprovechen de ellos. Quizás estas protestas son solo la más reciente manifestación de la tendencia humana a reequilibrar la jerarquía. Quizás la gran diferencia entre nosotros y los capuchinos es que podemos reconocer este problema y trabajar activamente para hacer algo al respecto. Claro que reconocemos cuando somos desfavorecidos. Pero podemos y también debemos reconocer cuando somos favorecidos a expensas de otros, y reconocer la equidad como el equilibrio entre estas dos desigualdades, porque nuestra sociedad depende mucho de ello. De hecho, mi estudio muestra que no todas las especies de primates se preocupan por la desigualdad. Son solo aquellas que dependen de la cooperación, que, definitivamente, incluye a los humanos. Evolucionamos al preocuparnos por la equidad porque confiamos unos en otros para nuestra sociedad cooperativa. Y cuanto más inicuo se vuelva el mundo y menos nos preocupemos por los demás, mayores riesgos enfrentaremos. Nuestros problemas son más complejos que los de uvas y pepinos, pero, como nos enseñaron los capuchinos, a todos nos irá mejor cuando todos seamos equitativos. Gracias.